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Foros de Cultura y Deporte Castellano => Foro de Historia de Castilla => Mensaje iniciado por: Torremangana en Febrero 12, 2006, 03:29:33



Título: Los almogávares: ¡despierta, hierro!
Publicado por: Torremangana en Febrero 12, 2006, 03:29:33
Para todos aquellos "hermanos" q nos dan lecciones a los castellanos de moral, q nos llaman conquistadores y sanguinarios además de imperialistas y otras lindezas. aquí teneis un artículo de vuestra propia historia.

PASAJES DE LA HISTORIA DE ESPAÑA
Los almogávares: Desperta, ferro!

Por Fernando Díaz Villanueva
 En 1245 los reyes de Aragón dieron por concluida la Reconquista. Habían llegado hasta Alicante, hasta el punto donde el río Segura se encuentra con el mar. A partir de ahí le tocaría a Castilla continuar la labor de recobrar la España perdida. El problema es que a los belicosos catalanes, aragoneses y valencianos de la época les quedaba cuerda para rato, y no estaban dispuestos a quedarse cruzados de brazos.  

Abrevaron sus caballos en las aguas del Segura y pusieron sus ojos sobre el ancho mar que tenían enfrente: el Mediterráneo, un océano de oportunidades al alcance de su mano que, nobleza obliga, no iban a dejar escapar.  
 
En la lejana Sicilia se estaba cociendo, allá por 1282, un asunto muy feo. Los partidarios del Papa, llamados güelfos, habían colocado en el trono de la isla a Carlos de Anjou, un insolente francés que había repartido el regalo entre su camarilla de amigos. El partido contrario, el de los gibelinos, conspiraba contra él, pero sus seguidores, como carecían de candidato, poco podían hacer, salvo emigrar o encerrarse en casa. En Aragón, el rey Pedro III estaba al tanto de la jugada, y cuando la cosa se puso imposible reclamó sus derechos dinásticos.
 
Naturalmente, la Casa de Barcelona, a la que pertenecía el monarca, nunca había tenido derechos sobre la isla, pero Pedro se había casado con una alemana, Constanza de Hohenstaufen, que sí que los tenía. Eso era suficiente para intervenir. Declaró la guerra a los usurpadores franceses y la ganó. Fue un paseo militar que le proporcionó insospechada fama y el bien merecido título de Pedro el Grande. Todo este episodio se conoce como las Vísperas Sicilianas, y fue el primer capítulo de la dilatadísima presencia española en el sur de Italia. Tan dilatada que se extendería durante cinco siglos.
 
El secreto de Pedro el Grande para conquistar Sicilia tan rápidamente fue un novedoso cuerpo de ejército traído de las guerras contra los moros en España y que se había demostrado invencible: las compañías de almogávares.
 
Los almogávares eran los soldados más bravos y temibles de su época. Eran tropas ligeras, normalmente de infantería, armados con lo justo pero que se movían con sorprendente agilidad en cualquier campo de batalla. Se agrupaban en compañías no muy numerosas, lideradas por un caudillo que las sometía a una disciplina férrea. O vencían o morían: no había término medio. Se les iba la vida en ello, y no sólo porque no daban cuartel en el combate, sino porque carecían de impedimenta: vivían de lo que saqueaban al vencido tras haberle aniquilado. Así de sencillo.
 
Provenían de las serranías ibéricas y de los valles del Pirineo, donde eran reclutados muy jóvenes, casi niños. La vida que llevaban era durísima: sometidos a mil privaciones, dormían al raso y comían un día sí y tres no. Vivían por y para la guerra.  
 
No llevaban armadura, ni casco, ni siquiera la socorrida cota de malla, tan en boga en aquellos tiempos. Su equipo se limitaba a una lanza colgada al hombro, unos dardos o azconas –que lanzaban con tanta fuerza que eran capaces de atravesar los escudos del adversario– y un afilado chuzo, su arma más mortífera. Antes de entrar en combate golpeaban con fuerza el chuzo contra las piedras, hasta que saltaban chispas; entonces, cuando el sonido era ya ensordecedor, gritaban al unísono: "Desperta, ferro!", seguido de los más tradicionales "Aragó, Aragó!" o "Sant Jordi!", y se lanzaban sobre el enemigo como auténticos diablos. Estremecedor.
 
A los enemigos, según veían de lejos el dantesco espectáculo, se les helaba la sangre en las venas. Su destino estaba sentenciado. Y no era para menos. Los almogávares no tomaban prisioneros ni hacían distingos; mataban a todos y se jactaban de que, durante la batalla, su chuzo había pasado más tiempo dentro del cuerpo del adversario que fuera.
 
Tras la conquista de Sicilia, al heredero de Pedro el Grande, Federico III, empezó a incomodarle la presencia de los rudos almogávares, que no terminaban de acostumbrarse a vivir sin guerrear. Habían pasado unos años persiguiendo a los franceses por el reino de Nápoles, pero con la paz de Caltabellota la diversión se les acabó.
 
La fama que habían criado en Italia atravesaba las fronteras. Cuentan que, en cierta ocasión, un almogávar fue hecho prisionero por los franceses. El rey franco, intrigado por el romanticismo que envolvía a este cuerpo de españoles asilvestrados, lo mandó traer a su presencia. Para salvar su vida, le propuso una justa con su mejor caballero. Si salía vencedor podría volver con los suyos. El almogávar aceptó sin dudarlo. Sabía que iba a ganar.
 
El francés se presentó sobre su caballo, armado hasta los dientes y protegido por una coraza primorosamente labrada. El español midió la distancia y, antes de que pudiese reaccionar el jinete, alanceó al caballo hasta matarlo. El francés cayó rodando al suelo, donde el almogávar le esperaba chuzo en ristre. Ahí terminó la justa: el rey pidió al vencedor que perdonase la vida al infeliz caballero y el almogávar regresó a casa tan pimpante.
 
Con la aventura siciliana tocando a su fin, a los almogávares se les presentaba una dura disyuntiva: o se disolvían o encontraban una causa por la que matar y morir, que era casi lo único que sabían hacer. Ésta se les presentó de improviso. Andrónico II, el emperador de Bizancio, tenía a los turcos encima, a pocas jornadas de Constantinopla, amenazando el trono y la existencia misma del Imperio. Se puso en contacto con el caudillo de los almogávares sicilianos, Roger de Flor, un soldado de fortuna que, antes de recalar en la singular compañía aragonesa, había sido templario, cruzado en San Juan de Acre y pirata. Un genuino aventurero medieval.
 
De Flor aceptó la oferta y se dirigió, con 7.000 hombres, a Constantinopla. Sólo pidió dos cosas: que le dieran un título nobiliario y que le suministraran una esposa. El bizantino fue espléndido en ambos requerimientos: le hizo Megaduque (nada menos) y le dio la mano de una sobrina suya que vivía en Bulgaria. Cumplimentados los trámites, la Gran Compañía Catalana de Almogávares, o Societate Catallanorum, se dirigió al encuentro con el turco.
 
Las fuerzas eran desiguales: a cada español le tocaban dos turcos; pero los almogávares, fieles a su consigna de vencer o morir, al grito de "Desperta, ferro!" pusieron en desbandada al enemigo. Al que pudo, porque la degollina de este primer encuentro fue antológica: 13.000 muertos, todos los mayores de diez años, edad a la que Roger de Flor estimaba que un hombre podía blandir una espada.
 
Entregada su carta de presentación, levantaron el asedio sobre Filadelfia y Thira y persiguieron a los turcos, matándolos allí donde los encontraban.
 
En menos de un año, las tropas españolas llegadas de Sicilia habían dado la vuelta a la tortilla y se encontraban en el interior de Anatolia. Fue allí donde tuvo lugar la batalla más celebrada de los almogávares, la del monte Tauro: Roger de Flor y su senescal Berenguer de Rocafort, al frente de 7.000 españoles, plantaron cara a unos 40.000 turcos. La misma ceremonia al alba, los hierros despertando entre chispas y la horda colina abajo gritando como posesos los nombres de Aragón y su santo patrón. Los turcos salieron en estampida después, eso sí, de dejar 18.000 cadáveres en el campo de batalla. "Feren tal carnissería que era meravella", apuntaría años después Ramón Muntaner, uno de los integrantes de la expedición, en su Crónica de los Almogávares.
 
Corría el año 1304, y éste de los almogávares sería el último ejército cristiano en penetrar en el interior de Asia Menor, la actual Turquía. Hecho el trabajo, Roger de Flor y los suyos regresaron a Constantinopla. Tan impresionante había sido la victoria que el emperador le concedió un nuevo título, el de César.
 
Tanta generosidad con el forastero destapó el frasco de las intrigas palaciegas. Miguel, hijo del emperador, invitó a Roger de Flor y a sus generales a una cena en Adrianópolis. Tras el último plato, con alevosía y por sorpresa, los guardias alanos de la corte pasaron a cuchillo a los confiados catalanes, que, para más inri, estaban a esa hora algo bebidos.
 
Advertida la tropa de la traición bizantina, salió como una furia de su campamento en Galípoli y se dedicó durante días a arrasar pueblos y aldeas. Fue la llamada "venganza catalana", que arrojó casi tantas víctimas como las que los almogávares habían dejado en los campos de Anatolia. De ésta no se libraron ni los niños. Muntaner trata de justificar la salvajada apelando al honor: "Fue hecha tan gran venganza [...] pues valía más morir con honor que vivir en deshonra". Los españoles, siempre tan españoles.
 
Andrónico II, asustado por el cariz que habían tomado los acontecimientos, armó un ejército para neutralizar la amenaza. No sirvió de gran cosa. La compañía almogávar, crecida e iracunda, derrotó a los bizantinos. Para evitar la tentación de huir, metieron fuego a los barcos y se lanzaron, guiados por los dos Berengueres, el de Rocafort y el de Entença, al cuello de sus antiguos anfitriones, gritando, cómo no, "Desperta, ferro!". Muntaner asegura que mataron, ellos solitos, a 26.000 bizantinos; aunque ya sería alguno menos, que a los "cronistas en primera persona" siempre se les va la mano cuando se trata de contar sus hazañas.
 
Una vez reparada la ofensa, la compañía, visiblemente mermada por los combates, se dirigió hacia Grecia, saqueando a conciencia lo que encontraron a su paso, excepto los monasterios del monte Athos, que se salvaron gracias al ruego de Jaime II de Aragón. Lo cortés no quita lo valiente: serían crueles y sanguinarios, sí, pero también devotos y aficionados a oír misa antes de la batalla.
 
Muertos sus caudillos en las refriegas con los bizantinos, formaron un consejo de gobierno, el Consell de Dotze, y se pusieron al servicio de los barones francos que mandaban en el sur de Grecia desde tiempos de las Cruzadas. Uno de ellos, Gualterio de Brienne, volvió a traicionarles. Se le olvidó liquidar la soldada por los servicios prestados. En mala hora, porque el despiste lo pagó con su vida. En pocos años se adueñaron de los señoríos francos; pero no de cualquier manera, sino a su manera: asesinaron a los barones y se quedaron con sus haciendas, sus castillos y sus viudas para fundar dos ducados, los de Atenas y Neopatria, que perdurarían 80 años. Durante casi un siglo estos dos pedazos de Grecia se convirtieron en un apéndice lejano y semiolvidado de la Corona de Aragón.
 
Tras la caída de Atenas y la toma de Constantinopla por los turcos, en el siglo XV, la epopeya de los indomables almogávares fue cayendo en el olvido y su historia se transformó en leyenda. Habían luchado contra corriente, contra el signo de los tiempos, contra todo y contra todos, hasta contra sí mismos. Hoy nadie los reivindica; son, en cierto modo, incómodos recuerdos de una época de la que pocos quieren acordarse. Hasta en la muerte son temidos y respetados. Desperta, ferro!


Título: ¡Qué maravilla!
Publicado por: agustin en Febrero 14, 2006, 02:19:13
¡Ooooh! Es lo menos que puedo exclamar ante tanta grandeza maravillosa!  "Los mejores guerreros del mundo" mundial de su tiempo, tan extraordinarios que eran capaces de estar tres días seguidos sin comer...Los demás guerreros del mundo, unos infradotados frente a los inigualables almogávares, necesitaban comer cada día para poder hacer marchas, manejar sus armas... ¡Qué maravilla que no necesitaban ni siquiera protección en sus cabezas ni cuerpos, frente a los vulgares y pobrecillos soldados de otros países que sí se protegían con cascos, escudos y petos! ¡Pues sí que debían tener la cabeza dura...!   ¡Qué miedo pasaban sus enemigos, estúpidos incapaces de plantear una adecuada estrategia, gallinas frente aquellos super-soldados!  ! Total que eran los Popeyes de entonces, unos super-soldados frente a los  muy inferiores guerreros enemigos, inferiores física y moralmente (los almogávares luchaban sólo llevados por su inmensa nobleza, no como los zafios de sus enemigos que eran malvados e innobles). Que digo, mejor que Popeye, pues éste necesita tomar espinacas, sin las que está perdido y no puede socorrer a su amada Olivia. Con "10 años ya podía ser soldados", "por cada almogávar había dos turcos" pero éstos "fueron degollados a mansalva"..
 Además ¡qué gran espíritu, lleno de nobleza, anidaba en sus amados reyes, imbuídos de grandes ideales! Por contra el francés Carlos de Anjou era "zafio, insolente, usurpador e innoble".
"7000 almogávares derrotaron a 40.000 turcos..." ¡Oooh!". Sus "chuzos" debían ser de gran calidad pues los golpeaban con gran fuerza contra el suelo y ¡sin romperse!
  El relato de los almogávares me recuerda los tebeos de "Hazañas bélicas", "El capitán Trueno" y "El jabato". El capitán Trueno y su  gigante Goliat --con Crispín- eran capaces de vencer simultáneamente a 100 malvados enemigos, en defensa de la amada Ingrid. "El jabato", con su Taurus, ídem, en defensa de la amada Claudia. Hasta Fideo, en tono menor, era gran luchador. Claro que tanto Goliat como Taurus necesitaban comerse un cordero entero para luego dar mamporros a los malos.      
Qué maravillosa lección de grandeza física, síquica y moral de aquellas grandes gentes. Una super-raza.
 Hagámosles justicia: levantémosles grandes monumentos a los almogávares en Castilla, en recuerdo imperecedero. ¡Qué menos! ¡Castilla por los almogávares! ¡Castilla en emocionado recuerdo almogávar!


Título: Los almogávares: ¡despierta, hierro!
Publicado por: KoMuNeRo_MaG en Febrero 15, 2006, 22:15:46
La venganza catalana :)


Título: Los almogávares: ¡despierta, hierro!
Publicado por: Midir en Febrero 16, 2006, 03:52:20
No veo la gracia Agustin. Es historia, quizas un poco en tono epico pero historia. Este foro es sobre Castilla, pero no quita que no podamos hablar de otra historia que no sea la de Castilla.
Torremagana, muy interesante por cierto, porque sabia de esta gente pero lo justo. Gracias por ilustrarnos.


Título: Los almogávares: ¡despierta, hierro!
Publicado por: pepinero en Febrero 16, 2006, 07:12:02
gracias torremagna , sabia la historia d esta gente , pero no sabia como se llamaban , agustin yo tampoco le veo la gracia!


Título: Los almogávares: ¡despierta, hierro!
Publicado por: MesoneroRomanos en Febrero 16, 2006, 15:12:54
Digamos que la objetividad histórica no es precisamente lo mejor del texto...


Saludos


Título: Los almogávares: ¡despierta, hierro!
Publicado por: Torremangana en Febrero 17, 2006, 06:19:01
¿y q es lo q no es objetivo? yo veo una exposición en tono coloquial y ameno.


Título: Los almogávares: ¡despierta, hierro!
Publicado por: MesoneroRomanos en Febrero 17, 2006, 15:30:12
Aparte de lo que menciona Agustín, que lo comparto plenamente.Pasa de puntillas por el caracter mercenario de los mismos. Tampoco comenta que dentro de las compañías almogávares había mercenarios de muy distinta procedencia, aragoneses, sicilianos, calabreses o castellanos que también los había, aunque en número muy reducido, con lo cual esa visión pseudoépica es siendo generosos dudosa. Luego la calificación de los distintos personajes no parece que sea muy imparcial.

Por curiosidad, ¿ de dónde sacas esto ?

Saludos


Título: Los almogávares: ¡despierta, hierro!
Publicado por: agustin en Febrero 18, 2006, 03:10:22
El texto "histórico" sobre almogávares aparece en la página web "libertad digital", que es la de la gente de la COPE. En esa página el estudio "histórico" sobre almogávares ha obtenido encendidos elogios. ¿Estoy en lo cierto, Torremangana? Venga, anímese, dirija usted mismo a los foristas de Foros Castilla a la dirección y foro de Internet  donde está ese maravilloso artículo.
¿Por qué usted, Torremangana,  no citó dónde apareció el citado artículo "histórico"? Si usted lo sacó de otra fuente, le ruego diga de cuál.
 ¡Cuánto me alegraré de saber de foristas de  foros catalanes que hablen bien de Castilla!  No que enaltezcan a Castilla, sino simplemente que hablen con respeto y algo de cariño de Castilla... ¡Busquen ustedes, busquen...!


Título: Los almogávares: ¡despierta, hierro!
Publicado por: delia tejedor en Febrero 21, 2006, 03:17:41
La participacion de castellanos en las tropas almagabares  es  sabida, lo que es menos conocido es su implicación con los Templarios, Roger de Lauria o lluria, no  se decidio a conquistar oriente para la corona de Aragon por altruismo, fue  acusado por los Templarios de un delito que no viene al caso y tras servir a los reyes de Aragon, Mallorca y Francia termino buscando  lugar de asentamiento en el extremo opuesto del Mediterraneo.

Los heroes siempre lo son para parte de los implicados en la historia, aun en Albania asustan a los niños con la frase que vienen los catalanes, como a los Belgas con el que viene el Duque de Alba.


Título: Los almogávares: ¡despierta, hierro!
Publicado por: Torremangana en Febrero 25, 2006, 07:18:29
Mesonero dijo: "Por curiosidad, ¿ de dónde sacas esto ? "

Te contesto: ¿descalificas un texto cuando lees en dónde se publica o solo por quien lo escribe? yo creia q se deberia de leer y luego juzgar pero no precisamente por dónde se ha publicado q por otra parte es el periódico lider en internet (añado esto último pq desde hace años q se argumentaba q como El Pais es el periódico de papel más vendido significaba q tenia más razón q el resto)

Lo saqué de la sección fin de semana/libros q recomienda Libertad Digital. Podeis leer otro sobre el abuelo de ZP.


Título: Los almogávares: ¡despierta, hierro!
Publicado por: MesoneroRomanos en Febrero 25, 2006, 19:34:29
Torremangana, te he razonado porque ese texto es siendo muy generosos pésimo. ¿ No estás de acuerdo en mi valoración ? ¿ Te has molestado un poquito en investigar sobre los fallos que le he encontrado y decirme si estoy en lo cierto? Te has salido por la tangente y no has comentado nada de eso.

Tenía curiosidad por saber de dónde era. Mi opinión del mismo la he dado sin saber si había salido en libertad digital, el país, el avui o el Sueddeutschezeitung. Así que no puedes decir que opino así por saber su fuente, el mensaje indicando que es una castaña pilonga es anterior al de agustín que decía de dónde procedía.

Saludos


Título: Los almogávares: ¡despierta, hierro!
Publicado por: Jocho en Febrero 25, 2006, 21:12:24
No se, a mi no me parece que el relato no sea verídico. Es probable que las fuentes que se siguen  exageren algunos aspectos, cosa que el autor mismo viene a reconocer cuando dice "aunque ya sería alguno menos, que a los "cronistas en primera persona" siempre se les va la mano cuando se trata de contar sus hazañas.". Pero en general no creo que pueda considerarse ninguna falacia.

El estilo trata de ser ameno e incluso chistoso, imitando me da la sensación, al gran Indro Montanelli. Yo como entiendo leer historia como un placer y no como una penitencia, lo agradezco. No soporto a los que por darse infulas academícas producen tostones insufribles. El rigor y la imparcialidad no son nunca contrarios a la amenidad del escritor.

Por otra parte, resulta curioso como los almogavares, guerreros sanguinarios que no respetaban ni una de las disposiciones de la Convención de Ginebra son recordados por los catalanes como mitos heroicos de los que se sienten muy orgullosos. Hasta una peña juvenil del barça se llama así...
Igualito que los castellanos a muchos de los cuales les encanta hacerse el harakiri con cualquier personaje de su historia que no resulte ser politicamente correcto con la mentalidad actual. Dicen que no hay que ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Me da que los castellanos en general tendremos otros defectos, pero ese en concreto no.


Título: Batalla de Muret, octubre de 1213
Publicado por: agustin en Febrero 27, 2006, 21:55:51
En el sur de Francia.
 Pedro II de Aragón perdió la batalla ... y la vida... contra los franceses de Simón de Monfort.  Poco lucieron aquí los almogávares. No creo que estos franceses se espantasen al ver a ningún almogávar.


Título: Los almogávares: ¡despierta, hierro!
Publicado por: PALENCIA_PUNTUA_DOBLE en Diciembre 08, 2006, 19:29:38
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/d/d4/Labaro_cantabro.svg/800px-Labaro_cantabro.svg.png

el pais cantabro nunca se juntara con las mariconas castellanistas, nunca debisteis soltar al soplapollas de Aznar

Si quereis mar, poneros a mearrrrrrrrrrrr

PD: MARICONASSSSSS RESENTIDASSSSSSS


MATAR AL CASTELLANO, QUEMAR AL VASCO, PURGAR AL NO CANTABRO