Título: Luis Pérez Infante - "La muerte de Durruti" (1937). Publicado por: Maelstrom en Diciembre 25, 2014, 18:37:52 LA MUERTE DE DURRUTI
(http://images.ara.cat/premium/suplements/ara_tu/Buenaventura-Durruti-Bujaraloz-columna-EFE_ARAIMA20130406_0148_37.jpg) I - Madrid en peligro En los frentes de Aragón se libraba gran batalla cuando llegó la noticia de que a Madrid se acercaban cinco ejércitos rebeldes con las más modernas armas: tanques y ametralladoras, morteros que a gran distancia batirían la ciudad. Junkers, Capronis… (El Papa promete su bendición para mayor eficacia). Buenaventura Durruti, que en Aragón peleaba, cuando supo estas noticias así habló a su gente brava: -¡Compañeros! Hay que ir a la capital de España, donde el fascismo pretende clavar su sangrienta zarpa. En Castilla nos jugamos una decisiva carta de esta dura guerra a muerte que tenemos entablada. Vayamos, pues, a Castilla, vamos pronto, camaradas, que se para todo el cuerpo cuando el corazón se para, y ya sabéis que Madrid es el corazón de España. II. Durruti en Madrid Buenaventura Durruti, pelo en pecho, dura barba, con sus hombres más valientes va por tierras castellanas. Sus ojos llevan el mar hasta las llanuras pardas -abrazo para Castilla de Cataluña, su hermana-. Los vientos de la meseta soplan gentiles. Abrasan de ardor que nació que nació en la nieve y que afiló la distancia los pechos de sí encendidos de las tropas catalanas. Empujado por el viento y empujado por sus ansias llegó Durruti a Madrid con el clarear de un alba. -¡Quién dijera, Manzanares, pequeño río sin agua, que tu cauce había de ser nuestro límite con África! Que si tu orilla derecha pisan Franco y su canalla, la que de Marruecos vino al son de promesas falsas, de tu izquierda brota, viva, fresca y ardiente savia, templada ya en el combate, de la verdadera España, la de los trabajadores que no reconocen castas. Te prometo, Manzanares, que en lo que te falta en agua lo llenará el rojinegro de mi sangre libertaria, antes que ver por Madrid a las turbas africanas. III. La muerte Madrid, mediado noviembre, era un llover de metralla. Del tejado a los cimientos se estremecían las casas. Si no granizos, cristales a la lluvia acompañaban. El cielo, todo una nube gris, densa, más densa, baja. La luz, el relampagueo del cañón… Se peleaba. Y la Muerte, ciega en ira, volando de casa en casa. -¿A quién buscas, compañera? ¿Cúya será la garganta que siegues, Muerte?! ¡Responde! (Una voz el aire rasga) -Quiero a quien me desafía con su pecho y arrogancia. Busco a quien vino a buscarme de tan lejos. Mi guadaña… -Pero dime. Muerte, dime su nombre, Muerte, ¿se llama…? -¡Durruti…! Se pasma el viento. Por todo el ámbito vaga, hielo flotando en el aire, el nombre del camarada. Buenaventura Durruti, pelo en pecho, dura barba, por los frentes de Madrid, con toda su gente brava, citando a muerte a la Muerte, citándola cara a cara. (La Muerte, como una sombra, le rondaba, le rondaba.) -¡Compañeros! ¡Al ataque! ¡La bayoneta calada! ¡Que no quede vivo un moro! ¡Qué se acreciente la fama nuestra con este combate! ¡Que no puedan superarla los más valientes del mundo! (Paso a paso se acercaba muda, la Muerte a Durruti). Los catalanes avanzan. Locas, a los cuatro vientos silban y silban las balas que, perdidas, blanco encuentran, por azar, y en él se clavan. Uno de estos proyectiles detiene en seco la marcha de todos los catalanes. Cunde el espanto. ¿Qué pasa? Nadie sabe ni responde. Pelo en pecho, dura barba. Buenaventura Durruti, el que a la Muerte citara, abrazado con la Muerte, yerto, en el campo quedaba. IV. Promesa de venganza ¡Ay, dolor de Barcelona! Por las calles, por las plazas va el entierro de Durruti. Silenciosamente avanza la comitiva, compuesta de miles camaradas que cierran, firmes, los puños, que aprietan, rudos, la barba para que el llanto no acuda. La multitud apiñada se duele calladamente por el cadáver que pasa. ¡Ay, dolor de Barcelona, que es dolor de toda España! Puños en alto prometen tomar cumplida venganza: -La venganza es atacar con furia nunca igualada. Si Madrid entero dijo "¡No pasarán!" -y no pasan- ha llegado ya el momento de que suene en toda España otra consigna que diga: "¡Pasaremos!" La palabra se multiplica en el viento, la mece el mar en sus aguas, la esparcen ondas sin fin, se eterniza en la distancia. (http://www.portaloaca.com/images/stories/historia/grupinternacionalcolumnog0.jpg) Luis Pérez Infante - «La muerte de Durruti». Romance publicado en la revista El Mono Azul; 11 de febrero de 1937. |