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Foros de Cultura y Deporte Castellano => Foro de Historia de Castilla => Mensaje iniciado por: Maelstrom en Abril 28, 2015, 15:32:35



Título: Una semana de abril de 1946 en Valladolid
Publicado por: Maelstrom en Abril 28, 2015, 15:32:35
Una semana de abril de 1946 en Valladolid

Teodulfo Lagunero - Abogado, catedrático y colaborador del PCE

(http://www.vigoalminuto.com/wp-content/uploads/2012/04/Proclamacion_II_Republica.jpg)

Hace 61 años nos detenían en Valladolid, cuando pintábamos con tiza en paredes de la Universidad y de las casas de la ciudad, '14 abril. 14-A', recordando la proclamación de la segunda República. Fue a mí y a José Luis Álvarez, estudiante de Medicina, (hoy médico jubilado en Santander). En esa semana de abril de 1946, recién terminada la II Guerra Mundial, en España los vencidos en nuestra guerra y gran parte de los vencedores, creían que el régimen iba a caer, que «iba a darse vuelta la tortilla», porque se consideraba que en la mochila de las tropas aliadas, -en las de los soldados de las democracias y en las de los soldados soviéticos- iba la cabeza de Franco, puesto en el poder por los nazis y los fascistas. En esta tesitura Franco casi dejó de matar. Se ralentizaron los consejos de guerra y las condenas se redujeron; se conmutaron penas de muerte, e incluso de pusieron en libertad a presos. Este cambio en la política de terror del franquismo, nos salvó de lo que pudo ser una condena a muerte.
Juzgados en consejo de guerra de los llamados 'Oficiales Generales', por ser mi compañero alférez de las milicias universitarias, fuimos condenados solo a un año él y a seis meses y un día yo. No éramos los únicos estudiantes detenidos en Valladolid. Mi hermano Enrique había sido condenado a tres años, junto al mítico preso vallisoletano del franquismo, Fabriciano Roger Fidalgo, considerado por la ONU como el preso político que más años ha estado en la cárcel, pues había sido detenido por Alfonso XIII, Primo de Rivera, el gobierno del bienio negro de la República en 1934 y posteriormente con el franquismo. También se había detenido a otro estudiante, Luis, hijo del diputado socialista por Valladolid De los Cobos, fusilado en 1936, y al hijo del también fusilado Alcalde de Valladolid.
La realidad es que, pese a la fama de 'facha' de nuestra ciudad, fue en la Universidad de Valladolid donde los estudiantes nos organizamos por primera vez en España para enfrentarnos con el franquismo. Recuerdo, con nostalgia, los pasquines que repartíamos en la Universidad en los que se decía: «Los estudiantes no queremos ser pistoleros de Franco y de Falange, ni vestir uniformes de opereta a la italiana», (nos referíamos a los uniformes de las milicias universitarias); o cuando pegamos con engrudo unos pasquines que decían: «Franco es la guerra civil», «Los católicos no apoyamos los crímenes de Franco». Sí, nuestra organización llegó a ser importante. Éramos unos 40 o 50 estudiantes de todas las facultades y teníamos el apoyo de varios catedráticos, entre los que recuerdo a Emilio Alarcos y Pedro Aguado Bleye (Filosofía); Emilio Guilarte y Teodoro González (Derecho), Demófilo Pons, (Escuela de Comercio), los catedráticos destituidos que integraban la Academia Minerva, -Astruga, Romero, Guilarte, Miaja de la Muela-. Nuestra organización clandestina era, sin embargo, deficiente. Nos reuníamos en grupos paseando por una carretera en la otra margen del Pisuerga en la Huerta del Rey. Durante los diez días que pasé en los calabozos del Gobierno Civil, durante los cuales, en los interrogatorios, si bien nos pegaron, no nos llegaron a torturar físicamente. La tortura consistió en sus constantes amenazas de que nos iban a destrozar, llegándonos incluso a enseñar a 'Somoza', Domingo Rodríguez Martín, que durante toda una semana fue torturado y que, cuando nos lo presentaron, era un guiñapo ensangrentado. Los policías nos decían: «Baja a los calabozos y medita si quieres hablar. Si no lo haces, te pondremos como a este y detendremos a toda tu familia». Ese era nuestro miedo: no resistir las torturas y hundirnos delatando a los compañeros. El Gobernador Civil era un tal Romojaro.
En esa semana, el 14 de abril de 1946, estaba detenido el librero Domingo Rodríguez Martín. Era lo que podríamos llamar, jefe de la oposición clandestina de Valladolid. Muy culto, maestro nacional, dominaba varios idiomas, y de marxismo y fascismo lo sabía todo. Su historial de luchador republicano en Santander y Asturias era de leyenda. Fue trasladado a la Dirección General de Seguridad en la Puerta del Sol de Madrid, en ese caserón de los horrores del franquismo, que en lugar de ser Museo de la resistencia antifranquista, es sede de la Comunidad de Madrid. Allí continuó siendo torturado, sin conseguir sacarle una sola palabra. Algunos nos reuníamos con el librero Domingo antes de su detención. Nos entusiasmaba con sus charlas. También recuerdo a su padre, represaliado y preso, y a uno de sus hermanos, Pepe (Relieve) con el que también coincidí en los calabozos del Gobierno Civil.
En 'Prólogo de la bibliografía vallisoletana, escrito por Domingo Rodríguez Martín, librero que fue de esta ciudad de Valladolid', su hermano añade «noticia de Domingo (mi hermano)», que lo firma con el seudónimo literario de Blas Pajarero. He leído y recordado esas noticias del entrañable, para nosotros, 'Somoza', y de su librería Relieve de la que se ha dicho: «Fue durante penosos años la Universidad de Valladolid, quizá su reverso, donde se impartían disciplinas de alegría, salud y amistad, contra la tristeza, la enfermedad y la indiferencia de la cultura oficial». Pepe nos informa de cómo murió su hermano en el Hospital Provincial de Valladolid en abril de 1960. Dice: «Le señalé que EL NORTE hablaba de una caída de unos cuarenta en Zamora. Él me dijo: «Cuando me detuvieron en el 46, si hablo, habría pasado en Valladolid con pena y sin gloria lo mismo. Mal te va a ir si hablas, como si no. Pero si hablas, peor todavía, ellos quieren saber más y siguen moliéndote».
Una gran parte de esos cuarenta 'caídos' en Zamora, fueron llevados a la cárcel de Valladolid y con ellos conviví unos meses hasta que, como represalia por organizar una huelga de hambre en la cárcel, les trasladaron al penal de Burgos. Hoy, a mis 80 años, he querido recordar esa semana de mi Valladolid.


Artículo publicado en El Norte de Castilla el  25 de abril de 2007.