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Autor Tema: José María de Iparraguirre, cantante vasco  (Leído 4912 veces)
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« : Enero 11, 2009, 06:03:32 »




Nació José María de Iparraguirre en la pequeña villa guipuzcoana de Villarreal de Urrechua, el 12 de agosto de 1820. Su padre. José Agustín, tenía establecido un negocio de confitería en el hogar familiar, situado en el nº 10 de la calle Mayor. Aprendió desde bien pronto José María el vascuence, habló en este idioma con su familia y la chavalería del pueblo, asimilando más tarde el castellano. De la manera más natural, el futuro bertsolari se encontró desde su infancia con un bilingüismo que sería determinante en su obra poética.
Tras aprender las primeras letras en Cerian y estudiar Gramática Latina en Vitoria, Iparraguirre se traslada a Madrid en 1833, donde prosigue sus estudios en San Isidro el Leal. Y empieza aquí a proyectarse su  trayectoria vital.
Fallece Fernando VII (29 de septiembre de 1833) y pronto surgen los primeros estallidos de unas guerras fratricidas que desangrarán a España. Ya asoma la primera guerra carlista. Iparraguirre, que aún no ha cumplido los 13 años, toma de pronto una importante decisión. Tras salir una mañana de casa como si se dirigiera a la escuela, abandona Madrid y su une, ya en tierras vascas, a las tropas carlistas. "Tomé las de Villadiego, y como Dios quiso llegué a las montañas euskeras, y sin más opinión que el amor a mis paisanos senté plaza de voluntario", recordará ya anciano. Se dice que fue a pie hasta Cerain, donde residía un tío suyo, maestro de escuela ¿Realizó de verdad esta caminata o aprovechó el viaje de algún arriero o vehículo de carga que desde Madrid se trasladaba hacia el Norte? ¿Y qué hizo su padre ante su inesperada fuga? No hay respuesta para estos interrogantes. Existe demasiada leyenda y demasiada información veraz. Lo único que sabemos con certeza es que Iparraguirre, en 1834, sentó plaza de voluntario con los carlistas, que vivió con ellos cinco años duros, de batallas, de emboscadas, de privaciones, de dura disciplina. Su bautismo de fuego tuvo lugar en las batallas vizcaínas de Arrigorriaga y Castresana. Más tarde ingresaría en un cuerpo creado por Zumalcárregui: la Guardia de Honor de Don Carlos.



En 1839 la guerra (aunque prosiguen las luchas en Levante) termina en el Norte con el llamado "Abrazo de Vergara". Y por no querer acogerse al Convenio de Vergara, Iparraguirre se marcha a Francia. Es su primer exilio. Y posteriormente, por tristes razones o sinrazones políticas y económicas, conocerá otros.
En el país galo conoce a la soprano Isabel Duprez. Entusiasmada por las facultades vocales de Iparraguirre, promete ayudarle dándole lecciones de canto. Comienzan las clases, y se hace más íntimo el trato entre la cantante y su discípulo vasco. Y el resultado de esta asiduidad es que la admiración que ambos se profesan se transforma en amor...
Llega la revolución de 1848, Iparraguirre se atreve a cantar en público La Marsellesa, exaltando a las muchedumbres. El Gobierno francés decreta su expulsión. Ignoramos si esta fecha y este motivo fueron el adiós definitivo de Iparraguirre a la soprano. En cualquier caso, viajará el vasco por toda Francia, Italia, Alemania y Suiza. De ciudad en ciudad con su guitarra, aparece en Londres nada más inaugurarse la Exposición Universal de 1851. Se presenta en esta ciudad como miembro de una compañía florentina dedicada al bel canto. Es muy posible que durante su estancia londinense Iparraguirre se hiciera amigo de algunos exiliados españoles que por aquel entonces residían en Somers Town, suburbio de aquella ciudad. Es también muy posible que algún amigo vasco le hablara del poema que, en 1819, dedicara el literato William Wordswoth al árbol de Guernica:
 
Oak of Guernica! Tree of holier power
Than that which in Dodona did enshrine...

 
En un concierto, Iparraguirre interpreta una canción de melodía tirolesa con letra en euskera. El general bilbaíno Mazarredo le oyó, habló con él y le prometió hacer todo cuanto fuese posible para facilitarle el regreso a España. Dicho y hecho: tras unos días de accidentada navegación, Iparraguirre llega a Bilbao en un bergantín. Tras ofrecer un recital que le procura algún dinero, viaja a Madrid.
En esta ciudad castellana, en la calle Montera, estaba emplazado el Café de San Luis, donde se reunían asiduamente los vascos afincados en Madrid. Aquella noche, la tertulia vascongada era más numerosa que nunca. Iparraguirre anunció el día anterior que cantaría una canción recién compuesta por él. Estaba entusiasmado con ella. Juan María Altuna, oriundo de Durango, le acompañaría al piano. A partir de las diez de la noche el café fue abarrotándose. Voces, nervios, expectación, curiosidad...Y llegó el momento.
Iparraguirre y Altuna se levantaron y caminaron hacia el estrado. Altuna se sentó al piano y deslizó sus dedos sobre las teclas. Alguien hizo tintinear una cucharilla contra el cristal de un vaso, pidiendo silencio. Las voces de los allí presentes fueron atenuándose poco a poco. Se hizo el silencio, roto tan sólo por un comentario dicho con voz leve, por una tos, por el deambular de los camareros entre las mesas...Sonaron unos acordes. Iparraguirre carraspeó, miró hacia el público, y con su voz grave y cálida comenzó a cantar:

Guernicaco arbola
Da bedeincatuba
Euskaldunen artean
Guztiz maitatuba:
Eman ta zabaltzazu
Munduban frutuba,
Adoratzen zaitugu
Arbola Santuba.
Eman ta zabaltzazu
Munduban frutuba,
Adoratzen zaitugu
Arbola Santuba.

Milla urte inguru da
Esaten dutela
Jaincoac jarrizubela
Guernicaco arbola:
Saude bada zutican
Orain da dembora,
Eroritzen bacera
Arras galduguera,
 Saude bada zutican
Orain da dembora,
Eroritzen bacera
Arras galduguera

Etzera erorico
Arbola maitea,
Baldin portatzen bada
Vizcaico juntia:
Lauroc artuco degu
Surequin partia
Paquian bici dedin
Euskaldun gendia,
Lauroc artuco degu
Surequin partia,
Paquian bici dedin
Euskaldun gendia.

Betico bici dedin
Jaunari escatzeco
Jarri gaitecen danoc
Laster belaunico:
Eta biotzetican
Escatu esquero
Arbola bicico da
Orain eta guero,
Eta biotzetican
Escatu esquero,
Arbola bicico da
Orain eta guero


Arbola botatzia
Dutela pentzatu
Euskal erri guztiyan
Denac badakigu:
Ea bada gendia
Dembora orain degu,
Erori gabetanic
Iruqui biagu,
Ea bada gendia
Dembora orain degu,
Erori gabetanic
Iruqui biagu.

Beti egongocera
Uda berricua,
Lore ainciñetaco
Mancha gabecoa:
Erruquisaitez bada
Biotz gurecoa,
Dembora galdu gabe
Emanic frutuba.
Erruquisaitez bada
Biotz gurecoa,
Dembora galdu gabe
Emanic frutuba.


Arbolac erantzun du
Contuz bicitzeco,
Eta biotzetican
Jaunari escatzeco:
Guerraric nai ez degu
Paquea betico,
Gure legue zuzenac
Emen maitatzeco
Guerraric nai ez degu
Paquea betico,
Gure legue zuzenac
Emen maitatzeco.

Erregutu diogun
Jaungoico jaunari
Paquea emateco
Orain eta beti:
Eta bendiciyoa
Euscal-erriyari.
Bay eta indarrare
Cedorren lurrari
Eta bendiciyoa
Euscal-erriyari.



(Traducción en prosa al castellano) El árbol de Guernica es (un símbolo) bendito, amado de corazón por todos los vascos. Árbol santo, extiende y propaga tus frutos por el Mundo, nosotros te adoramos.

Hace ya mil años que dicen plantó Dios el roble de Guernica. Permance pues, en pie, árbol sagrado; no vayas a caerte en estos momentos, pues sin tu benéfica sombra estamos completamente perdidos (los que vivimos bajo tu protector amparo).

No caerás, no, árbol amado, si al menos se conduce cual debe la Junta de Vizcaya. Las cuatro (provincias hermanas) te prestaremos nuestro apoyo, a fin de que viva en paz el País Vasco.

Para pedir a Dios viva eternamente ese sagrado símbolo, hinquémonos todos al punto de rodillas, que si (le) pedimos de corazón, el secular roble vivirá ahora y luego (o por siempre).

En la tierra vasca todos sabemos que se ha tratado de derribar el árbol (de Guernica). Ea, ahora es tiempo de que aunemos nuestros esfuerzos y prestemos nuestro apoyo para mantenerle en pie.

Siempre permanecerás frondoso, cual en eterna primavera, roble secular y sin mancha, (testigo feliz) de antiguas edades. Ten compasión de nosotros, pues te amamos de corazón, y ofrécenos presto (y de nuevo) tu (sabroso) fruto.

El añoso roble ha contestado (o nos dice) que vivamos apercibidos, y que pidamos a Dios por su conservación desde lo hondo del pecho. No deseamos la guerra, queremos una paz inalterable para vivir tranquilos al calor de nuestras seculares leyes, y en dulce amor a ellas.

Roguemos todos a Dios nos conceda eterna paz, que fecunde la tierra que mantiene el árbol de nuestras libertades y derrame su bendición sobre el País Vasco.

 
Desde el mismo momento de su estreno, el Gernika´ko Arbola provocó las más apasionadas reacciones: de entusiasmo en unos, de suspicacia y temor en otros. Fue desde sus orígenes y zortzico hermoso, entrañable, religioso casi. Tras su estreno en el Café de San Luis, Iparraguirre cantaría su composición por toda la geografía vasca, en los caseríos, el las plazas públicas, en los teatros, en los frontones. Y en todos estos sitios despertó un entusiasmo enorme, impresionante. Escribe Miguel de Unamuno: "Oíd cantar extiende y propaga tu fruto por el mundo, nosotros te adoramos, árbol santo, y como en un mar se balanceará en sus notas robustas vuestro corazón, acomodando a ella sus latidos". José Manterola afirma que el Gernika´ko Arbola es "canto de paz, de amor y de cariño a las sabias instituciones que por largos siglos han hecho la felicidad de este pobre, pero honrado, rincón de España". Para Eduardo Zamacois, "Iparraguirre, trotamundos y artista, quiso que su canción fuera lazo de santa unción entre todos los pueblos, y este deseo ambicioso fue lo que confirió al Gernika´ko Arbola la universalidad".



Fue tan amplio y hondo el fervor popular despertado por este cantante, que en 1855 se le considera agitador de masas, y es encerrado en la cárcel de Tolosa. Más tarde, es desterrado del País Vasco. Iparraguirre deambuló por Santander, Asturias, Galicia, Portugal y Andalucía. Al final, acaba regresando al País Vasco, pero por poco tiempo: el 29 de agosto de 1858 embarca en el bergantín Angelita, que se dirige a Argentina. Le acompaña una mujer vasca, Ángela Querejeta, con la que se casará meses después.
¿Quién era esta mujer? Por las declaraciones que ella misma hizo, 39 años después, al periodista Francisco Grandmontage; se conocieron en Tolosa, al término del vagabundeo de Iparraguirre por otras tierras. Dejaron de verse al poco tiempo, hasta que él le escribió desde San Sebastián, proponiéndola que le visitase durante las fiestas de agosto. Iparraguirre hospedó a Ángela en casa de una prima suya, y al término de las fiestas preguntó a la chica si quería ir con él a las Américas, donde contraerían matrimonio. Ángela aceptó la propuesta de Iparraguirre y, así, embarcaron en Bayona el 29 de agosto de 1858. La embarcación a punto estuvo de naufragar frente a las costas brasileñas, a causa de un temporal. Todo quedó en un susto, y el resto de la travesía fue tranquila y placentera. Iparraguirre y su prometida cantaron no pocos zortzikos, entre ellos el Gernika´ko Arbola.
Llegaron a Buenos Aires, tras 62 días de viaje. Y allí se casaron, el 26 de febrero de 1859. Él tenía 36 años, ella no había cumplido aún los 17. Según el acta matrimonial, fue el presbítero Don Francisco Javier Lardizábal quien ofició la ceremonia, actuando como testigos del enlace la pareja formada por José Francisco Mendía y María Villar de Mendía.
Los años de Iparraguirre en tierras argentinas fueron desastrosos. Durante 19 años se ganó la vida como pastor de ovejas. Leamos el testimonio de Ángela Querejeta sobre las labores de su esposo:
 
"Se le perdían las ovejas, se las dejaba robar y se le entreveraban con las de otras estancias, porque entonces no había alambradas. Yo me desesperaba, y él...¡Viera usted, señor!...Él se quedaba lo más tranquilo. - ¿Pero no ves, José Mari, que faltan quince?. -Si no vuelven es porque estarán mejor en otra parte. Ellas también aman la libertad, y yo quiero que las ovejas tengan Fueros. ¿Cómo íbamos a prosperar con un hombre así? ¡Ay, Jesús, cuánto lloré! Pero no me hacía caso. Entraba en el rancho, tomaba la guitarra y me decía: -Ven, Angelita, deja las ovejas y vamos a cantar el Gernika´ko. Nos poníamos a cantar y así pasábamos la vida, cantando zortzikos y contando las ovejas. Por la mañana temprano él salía a rodearlas mientras yo me quedaba en casa haciendo el almuerzo; pero ni las rodeaba ni hacía caso de ellas: se tumbaba en el campo y se pasaba las horas muertas haciendo versos entre la hierba. Y por las noches lo mismo. Después de estar los dos un gran rato mira que te mira el cielo desde la puerta del rancho, yo me iba a la cama y él se quedaba haciendo versos sentado en una calavera de vaca".
 
Pastoreó Iparraguirre, a lo largo de estos años, en diversos ranchos del Uruguay. Con la ayuda de un paisano, que les prestó un poco de dinero, instalaron un negocio: el Café del Gernika´ko Arbola. Fue otra experiencia desastrosa, y volvieron al pastoreo. En estos años vive Iparraguirre tan apartado de la civilización, sin contacto con el mundo exteriro, que en España y en Argentina circula el rumor de su muerte. Pero el rumor se disolvió cuando un vasco asentado en Argentina, seguidor del diario vasco La Paz, comunicó mediante una carta a este periódico que el bertsolari aún vivía. Al mismo tiempo, gracias al erudito vasco Julián Becerro de Bengo (que marcha del País Vasco a Uruguay para ocupar una cátedra de Filosofía) cuatro ilustres paisanos de Iparraguirre contactan con él y le animan a que publique en La Paz algunas de sus poesías. Tanto en España como en Sudamérica crece el interés por Iparraguirre, se acentúa el deseo de acabar con su precaria situación y conseguir que regrese a España.
El bertsolari, en los primeros meses de 1877, se centra en la añoranza del País Vasco y en el deseo, casi obsesión, de volver a él. Le mataba la nostalgia y la melancolía. Lo dice de manera constante, con insistencia:
 
Itxaso aldera beti begira
zabal zabalik begiak
O! Jaun maitea, zer urri dauden
Euskal-erriko mendiak!
 
Mirando siempre hacia el mar
con los ojos abiertos en par.
¡Oh, Señor amado, qué lejos están
los montes del País Vasco!

 
Pidió ayuda a quien fuera posible, y la sociedad vasca Laurak-Bat, de Buenos Aires, abrió una suscripción para pagar el traslado de Iparraguirre a España. Tuvo lugar además un concierto en un teatro de ópera en el que intervino Iparraguirre. Asistieron a él no pocos vascos, que vibraron de emoción con el Gernika´ko Arbola. Como resultado del concierto y de la suscripción recibió Iparraguirre 2000 pesos, más o menos. Se despidió de Ángela (a la que no volvería a ver) e inició el viaje de retorno.
Iparraguirre desembarcó en Burdeos en octubre de 1877, y a mediados de febrero de 1878 se dirige a Madrid con el propósito de que los vascos influyentes le ayudaran económicamente, para pasar su vejez en Guipúzcoa. Pero ni en Madrid ni en su tierra encontró apoyo el viejo bertsolari. Intenta conseguir una humilde pensión de las Diputaciones vascongadas, que le permita sobrevivir en su tierra natal. Pero se encuentra con el desinterés y la desidia.
Y mientras espera la pensión, Iparraguirre canta por pueblos y ciudades sus canciones, algunas todavía vigentes: el Gernika´ko Arbola, Kantari Euskladuna, Nere maitearantzat, Ume der bat, Erukarria...



Y llega así el 20 de abril de 1878, cuando un terrible temporal en el Cantábrico produce más de 300 víctimas mortales entre los humildes pescadores. Desde Madrid, donde le sorprende la tragedia, Iparraguirre envía al Ayuntamiento bilbaíno dos composiciones suyas en castellano: Pobres Pescadores y Paz y Caridad. Aquel desastre produjo honda conmoción en todo el país. En octubre tuvo lugar en el Circo Price una función a beneficio de las familias de las víctimas. Asistieron a ella Alfonso XII Y Doña Mercedes de Orleans. En el programa (en el que se había incluído un zortziko de Iparraguirre) intervinieron distinguidos artistas líricos y musicales. Iparraguirre, que presenciaba el espectáculo desde una humilde localidad de paraíso, fue reconocido por algunos espectadores vascos y llevado por ellos al escenario en medio de un tronar de aplausos. Luego, comenta un cronista, "subió al palco regio, donde mereció que le abrazara el Rey de España".También por estas fechas recibió el bertsolari, en el Teatro Real, los aplausos del público.
A pesar de los aplausos y la popularidad, Iparraguirre seguía sobreviviendo como podía. Nadie se preocupaba por su delicada situación. Vuelve a Guipúzcoa y se instala en el casería de Zozabarro-txiki, en Ichaso, a poco menos de una hora de su pueblo natal.



Una lluviosa tarde, en marzo de 1881, merendó Iparraguirre en su casa con unos pocos amigos: varios aldeanos, un miquelete y un sergento de miqueletes. Fue una comida pantagruélica...Tras el festín, el viejo bertsolari se dirigó bajo la lluvia a Chapartegui. Pero la riada se había llevado un puente que debía atravesar, y regresó calado al caserío de Zozabarro-txiki. La puerta estaba cerrada, era ya tarde, seguía lloviendo... Iparraguirre "se echó a dormir en la tejavana" y una bronconeumonía acabó con su vida.
Fallecía así el más popular y entrañable de los bertsolaris vascos, autor del hondo e impresionante Gernika´ko Arbola...Dejaba en este mundo una viuda y ocho hijos: Benigno, Francisca, Ángela, Lucía, Juan, Felisa y Dominga. Ángela Querejeta contrajo segundas nupcias con el vasco-francés André Elutxauz, con quien tuvo un vástago. Quien fuese años atrás esposa de Iparraguirre fallecería en los últimos meses de 1919. Algunos vascos que la conocieron aseguraban que, pocos días antes de morir, cantaba con gran fervor el Gernika´ko Arbola, y en algunos pasajes del mismo se arrodillaba...
« Última modificación: Junio 03, 2011, 14:56:55 por Maelstrom » En línea
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