http://www.lapaginadefinitiva.com/politica/debate5.htmpor Guillermo (LPD)
- Entrando en aspectos económicos, quisiera resaltar que la aparición "romántica" de los nacionalismos en el XIX no obedece solamente, ni siquiera principalmente, a razones históricas o culturales, sino puramente económicas. Casualmente, no apareció ningún sentimiento nacionalista fuerte en Gran Bretaña (el caso irlandés es posterior, y en cualquier caso la riqueza inglesa no se trasplantó a Irlanda), Estados Unidos, Francia o Alemania (aquí apareció algo mucho peor, el pangermanismo, con los resultados conocidos), naciones ricas, sino en países o imperios decadentes, como el Imperio Turco, el Imperio Austro-Húngaro y, curiosamente, España. Es ilustrativo un dato económico de finales del siglo XVIII, que nos dice que la renta per cápita española era sólo un 10% inferior a la inglesa y un 5% a la francesa. Habría que revisar, pues, la imagen de una decadencia imparable desde el XVI. Sin embargo, el desastre de la Guerra de la Independencia, las guerras civiles y la pérdida de las colonias supuso, ahora sí, una decadencia imparable que convirtió a España en un país subdesarrollado. Casualmente, es entonces, y no antes, cuando catalanes y, sobre todo, vascos, se percatan de su singularidad como pueblo que hunde sus raíces en lo más profundo de la Historia, naturalmente ajenos a los malvados españoles. País Vasco y Cataluña, regiones (con diferencia) más ricas del Estado en el XIX, buscan el separatismo única y exclusivamente porque no quieren pagar por la pobreza de otros. Lo disfrazan de tradiciones culturales y agravios históricos, lo cual me parece muy bien, sólo que el meollo de la cuestión es algo tan poco romántico como los impuestos.
- La pregunta es: ¿Es positiva la invención del Estado nacional? Y la respuesta, naturalmente, es que sí, porque aumenta la riqueza del Estado, le otorga mayor cohesión, y favorece la aparición de libertades y el descenso de las desigualdades entre los ciudadanos, dado que los Estados nacionales están intrísecamente ligados a la democracia y la aparición de la opinión pública. A mi me da exactamente lo mismo si España existe o no, si es una invención o realmente tiene un pasado, pero me parece que el desarrollo obtenido con la convivencia durante siglos de las distintas colectividades ha sido excelente, y beneficioso para todos. Sólo que hay que definir aún el modelo de Estado en el que creemos, centralizado según la oposición con la "periferia" o atendiendo por igual a todas las regiones españolas, porque España no puede ser centralista si quiere sobrevivir. Madrid no es París, y por supuesto, Barcelona no es Marsella, Bilbao Lille o Valencia Niza. La periferia del Estado posee, ahora mismo, la mayor parte de la riqueza (demográfica, cultural y por supuesto económica), y eludir este hecho sólo puede llevar a la incomprensión mutua y a un enfrentamiento beneficioso para nadie. El proyecto castellano está agotado porque Castilla está agotada, despoblada desde el fracaso del siglo XVII (fracaso relativo; a fin de cuentas, se conquistó, colonizó y pobló medo continente, aunque luego no se supo aprovechar en el plano económico, más bien al contrario). De esta manera, Castilla no puede, ni debe, mantener la hegemonía cultural y seguir ignorando las realizaciones de los que aún siguen siendo vistos como "sospechosos" (no hablemos ya del plano cultural).
- El problema fundamental de España como proyecto de nación es la dualidad de pensamiento (las dos Españas) a que aludí anteriormente. Porque si la España liberal es una España moderna, homologable a sus contemporáneos más avanzados en cualquier época, la España tradicional, católica, reaccionaria, posee una ideología medieval que le hace ver las cosas en términos de conquista y de oposición entre un núcleo creador (Castilla) y una periferia sospechosa siempre de "insolidaridad" en un proyecto que, al fin y al cabo, lógicamente no pueden sentir como suyo.
- De ahí viene la incomprensión mutua entre el llamado Estado Español y los nacionalismos "periféricos". La propia nomenclatura (periféricos) para referirse a ellos nos aclara de qué estamos hablando. El proyecto de la II República de crear un Estado en el que todos pudieran hallar acomodo quedó destruido por la última (esperemos) aparición del pensamiento reaccionario español, expresado en el nacional-catolicismo franquista. La tradición liberal republicana quedó sepultada bajo toneladas de "españazos", o España Eterna, y sólo pudo aparecer tímidamente con la Constitución de 1978, que, en mi opinión, satisface sobradamente las pretensiones de respeto a la cultura propia que pudieran tener catalanes y vascos. El proyecto republicano fue un fracaso, evidentemente, porque desembocó en una Guerra Civil y un nuevo enfrentamiento entre españoles, pero apuntó varias cosas interesantes, las fundamentales un cambio en el modelo de Estado (centralista hasta ese momento, católico y tradicional) y un interés por la educación y el desarrollo de la cultura, esto es, la modernización. El hecho de que no pudiera desarrollarse y se enfrentara con muchos problemas no quiere decir que el modelo que buscaba no fuera interesante para todos, porque intenbaba aunar los intereses de todos, en mayor o menos medida, si bien acabó ahogado en el enfrentamiento izquierdas-derechas, enraizado con el de centralismo - autonomismo.
- Pero claro, lo de la cultura es nuevamente una excusa. Las quejas de los nacionalistas respecto al Estado no derivan actualmente de que España intente destruir los otros "hechos nacionales" existentes, sino de competencias, es decir, de pasta. A mi esto me parece totalmente legítimo, pero no me gusta que se intente disfrazar de preocupación por una cultura propia, sea esta real (Cataluña) o una lamentable invención (País Vasco). - Sin embargo, en ningún caso quiero con esto decir que habría que despreciar el nacionalismo cultural o los sentimientos nacionales. Yo creo que es necesario crear un modelo de Estado en el que todos puedan estar orgullosos de todo, y un catalán pueda alegrarse de la existencia de El Quijote tanto como un castellano de Tirant lo Blanch. Es preciso descentralizar más el Estado en el aspecto cultural, ofrecer un modelo de cultura española en el que España no sea sólo Castilla. Pero también es necesario "centralizar", o más bien igualar, las competencias de corte económico de que actualmente disfrutan las regiones.
- En España tenemos regiones "históricas" y otras que no son históricas, por lo visto. El Estado de las Autonomías nos ha salido clasista, en función de que en la región en concreto se hable un idioma propio o no, porque el idioma es el vehículo fundamental, al parecer, de esas tradiciones que todos quieren preservar tanto. Por eso ha proliferado la aparición de idiomas ridículos, totalmente inventados, en casi todas las regiones españolas, como por ejemplo la Fabla en Aragón (de los dialectos muertos de cuatro pueblos del Pirineo), el Bable en Asturias (curiosa manera de convertir un dialecto del castellano en otro idioma), el Guanche en Canarias (idioma medieval, naturalmente muerto desde hace siglos, basado en ¡Silbidos!), el "Valenciano" como idioma diferente del catalán en la Comunidad Valenciana (entre las barbaridades que se han llegado a intentar justificar, la que a mi más me cautiva es la pretensión de que el valenciano deriva del ibero), etc.
- En suma: que vivimos un lamentable enfrentamiento entre sentimientos nacionalistas basados en la pasta y sentimientos españolistas basados también en la pasta, mientras los que no tenemos la suerte de ser "históricos" nos ponemos histéricos y dedicamos nuestro tiempo libre a inventar idiomas y el enorme potencial y capacidad de influencia de la cultura española (o las culturas, si se prefiere) se muere de asco. A todo el mundo le preocupa mucho la cultura pero todos pasan de ella(s). Algo especialmente triste si nos paramos a pensar en la cantidad de pasta que puede conseguir el Estado por esa vía