… yo soy el que instruye y crea, en mi Padre y con mi Padre, espacios cuánticos de voz, de luz y libertad;
a este instante vine, al crucial, al que aquí converge, al que nombra y llama,
a este lavatorio místico de pies por la inmensa caminata a que tornamos tras las noches cósmicas,
con su trajín ingente e inédito de amor;
… este es mi odre o ánfora actual, mi templo o casa útil, mi hombre,
y éstos que veis, mis hermanas y hermanos, amigos y enemigos,
guerreros exhaustos, o en trance, o caídos, ah, y todos, todos reales o potenciales héroes,
nimbadas frentes que transitan el orbe del dolor cual humildes y radiantes expertos del espíritu;
… aquí y allá, por campanarios gélidos del cosmos, se escucha un corazón;
es el ser, su brizna/lumbre, la contención o atenuación del mal,
el zumbido de Dios,
su latir,
nuestra flor de esperanza;
… somos voluntarios anónimos en esta marcha o guerra sideral e inmensa sin corolarios últimos,
precursores, pioneros galácticos con libre albedrío sobre esta tierra-hogar en que somos hoy, densa y dura;
… quede en este eón e instante, y aquí y así, el número áureo cual ley sutil de exacta y prodigiosa fuerza;
pues que más hondo y mucho más allá, aún más allá, nuestro don de honor, es el fuego del alma.
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