Los marineros, todos jóvenes y de buena constitución, empezaron a cargar las cajas en los camiones. El contenido de cada camión era verificado por hombres de la NKVD y subordinados de Mendez Aspe. Cuando un camión estaba suficientemente cargado, era conducido hasta una zona cercana. Los marineros seguían cargando cajas, y cuando había diez camiones cargados, eran conducidos hasta el puerto de Cartagena, donde las cajas se introducían en cuatro barcos soviéticos. Mientras diez camiones entregaban su valiosa carga en el puerto, los otros diez se cargaban en ese momento en las cuevas, y así sucesivamente. Durante el trayecto hacia el puerto, los camiones no podían encender sus faros, lo cual dificultaba la circulación por carretera.
Esta fatigosa operación se prolongó durante tres noches sucesivas, desde las siete de la tarde hasta las diez de la mañana del día siguiente. Orlov, siempre pendiente de que todo marchara bien, apenas durmió cuatro horas al día.
El 25 de octubre de 1936, a eso de las 10 de la mañana, fue cargada la última caja de oro en uno de los barcos soviéticos. Orlov contó un total de 7900 cajas, unas 100 más que Mendez Aspe. Como es lógico, Orlov no se molestó en discutir la cifra, así Stalin ganaba unos cuantos kilos más de oro.
Mendez Aspe pidió a Orlov un recibo por el oro, y éste le contestó que, una vez pesado el oro en la URSS, el recibo sería emitido. Méndez Aspe se puso muy nervioso, y Orlov le tranquilizó diciéndole que podía enviar un representante del Tesoro en cada uno de los barcos soviéticos.
El tiempo se agotaba, ya que los barcos tenían propuesto zarpar en menos de dos horas. Mendez Aspe ordenó a dos de sus subordinados que se embarcasen. Pero aún faltaban dos hombres para cubrir los cuatro barcos. Orlov y Mendez Aspe recorrieron los hoteles de Cartagena en busca de voluntarios. Cuando regresaron al puerto sólo quedaba uno de los barcos, y estaba a punto de partir. Dos de los buques, cada uno con un subordinado de Mendez Aspe a bordo, se habían echado a la mar, y el barco restante ( el Volgorés) estaba anclado a más de una milla de la costa.
Orlov se hizo con una lancha motora y se dirigió en ella, con Mendez Aspe y el último voluntario, hacia el Volgorés. Cuando se encontraban próximos a la embarcación, ésta levó anclas. Ningún miembro de la tripulación avistó la lancha motora de Orlov.
Con su valioso cargamento de oro, los cuatro barcos soviéticos atravesaron el Mediterráneo sin contratiempos. Orlov recibió noticias del viaje de los barcos desde su oficina madrileña. Desde allí, redactó un informe a la central de la NKVD en Moscú.
Los barcos llegaron a Odessa (República Socialista Soviética de Ucrania) en medio del silencio más absoluto. El puerto de aquella ciudad fue acordonado por agentes de la NKVD. El oro fue trasladado de los barcos a un tren especial. Centenares de policías custodiaron aquel tren, que se dirigió a Moscú.
Con el traslado del oro a Moscú, la República quedó hipotecada financiera y militarmente con la URSS. Los dirigentes del Frente Popular quedaron sometidos en muchas decisiones a los designios de Stalin, cuando no a mirar para otro lado ante las intromisiones de la NKVD en la España izquierdista.
Uno de los acontecimientos que más demostrarán hasta qué punto la España del Frente Popular acabó sometida a los intereses de la URSS será la persecución contra el POUM, en la cual Orlov tuvo, como vamos a ver, un papel importantísimo.
El
POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) nació en 1935, como resultado de la unificación de la Izquierda Comunista (IC) y el Bloc Obrer i Camperol (BOC), dos organizaciones comunistas disidentes.
Izquierda Comunista (IC) era la sección española de la Oposición de Izquierda que dirigía Trotsky, por aquel entonces expulsado de la URSS. Entre sus dirigentes se hallaban Andreu Nin y Juan Andrade.
La Batalla, periódico del BOC, y más tarde, del POUMEl Bloc Obrer y Camperol (BOC) había surgido en marzo de 1931, a partir de la fusión del Partit Comunista Catalá (formado por ex-miembros de Estat Catalá) con la Federación Comunista Catalano Balear del PCE, que había sido expulsada del partido por sus diferencias con la dirección. El BOC era un partido comunista de ámbito catalán, que acusaba al PCE de centralista y de ser una simple correa de transmisión de los intereses de Moscú. El BOC daba una gran importancia al hecho nacional catalán, siendo su objetivo la
Unión de Repúblicas Socialistas de Iberia, derrumbando así el viejo Estado Español, considerado opresor y rancio.
Joaquín Maurín, secretario general del BOC, declaró en una ocasión que, además de desear la independencia de Cataluña, quería también la de Euskadi, Aragón o Castilla. Sin embargo, las ideas del BOC acerca de la cuestión nacional se moderaron un poco más tarde. La base social de éste partido se componía de obreros integrados en la CNT y sectores campesinos de la Unió de Rabassaires, así como algunos intelectuales.
Así pues, tanto la IC como el BOC plantaban cara a la política de Stalin y de la Internacional Comunista, y los líderes de ambos partidos habían pertenecido a la primera generación de comunistas españoles.
Tras el ascenso al poder de Hitler en 1933, el BOC inició un proceso de convergencia con las demás organizaciones marxistas, fundando la
Alianza Obrera, coalición antifascista que agrupaba a las sección catalanas del PSOE y la UGT, la Unió de Rabassaires, la Izquierda Comunista de Andreu Nin, la Unió Socialista de Catalunya (USC) de Joan Comorera i Soler y el ala moderada de la CNT que dirigían Ángel Pestaña y Joan Peiró i Belis. Después de la victoria de las derechas (la CEDA y el Partido Radical), los dirigentes del PSOE ayudaron a extender la Alianza Obrera fuera de Cataluña, implantándose en Madrid y en Asturias.
Tras el aplastamiento de la revolución de octubre del 34, el BOC y la IC tenían cada vez más cosas en común. La Alianza Obrera sirvió para aunar las voluntades de Nin y Maurín en la creación de un gran partido revolucionario de ámbito español. Finalmente, en septiembre de 1935 el BOC y la IC se unificaron, naciendo así el POUM. Como no podía ser de otra manera, el POUM tenía su mayor número de militantes en Cataluña, sobre todo en Barcelona y Lérida, pero también tenía secciones en Asturias, Valencia, Galicia, Extremadura y Madrid.
Para hacer frente al antiestalinista POUM, la sección catalana del PCE se alió con el resto de organizaciones estalinistas de Cataluña. Es decir, la USC, la sección catalana del PSOE y el Partit Catalá Proletari. En julio de 1936, estas cuatro organizaciones se unieron, formando el Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC), que no tardó en convertirse en el apéndice catalán del PCE. Al frente del PSUC estaba
Joan Comorera i Soler, veterano dirigente de la USC.
El POUM participa en el Frente Popular, consiguiendo un diputado por Barcelona (Joaquín Maurín). Entre sus dirigentes, además de los ya mencionados Andreu Nin y Joaquín Maurín, se encuentran veteranos revolucionarios como Juan Andrade, Enric Adroher i Pascual (alias Gironella), Julián Gómez (alias Gorkin), Narcís Molins i Fábrega, Jordi Arquer i Saltó, Pere Bonet i Cuitó, Josep Rovira i Canals o Daniel Rebull (alias David Rey).
El POUM se hallaba a la izquierda del PCE y el PSUC, pero intentaba ocupar el espacio político de éstos, por lo que el PCE y su sección catalana empezaron a desconfiar de él y a tacharlo de ultraizquierdista.
El 28 de abril de 1936, Andreu Nin denuncia en un editorial de
"La Batalla" (el órgano de expresión poumista) los procesos de Stalin contra los trotskistas. A partir de entonces, todo el entramado estalinista se pondrá en marcha contra el POUM. Stalin estaba decidido a liquidar al POUM, pues era el único partido antiestalinista y revolucionario dispuesto a llevar a cabo una revolución auténticamente española, sin tolerar las intromisiones de la URSS. El primer golpe que recibió el POUM tuvo lugar a principios de noviembre de 1936, con su exclusión de la Junta de Defensa de Madrid, órgano de gobierno formado en ésta ciudad tras el traslado de Largo Caballero y sus ministros a Vañencia. Poco después, el día 15 del mismo mes, La Batalla advertía que
"lo que realmente interesa a Stalin no es el destino de España o de algún otro lugar del mundo sino la defensa del régimen soviético mediante acuerdos oficiales de determinados estados en contra de otros". Dos días después, las juventudes del PSUC se negaron a asistir a una reunión conjunta con la Juventud Comunista Ibérica, sección juvenil del POUM. En diciembre, la Generalitat se reorganizó y Andreu Nin, único conseller del POUM, fue sustituido por Rafael Vidiella i Franch, del PSUC. Pocos días antes, Nin había propuesto que la Generalitat acogiera a Trotski en Cataluña, provocando las iras del PSUC y de Antonov Ovseenko (cónsul soviético en Barcelona).
En Madrid, donde existía una débil sección del POUM, la policía se apoderó de
Radio POUM Madrid y suspendió la publicación de
"El Combatiente Rojo" y
"La Antorcha", ambos pertenecientes a éste partido. Este abuso , cometido a principios de 1937, se llevó a cabo con la complicidad de los socialistas
Wenceslao Carrillo (director general de Policía) y
Ángel Galarza (ministro de Interior). Por aquellas fechas, un agente de la NKVD llamado
León Narvich se infiltró en el POUM madrileño. Comisario de las Brigadas internacionales, Narvich se presentaba en ocasiones acompañado por otros extranjeros. Recogía propaganda poumista diciendo que tenía pensado repartirla entre sus compañeros de las Brigadas Internacionales. Este agente de la NKVD llegaría a asistir al Congreso del POUM en Barcelona, con una carta de presentación entregada por los poumistas madrileños y conversó con todos los miembros de la dirección poumista, especialmente con Andreu Nin. Narvich portaba una cámara de fotos, y no paraba de retratar a militantes del POUM. Sus fotos resultarían de gran utilidad en junio de 1937, para identificar y detener a militantes poumistas...
El POUM, numéricamente débil en Madrid, actuaba en esta ciudad con grandes dificultades y rodeado de peligros. Pero gozaba de pleno vigor e intensidad en Cataluña, territorio donde residía su auténtica fuerza. Además, en esta región predominaba la CNT-FAI, fuerza crítica con el estalinismo. Así, para acabar con el POUM, los estalinistas debían mermar primero el poder de la CNT-FAI, para que éstas organizaciones no pudieran solidarizarse o protestar contra la persecución que sufriría el POUM. Mientras, por un lado, el PCE y el PSUC halagaban a los anarcosindicalistas y se les invitaba a la unidad con ellos, por otra parte trataban de desacreditar, poco a poco, a las organizaciones libertarias.
Al propio tiempo, en la prensa comunista aparecían violentos ataques contra el POUM, encarnado por Andreu Nin. El órgano de expresión de la 27ª Brigada (PSUC) acusaba a Nin de recibir dinero de Hitler, y llegaría a publicar una caricatura en la que el líder poumista aparecía en brazos de Franco. El periódico leridano del PSUC decía
"Hay que aniquilar a Nin y a su grupito de amigos". Según el secretario general del PCE, José Díaz, los militares que pertenecían al POUM eran
"agentes del fascismo, que se escudan tras sus falsos lemas revolucionarios para llevar a cabo su misión de agentes del enemigo en nuestro país". Y se podrían citar muchos más ejemplos.
El desencadenante de la represión contra el POUM fueron los disturbios que tuvieron lugar en Barcelona, en Mayo de 1937. El día 3 de aquel mes, el consejero de Seguridad de la Generalitat
Artemi Aiguader i Miró (de ERC) ordenó al comisario general Rodríguez Salas (del PSUC) que incautara para la Generalitat la central de la Telefónica, en poder de la CNT. Bajo esta medida se ocultaba una evidente provocación comunista a la que el POUM y la base social de la CNT-FAI respondieron lanzándose armados a las calles. Horas después, el PSUC, ERC y Estat Catalá sacaban las armas que tenían ocultas.
Se levantaron barricadas, y los comerciantes cerraron puertas y escaparates precipitadamente. Los tiroteos incontrolados barrieron Barcelona, causando la muerte a aquellos que asomaran la cabeza. Berberi y Barbieri, dos intelectuales anarquistas italianos, fueron asesinados misteriosamente, y el comunista Antonio Sesé, líder de la UGT catalana, fue acribillado en su coche cuando se dirigía a recibir su nombramiento como miembro de la Generalitat. Barcelona fue ocupada por 4000 guardias de Asalto venidos de Valencia, después acabar con los disturbios que tuvieron lugar en Tarragona y Reus. La CNT lanzó un llamamiento pidiendo la vuelta
"a la normalidad", la presencia de los guardias de Asalto en la calle lo hizo posible. El día 8 de mayo, finalmente, se volvía a la normalidad. Los partidarios de dar primacía a la guerra posponiendo la revolución (PSUC, UGT, ERC) habían vencido a quienes defendían la necesidad de hacer, al mismo tiempo, la guerra y revolución (CNT, FAI, POUM).
El día 11, los anarquistas liberaron a los rehenes que habían hecho durante los disturbios, los comunistas aún tienen retenidos a 300 anarquistas. Se les intenta imputar delitos de autoría dudosa. Es ahora cuando empiezan a salir a la luz noticias sobre la represión aplicada por la Generalitat en toda Cataluña, incluso en poblaciones donde no hubo ningún incidente. Jóvenes libertarios como el uruguayo Juan Rúa desaparecen sin dejar rastro, y en un descampado de Sardañola-Ripollet se encuentran los cadáveres de 12 miembros de las Juventudes Libertarias, torturados y mutilados en el cuartel Carlos Marx, del PSUC. Es ahora cuando se descubren las prisiones secretas de la NKVD en los centros del PSUC, que han estado llenas de anarquistas que (en su mayoría) han sido torturados hasta morir. En el cementerio de Sants, los cadáveres abandonados de jóvenes libertarios se cuentan por decenas.
No faltan los casos de asaltos a locales de la CNT, ni escasean las difamaciones a esta organización,compuesta por simples
"criminales incontrolados" según el PSUC.
Pero la represión contra los anarquistas comienza a remitir cuando los comunistas comprenden que el movimiento libertario es las más cuantiosa de las fuerzas que integran el antifascismo español y que, si siguen enfrentándose a ellos, acabarán provocando que las milicias ácratas abandonen el frente para luchar contra el PCE y el PSUC.
Entonces, los comunistas dirigen todos sus esfuerzos contra el POUM. Los periódicos
"Treball" (del PSUC) y
"Mundo Obrero" (PCE) comienzan a exigir la disolución del POUM. Al ser una fuerza minoritaria, su represión no causaría tantos problemas a los comunistas.
Para los comunistas, que presentaban los sucesos de Barcelona como un levantamiento del POUM en combinación con agentes fraquistas y nazis, había que imponer una represión ejemplar y eliminar al POUM. El Presidente del Gobierno, Largo Caballero, se negaba a disolver al POUM, a menos que existieran pruebas concretas contra esta formación. Los ministros cenetistas apoyaron a Largo, arguyendo que los disturbios barceloneses habían sido provocados por contra-revolucionarios. Los ministros comunistas, Jesús Hernández y Vicente Uribe, que exigían ilegalizar al POUM y otra manera de conducir la guerra, abandonaron el Gobierno. Los ministros José Giral (IR) y Manuel de Irujo y Ollo (PNV) abandonaron también a Largo Caballero, así como los socialistas prosoviéticos Indalecio Prieto, Álvarez del Vayo y Juan Negrín, quedándose Largo Caballero con seis ministros: sus correligionarios Galarza y Anastasio de Gracia y los cuatro ministros cenetistas. Se producía una crisis ministerial.
Largo Caballero presentó su dimisión, siendo sustituido por Juan Negrín, quien, además, siguió al frente de la cartera de Hacienda. Orlov telefoneó a Negrín para felicitarle por su nombramiento y reconoció al nuevo presidente del Gobierno que, tras la dimisión de Largo Caballero, Moscú había dado instrucciones al PCE para que le prestase todo su apoyo. Se avecinaba un auténtico infierno para el POUM...
Jesús Hernández, con integrantes de la 11ª DivisiónApenas cuatro días después de formado el Gobierno Negrín, el ministro de Instrucción Pública (
Jesús Hernández) fue visitado por Orlov. Éste le dijo que, desde hacía tiempo, había localizado una red de espionaje falangista, y aseguró que el POUM estaba implicado en ella. Andreu Nin estaba metido en el ajo, al igual que Gorkin, Jordi Arquer i Saltó, Juan Andrade y Gironella. Mencionó también a un tal Roca, que actuaba de enlace entre el POUM y los falangistas.
Además, había una maleta llena de documentos que comprometían a los poumistas...
Desde el 22 de mayo, el húngaro
Erno Gero, responsable de la NKVD en Cataluña, contribuía a la ofensiva de Stalin contra el POUM. Éste subordinado de Orlov redactó en francés un informe de diez páginas que envió de inmediato a sus superiores de Moscú. Se trataba de un análisis preciso de la situación pòlítica en España (y particularmente en Cataluña) en el que defendía la necesisdad de un gobierno fuerte que contrarrestase la influencia anarcosindicalista. Y, lo más importante, avanzaba ya las medidas de represión que se tomarían contra el POUM.
Mientras tanto, Orlov envió a la central de la NKVD en Moscú un mensaje en el que se detallaba toda la maniobra preparada por él mismo para implicar al POUM en una red de espionaje falangista descubierta por la policía republicana.