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Autor Tema: Melchor Rodríguez García, un "Ángel Rojo"  (Leído 4025 veces)
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« : Julio 31, 2008, 20:04:10 »




Melchor Rodríguez García nació en Sevilla en 1893, en el seno de una familia humilde. Su padre, Isidoro, fallecería años después en un accidente que tuvo lugar en los muelles del Guadalquivir. Su madre, María, era cigarrera de oficio y costurera vocacional. Melchor cursó estudios primarios en la escuela del Asilo local.
No había cumplido Melchor los catorce años, y ya trabajaba de calderero. Pero su sueño es destacar en el mundo del toreo, así que aprende el oficio al lado de los diestros Manuel Pérez y Paulino Díez, debutando como novillero en Madrid, el 4 de agosto de 1918. La prensa dirá de él: "Sus faenas de muleta fueron vulgares aunque valentones (...) Cada pase que dió al primer toro fue a costa de un revolcón y lo despachó de un pinchazo y estocada alta (...) Al entrar a matar a su segundo, fue derribado y pasó a la enfermería".
Tras reponerse de la cornada, decide abandonar el mundo del toreo, y se instala definitivamente en Madrid, ejerciendo los varios oficios. Es entonces cuando se afilia a la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) ,obteniendo el carnet nº 3 (Agrupación de la Zona Centro). Melchor Rodríguez forma el grupo ácrata Los Libertos, que se integra en la FAI (Federación Anarquista Ibérica) en el mismo año de su fundación. Las características de Madrid, capital de España, centro burocrático del Estado, ciudad de la nobleza decadente, con una burguesía propietaria de una industria rudimentaria, habían favorecido el predominio del PSOE y la UGT en detrimento del anarco-sindicalismo. Sólo a partir de la desaparición de la Dictadura del general Primo de Rivera pudo la CNT abrirse paso en aquel coto cerrado del socialismo y el reformismo.
En los años anteriores a la Guerra Civil, Melchor Rodríguez lleva a cabo una intensa actividad tanto en la CNT como en la FAI. Es, entre otras cosas, delegado del Comité Republicano constituído en San Sebastián por los opositores a la Dictadura. Es enviado a Jaca en diciembre de 1930 para negociar con el oficial Fermín Galán, que, ante las indecisiones y contradicciones de los partidos republicanos, decide sublevarse contra el régimen el día 12 del mismo mes. Como es bien sabido, la rebelión no fue secundada y, tras una breve lucha, Galán fue hecho prisionero, junto a su compañero (el capitán García Hernández). Ambos fueron fusilados tras un consejo de Guerra sumarísimo.
En octubre de 1933, Rodríguez participa en el mitin a favor de la amnistía que la CNT lleva a cabo en Gijón. Meses antes, en enero, este sindicato protagonizó insurrección armada en toda España, precedida de una huelga ferroviaria. En Andalucía, donde hubo disturbios más o menos graves en Arcos de la Frontera, Utrera, La Rinconada, Alcalá de los Gazules y Medina-Sidonia. Pero lo peor tuvo lugar en Casas Viejas, un remota aldea de la provincia de Cádiz, donde el levantamiento ácrata fue reprimido de manera sangrienta por las fuerzas del orden. Este hecho traería pésimas consecuencias para el Gobierno, presidido por Manuel Azaña Díaz (Acción Republicana). Al año siguiente, Melchor Rodríguez preside, junto a su compañero Celedonio Pérez el destacable mitin madrileño de la CNT, celebrado en junio.
Tanto la CNT como la FAI compartían la estrategia de la no participación en la política. Sin embargo, tras el inicio de la Guerra Civil y la llegada de los sublevados a las proximidades de Madrid, deciden cambiar de planteamiento.



Desde principios de noviembre, y hasta principios de diciembre, tuvieron lugar en el Madrid republicano una serie de matanzas de presos políticos, que se suceden con el consentimiento de la Dirección General de Seguridad. La primera masacre tuvo lugar el día 6, cuando miles de presos políticos de la cárcel Modelo fueron sacados de ella, transportados en autobuses a Torrejón de Ardoz y Paracuellos del Jarama. Allí, fueron asesinados por milicianos y Guardias de Asalto al borde de amplias fosas comunes, en las que fueron sepultados por vecinos de ambas localidades.
El 7 de noviembre, 200 presos fueron sacados de la cárcel de San Antón por las milicias y asesinados en Paracuellos. Por la tarde-noche, se presentaron en la cárcel Modelo los consejeros de la Dirección General de Seguridad Rascón Ramírez (CNT), Manuel Ramos Martínez (FAI) y Torrecilla (PCE), secundados por tres policías de la Dirección General de Seguridad ( Andrés Urrésola Ochoa,Lino Delgado y Agapito Sainz). Estos seis hombres se pusieron a revisar el fichero de presos. Cuando ya habían mirado más de la mitad del fichero, hizo acto de presencia el socialista Serrano Poncela, delegado de Orden Público, y ordenó que todos los presos de las galerías 1ª y 2ª (militares y burgueses) fueran sacados de la prisión, que enseguida llegarían varios autobuses para trasladarlos. Los presos seleccionados (varios centenares) fueron transportados a Paracuellos y asesinados.



Aquel mismo día, el gobierno republicano se trasladó a Valencia, a pesar de que Azaña y Prieto proponían que el traslado fuera a Barcelona, cosa más lógica. También la embajada de la URSS se fue a Valencia, el único funcionario soviético que se quedó fue Orlov, de la NKVD. Con el objetivo de proteger la ciudad a toda costa ante el avance de las columnas de Mola, Yagüe y Varela, se crea la Junta de Defensa de Madrid, que nace con carencias importantes. Sus competencias no están bien delimitadas, y la representación de las fuerzas políticas no es proporcional, presentando un claro predominio comunista. El POUM no formó parte de éste organismo, pues el PCE y la embajada soviética se negaron a que tuviera representación.
Tres días antes, el Gobierno republicano se reformó para dar cabida en el a la CNT, a pesar de la oposición de Azaña. El destacado anarco-sindicalista García Oliver pasó a ocupar la cartera de Justicia. Su obsesión era destruir los archivos de convictos, cosa que hizo.
El 10 de noviembre García Oliver nombra a Melchor Rodríguez director de prisiones. Éste, sin embargo, decide renunciar al cargo debido a las numerosas dificultades que encuentra, pues los comunistas no dudan en obstaculizar su labor. Lleno de indignación, Rodríguez marchó a Valencia, donde se presentó ante García Oliver y le presentó su dimisión. Pero el Ministro de Justicia hizo frente al PCE, y el 4 de diciembre nombró a Rodríguez delegado general de prisiones en Madrid con plenos poderes.



A diferencia de otros personajes del Frente Popular, Melchor Rodríguez no estaba dispuesto a apoyar el terror contra los enemigos (reales o supuestos) de la República, ni a permitirlo. Nada más hacerse cargo de su puesto, prohibió que los presos políticos fueran sacados de la cárcel por la noche o de madrugada. Por añadidura, expulsó de las cárceles a los milicianos de Vigilancia de la Retagurdia que las vigilaban. Finalmente,ordena que toda salida de prisión llevara su firma y sello para poder ser efectiva, y que, en caso de duda, se le puede llamar personalmente para acompañar a los detenidos y garantizar su seguridad. Puede decirse que con Melchor Rodríguez se acabaron las matanzas de presos en las cercanías de Madrid y la situación de terror en las cárceles de la ciudad.
Desde su puesto hizo lo que no llevó a cabo el consejero de Orden Público, Santiago Carrillo: acabar con las matanzas de presos. Al principio, tropezó con la oposición de la Junta de Defensa de Madrid, que reclamaba su jurisdicción sobre la ciudad. Por eso todas las masacres ocurridas entre el 7 de noviembre y el 4 de diciembre (fecha en que Melchor Rodríguez se convierte en delegado general de prisiones en Madrid) pueden imputarse, según la legislación vigente entonces, a la Junta de Defensa; es decir, a Carrillo, consejero de Orden Público y, según él mismo, "una especie de ministro de la Gobernación en Madrid, en la Junta de Defensa".
Hagamos un inciso en éste aspecto esencial. Según el reglamento del Servicio de Prisiones, los traslados de los reclusos eran competencia exclusiva de la Junta de Defensa, y no de la Dirección General de Prisiones. Acabar con las matanzas de prisioneros exigía voluntad política para hacerlo. Pero era evidente que ésta jamás existió por parte de las autoridades que tenían competencia para ello... La Dirección General de Seguridad fue la responsable de los traslados de presos para ser asesinados, la misma Dirección General de Seguridad encomendada a Serrano Poncela, quien dependía a su vez de Santiago Carrillo.



El 6 de diciembre, la aviación enemiga bombardeó Guadalajara, y la población, enfurecida, asaltó la prisión y asesinó a 319 de los 320 presos derechistas allí confinados. Dos días después, Alcalá de Henares fue la ciudad bombardeada, y una enfurecida muchedumbre intentó asaltó la cárcel para asesinar a sus 1532 presos políticos. El director, Antonio Fernández Moreno, se opuso enérgicamente, así como un capitán de milicianos que le acompañaba.
Pero Melchor Rodríguez se presenta allí y se encara a la multitud, secundada por 200 milicianos. Les recuerda que "la revolución no consiste en liquidar hombres indefensos" ...Finalmente, los ánimos se calman y Melchor Rodríguez evitó lo que hubiese sido una terrible masacre.
Otra de sus actuaciones más destacadas fue organizar el traslado de 240 reclusos de las cárceles de Alcalá de Henares, San Antón, Porlier y Ventas al penal de San Miguel de los Reyes. Al frente de la expedición iba el propio Melchor, que permitió a los presos comunicar a sus familiares que habían llegado sanos y salvos al nuevo penal. Melchor comió con ellos y durmió en aquella prisión.



En abril de 1937, tuvo lugar un escándalo que afectó a la Junta de Defensa de Madrid. Por aquellos días el Consejero de Orden Público era José Cazorla de las Juventudes Socialistas Unificadas (fusión de las juventudes del PSOE y el PCE). Su antecesor, Carrillo, había abandonado el cargo el 24 de diciembre del año anterior. Pues bien, Cazorla hizo detener a un joven que resultó ser sobrino de Mariano Sánchez Roca (subsecretario de Justicia). Durante 70 días no se supo el paradero del joven detenido. Melchor Rodríguez descubrió el lugar donde el joven había estado secuestrado: se trataba de una checa del PCE, situada en la calle Fernández de la Hoz. Este escándalo dio lugar a otros descubrimientos, y se decía que Cazorla traficaba con los detenidos para conseguir dinero (destinado al PCE). El Gobierno republicano decidió entonces disolver la Junta de Defensa el 23 de abril, instalando en Madrid un Consejo Municipal. Por aquel entonces, Melchor Rodríguez ya no era delegado general de prisiones. Había sido destituído el día 2 de marzo, debido a presiones de los comunistas.
En los últimos momentos de la guerra civil, Melchor Rodríguez fue designado alcalde de Madrid por el general Casado. A pesar del respeto que le tenían tantos miles de fascistas salvados de la muerte, fue detenido por el bando vencedor y juzgado por un consejo de Guerra. El propio fiscal se vió obligado a reconocer la gran humanidad del anarco-sindicalista. Testimoniaron su favor personalidades tan célebres como el general Muñoz Grandes, futuro organizador de la División Azul. Personajes como Don Juan de Borbón o José Antonio Girón de Velasco elogiaron al anarco-sindicalista, quien es apodado "El Ángel Rojo".
Aun así, fue condenado a seis años y un día de prisión, saliendo en libertad al cabo de un año y medio. Cumplió condena en la cárcel de Porlier, donde también se hallaban Cipriano Mera, David Antona o Natividad Adalia (sucesor de Ángel Pestaña al Frente del Partido Sindicalista). Al salir de prisión, vivió Rodríguez como empleado de Seguros, rehusando cualquier ayuda económica de las muchas personas a las que había salvado la vida. Parece ser que se esforzó por lograr la libertad de no pocos presos republicanos, contando con el respaldo de algunos jerarcas del régimen franquista. Acogió en su piso a un viejo amigo banderillero y a su mujer.
Murió en 1968, y a su sepelio acudieron gentes de las más opuestas ideas políticas. Allí estaban, junto a veteranos socialistas y anarco-sindicalistas, antiguos presos en la cárcel de Alcalá, entre ellos Javier Martín Artajo. Éste rezó un Padrenuestro en voz alta que fue escuchado en medio de una gran emoción.
El difunto fue enterrado con un crucifijo, y envuelto en una bandera anarquista. Sus amigos católicos oraban, mientras que sus amigos anarco-sindicalistas entonaron el himno A las barricadas.
Sobre su tumba podríamos colocar, a modo de epitafio, estos conmovedores versos escritos por él:

 Belleza. Amor. Poesía

Igualdad. Fraternidad.

Sentimiento. Libertad.

Cultura. Arte. Armonía.

La Razón, suprema guía

La Ciencia, excelsa Verdad

Vida. Nobleza. Bondad.

Satisfacción. Alegría...

Todo esto es Anarquía

y Anarquía...¡Humanidad!




REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

Ricardo de la Cierva - Carrillo miente: 156 documentos contra 103 falsedades (1994)
Carlos Fernández - Paracuellos del Jarama: ¿Carrillo culpable? (1983)
Ian Gibson - Paracuellos: cómo fue (1983)
« Última modificación: Julio 25, 2011, 16:53:50 por Maelstrom » En línea
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« Respuesta #1 : Julio 31, 2008, 20:54:03 »


Yo me lei una biografía de este tipo y la verdad es que es impresionante, de esas personas que te hacen creer en la humanidad, lo que hizo en Alcalá, por ejemplo, no es tan fácil como llegar y decir X, es que le tio se jugó la vida sin venir a cuento.

Conozco personalmente a uno que su padre estubo en el funeral por motivos obvios...y dice que eso era espectacular, y cuenta que a partir de ese dia confió en una posible reconciliacion.

Ya podrían hacer homenajes y todas esas cosas a personas como esta y no a basuras como Carrillo.
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De todos los libros del mundo el que debería ser prohibido antes que ningún otro es el catálogo de los libros prohibidos.(Lichtenberg)
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