Remigio Cabello, fundador de la Agrupación Socialista Vallisoletana

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Remigio Cabello Toral nace en Valladolid en 1869. Su padre es Domingo Cabello Brasa, nacido en 1823, de profesión zapatero. Su madre, Justa Toral Colino, nacida en 1824, ejerce como ama de casa. Según el Censo de 1863, proceden de las localidades leonesas de Oteruelo de la Vega y La Bañeza, respectivamente. En este año, consta que Domingo Cabello Brasa y su esposa residen en el piso bajo del nº 26 de la calle Ruiz Hernández. Poco después, se trasladan al nº 18 de la misma calle (así consta en el acta de inscripción de su hijo menor en el Registro Civil y en el Padrón de 1877).
Domingo Cabello y Justa Toral tenían cuatro vástagos: Manuel, Josefa, Francisco e Ignacio. Los dos primeros habían nacido en La Bañeza, el tercero había nacido en Oteruelo de la Vega, y el último vino al mundo en Valladolid. En 1865 nacería Julián, el quinto hijo del matrimonio, que ejercería desde temprana edad como tipógrafo en la imprenta de Miñón. Remigio, nacido cuatro años depués, era el sexto vástago de Domingo y Justa, quienes tendrían aún otro hijo: Clemente Cecilio, nacido en 1872 y fallecido con apenas 4 años de edad.
Se dedicó el joven Remigio al oficio de la tipografía, al igual que su hermano Julián. Entraría en contacto con las ideas socialistas, afiliándose al PSOE. En 1894, con 25 años de edad, fundó la Agrupación Socialista Vallisoletana (ASV), siendo su secretario general hasta 1897. Posteriormente, ocuparía los cargos de Presidente de la Sociedad Tipográfica local y de secretario interior de la ASV. En 1902 tendría lugar el VI Congreso del PSOE, al que Cabello asistió en representación de los núcleos socialistas de Valladolid, Villanubla y Medina del Campo.
Al año siguiente, Cabello decide dar el salto a la política local, intentado conseguir una concejalía en el Consistorio vallisoletano. Se presenta como candidato por el distrito del Museo, obteniendo sólo 220 votos. Algo depués, se traslada a País Vasco, y ya en octubre de 1905, acude al VIII Congreso de su partido, ésta vez en representación de Bilbao, Eibar y Miranda de Ebro. Cuando Cabello regresa a su ciudad, se presenta de nuevo a concejal por el mismo distrito. Fracasa otra vez, obteniendo incluso menos apoyo popular (156 votos). El semanario portavoz del PSOE atribuye la derrota de su candidato vallisoletano al resultado del dinero de siete candidatos pertenecientes a las clases privilegiadas, respaldados por un sector obrero favorable a los candidatos burgueses:
 
"Una ronda volante que iba votando en todos los colegios la dispersaron a estacazos los socialistas. Los terribles anarqueros no sólo han trabajado las candidaturas burguesas, sino que recibieron dinero por difamar al candidato socialista (compañero Cabello) en un papelucho que publican".  (El Socialista, 17 de noviembre de 1905)
 
Cabello retorna a las provincias vascas, llegando a ser el presidente del Comité Socialista de aquella tierra. El vicepresidente era el toledano Facundo Perezagua, vinculado al socialismo desde 1883. Residía en Bilbao desde 1885, en esta ciudad había realizado una intensa labor de agitación revolucionaria. Con el paso del tiempo, acabaría convirtiéndose en un renombrado dirigente comunista.
Regresa Cabello a Valladolid por segunda vez, y se presenta a las elecciones municipales por tercera vez, en esta ocasión por el distrito del Campillo. Consigue 295 votos, y se hace con la deseada acta de concejal. La entrada del PSOE en el Ayuntamiento vallisoletano merece el saludo del alcalde Gómez Díez, y Cabello aprovecha para quejarse de que la máxima autoridad municipal lo sea por imposición y no elegida por los concejales, sin olvidarse de mencionar las razones que (en su opinión) causaban la ausencia del PSOE en el gobierno municipal. Por suerte para Cabello, no está sólo en su labor, pues hay otro concejal socialista presente en el Ayuntamiento: es Martín Díez Sanz, elegido por 450 votos.
Durante su primera etapa como concejal (1911-1917) Cabello sobresale en el PSOE local como el portavoz cualificado de los obreros vallisoletanos, al tiempo que incorpora un fuerte revulsivo en las sesiones del Consistorio, desde el banco de la oposición. Será de acuerdo con esta postura como deberán interpretarse sus intervenciones, recogidas en las actas y los documentos municipales. En ésta época, Cabello maneja unas maneras de expresarse bruscas y tajantes, que darán paso a la moderación de años después.



La actividad de Cabello en el seno del gobierno municipal conlleva una alta dosis de dureza y críticas, comunes a sus correligionarios presentes en ayuntamientos. Sin embargo, la fuerza del socialismo vallisoletano es muy reducida. Así, cuando el 1 de enero de 1914 tiene lugar una votación interna para asignar las tenencias de la alacaldía y otros oficios municipales, Cabello sólo obtiene un voto, indicativo de la soledad que padece la bina socialista.
 Otro rasgo que identifica a Cabello es la contancia en el cumplimiento del cargo para el que fue elegido, así como el empeño en aprovecharlo para defender al proletariado: tal sucede cuando, en 1916, elogia la correción de los ferroviarios en huelga durante el conflicto entre éstos y la Compañía del Norte. En otra ocasión, solicita que las sesiones del Consistorio empiecen a las 8 de la tarde para que los obreros puedan asistir a ellas. También solicitará terrenos para que se construya una Casa del Pueblo y una cooperativa obrera, pedirá apoyo económico para las Escuelas populares y pedirá que se incremente el número de premios establecidos en el Certamen de Trabajo. Defensor a ultranza de la Fiesta del Trabajo (1º de Mayo), reclama con tal motivo descanso para los empleados municipales, dirigiéndose al Insituto de Reformas Sociales para que se cumpla el descanso dominical en todas las poblaciones. El aumento de los precios en los productos de primera necesidad, ocasionado por la I Guerra Mundial, hace que Cabello active las medidas para paliar sus consecuencias entre la población obrera:
 
"Para evitar que sena confirmados sus temores a pesar del optimismo del señor Ministro de Gobernación, del alza que pudieran sufir en sus precios los artículos de primera necesidad por consecuencia del actual conflicto europeo, sería conveniente tomar aquellas medidas que se crean más pertinentes a evitarlo; pues, aunque no en general, parcialmente los harineros han elevado el precio de sus harinas en cincuenta céntimos por arroba, siendo necesario averigüar si la elevación de éste artículo tiene justificación". (Archivo Municipal de Valladolid, 7 de agosto de 1914)
 
Las actas municipales certifican numerosas tensiones, sin eludir la violencia, como contrapartida del fracaso de las mociones socialistas. Cabe recordar, en este sentido, el enfrentamiento de los socialistas con el alcalde, o con los concejales mayoritarios cuando éstos felicitan a personalidades locales que han llegado a destacar en la política nacional. Así, cuando el Consistorio felicita al liberal Santiago Alba, recién nombrado Ministro de Instrucción Pública, Remigio Cabello prefiere "esperar sus hechos y aplaudirle si lo merece". No cambiará de actitud en situaciones similares, aunque con distintos matices, como en su respuesta a la salutación del nuevo alcalde vallisoletano, señor Infante :"[Cabello] como deber de cortesía devuelve el saludo que les ha dirigido, no dirigiendo alabanzas de ningún género, pues su norma de conducta será aplaudir si los actos lo merecen".
Tampoco los socialistas dan su aprobación a las felicitaciones que el Consistorio hace a organismo de beneficencia. Así, Cabello no es partidario de comprar papaletas de la rifa del Asilo, por estimar dicho establecimiento benéfico como una obra exclusiva de Federico Tejador, que, a cambio, recibe la Cruz de Beneficencia. Tampoco apoya la propuesta de cambiar el nombre de la calle del Sacramento por el de Paulina Harriet, fundadora en ésa calle de varias escuelas para obreros. La misma reticencia muestra en el caso de dar el nombre de Pérez Galdós a la calle de Santander y contribuir con una cantidad a la suscripción abierta en favor del escritor, si bien Cabello elogia sus obras literarias.
Cabello expresará, así mismo, su repulsa a todo lo relacionado con la guerra y el militarismo. Contrario a la guerra y al dominio español sobre Marruecos, vota en contra del proyecto de construir una plaza de Tetuán. La I Guerra Mundial le servirá de pretexto para apoyar la neutralidad española, y para pedir (dentro del ámbito local) que se supriman los festejos feriales en el mes de septiembre.
Censura éste socialista, una y otra vez, un conjunto de gastos que, a su juicio, eran superfluos. Entre otros, censura el intento de organizar la Exposición de Agricultura de 1914 o la actuación de la Banda de música durante las fiestas de 1918, a no ser que el capitán general la cediera gratuitamente. En el terreno de la anéctoda, pero muy revelador del talante de Cabello en estos años, destaca su oposición a la Monarquía.



Cuando se ponía en marcha el protocolo de las autoridades vallisoletanas para recibir a Alfonso XIII o a miembros de su familia, Cabello efectuaba sus críticas. Así, se opone al recibimiento que Valladolid ofrecerá a la infanta Isabel y al rey Alfonso XIII, en julio y octubre de 1915, respectivamente.  Un año después, junto a su camarada Óscar Pérez Solís, se pronunciará en contra del homenaje a Alfonso XIII, como reconocimiento a la neutralidad durante la I Guerra Mundial, y tampoco apoya la petición para el monarca de la Cruz de Beneficencia. Son frecuentes, además, las manifestaciones anticlericales de Cabello, so pretexto de celebraciones religiosas o agasajos a miembros de la jerarquía eclesiástica local (como los obispos Manuel de Castro y Pedro Segura). Se negará a que tenga lugar una celebración religiosa para conmemorar la batalla de Las Navas de Tolosa y a que la capilla de San Gregorio, afectada por la Desamortización, vuelva a sus antiguos dueños.
En junio de 1915, Cabello ejerce como presidente del Congreso de la Federación Tipográfica de Valladolid, que cuenta con 195 afiliados. En ése mismo año tiene lugar el X Congreso del PSOE, representará en él a los socialistas de Valladolid y Medina del Campo. En éste Congreso se confirma la expulsión de Facundo Perezagua del partido, debido a discrepancias con la dirección. Será Cabello presidente del XIV Congreso de la UGT, según informa la publicación El Socialista en su número del 18 de junio de 1920. Y ya en abril de 1921, asistirá al Congreso extraordinario que el PSOE realizó en este año, para dedicir si ingresaba o no en la Internacional Comunista. Al final, por 8808 votos contra 6025, el partido no se incorporaría a la Internacional de Moscú, ingresando en la socialdemócrata Unión de Viena. Los 120 afiliados de Valladolid (incluyendo a Cabello) se pronunciaron en contra del ingreso en la Internacional Comunista.



En 1923, Remigio Cabello se convierte en vocal de Instituto Nacional de Previsión (INP). En la sesión extraordinaria del 7 de julio de aquel año (presidida por el Ministro de Trabajo, señor Chapaprieta) que debía rendir homenaje al vicepresidente de la institución (señor Salillas) ostentan "la representación de la Comisión paritaria patronal y obrera los señores Díaz de la Cebosa y Cabello". Éste último respalda los elogios que reciben los representantes y, lo más importante, "después de hacer notar que había acudido con prevención al nacimiento de la Comisión Asesora Patronal y Obrera, afirmó que tuvo en ésta su confianza al experimentar que era presidida por un hombre bueno [...] y recapituló los méritos más eminentes de la obra de Salillas rindiéndole efusivo aplauso". Desde entonces, la postura de Cabello en el INP será concordante con la del resto de los vocales, en una clara línea moderada. Con motivo de la visita que realizan los representantes de las Cajas Regionales y de la Comisión Asesora Patronal y Obrera al dictador Primo de Rivera (el 6 de noviembre de 1923) para informarle de las labores realizadas por el INP, Cabello da las gracias por el recibimiento que se da a la representación obrera. Llegará a ser consejero honorario del INP, designado por Real Orden del Ministerio del Trabajo. Y ya en febrero de 1927, Cabello asumirá tareas directivas en la Mutualidad de Previsión, según dispone el artículo 33 de su Reglamento. Se manifestará a favor de las ayudas económicas que el INP da a los obreros para que visiten, en 1929, las exposiciones de Barcelona y Sevilla.
En las elecciones municipales vallisoletanas de 1931, Cabello vuelve a presentarse a concejal, ésta vez por el distrito de Argales. Obtiene 743 votos, y con ellos la deseada concejalía. Las intervenciones de Cabello en esta estapa, su tercer cuatrienio como concejal, son más esporádicas si se comparan con las intervenciones anteriores, debido al mal estado de su salud y a sus obligaciones parlamentarias, puesto que es elegido diputado a las Cortes Constituyentes de la República. Por si fuera poco, alcanza la presidencia de la ejecutiva socialista, actuando cabalmente en un período dífícil para el PSOE. Hasta la celebración del XIII Congreso del partido, la plana mayor socialista estuvo constituída de la siguiente manera:
 
Presidente: Remigio Cabello
 
Secretario y director de El Socialista: Manuel Alvar
 
Vicesecretario: Antonio Fernández Quer
 
Vocales: Antonio Fabra i Ribas, Manuel Vigil, Francisco Azorín
 
Desde ahora, el periódico del PSOE difundirá en varias ocasiones las opiniones de Cabello, quien pide una obediencia sin fisuras. Según afirma en un artículo (titulado "En estos momentos, ante todo, disciplina") hace falta rigor y orden, pues:
 
"La disciplina es imprescindible. El buen socialista es el que obra de acuerdo con los organismos superiores. Quien discrepe, no sirve".  (El Socialista, 26 de junio de 1931)
 
Al año siguiente, Cabello reclamará que los concejales asistan a todas las sesiones del Consistorio, al mismo tiempo que condenará la intentona golpista del general Sanjurjo. Meses después, asiste al XIII Congreso de su partido, en calidad de presidente del Comité Ejecutivo socialista. Es relevado por el veterano ugetista Francisco Largo Caballero, pasando a ocupar la vicepresidencia.
Avanzado el año 1933, se pronuncia (junto a los demás concejales socialistas) acerca del escrito de dimisión presentado por el alcalde Antonio García Quintana, también socialista. Hay que decir, que con el régimen republicano Cabello abandona la hostilidad hacia las autoridades que mostrara en tiempos pasados, pidiendo que el Consistorio invite al Presidente de la República, el conservador Alcalá Zamora, a visitar Valladolid. Su propuesta será aprobada.



Cabello se traslada a Madrid. Fallece en esta ciudad el 16 de mayo de 1936, en su vivienda de la calle de Ayala, nº 15. Será enterrado en Valladolid al día siguiente, en un funeral que transcurre sin incidentes, y al que acuden destacados socialistas como Juan Negrín, Rodolfo Llopis, Andrés Saborit, Juan Simeón Vidarte, Rafael Henche de la Plata y Pascual Torres, éste último en representación de la UGT. Fue Indalecio Prieto el encargado de pronunciar un discurso acerca de las virtudes del difunto.
La muerte y el sepelio de Remigio Cabello tuvieron gran repercusión en Valladolid. Así, El Norte de Castilla resalta la personalidad del difunto, "sin grandes principios y con una cultura elemental, suplió estos defectos de formación con una inteligencia clara, una dialéctica tajante y un ingenio vivo". Diputado en las Cortes Constituyentes, añade el mismo periódico, estuvo "sufriendo en Valladolid un evidente desvío de las mismas masas que él adiestró y organizó en la lucha. Estos hechos quizá acentuaron en su silueta el sello de la amargura que cualquier observador podía descubrir a simple vista".
En la sesión municipal que el Consistorio vallisoletano efectúa el día 22 del mismo mes, el concejal socialista Mariano de los Cobos elogia al fallecido fundador de la Agrupación Socialista Vallisoletana. El concejal Alcover, de Izquierda Republicana, propone que se conceda a la familia del difunto la propiedad perpetua y gratuita de la sepultura, además de levantar un mausoleo en memoria de Cabello, así como poner su nombre a una calle. Polanco, otro miembro del Consistorio, resaltó la honradez y la laboriosidad de Cabello, al que denomina "verdadero educador de multitudes", elogio que el escritor socialista J.J. Morato dedicara a Pablo Iglesias. Sin ocultar su militancia en otra opción política, el concejal Cuanca se pronuncia en términos similares. Al final, el Consistorio decide, según las actas de aquella sesión, "autorizar al señor alcalde para designar una comisión que visite a la familia para testimoniarle el pésame de la Corporación; conceder la propiedad gratuita a perpetuidad de la sepultura donde reposan los restos del señor Cabello y erigir un pequeño mausoleo de éste, y dar el nombre de don Remigio Cabello a la calle de nueva apertura entre las de Mariano Fernández Cubas y José María Lacort y al grupo escolar en construcción en la calle Fructuoso García". Para realizar el mausoleo, el Consistorio se dirigirá al escultor segoviano Emilio Barral, autor del momumento erigido al prócer vallisoletano Emilio Ferrari.
El 10 de agosto de aquel año, con la Guerra Civil iniciada y con la ciudad controlada por los nacionales, el Consistorio, fiel a las nuevas autoridades, anulaba todos los homenajes a la figura de Remigio Cabello...

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