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Autor Tema: Valeriano Orobón Fernández, un anarquista de Valladolid  (Leído 25270 veces)
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« : Mayo 10, 2009, 01:31:03 »





Valeriano Orobón Fernández nació en La Cistérniga, localidad situada a seis kilómetros de Valladolid, en la carretera que une a esta ciudad con Soria.
Fueron sus padres Mariano Orobón Martín y Luisa Fernández Barrios, que estaba emparentada con Manuel Azaña. Tuvieron seis hijos: Pedro, Valeriano, Angelita, Víctor, Luis y María. Valeriano vino al mundo el 14 de abril de 1901.
La familia de Valeriano Orobón Fernández disfruaba de una excelente posición económica. Mariano Orobón trabajaba (aunque no es seguro) en los talleres de la Compañía Ferroviaria del Norte, ocupándose también de cultivar las tierras que había heredado de sus abuelos. Su esposa se dedicaba a sus labores del hogar y ambos, que sabían leer y escribir, dieron a sus hijos la mejor educación posible.
Valeriano acudió al colegio de La Cistérniga, hasta que los Orobón se trasladaron a Valladolid. No sabemos la fecha en que tuvo lugar este cambio de residencia. Según informaciones dadas por familiares, esto había sucedido cuando Valeriano tenía cinco o seis años. Ya en la capital, el pequeño asistiría a una escuela laica que contaba con dos conocidos pedagogos anarquistas: Eusebio Carbó Carbó y Luis García Muñoz, alias Zoais. Era Valeriano un niño inteligente y despierto, que desarrolló su aptitudes gracias a la educación que recibió. Aquella escuela, relacionada con el republicanismo y el anarquismo, influiría decisivamente sobre el, naciendo así su pensamiento libertario.
Aunque en Valladolid el anarquismo siempre fue minoritario con respecto al socialismo, existieron en esta ciudad castellana numerosos núcleos ácratas que animaron diversas sociedades obreras y, sobre todo, numerosas iniciativas pedagógicas, en forma de periódicos o de creación de escuelas. La Primera Internacional fue fundada en Valladolid en 1869, por iniciativa de José Rodríguez Herreros y Francisco Cea, tipógrafo y tío materno del teórico anarquista Ricardo Mella. Cea estuvo presente en el Congreso Obrero de Barcelona (1870), representando a las secciones de tejedores, zapateros, sastres y tipógrafos de su ciudad. El núcleo internacionalista vallisoletano acudiría a los posteriores Congresos de Zaragoza y Córdoba. En éste último se decidió que Valladolid fuera la sede del próximo cónclave internacionalista. Tal elección, según el historiador ácrata Max Nettlau, se debió a que era la única ciudad ajena a Cataluña o Andalucía que contaba con una agrupación obrerista sólida. Y así estaban las cosas cuando el Gobierno de Sagasta ilegalizó a las secciones españolas de la I Internacional, desatándose una feroz represión por parte de las autoridades. En estas circunstancias, el siguiente Congreso tendría lugar no en Valladolid, sino en Madrid, y de manera clandestina. La sección vallisoletana acudió a esta conferencia, así como a las de 1876 y 1877.



En diciembre de 1882 se constituye en Barcelona la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE), nueva sección de la I Internacional en España. Acudieron al Congreso constituyente de la FTRE unos 140 delegados, en representación de 162 sociedades obreras de 70 localidades. Los internacionalistas de Valladolid estuvieron representados en esta importante asamblea. Existía por aquel entonces en esta ciudad una agrupación de la Unión Manufacturera, organización nacida de la federación de dos sociedades obreras: Las Tres Clases de Vapor con las Sociedades de Tejedores. Pues bien, esta sección vallisoletana acudiría al Congreso que la Unión Manufacturera celebró en 1883. En ese mismo año, se decidió en el Congreso valenciano de la FTRE que su Comité Federal residiría en Valladolid. Aunque los internacionalistas pucelanos ya habían estado en la Conferencia de Gracia (febrero de 1881) en la cual se decidió la reconstrucción de la sección española de la I Internacional. Y asistieron también al Congreso de Sants de la Unión Manufacturera (1885). Hasta la creación de la CNT, el movimiento obrero vallisoletano hizo acto de presencia en los diversos intentos de organizar una central sindical de tendencia libertaria. También asistió al Congreso de Madrid de 1891 que organizó la Federación Española de Resistencia al Capital (organización obrera anarco-colectivista fundada por un sector de la FTRE) y a la constitución, en esa misma ciudad, de la Fereación de Sociedades Obreras de Resistencia de la Federación Española, heredera de la organización anterior. En 1904, los ácratas vallisoletanos estaban agrupados en una sociedad de albañiles denominada La Progresiva. Tenía ésta su sede en la calle Mantería nº 49, y convocaría un Congreso de Federaciones de Trabajadores de la Comarca Castellana.
Si el asociacionismo obrero de Valladolid tuvo continuidad durante aquellos años, la tuvo también la prensa obrerista. Durante los primeros años de la década de 1870 existió en la ciudad una cabecera llamada La Voz del Trabajador. En la siguiente década se editaron La Crónica de los Trabajadores (1883) y El Cosmopolita (1884-1885). Fueron directores del primer periódico el tipógrafo Indalecio Cuadrado (que emigraría después a la Argentina) y Miguel Lozano, miembros los dos del Consejo Federal de la FTRE residente en la ciudad durante estos años. En cuanto al segundo (de tendencia anarco-colectivista), hay que decir que sus responsables acudieron al Congreso obrerista de Reus, celebrado en 1885. En este mismo año dejó de publicarse, para reaparecer brevemente durante 1901. En esta segunda época, El Cosmopolita difundirá textos del relevante anarquista Fermín Salvochea, con quien los militantes obreros locales habían contactado durante su estancia en la cárcel de la ciudad, entre 1893 y 1898. A comienzos del siglo XX hace su aparición el periódico Tierra Libre, que duró cinco años. En él escribieron Miguel Ruiz (su administrador en la etapa final), Florencio Tapia, E. Pérez, F. Cámara o F.Martín. Tras su desaparición de 1905, fue relevado por El Nivel, gaceta obrerista que dejó de editarse en 1906.
Durante la primera década del siglo XX salen a la luz en Valladolid diversos periódicos de contenido pedagógico libertario. Entre 1910 y 1911 se imprimen Escuela Libre y La Enseñanza Moderna (del que se publicaron tres números), así como La Escuela Moderna. Estas tres publicaciones (en las que colaboraron profesores formados por Ferrer y Guardia) fueron dirigidas por Federico Forcada, maestro procedente de Irún, donde había fundado una escuela libertaria. En 1916 aparece otro periódico pedagógico y libertario, La Idea.
Estas publicaciones se relacionaban con la existencia de diversas escuelas de ideario laico y racionalista. De tendencia republicana (como "La Luz de Castilla", creada en 1893), socialistas otras (como la "Universidad Popular Pablo Iglesias") y, finalmente, las de ideas anarquistas, como la escuela fundada en 1913 por Miguel Campuzano García, joven maestro libertario natural de la ciudad. La existencia de esta última escuela fue corta, apenas un año, ya que las autoridades religiosas se opusieron a ella. Dos años más tarde, llega a Valladolid Luis García Muñoz, libertario que lleva a cabo una intensa actividad como maestro.
Valladolid, como hemos visto, fue escenario de una acción obrerista y anarquista que, a pesar de tener etapas de inactividad o decadencia, tuvo permanencia a lo largo del tiempo. De ahí que en nacieran esta ciudad castellana algunos hombres relevantes del anarquismo español:
 
- Ernesto Álvarez: editor del periódico La Protesta a fines del siglo XIX, traductor de Bakunin y Malatesta, autor de no pocos libelos antiautoritarios. Desarrolló su actividad en Madrid, Barcelona y Cádiz, así como en su ciudad natal. Falleció en 1902 (o 1903, según otras fuentes).

-Joaquín Bueso: trabajó en Barcelona como tipógrafo, siendo uno de los fundadores de la CNT. Miembro del PSOE y cenetista al mismo tiempo, escribirá en el órgano de expresión de los socialistas de Reus. Fallece el 17 de marzo de 1920.

-Evelio Boal: también tipógrafo, se inició en el anarquismo en su ciudad natal, trasladándose a Barcelona hacia 1911. Al igual que J. Bueso, fue uno de los fundadores de la CNT. En 1919 se convierte en el secretario general de este sindicato. En marzo de 1921, es detenido y encarcelado. Se le pone en libertad en junio de aquel año, siendo asesinado por una de las bandas parapoliciales de Martínez Anido.
 
-Pedro Herrera: nacido en 1909, militará en la CNT y la FAI. Conseller de la Generalitat Catalana y secretario del Comité Peninsular de la FAI durante la Guerra Civil, posteriormente forma parte del núcleo dirigente del Movimiento Libertario Español. Fallece en Argentina, a fines de los años 60.
 
Además, hay que reseñar que fueron numerosos los contactos entre el anarquismo y el republicanismo de Valladolid. Aunque tortuosas, estas relaciones originaron intervenciones de destacados ácratas en la creación de escuelas laicas o la celebración de actos culturales. Como losque realizó el médico libertario Pedro Emilio Mardones (asesinado en julio de 1936) o Emiliano Pineda, de la Universidad Popular de Valladolid y corresponsal de La Revista Blanca, dirigida por los padres de Federica Montseny. Y fue en la Facultad de Medicina de Valladolid donde inicó sus estudios el vízcaíno Isaac Puente, destacado teórico del comunismo libertario.



La escuela a la que acudió Valeriano Orobón era sucesora directa de la que había regentado Federico Forcada, quien tuvo que cerrarla en 1911 por problemas económicos. Fue el Ateneo Obrero Sindicalista quien tomó la iniciativa de reabrirla a finales de año. Durante 1912 se creó un grupo de apoyo para la apertura de una Institución Libre de Enseñanza. Finalmente, en el local del Ateneo de la calle Mantería (nº 49) se reanudarían las clases durante 1913. Dos años después, en junio de 1915, se incorporaron Luis García Muñoz y Eusebio Carbó Carbó. La actividad del primero fue notable: no sólo dió clases o impartió ciclos de conferencias para los afiliados a la CNT, sino que se convirtió en el animador de la Federación de Grupos Anarquistas de las Dos Castillas y León.
El joven Valeriano Orobón iba a los actos que tenían lugar en el local de la calle Mantería. Trabajaba como dependiente en La Casa Verde, un comercio de tejidos ubicado en la Plaza de España. Parece ser que trabajó también en Almacenes Guillén, la tienda de artículos de regalo de la calle Santiago. Por estos años, el joven ya deslumbraba por ser un orador excelente, de amplio léxico y posturas claras. Además, comenzó a militar en la CNT desde los 14 años, estando en contacto con Evelio Boal. Parece ser que participó en un piquete que, durante una huelga de camareros, entró en un café y esparció un líquido maloliente que hizo huir a la clientela. Entre el medio centenar de detenidos por este asunto estuvo Valeriano, si bien fue puesto en libertad pocas horas después.
Este incidente se produjo, tal vez, en el transcurso de la huelga general que paralizó Valladolid el 17 de mayo de 1920. Durante la primavera, la crisis de las subsistencias que padecía el país y la resistencia de los patronos ante los intereses obreros habían causado no pocos conflictos. En marzo se llevó a cabo en la ciudad una huelga de peluqueros y ferroviarios. En abril se sumaron a la huelga los marmolistas, canteros, carpinteros, camareros y panaderos. Finalmente, la pretensión de subir diez céntimos el precio del kilogramo de pan desencadenó en mayo una convocatoria de huelga general para el día 17. En esa fecha, fue asaltado el Círculo del Recreo de las clases altas y, por la tarde, 6000 personas se reunieron en la Plaza Mayor para escuchar al diputado socialista Óscar Pérez Solís. Mientras se desarrollaba el mitin, fue agredido el ex-alcalde Antonio Infante, seguidor de Antonio Maura.



Por esta época agitada comenzó Valeriano Orobón a ser un destacado integrante del pequeño núcleo anarcosindicalista local. Valladolid tenía por aquellas fechas unos 100000 habitantes, siendo la inmensa mayoría de sus trabajadores pertenecientes a los sectores ferroviario, metalúrgico y de la construcción. Por su situación geogrática se había convertido en el centro de control de tráfico de la Compañía de Ferrocarriles del Norte, y sede de sus talleres de reparaciones. Del ferrocarril había nacido el impulso industrializador de la ciudad, una quinta parte de los obreros vallisoletanos estaban ligados al mundo ferroviario o a su industria auxiliar, como los Talleres de Miguel Prado y de Gabilondo.
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« Respuesta #1 : Mayo 10, 2009, 01:44:32 »


Pertenecían la casi generalidad de los trabajadores vallisoletanos sindicados a la UGT, y en menor medida, a un sindicato confesional católico. El poco más de un centenar de proletarios cenetistas pertenecían al mundo ferroviario, al transporte y a la metalurgia. La condición minoritaria del anarcosindicalismo pucelano y el boicot al que le sometía la prensa del lugar ( El Norte de Castilla y el integrista Diario Regional) hacen difícil seguir las vicisitudes de la CNT vallisoletana. Los telegramas de los sucesivos gobernadores civiles de la provincia a las autoridades de Madrid (conservados en el Archivo Histórico Nacional de esta capital) nos describen a unos cenetistas activos, que inquietan a las autoridades por su posible expansión, a pesar de la continua identificación que los periódicos vallisoletanos hacían entre sindicalismo y terrorismo.
Valeriano Orobón siguió con sus actividades libertarias, hasta que le llegó el momento de hacer el servicio militar (1922). El joven se negó a ello, escapando a Asturias. Y de allí, huyó a Lyon, ciudad francesa en la que residía su hermano Pedro, obrero metalúrgico.
Por la documentación policial conservada, Valeriano llegó a esta ciudad francesa en julio de 1924, puesto que las autoridades le expidieron una cédula de identidad (con nº 89321) el día 30 de aquel mes. Declaró a la policía gala que no había cumplido el servicio militar español por haber sido declarado inútil. Dijo también que era estudiante y que vivía del dinero que el enviaba su familia. Frecuentó Valeriano Orobón el local sindicalista stuado en el barrio de Villeurbanne, conociendo a numerosos exiliados españoles como él. Intervino en un debate sobre la naturaleza del fascismo italiano, ganándose no pocas simpatías. Impartió después conferencias sobre diversos temas en el Centro de Estudios Sociales de aquella ciudad. Se integró en el Grupo Internacional de Ediciones Anarquistas (creado con dinero apartado por Ascaso y Durruti) y, en enero de 1925, se hizo cargo de Tiempos Nuevos, el periódico de los libertarios españoles instalados en Francia. Pío Baroja, en su novela La Familia de Errotacho, afirma que Valeriano Orobón participó en el levantamiento ácrata de Vera de Bidasoa, que se saldó con la muerte de dos guardias civiles y la detención de algunos implicados.



Tiempos Nuevos, la gaceta dirigida por Orobón, incluía entre sus páginas artículos y colaboraciones de ilustres republicanos como Rodrigo Soriano, Blasco Ibáñez, Eduardo Ortega y Gasset, Unamuno. El primero escribió una serie de artículos que atacaban a Alfonso XIII. Los anarquistas más ortodoxos (entre ellos Diego Abad de Santillán) criticaron la línea del periódico de Orobón, favorable a colaborar con republicanos y catalanistas. Así, se acusó al vallisoletano de haber abierto las páginas de Tiempos Nuevos a politicastros, rechazando las colaboraciones anarquistas. Se le defendió agumentando que ninguna de aquellos artículos republicanos estaba en contradicción con los principios libertarios. La gestión de Orobón como director fue aprobada, aunque se le pidió el cese de las colaboraciones republicanas. La cuestión no terminó ahí, pues Valeriano dimitió y redactó un artículo en el que defendía sus posiciones, siendo apoyado por Sebastián Faure, icono del anarquismo francés.
Así andaban las cosas cuando el Ministro de Interior, Shramek, ordenó que Orobón fuese expulsado del país. Algunos afirmanque se debió a su intervención en un mitin contra el régimen de Primo de Rivera, en el que parece ser que hablaron también Unamuno y Blasco Ibáñez. Por su condición de destacado militante libertario, y activo propagandista de la revolución relacionado con republicanos, Orobón estaba considerado un tipo peligroso por los gobernantes franceses. Pero Valeriano, temiendo ser entregado a la policía española, abandonó Francia en circunstancias desconocidas, tal vez por la frontera belga. Reapareció tiempo después en Amsterdam, pero, por sus antecedentes, la policía local le prohibió establecerse en aquella ciudad. Así que tuvo que dirigirse a Alemania.
Desde su llegada al país teutón, Valeriano entró en contacto con los exiliados españoles. Su situación económica era bastante precaria, ganándose la vida como profesor de lengua castellana. Pero, gracias a las ayudas económicas de su hermano Pedro, pudo Valeriano subsistir decentemente hasta que, con la documentación en regla, regresó a Francia. Su segunda estancia en el país galo fue efímera, ya que Valeriano se trasladó poco después a Viena. Le acompañaba una bella mujer llamada Hildegart Taege. Nacida en la localidad germano-polaca de Stettin, Hildegart militaba en las Juventudes Libertarias Alemanas, tenía amistad con el erudito libertario Rudolf Rocker y su compañera Milly Witcok.
Ignoramos cuando y en qué lugar se conocieron Valeriano y Hildegart, pero la relación sentimental sería especialmente intensa. Ella, su fiel compañera, le acompañó en todas sus vicisitudes.



Ya instalado en Viena, el vallisoletano trabajó como traductor de textos para Max Nettlau. Nacido en Austria (1865), Nettlau estaba considerado como el más importante historiador e investigador sobre todo lo relacionado con el anarquismo. Filólogo de formación, este intelectual escribió una extensa biografía de Bakunin en tres tomos, aún inédita.
Valeriano Orobón y Nettlau entablaron pronto una entrañable amistad. Su mutua confianza y  sus capacidades intelectuales dieron sus frutos. Tradujo Valeriano a la lengua castellana la momumental obra de Nettlau sobre Eliseo Reclús. El primero de los dos volúmenes de esta obra se puso a la venta a mediados de 1929 con el título de Eliseo Reclús. La vida de un sabio justo y rebelde.



Tal vez a comienzos de 198, Orobón se despidió de Viena y de su admirado Nettlau, instalándose en Leipzig. Desde el año anterior colaboraba con La Revista Blanca de Joan Montseny (Federico Urales), cobrando 25 pesetas por artículo. Simultaneó su labor periodística con un empleo de profesor de castellano en una academia, la escuela Berlitz. En agosto recibió una oferta de la academia de trasladarse al centro de idiomas que tenía en Londres. Orobón se entusiasmó con la idea: podría aprender inglés y, al mismo tiempo, conocer la situación social de Inglaterra, cuna de la Revolución Industrial. Valeriano  pasó en Londres no pocas estrecheces económicas, él se sentía aislado en aquella "colmena que come, trabaja, bulle y lee periódicos estúpidos, y que parece haber olvidado la facultad de pensar"  . Enviaba dinero como podía a Hildegart, que estaba en Berlín. Residente en el 226 de King Street, junto a Ravenscourt Park, solía desplazarse a la Biblioteca Británica en busca de esparcimiento intelectual. Tras caer gravemente enfermo, decidió regresar a Berlín, donde creyó que se recuperaría más fácilmente, en compañía de su amada. Y así lo hizo.
Tras recuperarse de sus dolencias, Valeriano se encontraba otra vez en condiciones de continuar con sus actividades. Se convirtió en secretario del Comité de la AIT (Asociación Internacional de los Trabajadores). Creada en 1922, este organismo transnacional agrupaba a los sindicatos libertarios de todo el mundo, como la CNT española. Se consideraba a la AIT como la sucesora legítima de la Primera Internacional, destrozada por las luchas entre autoritarios (marxistas) y antiautoritarios (bakuninistas). Tras participar en una conferencia internacional ácrata celebrada en París. Viajó a España para intervenir en las sesiones preliminares del Congreso de la AIT, planeado para octubre, en Barcelona. Fue detenido en la misma frontera, yendo a parar al penal de Figueras.
Por suerte para él, tan sólo permaneció encarcelado unos días. Después de aquel contratiempo, se dirigió a Barcelona y después, a Valladolid. Desde la ciudad del Pisuerga tenía previsto visitar Madrid, Toledo y, posiblemente, Sevilla. A esta última ciudad no llegó. Vigilado por las autoridades, permaneció en Valladolid, donde pasó las Navidades y el fin de año de 1930.
Eran días tormentosos. Desde los primeros días de octubre se esperaba un levantamiento militar de tendencia republicana. La CNT estaba perfectamente infromada de las actividades que llevaban a cabo conspiradores republicanos militares como Díaz Sandino, Ramón Franco, Gonzalo Queipo de Llano y Alejandro Sancho, entre otros. De hecho, se llegó a decir que el día del levantamiento sería el 19. Tan en serio se lo tomaban las autoriades que el día 11 fueron detenidos algunos de los conspiradoes. Por aquellas jornadas, Valeriano Orobón paseaba tranquilamente por las calles de Mdrid. ¿Era un viaje de recreo? Ni él ni las autoridades lo consideraban así. Fue detenido brevemente otra vez, y él mismo escribió "el viaje de recreo apenas traerá recreo alguno" . La tensión que flotaba en el ambiente se mitigaría temporalmente con el fusilamiento de los cabecillas de la sublevación republicana de Jaca, Galán y García Hernández. Pocos días después de estos sucesos, Valeriano y Hildegart viajaron a Toledo, regresando después a Valladolid, donde fue detenido otra vez. Puesto en libertad bajo vigilancia, abandonó España en compañía de su fiel Hildegart. A principios de febrero de 1931, ambos estaban de nuevo en Berlín.
En la capital de Alemania Valeriano retomó su actividad como traductor de obras literarias, trabajando para la Editorial Zeus. "Cada cuarenta días un libro" , en sus propias palabras. Tradujo novelas de carácter social de Plivier, Vera Figner, Steinberg o Ludwig Renn. Pretendía establecerse en España, y para ello necesitaba dinero. Además, la situación política y social alemana era cada vez más insostenile por el ascenso imparable de los nazis.
Orobón regresó a España en junio de 1931. Quería asistir a los respectivos Congresos de la CNT y la AIT. Los dos tendrían lugar en Madrid, durante el mes de junio. Entre los días 11 y 16 el primero, entre el 16 y el 20 el segundo. Acompañado por sus correligionarios Agustin Souchy, Rudolf Rocker y Albert Jensen (representante del anarcosindicalismo sueco). Viajaron a París desde Berlín, y en la capital francesa tomaron el tren con destino a Barcelona. En esta última ciudad, visitaron al director del periódico cenetista, Joan Peiró, y a viejos conocidos como Ascaso y Durruti. Orobón intervino en un mitin cenetista, respondiendo a los ataques que la URSS lanzaba contra el anarquismo. Entre 15000 y 20000 personas oyeron su soflama.
El martes 9 de junio, Valeriano y sus camaradas de la AIT se trasladaron a Madrid. Fueron allí recibidos por el secretario nacional de la CNT, Ángel Pestaña. Rocker y Orobón intercambiaron con él sus impresiones sobre la situación de España. El vallisoletano intervino en el Congreso cenetista. En este acto chocaron pronto dos tendencias anarcosindicalistas: una que tendía a aclimatarse a la legalidad republicana y otra que pretendía realizar cuanto antes la revolución social. En la primera militaban figuras venerables como Pestaña, Peiró, Fornells, Clará, etc. La segunda, en cambio, estaba impulsada por Durruti, García Oliver, Gregorio Jover, Ascaso...Es decir, los jóvenes y exaltados representantes del romanticismo revolucionario. Podemos decir que fue éste el Congreso más apasionado y menos productivo de la CNT. En cuanto al Congreso de la AIT, Orbón intervino en él para traducir los discursos de los ácratas extranjeros como Rocker y Souchy.



Tras estas experiencias, Orobón viajó a Estocolmo, asistiendo al Congreso de la SAC, el equivalente sueco de la CNT. Regresó posteriormente a Berlín, ciudad que abandonaría para siempre. Atrás quedaban años de intensa militancia, durante los cuales había madurado su pensamiento. Ahora, volvía a España como uno de los más renombrados referentes del pensamiento anarcosindicalista europeo. No iba a defraudar a sus compañeros de lucha. Le quedaban por delante apenas cinco años de vida, y no los desaprovecharía.
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« Respuesta #2 : Mayo 10, 2009, 02:02:38 »




Hasta su prematura muerte, acaecida en junio de 1936, Valeriano desarrolló una actividad espectacular. Tanto en el terreno de la traducción como en el de la teoría anarquista y la lucha sindical. Quería fijar su residencia en Madrid, debido a la cercanía de esta ciudad con Valladolid, y porque allí era donde estaba instalada la editorial para la que trabajaba. Pero su militancia cenetista hacía que se sintiese atraído por Barcelona, epicentro del anarcosindicalismo español. Fue en la capital catalana donde Valeriano y su compañera se aposentaron primero, y donde el vallisoletano asistió a las disputas entre los libertarios moderados y los radicales. Orobón se entrevistó con defensores de ambas tendencias para convencerles de, al menos, llegar a ciertos acuerdos que impideran el debilitamiento de la CNT.
Tras esta experiencia, Orobón y Hildegart viajaron a Valladolid, donde pasaron las Navidades de 1931. Intervino en en acto de la pequeña CNT local. Según El Norte de Castilla, su discurso fue muy vehemente. Hablaron, además, militantes de la provincia como Manuel Pérez Fernández, José Villaverde y Aurelio Álvarez. A comienzos de 1932, Valeriano se traslada a Madrid, donde traduce las memorias de la anarquista rusa Vera Figner. Después, en fecha que no podemos situar exactamente, entró a trabajar en Filmófono, empresa cinematográfica dedicada a la sincronización sonora de películas mudas. Esta compañía introdujo en España no pocas películas soviéticas. Valeriano se encargaba de traducir y redactar los inter-títulos de filmes mudos como El Acorazado Potemkin, La Madre, Octubre o La línea General. Entre él y Ricardo Urgoiti, el propietario de Filmófono, se desarrolló una profunda amistad. Tenemos diversas diferencias del afecto existente entre ambos. En una ocasión, ambos se encontraban en la azotea de un edificio de la Gran Vía. Urgoiti se tropezó y a punto estuvo de caer al vacío, si no fuera por que Valeriano le agarró en el último momento. El empresario sabría agradecer con creces este gesto.
Con el sustento económico resuelto, Valeriano ejerció una notable militancia en la CNT madrileña. Pocas semanas después de instalarse en Madrid, participó en un debate contra los comunistas Manuel Adame y José Bullejos. El vallisoletano mostró su oposición al régimen totalitario de la URSS. El 1º de mayo de 1932, Orobón interviene en un acto organizado por el Sindicato de la Construcción. Días después, impartió en el Ateneo madrileño, situado en la calle del Prado. Realizó diversos viajes por toda España. Cabe reseñar su intervención en un debate de controversia celebrado en Puertollano en julio de 1932. También realizó una gira de propaganda que le llevó por Asturias y Santander, a fines de agosto de 1933. Y haría acto de presencia en La Coruña para apoyar públicamente al Sindicato de la Construcción de esta ciudad.



Perfectamente informado de las vicisitudes internas del anarcosindicalismo, protagonizó algunas de ellas. Fue el caso de su intervención en el periódico CNT, editado en Madrid. La aparición de esta publicación se decidió en el Congreso madrileño de 1931, pero su alto costo y las dificultades para encontrar una imprenta retrasaron su aparición hasta mediados de noviembre de 1932. Desde su primer número, CNT sufrió no sólo las dificultades de la censura gubernamental, sino también la oposición interna de cenetistas que estaban en desacuerdo con su orientación. Frente a la idea de un periódico de contenido estrictamente anarquista, de combate frontal contra el Estado, se alzaban quienes opinaban que el periódico debía moderar sus expresiones y relizar una labor de difusión de ideas y fortalecer a los sindicatos cenetistas. Aunque desde un primer momento se daba por supuesto que Valeriano sería el director de CNT, al final la responsabilidad fue asumida por Avelino González Mallada, anarcosindicalista moderado. No tardó el periódico en ser suspendido por las autoridades republicanas, siendo detenidos varios de sus redactores. Tras superar estas dificultades, CNT contó con la brillante colaboración de Orobón, autor de una sección diaria llamada Perpectivas Internacionales. Escribió además numerosos artículos referidos a temas nacionales y confederales, como los titulados España y la Política de Alianzas (28-11-1932), Bola de Sebo (2-12-1932), Rudolf Rocker (25-3-1933) o Cristo en Casas Viejas (15-4-1933).
En 1933, el Secretariado Internacional de la AIT abandonó Amsterdam y se instaló en España. Orobón, representante de la CNT en este organismo desde abril del 32, se convirtió en uno de los dirigentes del Secretariado, junto a Rudolf Rocker y el veterano Eusebio Carbó, antiguo maestro libertario en Valladolid. Fue Valeriano el representante de la AIT en diversos congresos, como el de la Federación de la Industria Ferroviaria (julio de 1933). En octubre, acudió al Pleno de Regionales de la CNT. También asistió al Congreso de la Federación Nacional de Transportes Marítimos, que tuvo luger en Gijón entre el 15 y el 18 de julio de 1933.
Periodista, conferenciante, propagandista, líder de la AIT, activista internacional, traductor, propagandista del anarcosindicalismo...La actividad de Valeriano Orobón Fernández era incansable. Hasta tuvo tiempo de adaptar al castellano la letra de una vieja canción revolucionaria polaca, La Varsoviana. El resultado fue el siguiente:
 
Negras tormentas agitan los aires,
nubes oscuras nos impiden ver,
aunque nos espere el dolor y la muerte,
contra el enemigo nos llama el deber.
El bien más preciado es la libertad.
hay que defenderla con fe y valor.
Alza la bandera revolucionaria,
que el triunfo sin cesar nos lleva en pos.
Alza la bandera revolucionaria,
que el triunfo sin cesar nos lleva en pos.
¡En pie pueblo obrero, a la batalla!
¡Hay que derrocar a la reacción!
¡A las barricadas! ¡A las barricadas
por el triunfo de la Confederación!
¡A las barricadas! ¡A las barricadas
por el triunfo de la Confederación!


Inicialmente, Valeriano tituló Marcha Triunfal a esta adaptación al castellano. Pero este título no cuajó, siendo sustituído por ¡A las Barricadas!, que son las palabras del comienzo del estribillo. El músico catalán Ángel Miret aportó arreglos musicales a esta letra, naciendo así el himno del anarcosindicalismo español.



A principios de 1934, Orobón publicó dos artículos trascendentales en el diario madrileño La Tierra. Se titulaban "Alianza revolucionaria, si; oportunismo de bandería, no" y "Consideraciones sobre la unidad. La Plataforma de la Alianza" . En ellos, advertía de las peligrosas consecuencias que tendría la implantación del fascismo en España para las clases obreras nacionales. Las elecciones de noviembre de 1933 habían sido ganadas por la derecha, y seguún Orobón, primero formaría Gobierno el demagogo Lerroux y, después, Gil Robles, y con él llegaría el fascismo a España. Haciendo un llamamiento a la unidad de las fuerzas revolucionarias, Orobón proponía la formación de una Alianza Obrera para combatir al fascio. Sólo la CNT asturiana haría caso a Orobón, firmando un pacto de acción con la UGT. Juntas, ambas centrales sindicales se lanzaron al levantamiento asturiano de octubre de 1934.
Rafael Salazar Alonso, ministro de Gobernación en el primer Gobierno de Lerroux, ordenó el encarcelamiento de Orobón Fernández. Salazar , apresado y juzgado por los republicanos en julio de 1936, declararía entonces que mandó encerrar a Orobón por ser éste el principal defensor de la unidad CNT-UGT. El vallisoletano fue detenido el 8 de marzo, justo cuando se estaba gestionando el acuerdo entre la CNT y la UGT asturianas y cuando, en las restantes secciones regionales de la CNT, su propuesta estaba ganando adeptos. De hecho, una huelga general de la construcción convocada por ambos sindicatos paralizaría Madrid.
Valeriano fue detenido de madrugada en su domicilio. El motivo esgrimido fue el impago de una multa de 20.000 pesetas. Fue puesto en libertad el 31 de marzo. Ocupó la celda nº 45 de la primera galería de la Cárcel Modelo, donde continuó trabajando en las traducciones de Filmófono, cuyo propietario se interesó por su bienestar. Recibía a diario las visitas de su hermano Pedro, que le llevaba un cesto de comida para complementar el deficiente rancho allí servido. Liberado a fines de aquel mismo mes, volvió a ser detenido en abril. Este encarcelamiento fue mucho más duradero, prolongándose hasta marzo de 1935. Valeriano, que padecía tuberculosis desde los años 20, salió de prisión gravemente enfermo. No pudo seguir trabajando en el Secretariado de la AIT. En el verano de 1935 se retiró a la casa de Mercedes Comaposada Guillén, una de las fundadoras de la organización de féminas libertarias Mujeres Libres. Rodeado de familiares y amigos, Orobón tomaba una rigurosa medicación, pasando sus días tomando el Sol en el porche de aquella casa, ubicada en los alrededores de Madrid. Su amigo Urgoiti llegó a viajar a Suiza en busca de remedios para la enfermedad de Valeriano.
Pero todo fue inútil. Valeriano Orobón fallecía el domingo 28 de junio de 1936. Comenzó a agonizar en medio de un terrible ataque de tos, rodeado por su madre, su amada Hildegart y su hermano Pedro. Hacía sólo dos meses que había cumplido los 35 años. Fue enterrado en el cementerio de Aravaca.
Su fallecimiento levantó una ola de condolencias entre el movimento anarquista español. Numerosas necrológicas aparecieron en periódicos obreros como Liberación, Tierra y Libertad o Solidaridad Obrera, así como en el parisino Le Libertaire. Sin embargo, en la "prensa burguesa" apenas hubo referencias al triste suceso. La personalidad de Orbón Fernández iba a perdurar en el tiempo. Su figura se vió engrandecida por la revolución que se desarataría en julio de aquel año, tras ser momentáneamente derrotado el Ejército sublevado. Había comenzado la revolución tan esperada por Valeriano. Sus propuestas aliancistas contra la reacción, apoyadas por la CNT en su Congreso zaragozano, se veían confirmadas por los hechos.
En los inicios de la Guerra Civil, los militantes anarcosindicalistas madrileños crearon el Batallón Orobón Fernández, integrado en la Columna Del Rosal. Esta columna, que contaba con el valeroso militante Cipriano Mera, luchó en el frente de Madrid, así como en Cuenca y Teruel. Hasta 1936 hubo varios intentos de publicar una biografía completa de Orobón, y ya en el verano de 1938, la FAI quiso publicar sus obras completas. El archivo de Valeriano cayó en manos de los sublevados en otoño de 1936, resultando imposible compilar su extensa obra. Después de 1939, encontramos numerosas referencias a su figura en la prensa libertaria del exilio, y en obras como Figuras del Movimiento Libertario Español, de José Peirats o la Contribución a la Historia del Movimiento Obrero Español, de Diego Abad de Santillán. En 1968 existía un grupo anarquista llamado "Orobón Fernández".
A pesar de que la obra de Orobón se perdiese casi por completo, los rastros de su actividad, tanto en la prensa como en el sindicalismo, permanecieron. Durante el exilio su recuerdo perduró...Aunque en la actualidad apenas haya referencias a este libertario, considerado como una rareza dentro del movimiento obrero. Ni una palabra aún sobre su excepcionalidad y sus cualidades intelectuales. Para el historiador Julián Casanova, fue Valeriano el primer anarquista notable que tendió un puente hacia los socialistas. En opinión de John Brademas, intentó una vía revolucionaria distante, a la vez, del radicalismo faísta y del anarcosindicalismo pactista y pro-republicano. Finalmente, para el valenciano Javier Paniagua, Orobón formuló una teoría económica sólida, para su aplicación tras el triunfo del anarquismo.

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« Respuesta #3 : Mayo 10, 2009, 02:17:30 »


BIBLIOGRAFÍA

Diego Abad de Santillán.- Memorias, 1897-1939

John Brademas.- Anarcosindicalismo y Revolución en España

Manuel Buenacasa.- El Movimiento Obrero Español

Max Nettlau.- La Premiere Internationale en Espagne (1868-1888)

Javier Paniagua.- Anarquistas y socialistas

José Luis Gutiérrez Molina.- Valeriano Orobón Fernández: Anarcosindicalismo y revolución en Europa.

José Peirats.- La CNT en la revolución española

José Peirats.- Los anarquistas en la crisis política española

VV. AA. - Valeriano Orobón Fernández anarcosindicalismo y revolución en Europa (Federación Local CGT Valladolid, 2002)
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« Respuesta #4 : Junio 17, 2009, 23:11:25 »


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Ahora, volvía a España como uno de los más renombrados referentes del pensamiento anarcosindicalista europeo.

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Periodista, conferenciante, propagandista, líder de la AIT, activista internacional, traductor, propagandista del anarcosindicalismo...La actividad de Valeriano Orobón Fernández era incansable. Hasta tuvo tiempo de adaptar al castellano la letra de una vieja canción revolucionaria polaca, La Varsoviana. El resultado fue el siguiente:
 
Negras tormentas agitan los aires,
nubes oscuras nos impiden ver,
aunque nos espere el dolor y la muerte,
contra el enemigo nos llama el deber.
El bien más preciado es la libertad.
hay que defenderla con fe y valor.
Alza la bandera revolucionaria,
que el triunfo sin cesar nos lleva en pos.
Alza la bandera revolucionaria,
que el triunfo sin cesar nos lleva en pos.
¡En pie pueblo obrero, a la batalla!
¡Hay que derrocar a la reacción!
¡A las barricadas! ¡A las barricadas
por el triunfo de la Confederación!
¡A las barricadas! ¡A las barricadas
por el triunfo de la Confederación!


Supongo que ni un homenaje, ni una calle con su nombre en Valladolid...
Los anarquistas fueron perseguidos por los distintos gobiernos, durante el franquismo creo que fueron los que sufrieron una mayor represión y han sido los más olvidados.

Muy bueno el post maelstorm.
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« Respuesta #5 : Junio 18, 2009, 02:10:42 »


No, durasnte el franquismo los mas represaliados fueron los comunistas, entre otras cosas porque s epusieron ellos mismos tibios a represaliar en la retaguardia, y cuando la gente volvió a sus pueblos........

Los anarquistas fueron barridos a su vez por los comunistas.
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« Respuesta #6 : Junio 18, 2009, 03:50:26 »


de hecho, los peligros que proclamaba paquito a los cuatro vientos era una conspiración judeo-masónica-comunista icon_eek a los anarquistas se les ninguneó totalmente como oposición al régimen, allí donde unos y otros han llegado el poder han sido barridos de la escena política y opositora.
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« Respuesta #7 : Junio 18, 2009, 04:21:15 »


Matice camarada, que muchos fueron reciclados, y terminaron en la  O.S.E.
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« Respuesta #8 : Junio 18, 2009, 21:37:42 »


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Supongo que ni un homenaje, ni una calle con su nombre en Valladolid...
Los anarquistas fueron perseguidos por los distintos gobiernos, durante el franquismo creo que fueron los que sufrieron una mayor represión y han sido los más olvidados.

Muy bueno el post maelstorm.


Gracias, Castellano Estepario. icon_smile
Te diré, por cierto, que los libertarios de Valladolid llevan años intentando que en La Cistérniga se dedique una calle en memoria de Orobón Fernández:


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Una calle para Valeriano Orobón

Hace tiempo en el Ayuntamiento de La Cistérniga (Valladolid) se comprometieron a dedicar una de las calles al compañero Valeriano. A parte también se aprobó en un Pleno de ese mismo Ayuntamiento el plasmar su nombre en una de las calles, cosa que hasta ahora no han hecho, por eso queremos reclamar que se recuerde de esta manera a una de las pocas personas ilustres que ha tenido La Cistérniga, y una de las más representativas del anarcosindicalismo español. Fue secretario de la A.I.T. en la región española, director de la revista Tiempos Nuevos en Francia, tradujo libros en varios idiomas, y era todo un referente en el anarcosindicalismo ibérico. ¡¡UNA CALLE PARA VALERIANO YA!!
Grupo Memoria Libertaria Valladolid


Me he encontrado, en el Youtube, con una filmación del Congreso madrileño de la AIT (1931), en el que intervino V. Orobón:



Es presentado, en el minuto 2:40 del vídeo, como perteneciente al Secretariado internacional de la AIT y traductor de los delegados extranjeros. Aparece, después, sentando a la izquierda de su amigo Rudolf Rocker y conversando con éste.
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« Respuesta #9 : Junio 30, 2009, 03:05:18 »


Al margen de la represión sufrida por parte del estalinismo durante la guerra, había planteado la represión franquista a los anarquistas. Dejo para los más puestos en la materia, (y para los más objetivos), el debate sobre el tema; pero aporto un pequeño documento que os puede resultar interesante, en el que se explica los motivos principales de la persecución del régimen al anarquismo:

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Igualmente, algunos estudiosos han tratado de contabilizar el número de muertos causados por la represión franquista después de 1939, pertenecientes a todas las corrientes políticas del antifranquismo: las cifras, como era previsible, han resultado ser muy discordantes. Si algunos testimonios, sobre todo los pertenecientes al bando franquista, tienden a minimizar, “reduciendo” a alrededor de 20.000 – 25.000los muertos8, otros estudios, entre ellos el de Michael Richards9 y Gabriel Jackson10, mencionan cifras muy superiores, en torno a los 200.000. Entre las investigaciones más fiables, figura la de Ramón Tamames11, quien sobre la base de datos referidos al número de muertes violentas reseñadas por el Instituto Nacional de Estadística en los períodos precedente y sucesivo al comienzo de las hostilidades, ha calculado en alrededor de 105.000 el número de muertos causados por la represión posterior a 1939.

Entre ellos, los anarquistas, la corriente mayoritaria de los antifranquistas españoles, fueron una parte considerable de esta matanza, tanto que Eliseo Bayo ha calculado que al menos el 80 por 100 de los que atravesaron los Pirineos para combatir al régimen, fueron eliminados12.

Con respecto a los libertarios, en efecto, hay que subrayar que el régimen los consideró siempre como el enemigo público más temido, por toda una serie de motivos.

La primera de estas razones hay que buscarla en la fuerte implantación de las ideas libertarias en la población (en lo que respecta a la CNT, ya en1919 podía contar con alrededor de 500.000 afiliados, número que creció después de julio de 193613)

Por otro lado, es necesario subrayar la total oposición del anarquismo respecto a la concepción ideológica que caracterizaba al régimen, tendente a exaltar la “hispanidad”, esa teoría desarrollada en España en los años 20 retomando estudios de la segunda mitad del siglo XIX, que celebraba una reconstrucción ficticia de un pasado idealizado (con los valores de la pureza racial, el catolicismo colonizador y la grandeza imperial como ejes), que veía en el pueblo español al pueblo elegido por Dios para la misión civilizadora de la humanidad, que se encontraba alterada por “gérmenes disolventes”surgidos desde la época de la Ilustración.

Otra razón de esta aversión inexorable del régimen hacia el anarquismo fue sin duda que representó el movimiento político que más fuertemente resistió al poder franquista, incluso de forma armada, organizando atentados contra el propio Franco (entendiendo que el Generalísimo representaba el único y auténtico aglutinador del régimen, dividido como estaba entre sus varios componentes) y prolongando la guerrilla, sobre todo la de tipo“urbano”, hasta finales de los años 50 y principios de los 60, cuando fueron asesinados los últimos guerrilleros (Francisco “Quico” Sabaté14 y José Luis Facerías15 entre otros).

Por el contrario, el resto de organizaciones políticas, que nunca se propusieron como objetivo concreto eliminar a Franco, tras el fracaso de la operación guerrillera en el Valle de Arán en octubre de 1944, habían renunciado a realizar acciones de guerrilla organizada16. De hecho, para salvar a sus propios militantes, practicaron incluso el “entrismo” en las diferentes organizaciones sindicales verticales franquistas, esperando de esa forma minar el régimen desde dentro. Por otro lado, se vio favorecido por su parte el recurso a la acción diplomática internacional, en perenne espera de una intervención resolutoria de las potencias democráticas y de la ONU, que nunca llegó de la forma esperada.

España se convierte en un enorme cementerio a cielo abierto y los libertarios sufren una desmedida represión, que no logró impedir iniciativas absolutamente significativas en cuanto a la propia organización, no sólo en el exilio sino también en España.

http://www.acracia.org/5-57a64larepresionfranquista.pdf

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Para que el socialismo llegue a su perfecta expresión, es preciso que salvaguarde al mismo tiempo los derechos del individuo y los derechos colectivos. El hombre no es un accidente sino un ser libre, necesario y activo, que, ciertamente, se une con sus semejantes pero no se confunde con ellos.
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