Comentarios para una primera aproximación.
Como primera idea los ejércitos comuneros (que no el ejército comunero, pues eran evidentemente plurales y diversos) eran claramente populares, de procedencia en primer lugar villana (milicias urbanas) y de forma secundaria campesina. El ejercito imperial se nutrió fundamentalmente de las tropas que la nobleza tenía acantonadas en sus señoríos. Si no tienes demasiado tiempo para leer, sacarás la información básica de los aspectos militares de la Guerra de las Comunidades, de dos textos sobradamente conocidos ("La revolución de las Comunidades de Castilla" de Joseph Pérez, el tocho original de editorial siglo XXI que encontrarás en cualquier biblioteca, y "La Revolución de España" de Juan Maldonado, texto nunca suficientemente ponderado, por ser escrito por un coetáneo de las Comunidades y además simpatizante de las mismas.
Precisando un poco más. El núcleo de los ejércitos comuneros eran las milicias de las ciudades castellanas más comprometidas con las Comunidades: Toledo, Madrid, Segovia, Valladolid, Salamanca,... Eran en general tropas bien formadas, bien armadas, bien motivadas y bien dirigidas; sus mandos eran capitanes con buena formación militar (Zapata, Padilla, Bravo, Maldonado,...). Contaban además con los depósitos reales de armas (fundamentalmente artillería) que se ubicaban en algunas ciudades (lejos del alcance de la nobleza). Prueba de su eficacia militar, y de que actuaba como un auténtico ejército, son las primeras victorias comuneras, la resistencia de Toledo, o la profunda inquina que sus líderes generaron ante sus rivales (la alta nobleza) que decidió ejecutarles tras la batalla de Villalar, sin esperar la opinión del Emperador.
El segundo contingente de los ejércitos comuneros fueron las masas campesinas, que en el segundo periodo de la Revolución Comunera abrazaron la causa de las Comunidades, como respuesta a su giro profundamente antiseñorial. Los comuneros llegaron a alzar tres grandes ejércitos campesinos: el comandado por el obispo Acuña en Tierra de Campos que luchaba especialmente contra los feudos del Almirante, el liderado por el Conde de Salvatierra en Las Merindades de Burgos, que devastaba los señoríos del Condestable, y el catalizado por Toledo en su territorio provincial para frenar a los ejércitos de caballeros de las órdenes militares del prior de San Juan. Estos "ejércitos" (por llamarlos de alguna manera), eran masas de campesinos (probablemente no inferiores a los diez mil efectivos cada uno), pésimamente armados y formados, que a pesar de todo hicieron temblar a los imperiales, dándoles donde más les dolía -sus propiedades señoriales, sus castillos,...- probablemente por la extraordinaria pericia de sus generales.
Tras estos dos grandes contingentes, los ejércitos comuneros tuvieron otras aportaciones social y numéricamente menos significativas: el pequeño grupo de nobles que apoyó a las Comunidades hasta el final incorporaron algunas tropas de sus modestos señoríos, ciertas tropas "mercenarias" que permanecían ociosas tras las expediciones militares de los regentes (fundamentalmente Cisneros) al norte de África (Orán), también se unieron a las huestes comuneras, y ¡hasta la Iglesia hizo sus aportaciones!, no solo a través de los incendiarios discursos comuneros de frailes y profesores en los púlpitos y las Universidades de Salamanca y Alcalá, sino como tropas de choque (Cuentan que Acuña se trajo más de 300 clérigos armados de su diócesis zamorana, y que fueron quienes pelearon con más bravura en la defensa de Tordesillas, por mantener la seguridad de los integrantes de la Santa Junta y de la reina Juana; también hubo caballeros de las órdenes militares establecidas en la Mancha, principalmente de Calatrava y Santiago que batallaron en las filas comuneras).
Todo esto en el principal teatro de operaciones de la Guerra: las actuales comunidades de Madrid, Castilla-La Mancha y Castilla-León; sin embargo hubo Comunidades en prácticamente toda la Corona de Castilla: en Andalucía, Extremadura, Galicia, País Vasco o Murcia ha que estudiar la idiosincrasia y motivaiones de las tropas comuneras caso por caso.
Respecto al ejército imperial era relativamente más homogéneo: las tropas de la práctica totalidad de la poderosa nobleza castellana (incluída toda la Alta Nobleza), y la mayor parte de las tropas de las órdenes militares, lo cual dió a los imperiales ventaja clara en lo que respecta a la caballería (que fue lo que decidió la batalla de Villalar por ejemplo). Tropas reales o imperiales propiamente dichas, de obediencia directa al monarca, no existían. Los regentes de Carlos V intentaron movilizar a las milicias de las ciudades que comenzaron a controlar, para fortalecer su ejército, pero fracasaron estrepitosamente. Es aleccionadora la lectura del añejo libro de Gutiérrez Nieto sobre "Las Comunidades como movimiento antiseñorial" que muestra la desesperación del Condestable y el Almirante, ante el "escaqueo" de las ciudades "leales" ante sus requerimientos de tropas. Por ejemplo a Burgos (y las principales localidades de su provincia) se le exigieron casi 2.000 hombres para fortalecer en Abril de 1521 el ejército imperial que marchó hacia Peñaflor; las escusas de las diferentes villas, Burgos incluída, son conmovedoras... y al final los únicos burgaleses que combatieron en Villalar del lado imperial fueron las tropas de la nobleza, no los villanos, y es que como dijo el poeta "amapola comunera, en todo el trigal se ampara".
Saludos comuneros y castellanistas.