Precioso Vael. Los robles habíen perdido ya las hojas al igual que los fresnos. Algún aliso conserva un pequeño rodal y los quejigos tienen un color impresionate. Por fin, distinguí claramente al arce de monpelier y ante la multitud de madroños dimos buena cuenta de los más maduros. En el robledo que hay justo detras de la cascada se nos cruceron tres ciervas y justo, ya a la vuelta, en que llegas arriba del collado y ves ya el camino cuesta abajo vimos cuatro buitres negros y seis o siete leonados que nos observaban y que posaron un buen rato ante nosotros.
Todo muy bucólico.
. En serio, precioso. Había ido dos veces antes y no lo había aprovechado tanto como ésta.
Por cierto, vaya desilusión con las lluvias/nieves
. Y Vael, por dios, hay que fliparse por una causa noble (los litros) y no una meramente estadística (los grados)