Una comparativa que no pretende ser exhaustiva. Además hay que tomarla como una descripción general y como tal, no todo es aplicable a todo el mundo.
Bueno, en rojo,
mentalidad castellana, en azul,
la valenciana.
Suele ser reflexivo y metódicoEs expansivo y bulliciosoEs pragmático, prima el sentido prácticoAprecia la estética, aún inutilEs firme de palabra y no tolera lo contrario a otrosSuele ser bocazas y fanfarrón pero gran compañero para ir de copasSuele ser corto de miras, le falta iniciativa, resignado y a menudo fatalista, pero no gusta de abusar de la confianza ajena.Emprende continuamente y alardea de sus logros.Acostumbra a minusvalorar su identidad colectiva, pero tiene un notable amor propio individual.Defiende orgullosamente todo cuanto entienden que los representa.Suele ser profundo y denota una sabiduría serena y pragmática derivada de la experiencia. Reflexivo, pero poco activo, gusta de dejarse llevar.Es emprendedor, activo, se organiza con facilidad aún de manera irreflexiva y superficial.Es comedido se mide y mide más a los demás por sus actos que por sus palabras.Elogia sin medida y le encanta que lo elogien, las palabras prevalecen a menudo sobre los hechos.La consecuencia es que el valenciano al ser abierto y expansivo es también emprendedor, orgulloso de lo suyo, demanda reconocimiento y no para de crear pero se "emborracha hablando", lo que a ojos de un castellano lo convierte en superficial y fanfarrón. A ojos de un valenciano el castellano resulta en cambio hosco e insociable.
A un valenciano le pierden las palabras, es, a un nivel superficial el mayor amigo de sus amigos, el peor enemigo de sus enemigos, y el más animado compañero de juergas; pero las palabras no siempre concuerdan con sus hechos. Al castellano, más serio, esto le parece desleal pues es más franco y directo, es orgulloso y celoso de sus palabras, y más consecuente con ellas.
Los valencianos son de natural emprendedor pero poco constante. Se saben ofrecer y promocionar pero otorgan menos valor a los hechos que a las palabras. Tienen algo de mentalidad de mercader, tal vez como reflejo de su historia, muy ligada al comercio mediterráneo. El castellano a sus ojos es corto de miras, pues no sabe promocionarse pero es persistente en lo que emprenden.
Valencia es la ciudad de los proyectos inacabados, pero antes que acabar uno por completo ya han emprendido otro y tienden al faraonismo, a embarcarse en proyectos superiores a sus fuerzas que no se pueden culminar y quedan inacabados, pero lejos de derivar eso en una sensación de fracaso, enseguida emprenden otro y al cabo del tiempo dejarán el nuevo inacabado para emprender uno nuevo o retomar uno de los ya olvidados.
Para un valenciano el castellano es corto de miras: solo emprende proyectos que puede llevar a cabo, o los reduce tanto como sea necesario, pero los termina.
A modo de ejemplo, proyectos inacabados o modificados en Valencia:
- Palacio de la Generalitat (s. XV): quedó inacabado en su momento. Un buen día en los años 40 del s. XX alguien pensó en acabarlo ¡cinco siglos después!. En tonces se le añadió una segunda torre.
- Avenida Barón de Cárcer: aún hoy en día permanece laminada por un último edificio que nunca fue expropiado.
- Calle La Paz: un proyecto del s. XIX para borrar del mapa el centro histórico y abrir grandes avenidas que por fortuna para el patriminio cultural se detuvo frente a la Iglesia de Santa Catalina. Ahí sigue.
- Dos plazas destacadas del centro de la ciudad, Reina y Ayuntamiento son el resultado de derribos masivos mal planificados, en consecuencia son irregulares. Uno de loos objetivos de crear la de la reina era el de dejar visible la Catedral a cierta distancia, pero un edificio no fué derribado y tapa la base del campanario...
- La Ciudad de las Ciencias ha cambiado varias veces de proyecto y de nombre. Actualmente "Ciutat de les Arts i les Ciencies" Proyectaba en origen una torre de telecomunicaciones que nunca se construirá; los edificios tienen goteras, no se preveyó que en Valencia son comunes las sitiaciones de gota fría en otoño tras veranos muy cálidos y no fueron debidamente impermeabilizados; tampoco se preveyó la posibilidad de inundación por escorrentías de agua, ubicándose como se ubica en el cauce seco del Turia.
Sin embargo construyen, crean, proponen, son dinámicos aunque bocazas y derrochones. Han montado un puente cuyos pretiles estan compuestos por macizos de flores frescas estacionales que han de cambiarse varias veces al año. Mantener eso cuesta un pastón... ¡pero están contentísimos con el "Puente de las Flores"!
El castellano es más metódico que dinámico y más reflexivo que impulsivo. Más fiable y sólido pero también más pasivo. Los valencianos quieren aparentar a menudo donde los castellanos gustan de pasar más desapercibidos.
Cuando hay que pagar (y es experiencia personal) el castellano, con un gran amor propio individual no consiente que otros paguen. Se discute y pelea por pagar la cuenta, por invitar. El valenciano o paga cuenta conjunta o lo suyo, o hace por escaquearse, suele ser en temas de dinero bastante interesado, pero cuidado, si estás a su rollo y le doras la píldora con las frases adecuadas o simplemente quiere demostrarte su generosidad, opulencia o amistad puede ser difícil igualarle en ello pues hasta en esto son inconstantes y un ávaro aprovechado puede volverse otro día si le da por ahí en el mayor desprendido. Eso sí mientras el castellano toma su generosidad a beneficio de inventario como algo sin importancia el valenciano toma buena nota y alardeará de generoso a la menor oportunidad. Para un castellano esto es una muestra de fanfarronería y mal gusto pues resulta feo alardear de tales cosas; un valenciano en cambio puede confundir la modesta generosidad castellana con imbecilidad o mediocridad personal.
Pero no os engañeis porque hay valencianos desprendidos y castellanos mezquinos, valencianos cortos de miras y castellanos emprendedores. Y en cualquier caso siglos de relación entre culturas representan una influencia recíproca. Buena y mala gente hay en todas partes. Pero eso sí, en términos generales las diferencias sociológicas existen y la forma de ser es diferente, ni mejor ni peor pues ambas conllevan ventajas e inconvenientes.