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Autor Tema: Francisco Pino: una vida al servicio de la Poesía  (Leído 4462 veces)
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« : Marzo 16, 2010, 18:19:49 »




El 18 de enero de 1910 nacía Francisco Pino en Valladolid, ciudad a la que permanecería ligado para siempre.
Reinaba por aquel entonces Alfonso XIII, en un país en crisis, agobiado por múltiples tensiones, entre las que destacaban el movimiento obrero y los autonomismos vasco y catalán. Lejos de estas cuestiones, la de Francisco Pino era una acomodada familia de la burguesía vallisoletana. Su padre regentaba un floreciente comercio de exportación de tejidos y él mismo, como hijo mayor, estaba destinado a convertirse en su sucesor al frente del negocio. Nada anunciaba en aquel momento que su vida iba a estar marcada por la Poesía, si exceptuamos el carácter peculiar de su madre, descrita por quienes la conocieron como una mujer especial, sensible y muy aficionada a la lectura.
La educación del poeta fue más abierta de lo usual en una familia de estas características. Estudió primero en Colegio Lourdes (regentado por la orden francesa de La Salle), y a los 14 años viajó a Angulema, iniciando así sus estancias periódicas en aquella ciudad francesa con el objeto de aprender el idioma de Moliére, estancias que combinaría con sus estudios en el vallisoletano Instituto Zorrilla, donde terminó el Bachillerato.
Un aspecto que pudo marcar en cierta medida su infancia fue la debilidad física: sin estar aquejado de ninguna enfermedad grave, padecía sin embargo pequeñas fiebres que le mantenían intermitentemente en la cama. Su mundo era entonces el del gineceo, el lugar habitado por las mujeres: su madre, sus hermanas, sus primas, las criadas...Entre estas figuras cabe destacar a María Anievas, joven sobrina de una sirvienta de la casa. El pequeño Francisco Pino admiraba en ella su imaginación en los juegos, su habilidad e inteligencia creativa. Ella le ponía en contacto con el mundo de la fantasía, le contaba cuentos, realizaba dibujos y recortables... Llama la atención que sean tres mujeres (llamadas María las tres) las que más van a influir en la posterior vida de Francisco Pino: María Anievas, Doña María (su madre) y María Jiménez Aguirre (a la que conoció cuando era todavía un adolescente y que llegaría a ser su esposa).
Cuando se instaura la Dictadura de Primo de Rivera, en 1923, tiene Francisco Pino 13 años de edad. Es en este período cuando en los ambientes intelectuales se extienden las ideas republicanas. Comienza Pino sus estudios de Derecho en Valladolid en una época de represión y rebeldías, pues tanto estudiantes como obreros reaccionan contra los abusos dictatoriales. Es entonces cuando nuestro biografiado funda Meseta, revista de poesía que dirigirá junto a su amigo José María Luelmo. Esta publicación estaba inspirada por la figura del erudito José María de Cossío, que fue un personaje importantísimo de la vida cultural vallisoletana. Él inició a Pino en la lectura de los poetas del momento, que se agruparían en la llamada Generación del 27. A Meseta, revista fundada en 1928, le siguieron DDOOSS (1931) y A la nueva ventura (1934). En esta última colaboraron, entre otros, poetas como Rafael Alberti, Jorge Guillén o Federico García Lorca. Es en estos años cuando el joven poeta se afilia a la republicana FUE (Federación Universitaria Española), de la que llega a ser tesorero. Poco después, marcha a Londres, realizando sus estudios en el University College Hall.
Sus prolongadas estancias en Francia y Gran Bretaña tuvieron, entre otras, dos consecuencias para la obra de Francisco Pino. Por una parte le separaron de la vida cultural española, pues estuvo asuente en los primeros años de la II República; y por otra parte le pusieron en contacto con las tradiciónes literarias francesas y británicas, abriendo su obra hacia nuevos horizontes.
La Guerra Civil sorprende a Francisco Pino en Madrid, recién llegado de Londres y preparando oposiciones. Un buen día, acude a oír misa a la iglesia de la Concepción, en pleno barrio de Salamanca. Al salir del oficio religioso es detenido, junto con los demás asistentes, por un grupo de milicianos. Los llevaron a las cocheras de la Dirección General de Seguridad, salvándose de ser asesinados en el acto por la intervención de un teniente de asalto, que logró impedirlo con secas órdenes.
Preso en las cárceles Modelo y Ventas, Francisco Pino tiembla cada noche cuando escucha las terroríficas "sacas" que acaban con la vida de algunos compañeros de presidio, experiencia trágica que reflejaría en los libros El Alzamiento, Asalto a la cárcel Modelo y Saludo y Arco de Triunfo, todos ellos fechados en 1939. Aunque puesto en libertad gracias a la influencia de su padre, vuelve a ser encarcelado en 1937. Estuvo encerrado en la Basílica de Atocha, la cárcel de Porlier y el Ministerio de Marina.
En 1939 comienza el régimen franquista. No tarda el poeta en sufrir la decepción, el desengaño y el desánimo:

"Entonces supe que me había equivocado. Vi que el señorito era más bárbaro por ser más culto, que ese pueblo hambriento y sin cultura que cogió las armas. Pude observar cómo los que yo llamaba míos fusilaban en las cunetas, y mi repugnancia fue total y absoluta."


El azar había puesto a Pino en una situación privilegiada para adquirir relevancia en el campo cultural, pues la mayoría de los intelectuales habían apoyado a la República, habiéndose exiliado o permaneciando retirados en un forzoso ostracismo. Sin embargo, Francisco Pino estará ausente de la vida cultural franquista, al igual que lo había estado de la republicana. Le ofrecen ser censor, pero logra zafarse de tan lamentable cometido gracias a su amigo Fernando Morón. Éste le nombró secretario general de Organizaciones Juveniles, pero Pino abandona el cargo a los pocos meses. Tras una estancia en Madrid, decidió casarse con María Jiménez Aguirre y volver a Valladolid para hacerse cargo del negocio familiar.
Eran los años de la posguerra, cuando Miguel Hernández estaba encarcelado en Palencia, cuando García Nieto acaudillaba la conservadora tendencia garcilasista, cuando los postistas escribían poesía de vanguardia. Pero Francisco Pino optó por la tranquilidad del Pinar de Antequera, colonia residencial situada en las cercanías de Valladolid. Allí, en su finca (Villa María), irá dando salida a su producción poética, en limitadas ediciones de autor de tirada exigua.
A mediados de los años 60 se produce un cambio notorio en el marco político de España, que va a tener enorme incidencia en el plano cultural. El cambio se debe a la apertura inevitable de la dictadura franquista. Se produce una serie de influyentes circunstancias internacionales: el Concilio Vaticano II, Mayo del 68 y la Primavera de Praga, el movimiento pacifista... Francisco Pino no tarda en conectar con el impulso de imaginación y libertad de estos años. Se siente ahogado por el ambiente convencional que le rodea e intuye un mundo de esperanza que está despertando en esos momentos... Durante aquellos años frecuentará la Librería Relieve, situada a unos pasos de la Catedral. Regentada por Pepe y Domingo Rodríguez Martín, en ella se daban cita un grupo de intelectuales que representaban al antifranquismo cultural de Valladolid; como Justo Alejo, Santiago Amón, Pablo Rodríguez Martín, Emilio Alarcos y Domingo Criado, entre otros. Nuestro biografiado es conducido a las dependencias policiales por afirmar en un poema que "la Virgen amó a San José con inocencia paradisíaca". Años más tarde, y refiriéndose a aquella época, Pino declararía:

" [...] no entiendo, aplicados a mí, los conceptos de izquierda y derecha. En el sentido real de la palabra nunca he sido un hombre de derechas, pero me han acompañado siempre sus connotaciones más peculiares: catolicismo, bienestar, familia y negocios. Tampoco he sido un hombre de izquierdas y, sin embargo, me han acompañado también sus rasgos más notables: el republicanismo, el talante liberal y libertario y la solidaridad".

Será la Librería Relieve quien publique, en 1969, su obra Textos Económicos. Este libro tiene carácter experimental y vanguardista: cercano a las inquietudes de los jóvenes del 68, refleja un pensamiento subversivo y progresista. Hay en él poemas dedicados al Che Guevara o a la Praga insurgente, en los que Pino hace suyo aquello de "la imaginación al Poder". En esta misma línea, un año después, aparece Solar, otra obra arriesgada y llena de experimentación. Sucesivamente, Pino publica títulos como Poema (1972), Octaedro Mortal (1973), Hombre Canción (1973), Terrón cántico (1974) y Ventana Oda (1976). También realizará carpetas de poesía visual en las que reúne textos de distintos autores, como José Miguel Ullán o Joan Brossa, entre otros. Y ya en 1978, se editará la primera obra de difusión nacional de Pino, titulada Antisalmos: es una mezcla vanguardista de reflexiones sálmicas, noticias de periódicos, palabras pronunciadas por voces distintas...
Se inicia ahora la década de los 80, apareciendo Siete Silvas, obra de estructura fragmentaria y con un discurso ocuro, próximo al subconsciente y al margen de la lógica. Francisco Pino no llegaría a alcanzar una cima poética semejante a ésta hasta 1999, cuando publica Pasaje de la Muerte niña. Y es que un libro como Siete Silvas no podía tener continuidad, pues un abismo no es nunca el inicio de un camino... En los años sucesivos salen a la luz Cuaderno Salvaje (1983), Así que hay más (1986) y Hay más (1989). Versos que reflejan atmósferas cálidas y enigmáticas al mismo tiempo, escenarios cargados de intimidad. Hay más es el más emocionante: se da un paralelismo entre esta obra y Espesa rama, pues ambas (tan separadas en el tiempo) son de tema amoroso...Y dedicados a la misma mujer, María Jiménez Aguirre, fallecida en 1987. Su muerte hunde momentáneamente a Pino en la depresión, pero éste la convertirá en presencia poética. El amor es ahora más intenso, más plena su unión. No hay lugar en Hay más para el recuerdo de un pasado mejor, pues la ausencia del ser amado es más tangible, más reveladora que su presencia: ella habla ahora, con su voz, a través de todo.
Recibe el Premio Castilla y León de las Letras, en reconocimiento a su personalísima labor poética. En la década de los 90 aparecen Y por qué (1992) y Pasaje de la Muerte Niña (1999), así como una antología de su obra en tres volúmenes. Ya en la década del 2000, es nombrado Hijo Predilecto de Valladolid y salen a la luz sus últimos libros: Tejas: lugar de Dios (2000), Claro decir (2002) y El Pájaro enjaulado (2002).
El 22 de octubre de 2002, la Muerte visitó al poeta en su vivienda del Pinar de Antequera. Finalizaba así una fecunda (aunque tardíamente reconocida) trayectoria lírica, plasmada en más de 50 libros de poesía, dos volúmenes de traducciones y un libro de textos en prosa. Versos que van de la experimentación y lo trangresivo a lo existencial, del deseo a la soledad, de la mujer amada al paisaje de Castilla, tan cargado de simbolismo para Pino.

« Última modificación: Noviembre 30, 2017, 16:49:04 por Maelstrom » En línea
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