Estamos de acuerdo en muchas más cosas de las que puedan parecer a primera vista: en que racionalizar el gasto público puede resultar positivo (siempre y cuando esa revisión del gasto no suponga recortes en gastos sociales, tal y como está ocurriendo hoy en día con la excusa de la crisis), también estamos de acuerdo en que durante años el consumismo ha sido tremendo, impulsado la mayor parte de las veces por las facilidades a la hora de concederse créditos, y también estamos de acuerdo en que en el establecimiento de la deuda privada influyen todos esos factores que se comentan, y que hay que incluir entre ellos el endeudamiento familiar.
Ahora bien, en lo que no estamos de acuerdo es en colocar al mismo nivel a las familias y a las grandes constructoras y entidades financieras a la hora de determinar responsabilidades en el estallido de la burbuja. Colocarlos al mismo nivel es un error, al menos en el caso del estado español, y no trato con ello de echar balones fuera, sino todo lo contrario.
Si estimamos la proporción entre la deuda de la banca contraida con las familias y con las constructoras, la deuda contraida por la banca ha sido mayoritariamente contraida con entidades promotoras, constructoras e inmobiliarias, y no tanto con las familias. Y ha sido el fin de ciclo del crecimiento basado en la construcción el que ha hecho quebrar a algunos bancos: si no se venden pisos, los constructores no pagan, y los bancos quiebran.
Teniendo esta primera parte en cuenta, que es esencial, habría que tener en cuenta otra serie de cosas, como que el incremento de la morosidad, es decir, de los impagos de deuda por parte de las familias, ha aumentado ante todo por la subida de los tipos de interés, y por la avalancha de nuevas situaciones en que se ven obligadas a funcionar las familias (entre ellas el paro, el recorte de derechos y nivel de vida, etc.)
Y sobre esa subida de tipos de interés (que tantos beneficios han producido a los bancos) habría que tener en cuenta que es un fenómeno que se ha producido gracias a decisiones políticas, es decir, aunque se nos trate de vender la moto de que los tipos de interés fluctúan libremente, como las mariposas en el campo, no es cierto, y dichos tipos de interés se mueven en base a decisiones políticas. Es decir, que tanto en el comienzo de la burbuja (que coincide con la bajada histórica de tipos) como en el fin (que coincide con la subida), encotramos decisiones políticas.
Las políticas de crédito y los tipos de interés, así como las prácticas especulativas con créditos poco fiables (como el caso de las sub-pryme en los EEUU) son realidades que se podrían haber controlado políticamente. Y si se ha dejado funcionar el sistema tal y como se ha hecho es porque estaba generando enormes beneficios, que han ido a parar a manos de muy pocos (privatizar beneficios)
Por eso no creo que se pueda colocar al mismo nivel a unos y a otros. Y sobre todo lo que no es justo hacer es tomar medidas únicamente con la mayor parte de la población, y no con los que más peso han tenido a la hora de habernos conducido a la actual situación, socializando las pérdidas.