I- Los montes Torozos: fisonomía y límitesEntre la Tierra de Campos y la campiña de Valladolid, a una altitud media de 820 metros sobre el nivel del mar, se extiende la comarca de los montes Torozos, meseta de naturaleza calcárea y fuertemente erosionada. Los Torozos arrancan en el Suroeste de Palencia y cruzan el Noroeste de Valladolid hasta llegar casi a Zamora.
El geógrafo Pedro Plans Sanz de Bremond describió así la fisonomía de esta comarca:
"Los Montes de Torozos se intercalan entre la Tierra de Campos y la Campiña de Valladolid. Son mesas alineadas de NE a SO, que constituyen un relieve residual. Separan los valles del Sequillo y del Pisuerga. Su límite meridional alcanza el Duero en Tordesillas y se ensanchan paulatinamente. Tienen una altitud que oscila entre los 800-850 metros. La hidrografía es muy pobre. En el interior se forman, temporalmente, pequeños encharcamientos o lavajos de los que parten arroyos. El escaso declive en sentido Noreste-Sureste orienta la red de cursos temporales. Los arroyos han situado sus cabeceras, por erosión remotante, en el centro de la plataforma. En el sector noroccidental de los Torozos (Villalba de los Alcores) se forma el Sequillo. El páramo avanza en forma de espolones entre los valles correspondientes a los cauces secos de arroyos; a ambos lados de cada espolón destaca la cuesta en la que terminan".Parece ser (o al menos se admite generalmente) que los Torozos son accidentes, aislados por demolición de los depósitos que les circundaban. Según el erudito Justo González Garrido, esta comarca es una
"meseta formada por aislamientos de las masad de terreno que en otro tiempo la rodeaban. Cerros testigos de las alturas lejanas que al final del período terciario alcanzara el territorio en virtud de la multisecular sedimentación que la evolución de los grandes cursos fluviales posteriores, que aún las cercan, han ido operando alrededor, dejándolos aislados en la campiña, sobre la que yerguen su horizontalidad." Siguiendo al mismo autor, la comarca que nos ocupa
"comienza al SE de Palencia y termina en los alrededores de Tiedra. La parte NO se estrecha marcadamente y luego va ensanchando hacia su mitad. Va experimentando un descenso en su altitud por Trigueros, Corcos, Cigales y Mucientes hasta Fuensaldaña y la gran depresión de la Maruquesa, asomada ya a la ciudad".En opinión de González Garrido, autor de un estudio muy riguroso y hondo sobre Torozos, esta tierra constituye el lomo de la provincia de Valladolid, a la cual cruza enteramente, para hacer una incursión en Palencia. Se embarca en un mundo de metáforas y la compara con el lomo o la espina dorsal de la provincia. Se refiere luego, al tratar de la silueta de estos montes, a una isla alzada sobre las aguas del mar. Y al referirse al estrechamiento que hacia el Norte experimentan los Torozos en el páramo de Autilla del Pino (y que alcanza una altitud de 860 metros) lo compara con la proa de un navío. Amplios senos y escotaduras remedan para él bahías y ensenadas, mientras que los valles adquieren apariencia (y hasta empaque) de estuarios y fiordos:
"Las escotaduras que frecuentemente interrumpen la línea del contorno, forman a veces circos más o menos amplios, modelados por una concentración de barrancos pluviales en el espesor de la masa".La figura de los Torozos no es demasiado irregular. Tiene unos 248 kilómetros de perímetro, la mitad Sur se ensancha hasta los 35 kilómetros por 75 de eje longitudinal. La superficie comarcal se sitúa en torno a los 2000 kilómetros cuadrados. En estos parajes, sometidos al rigor de un clima extremado y seco (37º y -14º), se asientan 5 localidades palentinas (Autilla del Pino, Paradilla del Alcor, Paredes del Monte, Santa Cecilia del Alcor, Valoria del Alcor) y 39 vallisoletanas (Adalia, Almaraz de la Mota, Barruelo, Benafarces, Berceruelo, Casasola de Arión, Castrodeza, Castromembibre, Castromonte, Ciguñuela, Gallegos de Hornija, Marzales, Matilla de los Caños, Montealegre, Mota del Marqués, La Mudarra, Mucientes, Peñaflor de Hornija, Pobladura de Sotierra, Robladillo, San Cebrián de Mazote, San Pelayo, San Salvador, Tiedra, Torrecilla de la Torre, Torrelobatón, Urueña, Valdenebro de los Valle, Vega de Valdetronco, Velilla, Velliza, Villalba de los Alcores, Villán de Tordesillas, Villalbarba, Villanubla, Villasexmir, Villavellid, Wamba). Señalemos, además, que una serie de municipios tienen parte de su término municipal ubicado en los Torozos, aun teniendo fuera de ellos su núcleo edificado: Ampudia, Dueñas, Pedraza, Revilla, Torremormojón, Palencia y Villamartín de Don Sancho en la provincia de Palencia; Aguilarejo, Arroyo de la Encomienda, Corcos, Cigales, Cubillas, Fuensaldaña, Geria, Medina de Rioseco, La Overuela, Palacios de Campos, Pedrosa del Rey, Quintanilla de Trigueros, Simancas, Torrecilla de la Abadesa, Tordehumos, San Pedro de Latarce, Trigueros del Valle, Valverde, Valoria la Buena, Valladolid, Villalar de los Comuneros, Villabrágima, Villagarcía de Campos, Villaester, Villardefrades, Villavieja del Cerro, Villanueva de los Caballeros y Zaratán en la provincia de Valladolid. A todo estos municipios (siguiendo a Justo González Garrido) les consideraremos incluidos con mayor o menor fuerza en la comarca.
II- El nombre de los TorozosLas explicaciones respecto al origen, fundamento o definición del término "Torozos" no son muy numerosas. Si bien, en determinados casos, bastante peregrinas. No están claros su origen y significación, ni en la geografía ni en la historia. No iluminan demasiado las crónicas cristianas, ni las árabes, que son las que aportan (éstas últimas en menor medida) las noticias más antiguas sobre la comarca. La memoria popular tampoco detalla nada.
Justo González Garrido se refiere a algunas interpretaciones:
-Para el riosecano Ventura García Escobar, la altiplanicie forma parte de una cordillera de montes que, arrancando del Pirinero, va a terminar en Portugal, cortándose en algunos puntos y ofreciéndose dividida en trozos. Y esta circunstancia es la que ha dado origen, por degeneración, al vocablo Torozos.
-Narciso Alonso Cortés pensaba que, con Torozos, podría querer aludirse al adjetivo "torcido". En definitiva, a los retorcimientos o formas tortuosas con los que se desarrollaban (por lo general) los robles y las encinas que poblaban estos montes.
-Teniendo en cuenta que estos montes se internan (por el Suroeste) hasta las proximidades de Toro, no faltan quienes creen que, por una ocurrencia popular, se puedan haber tomado las dos primeras sílabas de esta ciudad zamorana. No resulta tampoco muy fundamentado, ni satisfactorio.
Francisco Anton se refirió alguna vez a los topónimos (que parecen moriscos) de "Taraza" o "Tarasa", pero sin aclarar o plantear los motivos o la lógica de esa denominación, utilizada para la comarca que nos ocupa en algunos documentos del siglo X. Autores antiguos (como confirma Amando Represa en su modélico estudio sobre las comarcas de la provincia vallisoletana) le dan el nombre de Monte Cauro o Cauriense. Y textos del siglo XII diferencian, en la misma comarca, los montes de Torozos de los del Alcor.
Son numerosos quienes consideran a los Torozos formando parte de la que llaman enfáticamente "cordillera de los Alcores". Y quienes, al hablar de ellos, les definen como una cadena de Alcores. Es posible que ambas denominaciones se refirieran a extensiones distintas. Y que, con la inclusión de Torozos dentro de la cordillera de los Alcores, terminara por destruirse en binomio. Sin duda, en la lucha gramatical, la denominación Torozos terminó por emerger definitivamente. Diluyendo o soterrando (con su personalidad y su fuerza) no sólo el nombre de Alcores, sino otros nombres que coexistían.
Manuel Vallejo del Busto (investigador especialista en el Valle del Cerrato y docto en toponimias y etimologías) aventura lo siguiente: Torozos es una evolución lingüística que, procediendo del término latino "Altarium", deriva hacia los castellanos Autero-Otero-Otor, con significado (en este caso) de colina, cotarro, etc. El prefijo Tor sería una aféresis (o supresión de la "o" inicial) de la voz medieval Otor, que aparece como prefijo en algunos topónimos medievales castellanos, tales como Otor-De-Fumos (Tordehumos). Oz, sufijo muy antiguo donde aparece la consonante radical "z" (que es un genitivo especial ¿Euskera-Ibérico?) con el significado castellano de "De". Con dicho sufijo se formaron en la alta Edad Media bastantes apellidos, como Fernández (de Fernando o hijo de Fernando). Y finalmente "os", sufijo castellano de pluralidad. Como consecuencia de lo cual el significado del topónimo de los montes Torozos sería: los montes de las Colinas o de los Alcores. Alcor (del árabe Al-gor) significa colina, significado también del término Otor. Con lo que se habría conseguido unir en una sola denominación las dos denominaciones indistintamente empleadas. Lo que se prestaba, si no a la confusión, sí a la falta de precisión.
III- Aspectos que definen a esta comarcaEl ilustrado valenciano Antonio Ponz, en su Viaje por España (2ª edición, 1788), describe a los montes de Torozos como una cordillera de lomas no muy elevadas y de valles poco profundos que casi divide a Castilla la Vieja en dos partes y que,
"según dicen", se extiende desde los Pirineos hasta dentro de Portugal, con cierta elevación en algunos parajes. Advierte que dicha cordillera no se encuentra, en ese momento de su viaje,
"tan poblada ni tan continuada de árboles como se supone haber sido antiguamente, aunque hay trechos que cuentan leguas de espesura, y las plantas son regularmente carrascos, encinas, robles y, en las praderas, fresnos con otros árboles y arbustos".Ventura García Escobar (que hace un canto idílico de la franja montuosa entre Rioseco y Valladolid, a la que denomina "Torozos" o "de Medina") afirma también que la altiplanicie forma parte de una cordillero que, arrancando del Pirinero, va a terminar en Portugal.
Ortega Rubio, refiriéndose a lo que llama "montañas de la provincia de Valladolid", aventura que pertenecen al Sistema Ibérico y, en parte, están enlazadas al Carpetovetónico. La única cordillera que para él merece tal nombre es la de los Alcores, que desde el partido de Mota del Marqués entra en el de Medina de Rioseco, donde se encuentra el famoso "Monte de Torozos".
Valentín Picatoste escribe que el terreno comarcal es llano en general, interrumpido por pequeñas lomas, en cuyas vertientes se forman muchos riachuelos. Y para él apenas merece el nombre de montaña la cordillera de los Alcores que cruza los partidos de Mota del Marqués y Medina de Rioseco, y donde se encuentra el Monte de Torozos, famoso en toda Castilla.
Pascual Madoz reseña en su Diccionario la cordillera de los Alcores, que ocupa la parte Noreste del partido de Mota del Marqués y penetra en el de Medina de Rioseco por el Suroeste, formando el famoso y antes temible Monte Torozos.
José María Quadrado, por su parte, escribe que
"divide el distrito de Tordesillas del de Rioseco, corriendo de Levante a Poniente, una cordillera menos alta que escabrosa, repartida en ramales numerosos y surcada por hondos valles, cuyo núcleo forma el áspero Monte de Torozos, tan temido antes por los viajeros de Asturias y de Galicia".Finalicemos con la opinión del ilustre geólogo Daniel de Cortázar y Larrubia, para quien no existe ninguna cordillera en la provincia de Valladolid, si bien hay en ella un sistema orográfico que convendría definir:
"Hállanse constituidas las divisorias de las corrientes de agua que cruzan el país por dilatadas mesas, las más veces completamente horizontales y en ocasiones ligeramente quebradas por tesos y morones de poca altura. Estas mesas a las que dan en el país el nombre de páramos, se elevan por término medio unos 120 metros sobre el fondo de los valles más o menos anchurosos que las surcan". Llama la atención sobre el hecho de que
"hacia el centro de la provincia las mesas o páramos presentan la particularidad de hallarse todas a una misma altitud, como si el terreno hubiera sido primeramente nivelado y después, en este gran macizo, se hubieran excavado las vaguadas de los ríos hasta una misma profundidad". Según su opinión,
"entre los páramos debe citarse el conocido con el nombre de Monte de Torozos, que separa la cuenca del Pisuerga y la del Sequillo y en donde tienen su origen el río Hornija y su afluente el Bajoz, cuyas arroyadas bien pronto se profundizan hasta alcanzar el nivel general de las corrientes de la comarca".IV- De algunos castillos y monasteriosMonasterios y castillos en los Torozos. Los primeros, recorriendo en una plegaria, en un coro ensimismado, los claustros de sus ruinas. O reunidos en un capítulo de ausencias. Porque es una nada de vestigios presentidos, en muchos casos, lo que de ellos queda. Perdidos ya casi hasta los últimos cuerpos incorruptos (¿no habrán ido muriendo en olor de santidad?) que reposaban entre sus piedras. ¿Dónde esperan la Resurrección, para acudir prestos cuando llegue el Día del Juicio Final, los restos de los Tello de Meneses, que descansaban en los labrados sepucros del monasterio de Matallana?
¿Qué se hizo de aquellos cenobios? El monasterio de San Román de Hornija, fundado por Chindasvinto; el de los Jerónimos de Valdebusto; el Franciscano de Valdescopezo, que bebía de la fuente de la Samaritana; el de Santa María, en Wamba...Yo creo que quizá sus espíritus han sido acogidos por el monasterio de Santa María de la Espina, fundado por Doña Sancha, hermana de Alfonso VII. Aunque esté destinado a los cometidos y a las misiones de un gran cenobio, en Santa María de la Espina se pasan las cuentas de azabache del tiempo, con devoción, cual si fueran las cuentas de un rosario interminable.
Y junto a los monasterios, los castillos. Los recintos monacales, erguidos o saqueados por los siglos, conservan una prestancia, un empaque de fortaleza... Los castillos en pie, y más aún, los que se yerguen carcomidos (abiertas las fauces de sus adarves, mostrando la rota dentadura de sus almenas o de sus boceles desgastados, bucando respiración a través del vacío de sus buhederas y troneras) nos salen al paso con un sosiego de convento, con unas pisadas de clausura, con un susurro de salmos impregnados de incienso y entonados por el alma con cipreses de un claustro.
Pudieron edificarse con intención defensiva, para fijar fronteras inatacables. Para refugio y seguridad de grandes señores. Pero su gesto se ha humanizado, perdiendo su ademán guerrero. Sus poderosas arquitecturas parecen renunciar a cualquier gesto de amenaza, a cualquier alarde bélico. Continúan, en muchos casos, oteando las lejanías, pero no para prevenir ataques invasores, sino para descubrir una paz de luces y de distancias, una meditación de caminos con cilicios, en cuya compañía poder hacer examen de conciencia. Yo diría que se han olvidado de todo, que han renunciado al Mundo y a sus vanidades y que sa han vestido su tosco, aunque bello, sayal de piedra.
Fuensaldaña, de los Pérez de Vivero, con los 34 metros de su torre del homenaje. Tiedra, que al parecer se comunicaba con las fortalezas del Villalonso y Mota del Marqués. Tordehumos, sin vigor ya para avisar o aletar a nadie con sus humaredas. Montealegre, que dijérase tallado a navaja sobre un monte y del que se asegura que nunca fue tomado por las armas. Villalba de los Alcores, fortaleza donde Manuel Azaña pasara algunos veranos. El solitario (y recientemente restaurado) torreón de Mota del Marqués...