Curas obreros y antifranquismo cristiano en Valladolid

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Fuentes:

Julio Martínez Ed. - La transición en Valladolid (1974-1982); Ediciones Fuente de la Fama
Hemeroteca de El Norte de Castilla




En el Valladolid de la última etapa del franquismo, la lucha contra la dictadura se desarrollará (principalmente) en tres frentes: la Universidad, la FASA-Renault y el sector de la construcción. Tres frentes contra una dictadura que bien pudieran servir para afirmar que Valladolid se acostó plácidamente franquista y se despertó radicalmente demócrata en la década de los 70 . Porque de la Historia de Valladolid durante el franquismo apenas se ha dicho más de lo que un tradicional simplismo (justificado en buena medida por la escasez de investigaciones históricas) parece corroborar: que en 1939 esta ciudad (y la práctica totalidad de la región) no dudó en lanzarse a los brazos del dictador, y que solamente tras culminar el desarrollo industrial y haberse forjado una generación nueva, inquieta y ajena al recuerdo de la "Cruzada", ingresaría con toda legitimidad en los focos de contestación al régimen franquista. Esta interpretación pudiera ser en parte cierta, pero comete el error de generalizar en exceso y no estar apoyada en investigaciones exhaustivas. Además, considera la conflictividad obrera y estudiantil de los 70 como una explosión surgida de la nada, explicable únicamente por el desarrollo económico y por la aparición de esa nueva (e inquieta) generación, explosión que, por otro lado, con contaría con antepasados históricos ni caldo de cultivo anterior.
Evidentemente, dicha interpretación apenas repara en la existencia (difícil, minoritaria, pero siempre presente) de un núcleo de activistas comunistas relativamente organizado y empeñado en culminar eficazmente su tarea proselitista (en 1958, informes de Valladolid hablan de 7 células y 22 camaradas del PCE); ni tampoco en la actividad desempeñada por los sectores de la Iglesia más sensibles a las demandas sociales y a las libertades democráticas. Son dos realidades que empañan esa imagen abrumadoramente franquista (sintetizada en el despectivo término de "Fachadolid") y que no pueden pasar desapercibidas a todo aquel que pretenda investigar la historia del antifranquismo pucelano. En este artículo veremos la importante labor ejercida por la fracción más progresista y comprometida de la Iglesia, demostrando su destacable papel en los inicios y posterior desarrollo de la oposición vallisoletana al franquismo.


La "otra Iglesia" y el camino hacia la democracia


A mediados de los 40, la jerarquía eclesiástica puso en marcha la denominada Acción Católica, una forma de apostolado ejercida por laicos para hacer llegar al pueblo los mensajes evangélicos. Con el tiempo, las organizaciones encuadradas en la Acción Católica dejarían de ser meros agentes de recristianización para convertirse, entre muchas otras cosas, en reputados núcleos de luchadores antifranquistas. Así ocurrió, como es bien sabido, con movimientos apostólicos como HOAC, JOC, Vanguardias Obreras, JIC, MAS, MEC, Graduados-JEC y JARC. La explicación de este proceso no sólo proviene de una práctica encarnacionista que redoblaba la sensibilidad social del militante o del empleo de una pedagogía activa resumida en el "ver, juzgar y actuar", sino también de la posición privilegiada de estos movimientos cristianos a la hora de organizar eventos más o menos multitudinarios, editar órganos de expresión propios y libres de la censura estatal, proporcionar instrumentos formativos de carácter plural, y disfrutar de un funcionamiento interno plenamente democrático. La Encarnación y la pedagogía activa provocaron la aparición de cristianos opuestos al nacionalcatolicismo imperante y dispuestos a luchar, desde presupuestos evangélicos, por una sociedad nueva donde estuviesen garantizadas las libertades fundamentales. El hecho de que estas organizaciones fuesen reductos de libertad en la España franquista, motivó que a ellas llegaran activistas y jóvenes inquietos, más preocupados en luchar organizadamente por la democracia salvando los rigores de la clandestinidad que en llevar a cabo una tarea evangelizadora eficaz. Sea como fuere, dichas organizaciones cristianas fueron fundamentales para la clase obrera vallisoletana y a todos los colectivos empeñados en lograr una España democrática.
A todo esto hay que sumar, además, la aparición de nuevas generaciones de clérigos, muy sensibles a las demandas sociales e igualmente opuestos al nacionalcatolicismo. Eran "curas obreros", así como otros sacerdotes de la ciudad que, para indignación de los franquistas, ayudaron a los opositores al régimen cediendo locales y realizando otros actos de solidaridad.
Esta pretransición social, tan ligada a los cristianos de base, se inicia prioritariamente en el mundo obrero. Tal y como planteaban los comunistas desde la primera mitad de los 40, en 1958-1962, HOAC, JOC y Vanguardias Obreras de Valladolid asumían la estrategia de entrar en las instituciones sindiacles del régimen y aprovechaban sus tímidos instrumentos de representación para imprimir eficacia a la lucha por la promoción obrera. La estrategia consistía en participar abiertamente en las elecciones sindicales y hacerse con el cargo de enlaces, Vocales Jurados y/o Presidentes de las Secciones Sociales para, desde ellos, emprender labores de concienciación y organizar campañas de desautorización del Sindicato Vertical. Culminada con éxito a principios de los 60, la estrategia entrista permitió que militantes como Ricardo San José en Seguros, Vicente Laguna en Hijos de Casa Diego, Antonio Ruipérez en Garteiz y Hermanos primero y en FASA-Renault más tarde, Julián Fernández y Antonio Romón en NICAS, Emeterio Gómez, Carlos Carretero y Félix García en la Banca, Valeriano Benito, Benedicto García, Mario Blanco, Jesús Puertas, Marino Asensio, Pedro Oyágüez, Julio Berrocal, José González, Longinos Sanz, Pedro Blanco, Eduardo López Cornejo, Jesús San José, Zósimo Burgueño y Antonio de la Rosa en FASA-Renault pudieran celebrar reuniones que trataban de los principales problemas de la clase obrera, dirimiendo la acción a realizar y planteando demandas de índole laboral y política (libertad sindical, derecho a huelga, sindicatos auténticos, etc.) a la vez que difundían, muchas veces mediante órganos de información propios (¡Tú!, Juventud Obrera), ideales plenamente democráticos. No cabe duda de que estamos ante una voluntad más que decidida de enlazar con las constantes históricas del movimiento obrero español, dramática y violentamente yugulado por el 18 de julio de 1936. Esto exigía (entre otras cosas) recuperar la auténtica festividad del Primero de Mayo: no la de la Organización Sindical, sino la genuinamente obrera y reivindicativa, que JOC, HOAC y Vanguardias Obreras comenzaron a celebrar en teatros e iglesias de Valladolid, sufriendo una dura persecución policial. Recordemos aquellos Primeros de Mayo de 1968-1969, en la iglesia de San Pablo, donde HOAC, JOC, VO y demás "personas inquietas" distribuyeron panfletos de CCOO con la ayuda de Buenaventura Alonso (párroco de La Pilarica) y esgrimieron, para escándalo de la prensa y la autoridad franquistam argumentos de las encíclicas Mater et Magistra y Populorum Progressio para reivindicar una España democrática. Los más osados, por cierto, no dudaron en propugnar el Socialismo.



Conscientes de que sólo la unión daba la fuerza y sabedores de la entelequia que representaba el organigrama sindical español, estos cristianos de Valladolid se tomaron muy en serio el cometido de aportar organizaciones al nuevo movimiento obrero. Así, a principios de los 60, aquel grupito de ferroviarios de JOC y HOAC, asesorado por sindicalistas madrileños y apoyado en todo momento por Julián Pérez Cabello (militante de HOAC y futuro concejal socialista), creaba el primer núcleo de la Unión Sindical Obrera (USO). A ellos se sumarán, impulsados por Pedro Oyagüez, militantes de la HOAC en FASA-Renault como Juan A. Cañada y Antonio Ruipérez.
Comisiones Obreras (CCOO) llegó más tarde, y lo hizo de la mano de comunistas represaliados como Benedicto de Blas, Francisco Martín, Caracena, Armando del Tío Franco, Andrés Medina y Francisco Rodríguez. Contaron con el inestimable apoyo de los Dominicos de San Pablo (y muy especialmente del padre Carmelo), en cuyos locales celebraban reuniones donde acudían obreros independientes, militantes de JOC, VO y HOAC, "jóvenes católicos", algunos universitarios y una decena de sacerdotes que (según los informes confidenciales del PCE) en 1969 formaban un total de 146 asistentes y aglutinaban a la práctica totalidad de las CCOO vallisoletanas. En los años 60, militantes cristianos como los entonces dominicos Gonzalo González Álvarez y Gonzalo González Blanco, los hermanos Cornejo, Félix García Tajadura, Carmelo Pozas, Agapito Urueña, Berrocal, Carretero y otros iban engrosando las filas de este sindicato.
También por entonces, la Universidad vallisoletana comenzó a registrar los primeros conatos de movilización sindical contraria al SEU, y en noviembre de 1968 este sindicato informaba al Gobernador Civil de que el SUT pucelano (iniciado por el militante de la JOC César Alonso de los Ríos) contaba ahora con Ábgel Carbajo y Manuel Martín como director y secretario, respectivamente.
Íntimamente unido al movimiento obrero y muy afamado en los años 70 por su potencial movilizador y reivindicativo, el asociacionismo vecinal vallisoletano inició su andadura en 1969, propiciado también por el catolicismo más avanzado. Efectivamente, fue entonces cuando militantes de JOC y HOAC, independientes y dominicos de la parroquia de Santo Toribio (como Millán Santos, Carlos Fernández Cid, Gonzalo González Álvarez y Gonzalo González Blanco) iniciaron en el barrio de Las Delicias una Asociación de Vecinos que (según Juventud Obrera) sirvió para fomentar el asociacionismo de base, incrementar el interés por las necesidades del barrio, plantear numerosas demandas sociales y crear candidaturas propias para las elecciones a concejales.
Finalmente habrá que hacer referancia a ese afán por actualizar la denuncia profética que llevó a movimientos cristianos y sacerdotes jóvenes de la ciudad a aconsejar la abstención durante el Referéndum de 1966, a protestar (como hizo la HOAC) contra el estado de excepción de 1969, y a esgrimir documentos denunciando la falsedad de la nueva Ley Sindical (iniciada por la dictadura en 1967) como el firmado por HOAC, JOC, VOJ, VOS y MAS.
Que la actividad de estos colectivos y movimientos apostólicos fue determinante en los inicios de la oposición vallisoletana al franquismo lo demuestra, en primer lugar, el hecho de que constituyesen las únicas organizaciones capaces de alertar a las autoridades civiles y sindicales. Así, durante toda la década de los 60, los informes del Gobierno Civil solieron repetir lo ya escrito en la Memoria de 1964: "que los únicos focos de descontento procedieron de las organizaciones de signo cristiano, JOC y HOAC, especialmente esta última, que se muestra partidaria de procedimientos avanzados coincidentes con los preconizados por la extrema izquierda: el derecho a huelga y los sindicatos libres". Luego vendrían las acusaciones de cobijar a "infiltrados marxistas" y "elementos" con antecedentes anteriores al 18 de julio de 1936, o intentos de registro como el de finales de los 50 en los locales de la HOAC. Es más, la presencia y acción de esos colectivos cristianos fue tan positivamente valorada por las células vallisoletanas del PCE (único vestigio de oposición política organizada en los años 60), que éstas no sólo alentaron la acción conjunta en barrios y empresas, sino que, tal y como informaban a su dirección en 1952 y 1958, creían muy conveniente infiltrarse en unas organizaciones de Acción Católica cada vez más comprometidas con el movimiento obrero.
En definitiva, llegados a este punto y sin olvidar en ningún momento la incesante labor desarrollada por el PCE y la inquietud de muchos obreros independientes, estamos en condiciones de afirmar que esa "otra Iglesia" vallisoletana (con su acción reivindicativa, con sus labores de cobertura y su tarea de difusión de una cultura política democrática) contribuyó a generar el caldo de cultivo necesario para la posterior "explosión" conflictiva y fue sentando las bases de la futura Transición a la democracia.

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El antifranquismo cristiano en los 70


La práctica ausencia de oposición política organizada en Valladolid durante los años 50 y 60 contribuyó a ensalzar el papel desempeñado por movimientos apostólicos y clérigos contestatarios en las labores de oposición al franquismo. La tónica cambiaría radicalmente en toda la década posterior, produciéndose (como en otros lugares de nuestra geografía) la irrupción de todo un universo de organizaciones clandestinas sindicales y políticas, la mayoría de ellas desconocidas hasta entonces: PTE, MC, PCE (ml), PCI, PSOE, UGT, LCR, Plataformas Anticapitalistas, Grupos de Acción Carlista, etc. Aun así, este proceso de atomización y el afán no disimulado de dichas organizaciones por monopolizar en su favor la lucha obrera y universitaria, no impedirá que colectivos y movimientos cristianos sigan jugando un papel determinante en este terreno. Así ocurrió en los momentos más álgidos de la colectividad obrera y estudiantil, donde parroquias como La Pilarica, Santo Toribio, San Pablo, Victoria o Pajarillos (lideradas por el clero y las Comunidades de Base correspondientes) no tuvieron reparo alguno en organizar cuantas tareas de apoyo y cobertura fuesen necesarias: reparto de panfletos, difusión de consignas, misas de solidaridad y reflexión, reuniones de activistas, de obreros en huelga o de la Coordinadora de CCOO, etc. Es más, las comunidades cristianas de Pilarica y Santo Toribio no dudaron en organizar movilizaciones para mostrar su apoyo a las demandas obreras y estudiantiles y protestar por la represión policial desatada contra los huelguistas de FASA y de la construcción, tarea en la que fueron acompañadas por los principales movimientos apostólicos. Por otro lado, en las huelgas de aquella época fue especialmente destacada la actividad de religiosos y militantes cristianos laicos como Gonzalo González Álvarez, Paulino de Paz, Gonzalo González Blanco, los hermanos Oyagüez, Julio Berrocal, Agapito Urueña, José González, Antonio de la Rosa, Juan A. Cañada, Maroto, Jesús San José, Jesús Puertas y Antonio Ruipérez (FASA), así como los ya mencionados Benedicto García, Valeriano Benito, Madrazo, Marino (RENFE), Félix García y Carretero (Banca).



No tan directa, pero sí determinante, fue la implicación en dichos conflictos de religiosos como Manuel González (Manolo el Ojazos, le llamaban todos), Buenaventura Alonso, José L. González e Hipólito Remón (La Pilarica); Millán Santos, Carlos Fernández Cid (muy vigilado por las autoridades civiles por haberse entrevistado, en 1974, con un tal Felipe González), Paulino de Paz y Aureliano Sánchez (Santo Toribio); Emilio Mozo y Domicio (San Andrés), José Velicia (San Ildefonso)... Y otros como Paciano Martínez, Carlos López, José Pachón, Julián Bajo y José M. Hernández, quienes, además de mantener las labores de cobertura y apoyo ya mencionadas, comenzaron a solidarizarse con los huelguistas mediante homilías que no tardaron en ser denunciadas a la autoridad gubernativa. Entre las manifestaciones más destacadas de contestación clerical tenemos, en primer lugar, las protestas de Paciano Martínez, J. Velicia, Millán Santos, Carlos López Alonso, Buenaventura Alonso Gómez, José Pachón, Luis Resines y otros contra la detención (en 1972) de sus compañeros Carmelo Pozas (a punto de ordenarse jesuita) y González Álvarez (entonces dominico), acusados de organizar las huelgas de la construcción: las protestas se saldaron con el traslado de todos los religiosos a dependencias policiales. Con ocasión del famoso Proceso 1001 (en el cual figuraba el electricista vallisoletano L. Fernández Costilla) la autoridad civil multó a Millán Santos, Julián Bajo Villacé y Carlos López Alonso por solidarizarse con los encausados en sus homilías; y el mismo Millán y el militante de la HOAC Benedicto García Tajadura declararon en el juicio en favor del "Chispa", apelativo cariñoso con el que algunos activistas del PCE se referían al electricista pucelano.
Sin salirnos aún de la conflictividad obrera y estudiantil, es menester recordar la labor realizada por abogados de filiación socialista y democristiana como Roberto Fernández de la Reguera, Terradillos, Alonso Franch, Izquierdo, Colino, Pérez Solano y Casado.
Aparte de las motivadas por los conflictos, muchas de las reuniones clandestinas organizadas en los años 70 lo fueron en la iglesia de La Pilarica y en otros locales religiosos de la ciudad, y no pocas tuvieron como principal convocante al colectivo Cristianos por el Socialismo de Valladolid, más o menos dirigido por Manuel González y que agrupaba a unas 30 personas, entre religiosos contestatarios, militantes de JOC, VOS y HOAC, y personalidades tan significativas como Fernández de la Reguera o Jesús Quijano. Otro foco aglutinador de reuniones fue la famosa Librería Villalar, regentada también por Manolo Ojazos y dispuesta a compaginar la difusión cultural con la movilización antifranquista. Reuniones clandestinas y difusión de cultura obrera fueron ingredientes decisivos en la actuación del grupito vallisoletano de ZYX, liderado por el matrimonio María Jesús Labrador-Antonio Romón, y en el que también estaban otros "hoacistas" como Agapito Urueña, Pérez Cabello y Benedicto García. Con el objetivo de incentivar la militancia y concienciar a la clase obrera, la editorial ZYX distribuía libros impregnados de cultura socialista y anarquista en la Librería Villalar, Feria del Libro, reuniones clandestinas, parroquias y Universidad.
Muchos partidos y sindicatos clandestinos (tan numerosos como divididos en aquellos años) siguieron contando entre sus filas con militantes cristianos tan significados en la izquierda vallisoletana como los hermanos Juan y Ramón Cornejo, Carmelo Pozas y Julio Berrocal (CCOO y Plataformas Anticapitalistas), el dominico Gonzalo González Álvarez (MC y CCOO), Agapito Urueña (CCOO), Eduardo López Cornejo (CCOO), los hermanos Félix  (PCE y CCOO) y Benedicto García Tajadura (USO primero y CCOO después), F. Suazo (PCE), Pérez Cabello, Manolo González, Quijano, Valeriano Martín, Paulino de Paz, Jesús Puertas y Antonio de Rosa (todos en PSOE y/o UGT). Algunos fueron más osados y crearon su propia organización, como los hermanos Oyagüez y Antonio Ruipérez, quienes (defraudados por la escisión de USO y apoyados por el sacerdote Paciano Martínez) potenciaron el movimiento asambleario en FASA-Renault mediante Lucha Obrera, plataforma consejista muy influida por su homónima alemana.



Tan importantes como los partidos y sindicatos fueron, a la hora de incentivar la movilización democrática en Valladolid, las primeras Asociaciones de Vecinos, cuya creación no puede ser entendida sin la presencia de esos militantes cristianos. En efecto, la Asociación Familiar de La Rondilla fue creada en 1971 gracias al empuje de la HOAC y de su militante Antonio Ruipérez, y en la Asociación de Santo Toribio (iniciada en 1969 y consolidada en 1972) destacaron entre otros muchos el también "hoacista" Juan A. Cañada (primer vicepresidente) y los religiosos Millán Santos, Carlos Fernández Álvarez y Gonzalo González Blanco. No menos protagonismo tuvieron los militantes de JOC en San Andrés: los hermanos Oyagüez en la Asociación de Vecinos de Girón y Huerta del Rey, y Jesús Puertas en la del Barrio del Hospital. Repletas de "personas inquietas" estuvieron las Asociaciones Familiares de Las Delicias, barrio Belén, La Victoria y Rondilla, que unidas a la asociación de Amas de Casa de Valladolid lanzaron en 1974 y 1975 sendos comunicados en los que, además de arremeter contra el sistema económico capitalista y abogar por el "control [de la economía] de todos los ciudadanos por medio de asociaciones representativas", se solidarizaban con los obreros y estudiantes en huelga, pedían la reapertura de la Universidad vallisoletana y la readmisión de los obreros despedidos en diversas fábricas.
Movimientos apostólicos y Comunidades Cristianas de la ciudad siguieron esforzándose por concienciar a la población y propagar una cultura democrática mediante escritos que eran puntualmente difundidos por las principales parroquias obreras pucelanas: así obraron HOAC, JOC, MAS, VOJ, VOS, Educadores Católicos y Comunidades de Santo Toribio y Pilarica, quienes, tras participar en el encuentro de Movimientos y Comunidades Cristianas de Base celebrado en 1973, elaboraron un documento en el que afirmaban su preferencia por los más pobres, arremetían duramente contra el capitalismo, promovían la instauración de un Socialismo democrático y denunciaban las funestas condiciones laborales y vitales de la clase obrera. Para escándalo de las autoridades civiles y sindicales de Valladolid, en ese mismo año veían la luz unas Reflexiones cristianas ante el conflicto laboral de la construcción en Valladolid que remarcaban la justicia de las peticiones obreras, mientras unas octavillas tituladas Al pueblo de Valladolid (firmadas en 1974 por Comunidades y Movimientos Cristianos) se solidarizaban con los obreros huelguistas de FASA-Renault. Es más, con ocasión del 1º de Mayo de 1970, HOAC, JOC, VO y MAS publicaron en El Norte de Castilla un documento contra el sistema político y sindical español que les ocasionó una multa de 5000 pesetas. A los cinco meses de aquello, esas mismas organizaciones (a las que se sumaba ahora el Movimiento Católico de Empleados) empleaban la tinta impresa para protestar contra la suspensión del artículo 18 del Fuero de los Españoles.



A los comunicados vinieron a sumarse una serie de actos de solidaridad con los obreros en huelga de otras regiones, entre los que destacaron el funeral celebrado por los sucesos de Granada (Julio de 1970) y la misa de reflexión celebrada en la iglesia de La Pilarica en protesta por la violente represión desatada contra los obreros ferrolanos de la empresa Bazán (1972). Solidaridad que también tenía su correlato en forma de moneda, como las 7600 pesetas enviadas por HOAC, JOC y VOJ a los obreros granadinos, o las 43405 que los movimientos apostólicos, Comunidades de Base, trabajadores y otros colectivos vallisoletanos hicieron llegar al obispo ferrolano para socorrer las necesidades de las familias afectadas por el conflicto de la Bazán.
Como en años anteriores, los informes de las autoridades civiles y sindicales de la ciudad insistían en la actividad opositora desarrollada por parroquias, movimientos cristianos y Comunidades de Base, a los que no dudaban en calificar como afines al comunismo. Así, el Delegado Provincial de Sindicatos, a la hora de reflejar el "ambiente político" y detallar los grupos de oposición activos en 1974, destacaba por sus acciones a los "Movimientos Apostólicos (...) HOAC-JOC, VOS-VOJ; y MA, y les presentaba como profundamente infiltrados por el PCE". Dicho partido (continuaba diciendo) y otros como los Grupos de Acción Carlista, CCOO, PSOE, PCI y PC (ml), "tienen bastante relación con centros parroquiales (Pilarica especialmente), sacerdotes contestatarios, Asociaciones de Amas de Casa, algún grupo universitario, Librería Villalar (...) y unos equipos de abogados jóvenes".



Por su parte, el mismo PCE ("el principal de todos los crupos que actúan en el campo laboral", señalaba en ese mismo informe el Delegado de Sindicatos) seguía elogiando la labor desempeñada por las Comunidades Cristianas, las "iglesias aliadas" de San Pablo, Delicias, Pilarica, Victoria y Belén, los Movimientos Apostólicos JOC, HOAC, MAS y VOS, y (como decían en 1973) los 20 "curas obreros" afines al "socialismo yugoeslavo". De entre las múltiples aportaciones de estos colectivos, el PCE destacaba su presencia en CCOO, Universidad, Librería Villalar, Círculos Comunistas y Plataformas Anticapitalistas; así como la asistencia a las primeras reuniones de la Junta Democrática de gente como Gómez Bosque, Fernández de la Reguera, Carlos Turiño, 15 sacerdotes jóvenes y algunos integrantes de Cristianos por el Socialismo y Comunidades de Base.
No es de extrañar, por tanto, que en 1975 y con ocasión de las turbulencias en la Universidad pucelana, un grupo ultraderechista local autodenominado Frente Amplio Anticomunista se preguntase indignado: "Autoridades ¿por qué tolerais las reuniones en los locales religiosos como Sala Borja, en las iglesias como Pilarica, Santo Toribio? Jesuitas ¿por qué aguantais que comunistas amparados en la Orden ensucien vuestra colectividad?".

Cienfuegos2:
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Cómo siempre, muy interesante.

Vacceo Palentino:
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Una pena que en la Iglesia ya queden pocos curas de estos y ahora predominen los conservadores y retrogrados

Leka Diaz de Vivar:
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A lo mejor es que el socialismo y la doctrina católica son incompatibles, pero no me hagas mucho caso  :icon_rolleyes: .

conservadores y retrogrados

 :icon_lol:

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