Escritores sorianosPredominan en las letras sorianas los teólogos, los humanistas y los eruditos o historiadores, e incluso tenemos una gran escritora mística como Sor María de Ágreda o un filósofo como Julián Sanz del Río. Escasean, en cambio, los poetas y autores dramáticos. Hasta nuestros días, apenas se puede contar con algún narrador o novelista. Podríamos decir que los hombres de letras de Soria son mucho más propicios a lo especulativo que a la creación literaria...
Siglo XVEn esta centuria aparecen ya los primeros escritores sorianos, si no todos de nacimiento (como el judío Abraham de Soria), sí de larga residencia, como el también judío y notable teólogo José Albo, autor del muy popular
Libro de la doctrina judía. Teólogos de altura fueron también Juan Martínez de Almazán y Pedro Martínez de Osma. Éste último fue amigo y maestro de Nebrija, impartiendo sus clases en las aulas salmantinas. Teólogo de acentuada modernidad y extraordinario ingenio, Martínez de Osma fue acusado de herejía por la Inquisición, viéndose obligado a retractarse públicamente de sus "errores". Menéndez Pelayo afirma que fue el
"primer protestante español" y un
"verdadero precursor de la Reforma", llegando a relacionarle con husitas y wiclefitas.
Merece mencionarse también el nombre de Alfonso de Palencia (nacido en Osma en 1423), traductor de una parte de las
Vidas Paralelas de Plutarco.
Siglo XVIEl XVI es un siglo pletórico en escritores sorianos. Pueden destacarse, en primer lugar, los teólogos Pedro Núñez de Osma (autor de la
Suma del virtuoso deseo) y Antonio de Oncala, buen gramático y fecundo escritor religioso, muy elogiado por Santa Teresa. Figura muy significativa es la de Hernán López de Yanguas, buen humanista y autor dramático (
Diálogo del mosquito, Égloga de la Natividad, Farsa Sacramental); y si no el iniciador del auto sacramental (como creía Cotarelo) sí un hito importantísimo en su desarrollo posterior.
La obra del notable humanista Pedro de Rúa (fallecido en 1556) se relaciona con el antes citado fray Antonio de Guevara (por las Cartas Censorias, que le dirigió, saliendo al paso de ciertos juicios negativos de aquel sobre Soria) y con Alvar Gómez de Castro, por la correspondencia que éste mantuvo con Rúa. Asimismo, tuvo amistad con Ambrosio de Morales, y según Menéndez Pelayo,
"fue uno de los mejores humanistas de la época".
El padre Diego Laínez (nacido en una noble familia de Almazán, en 1512) estudió en Soria (tal vez junto a Rúa) y luego en Sigüenza, Alcalá de Henares (donde se doctoró en Filosofía) y en París, donde aprenderá Teología. Allí (con Ignacio de Loyola, Salmerón, Bobadilla y Francisco Javier) se acordó la fundación de la Compañía de Jesús. Laínez sólo tenía 21 años. En 1535, acompañado por Íñigo de Loyola, pasará por Almazán para visitar a sus padres y ya no regresará a Castilla, convirtiéndose en la gran figura del Concilio de Trento y siendo sucesor de San Ignacio al frente de los jesuitas. No publicó ningún libro, ni siquiera redactó de manera definitiva sus discursos y sermones. Diríase que fue un gran
"escritor hablado", a la manera de fray Luis de Granada.
El mismo año en que vino al mundo el padre Laínez (1512), nació en otra villa soriana, Gómara, el historiador Francisco López de Gómara, a quien por mucho tiempo se creyó sevillano. También discípulo de Rúa, pasó años difíciles en Roma y Amberes, lo que le movió a volver a su villa natal, donde falleció. Autor de una documentada Crónica de los Barbarrojas, su obra más famosa es la
Historia General de las Indias (1552), que se divide en dos partes: la primera, una original visión de conjunto; la segunda (en torno a la conquista de México) es más extensa. Lo curioso es que López de Gómara no es un testigo presencial. Es, por el contrario, un excelente cronista de gabinete. Esto no impidió que su obra se tradujera a varios idiomas (italiano, francés, inglés, etc) y que sus diversas ediciones alcanzaran gran éxito en Europa. Como cronista oficial de aquellos tiempos escribió su última obra, todavía inédita: los
Anales del Emperador Carlos V.
Mencionemos también a Juan López de Velasco (natural de Vinuesa) que fue secretario y cosmógrafo de Felipe II, así como cronista de Indias, filólogo y literato. Llevó a cabo dos ediciones expurgadas: primero, de la Propalladia de Torres Naharro, y luego, del Lazarillo de Tormes; también editó las
Obras de Cristóbal de Castillejo. En 1574 dedicó al monarca su
Geografía de Indias, no editada hasta 1894. En 1582 publicó en Burgos un tratado de
Ortografía y Prosodia Castellana. Debió trabajar, además, en las
Relaciones de los pueblos de España que encargó Felipe II.
Merecen una referencia especial dos notables musicólogos: el bachiller Martín de Tapia, autor del
Vergel de Música espiritual,
especulativa y activa (1570), de inspiración religiosa, que ocupa un lugar muy destacado en la bibliografía musical española del siglo XVI; y el también tratadista Francisco Soto de Langa, que pasó gran parte de su vida en Roma, a donde llegó tras haber publicado numerosos libros y haber sido director de la Capilla Real española.
Aún cabe recordar, entre los escritores sorianos del siglo XVI, a Juan de la Plaza; a Juan Ramírez de Lucena, abad de Covarrubias y
"hombre de muchas letras"; al canónigo y arcediano de la catedral palentina don Antonio de Fuenmayor y Pimentel, cuyo nombre figura en el Catálogo de Autoridades de la Real Academia Española por la pureza estilística de su obra
Vida y hechos de Pío V (1595); y, en fin, al médico Francisco Garay, muy relevante entre los poetas de la segunda mitad del XVI, que firmaba como
"Fabio el del Duero, morador de Henares".Siglo XVIIEn esta centuria, son dos figuras quienes llenan el panorama de las Letras sorianas: la mística sor María de Jesús de Ágreda y el autor dramático-lírico Agustín de Salazar y Torres.
Abre y cierra casi enteramente este siglo la figura de sor María de Jesús de ágreda, de proyección ya universal. Su vida es singular. Nació (bajo el nombre de María Coronel) en Ágreda, un 2 de abril de 1602. A impulsos de la madre, los Coronel transforman en convento su casa solariega. Para ello, el padre y los dos hijos varones se retiran como monjes en el convento franciscano de Nalda. La madre (doña Catalina de Arana) y las dos hijas (María y Francisca) ingresan en su propia casa, hacia 1618; pronto, sor María es elegida priora, y en 1631, abadesa. Tiene fama de milagrera. En sus éxtasis místicos cree predicar a los indios xumanas de México, lo que los teólogos han denominado el fenómeno de la "bilocación", pues nunca se movió de su casa-convento. El Rey Felipe IV, cuando viaja en 1643 de Zaragoza a la Corte madrileña, decide parar en Ágreda y visitar a la mística. La impresión recibida por el monarca es tal que volverá otras dos veces, manteniendo con la monja una insólita correspondencia a lo largo de 22 años, siendo ella su más leal confidente y aconsejándole en asuntos de Estado. En estas misivas, sor María se muestra como una excelente escritora moralista, de honda preocupación social.
Sor María elaboró un libro sobre la vida de la Virgen y el plan divino para la salvación de almas, que fue titulado: "
Mistica Ciudad de Dios, Milagro de su Omnipotencia y abismo de la Gracia.-Historia divina y vida de la virgen Madre de Dios, Madre y Señora nuestra, María santisima, Restauradora de la culpa de Eva y mediadora de la gracia.-Dictada y manifestada en estos últimos siglos por la misma señora a su esclava sor María de Jesús, Abadesa indigna de este convento de la Inmaculada Concepción de la villa de Agreda. Para nueva luz del mundo, alegría de la Iglesia católica y confianza de los mortales." Este tratado, que podemos considerar su obra capital, fue dos veces redactado: la primera, entre 1636 y 1643; la segunda, entre 1655 y 1660; siendo quemada (al parecer) la redacción inicial.
La Mistica Ciudad de Dios pudo ser publicada póstumamente, llegando a ser inmensamente popular en su tiempo y alcanzado más de 300 ediciones en diversas lenguas. Es una obra de gran originalidad (dividida en 8 tomos y con una extensión de 2676 páginas) que mezcla lo teológico y lo literario, lo devoto y lo novelesco, la historia bíblica y la fantasía misticista, con ese recargamiento propio de la época barroca. No es de extrañar que la mística de Ágreda haya sido llamada
"la Santa Teresa del Barroco"...
La otra figua literaria soriana del siglo XVII es el poeta Agustín de Salazar y Torres, natural de Almazán. Vivió desde niño en México, donde estudió en el Colegio de la Compañía de Jesús, hasta que se instaló en Madrid (1660), junto al séquito del duque de Alburquerque. Se dedicó desde entonces al cultivo de la poesía y del teatro, adquiriendo gran renombre, sobre todo por sus comedias.Seguidor (al principio) del gongorismo, se orientó después hacia el estilo y la gramática de Calderón, a cuya escuela se le suele adscribir. Su nombre aparece en el Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española. Sus obras las sacó del olvido (póstumamente) su amigo y biógrafo Juan de Vera Tassis y Villarroel, al que algún historiador supone soriano. Este caballero las recogió, ordenó y editó, publicándolas en dos partes con el título de
Cítara de Apolo (1677-1694). Más tarde, sus
Poesías (con juicios críticos de Calderón) se han incluido en el tomo XLII de la Biblioteca de Autores Españoles del editor Manuel Rivadeneyra. Si como lírico es fino e ingenioso, como autor dramático desplegó una notoria fantasía, siendo además un exitoso cultivador de la zarzuela.
Siglos XVIII y XIXA partir de la centuria dieciochesca, el panorama de las Letras sorianas resulta bastante más limitado. En el siglo que nos ocupa se pueden recordar los nombres de Juan Antonio Simón (biógrafo de San Saturio), Manuel Contreras, Manuel Gutiérrez Caravantes, Fernando Martínez, Bernardo de la Torre, Francisco Gómez Grijalva y Severino Aguirre y Gómez.
Entre el siglo XVIII y el XIX cabe destacar al tres veces académico de Historia y Bellas Artes e ilustre helenista Antonio Ranz Romanillos (natural de Barcones, en la comarca de Berlanga). Tradujo de manera excelente las Cartas y Discursos de Isócrates y las Vidas Paralelas de Plutarco. Merecen citarse también los nombres de José Clemente Carnicero; Andrés Muriel (historiador); Pedro González de la Serna, Joaquín Aguirre y Pedro Benito Golmayo (juristas) y Joaquín Espín y Guillén (periodista y verdadero adelantado de la crítica musical).
Una figura de relieve es la del filósofo Julián Sanz del Río, filósofo y catedrático de la Universidad Central. Este ilustre hijo de Torrearévalo fue el introductor del krausismo en España, el pensamiento filosófico que daría lugar a la Institución Libre de Enseñanza. Eficaz traductor y glosador de Krause, Sanz del Río pensaba que la ética podía lograr la regeneración moral de España y su incorporación a Europa. Lo más positivo de su obra y su magisterio es que abrió nuevos caminos filosóficos, frente al pensamiento anquilosado y rancio de aquella época. Fallecido en 1869, Sanz del Río dejó para el recuerdo una labor de acentuado sentido laicista y tendente a ejercitar el desarrollo de la libertad de conciencia. Sus postulados influirán a personalidades como Nicolás Salmerón, Ricardo Macías Picavea o Gumersido de Azcárate.
Nos ocupamos ahora de otro soriano importante: Manuel Ruiz Zorrilla, político progresista. Hombre de brillante y azarosa vida política, este importante republicano fue ministro, presidente del Gobierno, líder del Partido Progresista, dirigente de la Masonería (presidió el Gran Oriente de España) y conspirador en varios levantamientos armados. Y aún tuvo tiempo para cultivar la escritura, dejándonos tres obras:
Tres negaciones y una afirmación,
Discursos,
A mis amigos y adversarios.
Deben rememorarse, además, los nombres de Francisco Pérez-Rioja (decano de la prensa soriana y fundador de varios periódicos), Nicolás Rabal, Lorenzo Aguirre, Antonio Pérez de la Mata y Conrado Muiños (fraile agustino y poeta).
Siglos XX y XXILa primera personalidad relevante en el siglo XX es el filólogo y académico Vicente García de Diego, natural de Vinuesa. Recopilador de leyendas e investigador de la lexicología popular, trabajó para el Centro de Estudios Históricos y el CSIC, escribiendo también poemas inspirados en su villa natal. Catedrático eminente de Latín, contribuyó a renovar los métodos para aprender dicha lengua, siendo el autor de obras como Nuevo método de latín, Manual de Gramática latina (dos volúmenes), Ejercicios y trozos latinos. Falleció en 1978, a los 100 años de edad.
Manuel Hilario Ayuso e Iglesias fue un egregio literato, catedrático, historiador y político burguense. Activo periodista desde edades bien tempranas, Ayuso escribió obras como
Helénicas, libro que prologó su buen amigo Antonio Machado. Fue diputado republicano federal por Córdoba y Soria, abandonando la política en 1933. Fallece en 1944, tras abandonar sus ideas republicanas-anticlericales y manifestar su adhesión al régimen de Franco.
Buen poeta y prosista, Dionisio Ridruejo es otro destacado hombre de Letras soriano. Nacido en El Burgo de Osma (1912), fue uno de los primeros camaradas de José Antonio. Durante la Guerra Civil ocupó diversos cargos políticos, fundó la revista Escorial (1940) y combatió en la División Azul (1941-1944). Siguió una política divergente del régimen franquista desde 1951, siendo confinado y encarcelado en varias ocasiones. Creó el Partido Social de Acción Democrática (1957), participó en la célebre reunión de Múnich y tuvo que exiliarse en París (1962-1964). En 1974 funda la Unión Social-Demócrata Española, partido liberal disuelto en 1979. Ridruejo es un poeta perteneciente a la llamada Generación del 36, que a la perfección formal clásica une lo que L.F. Vivanco ha denominado "intimismo geográfico". Forma parte del garcilasismo (o "poesía arraigada"): la poesía oficial de la dictadura, de tendencia clasicista y métrica tradicional. Frente a esta corriente se situaría la "poesía desarraigada", de tendencia social y métrica libre, desarrollada por autores como Victoriano Crémer o Eugenio G. de Nora...
Excelente prosista y renombrado crítico de Arte fue Juan Antonio Gaya Nuño, oriundo de Tardelcuende. Comprometido con los valores republicanos, combatió en las Milicias Sorianas, sufriendo en la Posguerra la dureza de la represión carcelaria. Poco a poco, desarrolló una ingente labor de investigación y crítica artística, tratando muchísimos temas (desde Zurbarán o Velázquez hasta el románico soriano), obteniendo reconocimiento y admiración en el extranjero. Cultivó también la narrativa, siendo su obra más memorable
El Santero de San Saturio. Este relato es una más que memorable colección de estampas de la Soria de su tiempo, un vibrante registro de tipos y costumbres de la sociedad soriana en su totalidad. Podríamos decir que es la novela definitiva sobre Soria, nunca se ha vuelto a escribir nada parecido.
Otros nombres que también pueden citarse como creadores literarios (ya en verso, ya en prosa) son, cronológicamente, los de Juan Martínez Liso, Rafael Arjona, Arsenio Gállego, Aurelio Rioja, Virgilio Soria, Mariano Granados Aguirre, Teodoro Rubio, Bernabé Herrero, Florentino Blanco, Benito del Riego, Concha de Marco, Julio Garcés, José Luis Posada, José Artigas, Jesús de la Hoya, Emilio Ruiz, Emilio del Río, María Eugenia Rincón, Juan Ramiro Gallego, Manuel Villar Raso, Roberto Rioja, Avelino Hernández, Antonio Ruiz Vega...
Y como conclusión de este vistazo a la literatura soriana, reseñaremos al novelista José Ángel González Sainz. Traductor y profesor de literatura en Venecia, este escritor inició su carrera literaria con
Porque nunca se sabe, un ensayo de corte libertario escrito junto a Ángel Llorens. Después llegarían
Los Encuentros (1989),
Un mundo exasperado (1996) y
Volver al mundo (2003), una novela ambientada en el Noroeste soriano. Galardonado con el Premio Castilla y León de las Letras (2005), señala entre sus principales referentes a autores como Faulkner, Proust, Kafka, Benet, Galdós, Musil, Machado, Mailville y Dostoievski; pero también a filósofos como Friedrich Nietzsche o Agustín García Calvo. Colaborador de
El País,
Abanco/Cosas de Soria y
Letra Internacional, González Sáinz se muestra poco complaciente con el ambiente intelectual español, al propio tiempo que desarrolla su actividad docente en la Universidad veneciana...