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Autor Tema: Pío del Río Hortega, un castellano universal  (Leído 7191 veces)
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Maelstrom
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« : Diciembre 18, 2010, 05:44:00 »




Hablar de Pío del Río Hortega es referirse a uno de los más eminentes científicos de España. Figura de renombre internacional, fue una verdadera autoridad en el campo de la Medicina. Sus labores de investigación científica se centrarán en dos campos: la histología normal y del tejido nervioso y la histopatología del mismo. En ambas materias (pero preferentemente en la segunda) sus aportaciones van a ser lo suficientemente importantes para hacerle pasar a la historia de los grandes científicos del siglo XX. Si bien sólo el descubrimiento de la microglía y la oligodendrolía hubiese bastado para procurarle la fama internacional, irá ampliando y perfeccionando sus hallazgos científicos mediante sucesivos trabajos. Vamos a ver la trayectoria vital y profesional de Don Pío, un castellano universal.
Pío del Río Hortega nació en la villa de Portillo, emplazada en la provincia de Valladolid, el día 7 de mayo de 1882. Se halla Portillo situada sobre un alargado cerro, siendo la esta villa un privilegiado mirador del raso y su cíngulo pinariego. Fue fortaleza indígena, luego romana y lugar repoblado a fines del siglo XI. Surgió entonces la Comunidad de Villa y Tierra de Portillo, de las aldeas que agrupaba sólo han llegado hasta nuestros días Aldea de San Miguel, Aldeamayor de San Martín, Arrabal de Portillo, Camporredondo, La Parrilla y La Pedraja de Portillo. Alcanzará esta localidad sus mayores años de esplendor en el siglo XVI, cuando (tras las murallas) se agrupaban junto al castillo los seis barrios de sus parroquias: Santa María, San Esteban, San Miguel, San Salvador, San Juan y San Sebastián.
Tras cursar sus primeros estudios en la escuela de esta localidad, Pío del Río Hortega continuó el Bachillerato en el Instituto de Valladolid, tras instalarse la familia en la calle de José María Lacort (número 6) en un inmueble hoy desaparecido. Pío del Río Hortega muestra, ya desde temprana edad, un marcado interés por las cuestiones biológicas, como se evidencia en la recogida de diversas piezas que procura examinar con lupa y en la realización de rudimentarias disecciones. En su cuarto se van acumulando frascos de diferentes tamaños y procedencias, cada uno con su etiqueta, cuya lectura debía producir asombro en cualquier visitante: "cabeza de hormiga", "molleja de pollo" y otras de rango similar. Se vislumbran ya en estos años infantiles una serie de facetas que determinarán su futura trayectoria profesional. Por una parte, una notable habilidad manual, con excelente disposición para el dibujo y la pintura. Por otro lado, el inicio de su marcada timidez, lo que conllevará (unido a su porte pequeño, enjuto y atildado) ciertas dificultades en sus relaciones con los compañeros, mostrándose más abierto en su círculo de familiares y amigos.



Tras finalizar el Bachillerato, Pío del Río Hortega comienza la carrera de Medicina, conociendo en el segundo curso a Don Leopoldo López García, Catedrático de Histología y Anatomía Patológica. Este erudito se convertirá en su segundo maestro (ya que el primero, como él mismo afirmó, fue su propio padre). Don Leopoldo, primer Catedrático de su asignatura en la Facultad vallisoletana, supo acrecentar el interés de aquel joven discípulo por el estudio microscópico, y no tardó en sentirse impresionado por su gran habilidad para el dibujo.
Nuestro biografiado pasará los ejercicios de Licenciatura en 1905, alcanzando el grado de sobresaliente y habiendo obtenido tres matrículas de honor, tres menciones, ocho sobresalientes, once notables y un aprobado. Salta a la vista que son las asignaturas preclínicas aquellas en las que recibe mejores calificaciones. Con el título de Medicina en su poder, Pío del Río Hortega consigue ser nombrado Médico Titular de Portillo, simultaneando esta ocupación con las funciones de Auxiliar de Interino Gratuito de la Facultad de Medicina, con destino a las Cátedras de Histología y Anatomía Patológica. En 1910, se traslada a Madrid para presentar su tesis doctoral, obteniendo la más alta calificación. Previamente, había renunciado a su plaza de doctor en Portillo, ya que "no había nacido para luchar con las diarias pequeñeces y miserias que trae aparejada la vida de médico rural" (como dijo años después uno de sus condiscípulos).
Su retorno al mundo de la Facultad se ve compensado con la consecución del nombramiento de Auxiliar Interino de Cátedras prácticas y experimentales, con destino a Histología y Anatomía Patológica. Sus primeros trabajos (fruto de su magnífica tesis) comienzan a ser publicados en la gaceta "Clínica Castellana". El joven médico se interesa por el campo de los tumores cerebrales, sin imaginarse que años después haría notables aportaciones a la materia...
En 1912, Pío del Río Hortega se siente atraído por la relevancia de Santiago Ramón y Cajal y decide trasladarse a Madrid para colaborar con él, conociendo en aquella ciudad al gran médico Nicolás Achúcarro, quien le recibe cordialmente en el Laboratorio de la Junta para la Ampliación de Estudios (JAE). A principios del siguiente año, nuestro joven galeno solicita una pensión de dicha Junta para continuar su trabajo (titulado Histología de los centros nerviosos) junto a los Drs. Ramón y Cajal y Nicolás Achúcarro. Gracias a una beca concedida por el Comité Español para la Investigación del Cáncer, pudo Del Río Hortega ampliar sus conocimientos médicos en el extranjero, estudiando durante dos años la anatomía patológica, bacteriológica y química del cáncer; primero en París (con Letulle y Prenant), luego en Londres (con Murray) y finalmente en el Instituto Koch berlinés.



Tras finalizar su estancia en el extranjero, Del Río Hortega vuelve junto a su colega Achúcarro, quien había trasladado el Laboratorio de la JAE al Instituto de Investigaciones Biológicas dirigido por Ramón y Cajal, lo cual colmaba con creces las aspiraciones del portillano. En 1917, Achúcarro cae enfermo, falleciendo al siguiente año. En tan tristes circunstancias, la JAE designó a Pío del Río Hortega para estar al frente del Laboratorio, merced a la propuesta de Santiago Ramón y Cajal. Este es un año pleno de éxitos para nuestro biografiado, ya que se le concede el Premio Achúcarro y es nombrado jefe del Laboratorio de Histopatología del Hospital General de Madrid. Ya en 1917, Del Río Hortega había publicado en la revista médica encabezada por Cajal un trabajo titulado "Notas técnicas. Noticia de un nuevo y fácil método para la colaboración de neuroglía y del tejido conectivo". En él se describía su método particular del carbonato argéntico, que posteriormente había ido perfeccionando y mejorando, produciendo una capacidad de impregnación superior a cualquier otra técnica de plata conocida en aquella época.
Por desgracia, Ramón y Cajal acabaría despidiendo del Laboratorio a Don Pío, debido a las envidias y calumnias que había hacia éste por parte de otros médicos del Laboratorio. La ruptura con el maestro Cajal fue enmendada por la JAE, que nombró a Del Río Hortega director del Laboratorio de Histología Normal y Patológica de la Residencia de Estudiantes, con la recomendación de Cajal para dicho cargo. Allí, poco a poco, a pesar de una clara insuficiencia de medios y de espacio, va sumando paulatinamente una gran producción científica, así como va forjando a su alrededor una plétora de discípulos, que posteriormente ocuparán destacados lugares en la magna escuela médica histológica española. Tienen lugar múltiples reconocimientos de la obra, empezando a generalizarse en el ámbito internacional la denominación de "células de micrología" o "de Hortega". Cada vez se hacen más frecuentes en el modesto laboratorio las visitas de renombrados científicos, como el neurocirujano canadiense Wilder Penfield, el profesor Da Fano (del prestigioso King College londinense) o los doctores Miskolczy, D´Ancona y Weis. Cabe recordar la amistad de Don Pío con Federico García Lorca, quien más de una vez miró por su microscopio...



Pío del Río Hortega es ya una figura de la Medicina de resonancia internacional, y las instituciones científicas de Hispanoamérica son las primeras en reclamar su presencia para pronunciar conferencias e impartir cursos prácticos sobre sus originales técnicas (sobre todo las relacionadas con el carbonato de plata).
En la reunión que la JAE celebró el día 29 de enero de 1925, se acordó conceder a Del Río Hortega una pensión mensual de 400 pesetas durante tres meses para que dicte un curso teórico-práctico de Histología Normal y Patológica en la Institución Cultural Española de Buenos Aires y estudie la posibilidad de iniciar colaboraciones científicas entre España y la República Argentina. Al doctor portillano le habían precedido en el desarrollo de los cursos en esta institución los insignes profesores Menéndez Pidal, Ortega y Gasset, Rey Pastor, Pí y Suñer, Cabrera, González Posada, Rodríguez Lafora y Casares Gil. Nuestro experto en Medicina comenzó su tarea en tierras argentinas tras recibir grandes elogios en los periódicos La Nación, La Prensa y La Razón; si bien percibió un ambiente de curiosidad y recelo. Una vez acabado aquel curso, se trasladó a Montevideo, siendo invitado por la Institución Cultural Española de aquella ciudad. Del Río Hortega expuso exactamente el mismo programa con sus enseñanzas y no dudó en rendir tributo al eminente Ramón y Cajal: "nosotros, que le vemos trabajando y pensar, sabemos que esos setenta y tres años no le pesan... ¡Cuantos de cuarenta quisiéramos la lucidez mental de ese anciano para conquistar la Gloria!".
El viaje del portillano por Argentina y Uruguay alcanzó amplia resonancia en la prensa nacional, siendo exponente de ello los artículos publicados en El Sol y otros rotativos nacionales, cargados de elogios hacia el investigador y docente. En Valladolid y Portillo tuvieron lugar dos grandes homenajes a su labor. El catedrático Leopoldo López García, el que fuera su maestro en la Facultad de Medicina vallisoletana, le envió a Ramón y Cajal esta significativa carta:

"Respecto a lo de Pío del Río Hortega, ya me figuraba yo la exageración en todo por los periódicos políticos, y para que vea usted como se va moviendo la opinión, le envío adjunto los recortes de un periódico de aquí, que refleja lo que ahí se labora y que toman ahora a Pío como escudo para justificar los artículos aparecidos en El Sol, en apoyo del nombramiento de Catedráticos por aclamación: campaña promovida por estas inestabilidades que quieren establecer precedentes y no molestarse en hacer pruebas, ni oposiciones.
Y menos mal que el articulista de El Liberal, Dn. Antonio Lozoya, no prescinde de usted, ni de su escuela histológica, sino que se ampara justamente en ella para hacer una apoteosis tal de Pío (en mi pobre opinión algo exagerada) que se vislumbra algo como tendencia a obscurecer un poco la egregía y verdadera labor de usted, y pasa el artículo a los límites de fantástico reclamo. La familia del joven, que no tiene límites, y los que ahí manejan el tinglado periodístico y político que tampoco tienen límites, ni escrúpulos; no sabemos a lo que llegarán al regreso...
Creo que estará V. conforme conmigo en estas apreciaciones; que ni restan méritos al joven Del Río, ni suponen envidia del bien ajeno; pues ya sabe usted que ni la he tenido, ni la tengo; pues me conoce y me trata con cariño hace muchos años".


Como reconocimiento a su labor, es investido Presidente de la Real Sociedad de Historia Natural. Pronuncia conferencias en Cádiz y Valladolid y hace acto de presencia en el simposio anatómico internacional que tiene lugar en la ciudad belga de Lieja. Es propuesto, en 1928, para el Premio Nobel de Medicina del siguiente año. Por desgracia, el importantísimo galardón no le sería concedido.

« Última modificación: Mayo 07, 2015, 01:27:11 por Maelstrom » En línea
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« Respuesta #1 : Diciembre 18, 2010, 06:03:52 »




En 1930, Pío del Río Hortega vuelve a hacer otra gira por tierras hispanoamericanas: esta vez su viaje estará dirigido a México y Cuba. En el país azteca recibió un merecido homenaje, siendo además nombrado Profesor Extraordinario de la Facultad de Medicina de México DF. En esta ciudad volvió a encontrarse con el profesor Tomás G. Perrín, amigo y condiscípulo en sus años de Valladolid. Un mes después, desarrolló un curso en la Cátedra de Histología de la Universidad Nacional mexicana.
Acabado éste, se traslada a la isla de Cuba, visitando varias instalaciones hospitalarias (allí llamadas Quintas o Casas de Salud). La revista "Castilla Cultural" (1-IX-1930) recogió las impresiones de nuestro doctor, a quien le llamó la atención la falta de protección y beneficencia para las mujeres y los niños. Se sintió impresionado por su encuentro con la colonia vallisoletana, ya que "no suponía que había tantos vallisoletanos en La Habana ni que se desenvolvieran tan espléndidamente". Así, la Unión Vallisoletana de La Habana le ofreció un buen homenaje, haciéndole solemne entrega del título de Presidente de Honor de la Unión Vallisoletana de Cuba.
A su regreso a España, Del Río Hortega recibe una invitación para viajar a Alemania; la realizará a comienzos del año 1931. El viaje quedaba bajo el patronazgo de los Institutos de Neurología y Patología de la Universidad de Munich, dirigidos por los doctores Spielmeyer y Borst, figuras ambas de prestigio internacional. Don Pío leyó allí sus conferencias en alemán, pasando después a Berlín, Friburgo y Heidelberg. La primera de sus conferencias en Munich versó sobre la microglía y se desarrolló en el Instituto de Patología; mientras que la segunda, dedicada a la oligodendroglía, se expuso en el Instituto de Anatomía. Además de aquellas ponencias, Del Río Hortega llevó a cabo demostraciones de técnica histológica, sobre todo de los métodos del carbonato de plata. Como es bien sabido, tras el estudio de las preparaciones se llevaba a cabo una discusión de los resultados, lo que daba con frecuencia origen a coloquios y discusiones animadas, resaltando la mantenida con el Dr. Spatz por su viveza y duración. Las disertaciones que el portillano pronunció en Berlín tuvieron lugar en la Asociación de Médicos y en el Instituto de Patología.
Terminados ya sus quehaceres en Alemania, Don Pío estuvo varios días en París, visitando el Instituto de Cancerología que lideraba el doctor Roussy; allí dedicó especial atención al departamento de cultivo de tejidos, preocupación relevante en el pensamiento científico de nuestro doctor. Ya en España, fue homenajeado en Madrid y Valladolid.



...Y así estaban las cosas cuando llegó la Segunda República. El socialista y prestigioso médico Marcelino Pascua, Director General de Sanidad (y oriundo también de tierras vallisoletanas) destituyó al Dr. José Goyanes del Instituto Nacional de Cáncer, posiblemente por su dudosa adhesión al nuevo régimen. Del Río Hortega, que tenía el cargo de Subdirector de esta institución científica, se hizo cargo provisionalmente de la dirección del centro. Por lo demás, su creciente prestigio motivó que fuese nombrado Vocal de la Junta de Relaciones Culturales del Ministerio del Estado, siendo designado también Miembro Honorario de la Sociedad de Neurología de París. Don Pío hizo públicos sus puntos de vista personales sobre la enseñanza universitaria a través de un artículo periodístico publicado en "El Sol". Los criterios progresistas expuestos en dicho artículo le buscaron no pocos enemigos, ya que Del Río Hortega denunciaba sin concesiones el inmovilismo académico.
Ya en la primavera del 32, la Dirección General de Sanidad sacó a Concurso de Méritos la plaza de Director del Instituto Nacional del Cáncer para cubrirla en propiedad. El único candidato a la misma fue Don Pío. Entre los ejercicios a realizar se estableció uno de carácter práctico. Del Río Hortega diagnosticó una de las preparaciones (como correspondiente a un caso de enfermedad de Gauchet) pero se permitió señalar al tribunal la deficiente realización del preparado objeto de examen, con defectos de tinción y montaje. Estas manifestaciones del opositor ocasionaron gran incomodidad al tribunal, dado que la preparación objeto de la crítica había sido preparada personalmente por el Presidente del mismo. Pero nada de esto impidó que Don Pío alcanzase por sus méritos el puesto de Director del Instituto Nacional del Cáncer.
En otro orden de cosas, por aquellas fechas fue publicado el libro del neurocirujano Wilder Penfield "Cytology and Pathology of Nervous System". En esta extensa y renombrada obra figura Don Pío como autor de dos capítulos, dedicados a la microglía y a la glándula pineal. Su participación en un libro científico de tal categoría supone la confirmación internacional de sus investigaciones. Además, Del Río Hortega expuso a la crítica del público un innovador trabajo (magníficamente ilustrado y muy extenso) que llevó por título Estructura y Sistematización de los gliomas, difundido por la revista "Archivos Españoles de Oncología".
Ya en el 1933, nuestro doctor pronuncia conferencias en Santander, Madrid y Zaragoza sobre el sistema nervioso, sin descuidar nunca su actividad investigadora. En octubre de aquel año, tuvo lugar en Madrid un importantísimo acontecimiento para el ambiente científico español: el Primer Congreso Internacional de Lucha contra el Cáncer, cuya solemne sesión de apertura fue presidida por Niceto Alcalá Zamora (Presidente de la República), Leandro Pita Romero (Ministro de la Guerra), Cardenal (Presidente del Congreso), Pedro Rico López (Alcalde de Madrid) y el embajador de Argentina, entre otras personalidades de la política. Del Río Hortega expuso su ponencia "Anatomía Microscópica de los Tumores del Sistema Nervioso Central y Periférico", en el que se precisan las ideas y conceptos fundamentales de la patología tumoral del sistema nervioso. Este Congreso supone (indudablemente) un gran éxito personal para Don Pío y su grupo de discípulos, pese a que algunos de los puntos de aquella ponencia fueran duramente objetados en posteriores discusiones. Pío del Río Hortega se consolidaba como una de las figuras más señeras a nivel mundial en el campo de la neurohistología y neuropatología. En reconocimiento a sus méritos científicos, el Gobierno republicano le nombra Consejero de Sanidad. Por si fuera poco, vuelve a ser propuesto para recibir el Premio Nobel, pero la Real Academia de Medicina no le presta su apoyo...



A lo largo de 1934, nuestro biografiado va a cosechar diferentes galardones y honores, ratificando así su posición de relieve: Caballero de la Legión de Honor, Miembro de Honor de la Sociedad de Anatomía Normal y Patológica de Buenos Aires, Miembro de Honor de la Real Sociedad de Médicos de Budapest y de varias sociedades médicas europeas y estadounidenses...
Pero Pío del Río Hortega tendría que padecer el desagradable suceso que vamos a relatar a continuación. Resulta que, al producirse el fallecimiento de Ramón y Cajal y quedar vacío su sillón en la Real Academia de Medicina, Don Pío presentó su prestigioso currículum para ocupar dicha vacante. Su petición es avalada por Lafora, Marañón, Jiménez Díaz y otros profesionales de indudable talla, pero aquella misma plaza fue también solicitada por el Dr. Villaverde, conocido de Don Pío en los años de la Facultad de Medicina vallisoletana. Era Villaverde un médico de trayectoria muy reducida, siendo un completo desconocido a escala internacional. La mayoría de los miembros de la Academia, por su parte, eran personas de edad provecta y adictos a los partidos derechistas y monárquicos. Es fácil deducir que, dada la orientación política que Del Río Hortega había tomado en aquello años, fuera nulo el interés de los académicos en reconocer su grandísima valía y tenerle como colega en la institución.
Así que, celebrada la votación, salió nominado el Dr. Villaverde para ocupar el puesto de Cajal. Esta injusta decisión provocó el estupor de la opinión pública, y los intelectuales de la Medicina española no tardaron en hacer oír sus propuestas. Según parece, los académicos ni se molestaron en leer la documentación que presentó Del Río Hortega, siendo una muy significativa muestra de desprecio a toda una personalidad cienítica.
En un intento de exaltar la figura de Don Pío (y para compensarle por tan lamentable jugarreta) se organizó un multitudinario homenaje a su persona, con un banquete en el Hotel Ritz. Al convite asistieron Federico García Lorca, Gustavo Pittaluga, Fernando de los Ríos, Marcelino Pascua, Luis Araquistain, Juan Negrín, Ramón Gómez de la Serna... Tomaron la palabra, entre otros, los señores Valle Inclán, Azorín, Hernando, Marañón y Jiménez Díaz. Éste último afirmó que Pío del Río Hortega acabaría por tener un merecido puesto de honor en la actividad científica española.
Pese a todos estos avatares, nuestro doctor continúa con su quehacer científico. Sigue recibiendo a eminentes médicos extranjeros en su laboratorio (alemanes, ingleses, estadounidenses y canadienses), al tiempo que obtiene un nuevo honor: la estadounidense National Geographic Societ y la Sociedad de Biología de Nueva York le nombran Miembro honorario.



En julio de 1936, como es bien sabido, se inicia la Guerra Civil española, que asolará al país tanto intelectual como materialmente. En septiembre de aquel año tuvo lugar en Bruselas el III Congreso Internacional de Lucha contra el Cáncer. Dado el cargo que desempeñaba Don Pío en la Comisión Internacional contra el Cáncer, era inexcusable su presencia en aquel acontecimiento. Ya en dicho Congreso, el Comité Ejecutivo de la Unión Internacional comisionó a Del Río Hortega para colaborar en la preparación de un Atlas Diagnóstico sobre los tumores del sistema nervioso.
Terminado el Congreso de Bruselas, y tras pasar unos días en el Colegio Español de París, Don Pío regresa a Madrid, pese a que la ciudad parece próxima a ser tomada por las tropas de Franco. El Instituto Nacional del Cáncer (situado en las cercanías del Hospital Clínico) se halla muy cerca de la primera línea de fuego, quedando destrozado en casi su totalidad. El valioso material científico del Instituto corría riesgo inminente de destrucción. Por suerte, un íntimo amigo de Don Pío llamado Nicolás Gómez del Moral pudo salvar aquel material, ligado a tantos años de trabajo y esfuerzo. Poco después, el propio Del Río Hortega iría allí en busca de unas cajas de Radio compradas en el extranjero. No le quedó más remedio que ponerse el uniforme de miliciano sobre su impecable traje de corte inglés y dirigirse al Instituto en una tanqueta, bajo la protección de las milicias republicanas. Ya con el Radio en su poder, se encaminó al Banco de España, dejando en su depósito aquel preciado material.
La llegada del mes de noviembre supone la salida de Madrid de Pío del Río Hortega, que abandona la ciudad junto a otros intelectuales destacados. Todos ellos fueron homenajeados por el Quinto Regimiento comunista, que les ofreció un banquete de despedida. La mayoría de las personalidades evacuadas de Madrid fueron alojadas en la Casa de la Cultura de Valencia, ciudad ésta que había sido declarada capital de la República. Don Pío firmará en lugar preeminente un llamamiento que hacen los hombres de las Artes y las Ciencias a los intelectuales del mundo sobre los bombardeos que tienen lugar en Madrid...



En la Casa de la Cultura se instalaron distintos laboratorios, pero Del Río Hortega, aprovechando que su antiguo colaborador Luis Urtubey es Catedrático de Histología y Anatomía Patológica en la Facultad de Medicina valenciana, pasó a trabajar con éste en aquel edificio. Allí le acompañaron los ayudantes de Urtubey, los Drs. Alcover y Campos.
A comienzos de 1937, Don Pío pide permiso al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes (cuyo titular era el comunista Jesús Hernández) para realizar una serie de labores científicas en París. Su desplazamiento es autorizado por el Ministro, y al poco de llegar a la capital francesa asiste a la Conferencia Internacional de Ayuda al Pueblo Español. Se incorpora al Laboratorio Histopatológico del Servicio de Neurocirugía instalado en el Hospital de la Pitié, donde coincide con el Dr. Isaac Costero, viejo conocido de la Facultad de Medicina vallisoletana. Algo después, impartirá conferencias preparadas por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes en diferentes centros de Praga y Leiden.



Tras una temporada en París, Pío del Río Hortega se traslada a la Universidad de Oxford, donde goza de toda clase de consideraciones, tanto sociales como científicas. Dedica la mayoría de su tiempo al los trabajos de laboratorio, motivados tanto por su interés científico como por disminuir la nostalgia y los recuerdos de España. En Oxford se congrega un insigne grupo de exiliados que se reúne con cierta periodicidad, recreando pequeñas tertulias que les hacen más llevadero el exilio: Sixto Obrador, Josep Trueta, Severo Ochoa, Paulino Suárez y Suárez, Alberto Jiménez Fraud... Como no podía ser de otra manera, nuestro biografiado es aclamado por la comunidad científica inglesa, siendo nombrado Miembro del Trinity College y Doctor Honoris Causa de la Universidad de Oxford. Desde la España de Franco, la Casa de Salud de Valdecilla y la Universidad de Valladolid envían sendos telegramas protestando contra la concesión de ambos títulos a Don Pío.
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« Respuesta #2 : Diciembre 18, 2010, 06:06:21 »


La declaración de guerra entre Gran Bretaña y Alemania, allá por septiembre de 1939, perturba de un modo profundo la vida de Don Pío. El pais que le acoge vuelca sus esfuerzos en el enfrentamiento bélico con el Tercer Reich. El comienzo de los crueles bombardeos sobre tierra inglesa hace rememorar a Don Pío los amargos recuerdos de la guerra española. Añadanse a ello, las dificultades de todo tipo que van afectando al laboratorio; de modo que Del Río Hortega decide abandonar Oxford. No podría regresar a España, pues el régimen franquista no olvida sus posturas políticas y el Tribunal para la Represión de la Masonería y el Comunismo le acusa (falsamente) de militancia masónica. A pesar de todo, el de Portillo sigue trabajando instensamente: estudia con ahínco los tumores cerebrales, llegando a examinar casi 2000 de ellos.
Pero la diosa Fortuna sonríe a Don Pío: es invitado a desplazarse a la República de Argentina por la Universidad de Buenos Aires, a expensas de la Institución Cultural Española, para desarrollar un curso sobre Histología e Histopatología del Sistema Nervioso durante tres meses. Del Río Hortega acepta la propuesta, pese al corto espacio de tiempo que se le ofrecía, considerando que es problable que, una vez instalado en Buenos Aires, pudiese encontrar medios para prolongar indefinidamente su estancia en Argentina (como así fue).
Don Pío desarrolló su curso, de marcado carácter práctico, explicando ante sus homólogos argentinos los últimos avances que había desarrollado en el carbonato de plata. Según parece, el curso tuvo un extraordinario éxito, siendo numerosa la concurrencia y grandes el afecto y la admiración por el maestro. Todos los asistentes quedaron deslumbrados por la sencillez, simpatía y sabiduría mostrada por Pío del Río Hortega. El profesor Balado, a quien podemos considerar el pionero de la Neurocirugía argentina, ofreció al de Portillo un puesto en el Hospital de Santa Lucía. Éste aceptó la propuesta, y pudo desarrollar su labor científica en un ambiente tranquilo y recoleto, sin interrupciones. Quiso la adversidad que Don Pío y Balado acabaran enfrentándose por diferencia de criterios científicos: la situación llegó a adquirir cotas de tensión muy altas, pues aunque Don Pío fuera una persona muy tímida, podría tener reacciones fuertes y acres. La Institución Cultural Española le propone trabajar en su Laboratorio, y gracias a esta oferta pudo Del Río Hortega abandonar aquel ambiente enrarecido.



No tardó nuestro doctor en dar muestras de extraordinaria diligencia al frente de aquel Laboratorio, rodeado por un grupo de jóvenes pupilos. Para dar a conocer sus trabajos y descubrimientos, funda la revista "Archivos de Historia Normal y Patológica", lanzada con los fondos de la Institución Cultural Española. Aquella gaceta difunde sus más recientes investigaciones, así como algunas de las más antiguas, que son difíciles de encontrar (y más en la situación de inestabilidad mundial de la época). Es evidente que el mismo Del Río Hortega aporta los ejemplares que sirven para publicar la revista: corresponden al material que, desde el Instituto Oncológico pasó sucesivamente por Valencia, Barcelona, París, Ofxord y (finalmente) Buenos Aires. Prueba de la fecundidad investigadora de Don Pío es la creación de los conceptos de angiogliona y neurogliona, vigentes a partir de entonces. Las sociedades argentinas de Biología, Anatomía Normal y Patología, Neurología y Psiquiatría le premian con distinciones honoríficas. Además, la Universidad de La Plata le nombra Miembro Honorario.
Ya en 1943, publica Don Pío una serie de variados trabajos científicos y recibe todavía más nombramientos honoríficos de sociedades científicas. La Universidad de La Plata le desgina Catedrático de Embriología e Histología General. Para cumplir con sus obligaciones docentes, en los fines de semana se desplaza a la citada Universidad. Impartirá las clases correspondientes, creará un pequeño laboratorio y formará otro núcleo de colaboradores, entre los que figura el Dr. Prieto Díaz. Este momento tuvo un sabor agridulce para Don Pío: por un lado, satisfacía una de sus más sentidas aspiraciones, la de alcanzar la máxima categoría docente; pero por otro lado, le entristecía haberla logrado fuera de su país...
Por desgracia, a Don Pío se le recrudece el cáncer urogenital que venía padeciendo desde hace años, dolencia ya sentida en Oxford, aunque no manifestada del todo. Como si tuviera una premonición de que su tiempo es corto, del Río Hortega va a centrarse en redactar lo que podemos considerar su testamento científico. Diversos artículos sobre tumores, neurofibromas, meningoexoteliomas, oligodendrigliomas y tumores del nervio y quiasma óptico acompañan al "Ensayo de Clasificación de las alteraciones celulares del tejido nervioso, tanto en las alteraciones de las células nerviosas como después de las neuróglicas". Además de las obras citadas, publica un trabajo sobre el conocimiento citológico de los oligodendrogliomas.
Don Pío del Río Hortega acaba sus días sumido en una profunda decadencia física y mental, que pasa la mayor parte del tiempo acostado en su domicilio. Fueron días de dolorosa agonía. Impresiona angustiosamente el saber que aquellas agilísimas manos de taumaturgo que trocaban en encajes sutiles fragmentos hepáticos o esplénicos, se negaban a obedecer a un cerebro pleno de lucidez... La intesidad del cuadro doloroso va siendo más y más acusada, lo que exigía crecientes dosis de analgésicos y de hipnóticos.
El fallecimiento de Don Pío tuvo lugar el 1 de junio de 1945. Su cadáver fue velado en la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires por una comisión nombrada a tal efecto. El difunto fue amortajado con la toga de Profesor Honoris Causa de la Universidad de Ofxord. Lucía, sobre aquella indumentaria, la insignia republicana que siempre llevaba en su cartera.
Tras el fallecimiento de Franco, los restos de Don Pío descansaron en Buenos Aires, haciendo realidad del verso de Gabriela Mistral: "Gracias por el sueño que me diste en tu casa". Hoy reposan en Valladolid, en la tierra que le vio nacer, en la Castilla que empieza a saldar la deuda que tiene con uno de sus más ilustres hijos.

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« Respuesta #3 : Diciembre 19, 2010, 01:31:01 »


Acabas de solucionar una de las dudas que más me inquietaban. Si por Valladolid pasan el Pisuerga y el Esgueva, ¿por qué llaman al hospital con el nombre de otro río diferente? Lo que hace la ignorancia.  68
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