He encontrado este articulo en el que se detalla la participación de los hombres y las villas riojanas en la la guerra de las comunidades de Castilla y quiero compartirlo con vosotros:
No es este el lugar, ni menos mi propósito, para enjuiciar el Movimiento de las comunidades en Castilla y la Germania en Valencia. Doctos escritores y plumas autorizadas por los años y el saber, nos hablaron largamente de este tan sugestivo como incomprendido tema, para la generalidad de los españoles. Sirvan para aquellos que quieran estudiar el Movimiento, los nombres de Juan Ginés de Sepúlveda, en su «Historia de Carlos V»; Gonzalo Fernández de Oviedo, en «Batallas y Quincuagenas»; el ilustre historiador Fray Prudencio de Sandoval y el Padre don Juan Maldonado, en su interesante libro publicado en latín con el título: «El Movimiento de España o Guerra de las Comunidades de Castilla». Todos estos autores, que podemos llamar antiguos, al lado de los contemporáneos entre los que ocupa lugar destacado el Académico de la Real de la Historia don Manuel Danvila en su magna obra de seis tomos «Historia Crítica y Documentada de las Comunidades de Castilla», publicada por la dicha Real Academia de la Historia del año 1897 a 1899, en su «Colección de Documentos, Opúsculos y Antigüedades», tomos XXXV al XL.
Como origen o motivo del levantamiento que tuvo lugar el año 1520, el 16 de abril, en la imperial ciudad de Toledo, al grito de «¡mueran los flamencos!», y terminó trágicamente en el «Campo de los Caballeros» de Villalar, con la derrota de los Comuneros y la prisión y martirio de sus tres principales jefes el 21 de abril de 1521; podemos consignar el famoso testamento de Ntra. Sra. la Reina Católica en el que ordena y prohíbe estén en manos de extranjeros los cargos, oficios y dignidades de sus Reinos.
Extranjero era el Rey que se nos entraba por las puertas; extranjeras sus costumbres, y extranjeras—y es lo más importante— sus amistades, sus consejeros y las personas a las que entregó los primeros cargos de su Reino, aquellos flamencos cuya codicia y afán de rápidas riquezas es tan conocida para la historia.
Una Reina madre, Doña Juana, retirada en Tordesillas con sus facultades mentales perturbadas y una invasión de flamencos ambiciosos, hacían no conocer a España los viejos vasallos de Don Fernando y Doña Isabel.
El descontento fué grande y el Movimiento estalló con enorme furor y fuerza, ensangrentando las ciudades primero, y, una vez vencido en Villalar, terriblemente reprendido por el Rey Emperador, que bien en verdad tomó en cuenta la lección que estos trágicos y malos principios tuvo el glorioso reinado del primero de nuestros Carlos a cuyos últimos días en Yuste, España era cabeza del mundo, y él, flamenco por nacimiento, daba a nuestra patria sus últimos amores y sus postreros días mandándose enterrar en tierra española.
No podemos saber lo que España hubiera sido de haber triunfado la «Santa Comunidad», castellana, y para otros se queda esta casi incontestable interrogación, y es ahora nuestro solo objeto, después de haber trazado estas pinceladas de las Comunidades, ver históricamente la participación que la región castellana que conocemos por la Rioja, tuvo en el repetido Movimiento «de principios del siglo XVI.
Dos ciudades riojanas solamente: Haro y Nájera, y otros pueblos de menos importancia como Huércanos, Uruñuela, Matute y Camprovín, tomaron voz por la Comunidad; la pequeña ciudad de Logroño que es cabeza de la provincia desde el pasado siglo, sólo fué importante en el sentido de haberse fechado en ella algunas cartas y documentos relativos a la rebelión; ciudad que el mismo año del fin de las Comunidades, el 1521, el 11 de junio adquiere nombre y heroicidad al defenderse y rechazar las tropas francesas en su famoso y de todos conocido cerco al mando del buen Corregidor Vélez de Guevara.
La villa de Haro se alzó contra el Condestable de Castilla (nota.- D. Iñigo Fernández de Valasco era hijo segundogénito del también Condestable D. Pedro y de D.ª Mencía de Mendoza. Fué D. Iñigo Duque segundo de Frías, cuarto Conde de Haro, Cabeza y Pariente Mayor de la casa de Velasco y Caballero del Toisón de Oro. Títulos y dignidad de Condestable que heredó por muerte sin sucesión de su hermano mayor D. Bernardino. Tomó parte en la rota de Víllalar y peleó después contra el ejército francés en el levantamiento del Cerco de Logroño, sitiando y ganando, a continuación la ciudad de Fuenterrabía. Casó con D.a María de Tovar Señora de la Casa y Marquesado de Berlanga y (Astudillo, y ambos padres de D. Pedro Fernández de Velasco que sucedió en la Casa. Murió el Condestable D. Iñigo en Madrid el 17 de septiembre de 1538 siendo enterrado en la Capilla de Santa Clara, en cuyo Convento tenían los Condestables su sepulcro.), que rápidamente la sujetó en principio. A pesar de creer todo acabado, el 17 de septiembre de 1520 hubo nuevos alborotos expidiendo ese día el Condestable (nota.-Archivo del Ayuntamiento de Haro. Leg. 100.), desde el Palacio de la Choza, un mandamiento para que no se celebrase hasta nueva orden Concejo General, sino en el caso de que el Alcaide, Alcalde y Regidores, lo consideraran necesario, dando otro mandamiento al siguiente día, 18, para que todo aquel que produjese el menor escándalo o altérese el orden público, como ahora decimos, fuese reo de muerte (nota.- Archivo del Ayuntamiento de Haro. Leg. 100.). Al mismo tiempo ordena que Haro designe veinte hombres para entender y tomar acuerdos sobre la vida de la Ciudad, siendo sus decisiones tan válidas como si fuera Concejo en pleno.
Son éstas dos sabias medidas que hablan a las claras de la prudencia del Condestable, cortando de raíz lo que podía ser motivo de rebelión. En primer lugar la amenaza de ser ajusticiados los alborotadores en el acto, y el Condestable no lo decía en vano, y en segundo, prohibir el Concejo abierto, ya que no pudiendo celebrarse este, no había lugar de reunión para los ánimos exaltados como estaban en Castilla, de cuyas reuniones en Toledo, Salamanca y Segovia, y el resto de las poblaciones comuneras salió el grito de rebelión y el acuerdo era legal y perfecto. No es necesario decir que los veinte jarreros nombrados para representar a sus vecinos eran de toda confianza y reconocida lealtad al Condestable, que así terminó, casi en su origen, con la Comunidad de Haro.
La ciudad se sometió, sus gentes volvieron al trabajo y este pequeño foco quedó reducido, huyendo los más compremetidos a la cercana ciudad de Najera. La Nobleza jarrera se mantuvo fiel al poder constituido, pudiendo ser esto motivo de su rápido sometimiento, ya que, aunque las Comunidades fueron movimiento esencialmente popular, las acaudilló en casi todas las partes la nobleza, sirviendo de ejemplo en la cercana provincia de Álava con el Conde de Salvatierra a la cabeza y los tres caudillos ajusticiados en Villalar representantes de la primera sangre de sus respectivas ciudades. «La muerte de los tres ajusticiados en Villalar separó a la Nobleza de las Comunidades, y fué causa de su total ruina. (Danvila, «Historia de las Cumunidades», Tomo IV, página 8).
En Nájera fué más seria y más sangrienta la rebelión. Proclamóse la Comunidad el 14 de septiembre de 1520, se alzó contra su señor el Duque (nota.- El Ducado de Nájera fué concesión de los Reyes Católicos el año1482 a favor de D. Pedro Manrique de Lara y Sandoval, II Conde de Treviño y Adelantado del Reino de León, llamado el Fuerte. Casó con D.a Guiomar de Castro, siendo los padres del que nos ocupa, el segundo Duque de Nájera y tercer Conde de Treviño, D. Antonio, que fué Caballero del Toisón y Virrey de Navarra. Ayudó mucho al Condestable en la jornada de Villalar, aunque desguarneció Pamplona siendo éste el origen de la pérdida de Fuenterrabía ocupada por los franceses. Casó con D.a Juana de Cardona. Está enterrado en Sta. María la Real de Nájera.) y apoderándose del mando y la justicia de la ciudad, ahorcó a un hijodalgo, cuyo nombre no conocemos, criado del de Nájera. No paró aquí la cosa, ya que prendieron y encarcelaron a otros y saquearon e incediaron varias casas de enemigos de la Comunidad. Para prepararse de un posible asalto, como sucedió, del de Nájera o el Ejército Real, llamaron en su defensa al Concejo de Navarrete, y a los vecinos de Uruñuela, Huércanos, Camprovín y Matute que también dieron el grito de rebeldía. El día 17 escribían a Navarrete (nota.- Archivo Real Academia de la Historia: Pleitos: 54=8,14, 2, T 252.) dándoles cuenta de haber tomado el Alcázar o Castillo de Nájera y les invitaban a recoger la documentación que les interesase.
Volviendo pues a la ciudad de Nájera, una vez encarcelados los sospechosos acometieron el Alcázar que tomaron, refugiándose el Alcaide con su gente en la Mota, creo que se refiere al Castillo cuyas ruinas vemos hoy día, en el Alcázar se fortificaron y esperaron la reacción del Duque que estaba en su Virreinato de Pamplona.
Este no se hizo esperar. El martes 18 se presentó a tres leguas de Nájera acompañado de un ejército que arrastró de Navarra, aparte de la hueste de su tío Don Gómez de Butrón y otras de sus parientes. Hizo alto y según costumbre en la época mandó una corneta con su bandera para traerlos de nuevo a la obediencia haciéndoles saber en las penas que incurrían si persistían en su actitud y ofreciéndoles el perdón si deponían las armas, en caso contrario entraría a sangre y fuego en Nájera. (nota.-Archivo de Simancas Sección Estado. Castilla, leg. 7.)
Los comuneros no se arredraron ante la amenaza que se les daba una hora de tiempo, y el mismo plazo a los pueblos que he consignado antes, cercanos a ella. Se negaron a dar paso al Duque y dispararon su artillería contra éste. Un nuevo intento de paz fué realizado por el Corregidor y cuatro Regidores de Logroño que entraron a parlamentar en la ciudad, sin que éstos fuesen tampoco atendidos, por todo ello el Duque dio orden de atacar Nájera. La defensa fué brava, pero no pudieron resistir mucho tiempo entrando la tropa del Duque y saqueando la ciudad. Fueron presos los jefes de la revuelta y ahorcado cerca del Najerilla su principal cabeza, el Bachiller Castillo, que ya había sufrido destierro por Fernando el Católico, y cuatro más.
Si no fué mucha la sangre derramada en Nájera, solamente dos personas, según Juan de la Torre en la carta que copio a continuación, y los cuatro ejecutados por el Duque de Nájera, el saqueo y los incendios redujeron a ceniza muchas casas najerinas y el pánico y la desilusión cundieron por la Rioja.
Haro y Nájera, como tantas veces sucede, se adelantaron a los acontecimientos, sin esperar las órdenes de la «Santa Junta Comunera», para levantar al mismo tiempo y, de acuerdo, las ciudades de Haro, Nájera, Santo Domingo, Logroño y creemos que algunas más como Calahorra, que estaban comprometidas, y lo que es más importante, que sentían y respiraban en comunero haciéndose solidarias del resto de Castilla es histórico: Pero el fracaso de Nájera y la entrada de las tropas francesas en el cercano Reino de Navarra, acabaron la rebelión en nuestra provincia que unos meses después se cubría de gloría y heroísmos frente a las rotas banderas del ejército francés.
Más que todos nuestros comentarios, dicen lo que fué la Comunidad aquí, las dos cartas que copiamos a continuación. Una del Duque de Nájera que segó con fuego el movimiento en la ciudad de su título, calculándose las pérdidas de la misma, en la suma, grande en aquella época, de setenta mil ducados. Bien es verdad que por venir aquí, dejó desguarnecido el Reino navarro origen esto de la toma de Fuenterrabía por los franceses, nuestros queridos vecinos que como siempre, se apresuraron a pescar en río revuelto, y las acerbas críticas de la Junta de Procuradores que ordenaba al de Nájera devolviese rápidamente a Navarra el ejército sacado de allí y la artillería y no en son de guerra, sino pacíficamente intentara reducir la ciudad. Como hemos visto estas órdenes y consejos llegaron tarde o hubieran sido inútiles.
La segunda carta es de Juan de la Torre comisionado de la Junta de Procuradores de las ciudades reunidas en Tordesillas. Nos da más amplia y detallada referencia que la del Duque, de lo ocurrido en la ciudad de Nájera, así como la situación de parte de la Rioja que recorrió en persona, no solamente en cuanto a la Comunidad sino la noticia primera de la venida de tropas francesas, y los movimientos del Duque y el Condestable de Castilla. Añadiremos que ambos personajes celebraron conferencias en Nájera el día 19 o el 20, pues en esta última fecha escribe al Rey el Conde de Miranda dándole cuenta de ella.
Esta fué la pequeña participación de la Rioja en la Guerra de las Comunidades. Ofrecemos una página modesta, en estos apuntes, para esa necesaria Historia de la Rioja, que está aún por hacer.
Más información en
http://www.vallenajerilla.com/berceo/maldonadococat/guerracomunidadesenlarioja.htm