En el Parlamento español es donde reside la voluntad popular a través de nuestros representantes electos (en teoría).
Es allí, en el Parlamento, dónde se hace legítima toda pretensión que no rebase el derecho europeo y los derechos humanos al ser estos ordenamientos jurídicos supranacionales de organizaciones en las cuales está integrado el estado español, a saber, la Organización de Naciones Unidas y la UE. En tanto que España forme parte de estos organismos, tendrá que acatar su derecho. Si en algún momento la voluntad popular de los ciudadanos de este estado afirma que deberíamos abandonar estas instituciones, así debería hacerse, pero mientras tanto, aquí que acatar las cartas fundacionales y el derecho emanado de ambos.
Si en el parlamento consideran que es lícito bajar el límite de velocidad a 110 Km/h, así debe hacerse porque nuestros representantes a los cuales votamos así lo quieren. Si el parlamento considerara algún día que fuera lícito matar, no podría hacerse legítima esa pretensión aunque emane de nuestros representantes electos dado que estamos sujetos a convenios internacionales que chocarían con esa resolución.
Si el parlamento considera algún día la reforma de la constitución, mientras no choque con el elenco de protección de derechos de orden supranacional, sería legítimo y factible. En la actual carta magna se estable la libertal sindicial, la libertad de prensa, el habeas corpus, la figura de la corona, la estructura autonómica del estado, la separación de poderes...
Si el parlamento algún día considera que quiere modificar la constitución para eliminar el "habeas corpus", no podría, pues el derecho de la Unión Eurpea y de la Organización de Naciones unidas pondría freno a tamaño despropósito.
Si el parlamento algún día considera que quiere modificar la consitución para abolir la monarquía, esa decisión emanada de la soberanía nacional que ostenta el parlamento, tendría plena validez legal y jurídica. No hay ninguna institución en derecho internacional que proteja la figura de la corona cuando un pueblo desea abolir esta figura pacífica y democráticamente.
Por tanto, la solución es esperar a que sus señorías decidan entrar de una vez en una democracia madura, y para ello, entre otras cosas, deben plantearse seriamente la convocatoria de cortes constituyentes (es decir, disulución y elección de un nuevo parlamento) con el objetivo de elaborar una nueva carta maga en la cual no tenga cabida la figura de la corona.
Si todos los partidos, o la inmensa mayoría, fueran republicanos, esto ya estaba hecho.