Ginevra, para nosotros no hay ningún pueblo que sea libre. Por tanto, no podemos dejar de ser solidarios con ningún pueblo del mundo porque ningún pueblo se ha liberado, y por tanto, su responsabilidad en los males de Castilla puede existir, pero es indirecta. Cuando hablo de liberarse no es independizarse y erigirse en un nuevo estado, hablo de una liberación nacional, social y de género plenas.
Consideramos que mientras haya un sólo pueblo que no sea libre, ninguno lo será del todo.
Comprendemos que el internacionalismo conlleva que un castellano es exactamente igual en sus derechos y deberes que un señor de Tuvalu, que Laponia y el Sáhara tienen similares derechos y deberes como pueblos que son, que no hay unas naciones superiores a otras. El internacionalismo, en genérico, no es buscar un interés o beneficio particular común, es comprender que somos castellanos por azar y que tenemos que preservar nuestra cultura para la humanidad, sin chovinismos ni chorradas espirituales y trascendentales propias de los imperialismos y entendiendo que el señor que vive al otro lado de la frontera puede desear y debe hacer lo propio con su legado; y entendiendo que su opresión, su explotación, su subyugación no es sino la nuestra propia. Otra cosa son las aplicaciones prácticas del internacionalismo en la
realpolitik, que obviamente se basan en la colaboración entre dos colectividades para conseguir cosas.
Castilla no debe colaborar con X o Y, serán los castellanistas de una tendencia política concreta los que en función de su ideología y de sus intereses establecerán esos vínculos y obtendrán cosas concretas que repercutirán en el pueblo castellano.
En cuanto a la pregunta inicial, yo creo que los castellanos con raíces en América son los más propicios para abrazar un proyecto castellano, pues comparten muchas cuestiones culturales que favorecen su comprensión sobre cual es el hecho nacional que padecemos.