Buen debate. Me sumo a él tratando de aportar alguna reflexión que pueda ser de utilidad.
Me gustaría detenerme un momento en el comentario de
Comunero Morado. Desde IzCa se ha saludado con optimismo el que Bildu pueda estar en las próximas elecciones, ya que se entiende que es un paso importante para la superación del conflicto y para su reconducción por vías exclusivamente políticas.
Sobre EA, lo mismo que ocurre con cualquier otra opción política, los análisis han de tener en cuenta los cambios que se producen en su seno. En ese sentido, en el País Vasco se está viviendo un proceso de acumulación de fuerzas soberanistas. Se está conformando un polo que se caracteriza por identificar el marco autonómico como agotado, y sobre todo, que está apostando por abrir una nueva etapa política, en la que se garantice por todas las partes la ausencia de violencias, y en la que se pueda crear un escenario de normalización de todas las opciones, que de paso a un escenario democrático en el que el conjunto del pueblo vasco pueda decidir qué relación mantener con el conjunto del estado español.
Es evidente que las diferentes fuerzas políticas en el País Vasco se están reposicionando ante este nuevo escenario, y lo hacen porque tratan de recoger ese sentimiento social mayoritario que clama por la paz y por el reconocimiento de derechos como dos realidades inseparables. En ese sentido, el giro estratégico impulsado por la izquierda abertzale ha significado un acontecimiento de gran calado, ya que está obligando a resituarse a todas las fuerzas políticas, incluidas el PNV y el propio PSE, generando multitud de contradicciones en el seno de cada formación política. Es el arte de la política.
Por poner un ejemplo, la posición del PSE ha variado mucho con respecto a la posición del PSOE estatal en lo que respecta a la decisión del TC. Y el PNV se encuentra realmente incómodo. La nueva estrategia ha posibilitado el que las fuerzas soberanistas hayan encontrado espacios de confluencia, como son las movilizaciones en la calle firmadas por multitud de fuerzas políticas, como es también el caso de Bildu.
Por ir a nuestro caso. Hoy en día la lucha por el reconocimiento del hecho nacional castellano también genera contradicciones en el seno de muchas organizaciones de izquierda, y es el trabajo castellanista de años el que posibilita el que cada día se vaya replanteando el tema en el seno de organizaciones que hasta hace poco no tenían una posición fija con respecto a este tema. Criticar en su día a EA no es incompatible con saludar hoy la conformación de un bloque soberanista, así como el criticar la ausencia de posición sobre Castilla de determinadas organizaciones no es incompatible con saludar el que esas mismas organizaciones vayan dando pasos. Ejemplos hay muchos. Izquierda Anticapitalista colocando un pendón en su caseta en Villalar, organizaciones tradicionalmente republicanas que revisan su posición sobre la cuestión nacional castellana, organizaciones que simpatizan con el pendón castellano portándolo en manifestaciones, y un largo etcétera.
La realidad es cambiante. La crítica siempre es necesaria, así como la pugna ideológica. Y es la lucha entre contrarios la que mueve la historia.
A medida que el castellanismo avance, como ya hace, irá creando contradicciones en el seno de muchas organizaciones, que irán readecuando su posición con respecto al tema. ¿Qué deberíamos hacer los y las castellanistas? ¿Negar esa posibilidad de cambio? ¿O saludar con optimismo los cambios? ¿No es precisamente eso lo que buscamos, que día a día se vayan abandonando ciertas posiciones para ir incorporando otras nuevas?
Como comentas, no se trata de negar el pasado ni de endulcificar el presente. Simplemente se trata de saber identificar el cambio, siendo conscientes de cuáles son las causas que lo han posibilitado. Dudas tenemos muchas. Habrá que observar los acontecimientos.
Sobre la relación entre Castilla-España, y la relación entre el hecho nacional castellano, el español, el vasco o el catalán, que es un tema que ha salido en este hilo, y que ha salido en otros hilos anteriormente, hay que tener en cuenta que el proyecto político y económico del bloque dominante español es interesante para la burguesía vasca y la catalana, que han sabido situarse inteligentemente en él, en una posición de pugna y pacto, sacándole todo el beneficio que han podido. En eso estaremos todxs más o menos de acuerdo.
Ahora bien, a la hora de criticar esta realidad, convendría hacerlo desde una perspectiva que tenga en cuenta al menos mínimamente un análisis llamémosle de clase, o estaremos confundiendo churras con merinas, y cayendo en el error de reafirmarprecisamente ese mismo proyecto nacional español en el que no tiene cabida de ninguna de las maneras el proyecto nacional castellano.
Es evidente que el proyecto nacional español acoge o sabe integrar (hasta el momento) las posturas autonomistas de las burguesías vasca y catalana. Y es evidente que el nacionalismo catalán supo percibir muy inteligentemente durante el proceso de Transición las amenazas para sus intereses que hubiera supuesto una Castilla integrada y unificada dentro de un nuevo estado español autonómico. Pero a la hora de cuestionar el nacionalismo vasco y catalán, habrá que hacerlo teniendo en cuenta que una cosa es el nacionalismo burgués vasco y catalán, aliados del españolismo, y otra cosa es el nacionalismo popular que se da en esos territorios. Pretender afirmar que el principal enemigo del pueblo castellano es la burguesía vasca y catalana es echar balones fuera. El principal enemigo político del pueblo castellano y su proyecto popular es la burguesía castellana, cuyo proyecto es únicamente el español. En tanto que aliados de esa burguesía centralista, las propias burguesías vasca y catalana también son enemigas del proyecto nacional castellano. Pero hay que saber distinguir entre lo esencial de lo secundario.
Al agitar la idea del anticatalanismo y el antivasquismo (en asbtracto) entre el pueblo trabajador castellano, se fortalece a la larga el proyecto nacional español, en el que nuestra realidad nacional no encaja de ninguna de las maneras. Cuando un trabajador castellano identifica como su enemigo a los propios trabajadores vascos y catalanes, pasa automáticamente a situarse del lado del proyecto nacional de la gran burguesía castellana, que es el proyecto nacional español. Porque para un castellano, el anticatalanismo se defiende mucho más eficazmente desde el españolismo de toda la vida.
Si no alimentamos el espíritu internacionalista en el seno de nuestro pueblo, será muy difícil por no decir imposible el que veamos algún día un renacer de la conciencia nacional castellana, a no ser que lo que aspiremos sea precisamente a agitar una falsa conciencia nacional castellana al servicio en realidad del proyecto nacional español.
No se entienda lo que planteo como plegarse ante esas burguesías catalanas y vascas, ni mucho menos.
¡Salud!