Parece que a algunos no les ha sentado tan mal la solicitud de apertura del proceso para el cambio de nombre que ha hecho el PCAS:
Decíamos ayer... Castilla la Nueva
Valdepeñas (Ciudad Real)
EN mi artículo “Denominación de origen”, publicado en El DIA de Cuidad Real el 27 de abril del pasado año, también en mi blog ALAMBOR, me hacía eco de las pretensiones, razonadas, de un grupo de internautas de Guadalajara, a través de las cuales manifestaban su rechazo a ser considerados manchegos. Eran 3.000 y yo pensaba que eran pocos, por que, efectivamente los oriundos de Guadalajara nunca fueron manchegos ni nosotros, los manchegos, nunca lo pretendimos, razón por la cual los más de 230 mil naturales alcarreños, tiempo ha que debieron reaccionar en su pretensión.
La Mancha, como es bien sabido, a través del insigne loco y pese a todo es universal en sí; es más, seguro estoy que si de nosotros dependiera no nos haría falta integrarnos en ninguna región para tener nuestra propia autonomía y administración. Somos manchegos una parte, la más importante, de Ciudad Real y ya en menor grado la región se complementa con parte de Toledo, Cuenca y Albacete, sin que ni siquiera dichas capitales, incluida Ciudad Real, sean propiamente Mancha, hecho que, sin embargo, no les impide alardear de “mancheguía”, y con orgullo, creo. Pero no son Mancha, como tanpoco los son pueblos importantes como Puertollano, Talavera de la Reina, Hellín, Almansa o el corredor del Henares, Mondéjar incluido. Madrid, sin embargo, si que se podría considerar manchego, por tradición, al igual que aquellos otros que hoy día se ubican en otras provincias, Utiel y Requena en Valencia, Sax y Villena en Alicante o Beas de Segura y Chiclana del Segura en Jaén, que territorialmente formaron parte de La Mancha.
Y al respecto, ahora cuando un partido político, el Partido Castellano de Guadalajara, vuelve a la carga no sé si como celebración de su entrada oficial en la nomenclatura, luego del prolongado silencio, invita a la próxima presidenta de la Junta de Comunidades, María Dolores de Cospedal, a la apertura de un proceso encaminado a que la región toda recupere su antiguo nombre: Castilla la Nueva. Hasta ahí nada que oponer, estimo que sería lo justo.
No sé si estos señores, ahora tan interesados en su identidad, a modo de aclaración se les puede recordar que precisamente antepasados suyos, en otros tiempos no fueron tan exquisitos a la hora de percibir prebendas de esta humilde región; concretamente un arriacense de pro, don Iñigo López de Mendoza, conde de Tendilla luego marqués de Mondéjar, conocido como el Gran Tendilla, no dudó en identificarse con nuestra tierra cuando ya embajador en Roma, por méritos no de heredad sino de guerra, no tuvo empacho a la hora de aceptar mil fanegas de monte comprendidas entre los términos de los Tomillosos, Socuéllamos, Pedro Muñoz, Manjavacas y Las Mesas, Mancha pura desde siempre, con unas rentas de 200 mil maravedises, posteriormente heredadas por su segundo hijo Antonio de Mendoza, el cual sin título ni mayorazgo alguno recibió en 1512 con apenas 20 años, así como residencia en Socuéllamos hasta que fuera nombrado virrey de la Nueva España primero y del Perú después.
Por lo demás, cabe admitir que la idea no es mala; ello supondría el reconocimiento y consiguiente restauración del nombre que nunca se debió perder; pero para ello, cabe pensar en atención a la historia de la región, que Madrid “viejo poblachón manchego” puede figurar por derecho propio dentro de la misma, así como el añadido de Albacete, manchega por sentimiento y obra.
Seguro estoy, que de nuestra parte -La Mancha toda- sentiría de nuevo el orgullo de pertenecer a esa joven Castilla, de la que nunca se desvinculó, y cuyo desenvolvimiento y auge debiera ser el objetivo común; aparte de la denominación de origen.
http://valdepenas.cuadernosciudadanos.net/JuanManuel-9/2011/06/05/deciamos-ayer-castilla-la-nueva_13/