Pues hobre, tanto como escribir un libro pues no. quizás algún dia lo haga pero no precisamente sobre catalanes, q no perderia el tiempo. Preferiria hacerlo sobre mi tierra, algo q hiciese remover conciencias...
He copiado el enlace de Gárgola para q no se pierda:
LA FRASE
La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados. Groucho Marx.
LOS MALES DE CATALUÑA
16/11/2005
Santiago Delgado. Papel Secante.
El Presidente de la Generalidad de Cataluña cobra 23 millones de pesetas al año. El doble que el Presidente del Gobierno Español. De él, para abajo, todos los funcionarios de la dicha Generalidad, más o menos lo mismo en comparación con la mayoría del resto de España. ¿Es ello necesario? Por supuesto que no. ¿Con qué intención lo hacen? Pues con la de pretextar su deseo de quedarse con mucha más parte de la necesaria, de la recaudación que el Estado Español hace en Cataluña. Recaudación a la que tiene tanto derecho como lo tienen en Palencia o Jaén. España pone el mercado, España recauda. Quien quiera su recaudación, renuncie al mercado español.
Cataluña piensa que, debido a causas en el fondo racistas, debe ser tan rica como Suiza, Canadá o Nueva Zelanda. Y cree que si no lo es solamente es debido a que España se lo impide, al obligarla a repartir con ella su riqueza. Es justamente al revés, España no es la causa de la limitación de riqueza de Cataluña, es la causa misma de su riqueza, una de las mayores de Europa. ¿Qué hubiera sido de una Cataluña independiente desde los albores de la Industrialización? Es fácil adivinarlo: un segundo Portugal. Un pequeño país con un solo mercado interior que abastecer, y que no hubiera dado para casi nada. Cataluña creció porque tuvo a España como mercado. Nos deben su riqueza.
Los supersueldos de médicos y profesores funcionarios de Cataluña no tienen otro fin que incrementar el gasto público para retener reca! udación, a la par que para desarrollar su complejo de superioridad sobre el resto de España. Cataluña no tiene mayores necesidades que cualquier otra parte del Estado; tiene lujos que mantener: tres televisiones públicas, una de ellas para pagar los fichajes del Barça, una política, ciertamente fascista, de imposición idiomática, que requiere inspectores-comisarios que buscan comercios sin letreros en catalán o vigilan que los chicos en los recreos no hablen en español, castellano que dicen ellos, con notorio atraso histórico respecto al nombre de este idioma, etc.
Por supuesto que hay muchos inmigrantes en Cataluña, y hay que atenderles, pero esa necesidad debe ser expuesta de otra manera, no de la que predica el Estatuto actualm! ente en las Cortes. Cataluña debe, en primer lugar, bajarse del pedestal de gasto en el que voluntaria y maliciosamente se ha instaurado; es decir, redistribuir gastos, y después y sólo después, solicitar del común un incremento de su parte del reparto. Ir alocadamente en pos del endeudamiento para alcanzar unos niveles de excelencia suiza, y luego exigir su mantenimiento al resto de España no tiene otro nombre sino sinvergonzonería pura y dura.
Yo no veo otro horizonte, incluso a medio plazo, de la independencia de Cataluña. Para entonces, España debe de haber recuperado su mercado, cautivo de Cataluña desde hace trescientos años. Separémonos, pero con el reparto de los gananciales: la producción para Cataluña, para España su me! rcado. Yo ya he empezado a hacerlo: miro las etiquetas de todos los productos. Compro lo europeo, que sí me da fondos estructurales, y lo español, así, como lo del Tercer Mundo, para ser solidario. Lo catalán, no. Los lujos debe pagárselos cada uno de su bolsillo. Vale.

