Aunque sólo he leído por encima, me sorprenden las afirmaciones de Gaya. Este tema trasciende con mucho las fronteras de un término municipal.
Existen además dos tipos de daños, el objetivo, el accidente nuclear superaría en mucho esas fronteras.
Pero existe además un daño subjetivo, que aunque el primero nunca llegara a darse (ojala) es indudable. Lo dijo bien el empresario que se dedica a vender sus quesos (que por cierto son en su mayoría de Villares del Saz, el pueblo de al lado), sus vinos y a dar alojamiento rural, ¿Quién vendrá aquí a partir de ahora, más con la increíble y buena oferta que hay en otras muchas comarcas? Ojala todos esos que nos insultan a los que nos oponemos, pero mucho me temo que a la hora de la verdad veremos a poquitos.
Y para los que hablan de los lugareños, deciros que la zona hay que conocerla. El sitio elegido es extraordinario desde la óptica gubernamental en cuanto a su eventual resistencia social.
Estamos hablando de una comarca casi tan grande como algunas provincias pero con apenas unos miles de habitantes, de los cuales muchos son mayores, otros muchos, lógicamente, están a favor “porque lo dice el PP”. En esa tierra los razonamientos políticos son de una tremenda simpleza para la mayoría de sus habitantes y además la posguerra civil para algunos ni siquiera ha terminado.
La temperatura al medio día era de -1ºC, aquí se viene en transporte privado, no existe líneas regulares de autobuses.
La capital está relativamente alejada, a unos 70 kms, la otra población de cierta entidad, Tarancón, está a 60, los poblachones de La Mancha (la de verdad) también quedan relativamente lejos.
Lo que si eché de menos es a más oriundos, como yo, eso si somos muchos miles y vivimos en Madrid y queremos a esa tierra, aunque también vamos quedando menos los que mantenemos el apego. Creo que la ocasión si merecía la pena.