Me hace bastante gracia esa costumbre que hay de ensalzar a los Papas cuando se mueren o cuando dimiten después de haberlos fustigado con rabia durante su papado. A Pablo VI se le acusó de ser un retrógrado y liquidador de la obra de Juan XXIII cuando escribió la encíclica Humanae Vitae, de ser un enemigo de España por defender al obispo Añoveros y pedir clemencia para los condenados a muerte. Ahora es el Papa que puso en marcha el Concilio Vaticano II, el que advirtió de que "el humo de Satanás ha entrado en la Iglesia".
A Juan Pablo II se le acusó de volver posiciones preconciliares, de apoyarse en el Opus, en el pederasta Maciel y en los kikos, de apoyar las dictaduras en el Cono Sur, de ser títere de Reagan y poco menos que de ser aupado por los que se cargaron a Juan Pablo I el Breve. Ahora se le alaba por su don de gentes, su ternura y su santidad.
A Benedicto XVI se le recibió como el Panzer-Papa, el nazi y el inquisidor y los que hasta ayer mismo le llamaban todas esas cosas ahora afirman que ha hecho todo lo que ha podido por reformar la Iglesia y que ha tenido que desistir víctima de los manejos de la Curia. ¿Pero no era él supuestamente el que manejaba esa nefasta Curia? ¿En qué quedamos?
Cada vez que se ha nombrado un Papa nuevo, los medios han tratado de machacarle restregándole por los morros las virtudes de su antecesor. Cuanto menos curioso. Se les ha criticado por una cosa y por la contraria, por capitalistas por parte de los socialistas, por no tener ni idea de economía por parte de los capitalistas, por retrógrados en materia moral por todos, por anticuados, por pacifistas buenistas, por belicistas...
La gente que ve el mundo en blanco y negro, la que no entiende que se pueda no ser capitalista sin ser socialista, la que está molesta por ver personas que viven la virtud porque eso les pone ante el espejo de sus vicios, los maniqueos del "conmigo o contra mí", son los que elaboran ese tipo de discursos.
Como dice el adagio latino, sic transit gloria mundi...