Las siguientes tradiciones navideñas son especialmente entrañables:
Guardar todos los pipos de las doce uvas de Nochevieja en la boca para escupirlos en plan ametralladora contra tu cuñado al final.
Intentar escandalizar a la familia cantando lo de "ande ande ande, he comido pavo", pero que se encojan de hombros porque lo haces todos los años.
Decirle al niño repipi de los vecinos que los Reyes Magos son los padres para joderle la infancia.
Decirle a la suegra que unos calcetines son un regalo estupendo de Reyes y luego, al llegar a casa, pinchar otro alfiler en su muñeco de vudú.
Que tu tío el facha saque una botella de espumoso no catalán y diga "aquí no se brinda con cava catalán", cuando ya vais por la tercera botella de Freixenet y estáis entonando Els Segadors.
Probar el turrón que sobró del año pasado para ver si se puede aprovechar y tener que lavarte la lengua con lejía para quitarte el sabor.
Que tu tío el listillo (que puede ser el mismo que el facha, o no) te diga "pues te han engañado, estas gambas no son de Huelva".
Descubrir en la etiqueta del supuesto cava no catalán de tu tío el facha que, aunque no lo parece por el nombre, en realidad es de Sant Sadurní d'Anoia.
Decir, año tras año, "el año que viene paso de familia y de gaitas y me voy de viaje todas las Navidades" para luego no cumplirlo.
Comer sobras hasta febrero.