http://cntesnaola.wordpress.com/2014/10/12/12-de-octubre-nada-que-celebrar/Los verdaderos descubridores del continente que separa los océanos pacifico y atlántico llegaron miles de años antes que los españoles.
El almirante al servicio de la monarquía española Cristóbal Colon, se alzo con el dudoso y despreciable galón de ser el primer invasor procedente de Europa que penetro en territorio americano. Aunque anteriormente hubo diversos pueblos del viejo mundo que contactaron con algunas tribus de Norteamérica.
Gracias a los conquistadores europeos, las diversas culturas y riquezas de los pueblos que allí habitaban fueron saqueadas, y sus hijos exterminados por aquellas avariciosas, criminales y perversas mentes procedentes del denominado viejo continente. Esas que se iluminaron al ver las enormes posibilidades de aumentar sus arcas de riqueza, de dominar y someter con escarnio a todos los nativos que se fueron encontrando por su camino hacia la gloria de sus penosas vidas, de imponer su supuesta supremacía política y religiosa hacia aquellas sencillas gentes que habitaban los enormes territorios que pretendían forzosamente convertir al yugo del pensamiento cristiano, gracias a la acción inquisidora del evangelio impuesto por la tortura y el exterminio indígena.
La negra historia de los conquistadores españoles en su contacto con los imperios, pueblos o tribus amerindios, fueron escritos en escasos documentos que en estos tiempos modernos podemos acceder. Por desgracia lo conocido del genocidio indígena es escaso, aunque varios escritos realizados por algunos religiosos católicos que presenciaron las aberraciones de los conquistadores españoles en su afán conquistador, explican como actuaban aquellas crueles mentes y seguramente fue el mayor genocidio que la especie humana tubo que soportar.
Fray Bartolomé de las casas escribió estos textos en su libro historia de las indias, describiendo las barbaridades cometidas por sus paisanos contra los nativos aborígenes de aquellas tierras.
“El tratamiento que hacían y siempre hicieron a los tristes, en renumeración de sus continuos servicios y trabajos, eran muchos azotes y palos, y otra palabra no oían de su boca sino perro; y pluguiera a dios que como a sus perros por mil castellanos y no tenían en matar diez y veinte indios cuando se les antojaba, a cuchilladas, y probando su pasatiempo, las fuerzas, o los filos de las espadas, que si fuera matar gatos.”
“Padeciendo las gentes desta isla y otras tales(según arriba se ha mostrado) obras, no de hombres, sino de diablos encarnados, como ellas eran mansisimas, humildísimas y en paciencia nunca otras semejantes, desque mas no podían hacer, habiendo probado sus guerrillas para defenderse, huyéndose principalmente a los montes, y teniendo experiencia que en ninguna parte podían de los españoles escaparse, sufrían y morían en las minas y en los otros trabajos, casi como pasmados, insensibles y pusilamines, degenerando y dejándose morir callando desesperados, no viendo persona del mundo a quien quejar ni de que dellos se apidiase”.
Aquella invasión supuso el exterminio de muchas tribus pero hubo valientes indígenas luchadores que se ofrecieron luchar para expulsar a las malas bestias que sometían y saqueaban a su pueblo. Fue el Taino Hatuey el primer indígena conocido que se revelo ante la fe cristiana y sus acérrimos defensores procedentes de aquel mundo que nadie conocía en el continente americano.
Hatuey, reflexiono sobre aquellas tiranas gentes que provenían de mas allá del gran océano y llego a la conclusión que:
“Este es el Dios que los españoles adoran. Por estos pelean y matan; por estos es que nos persiguen y es por ello que tenemos que tirarlos al mar… Nos dicen, estos tiranos, que adoran a un Dios de paz e igualdad, pero usurpan nuestras tierras y nos hacen sus esclavos. Ellos nos hablan de un alma inmortal y de sus recompensas y castigos eternos, pero roban nuestras pertenencias, seducen a nuestras mujeres, violan a nuestras hijas. Incapaces de igualarnos en valor, estos cobardes se cubren con hierro que nuestras armas no pueden romper.”
Hatuey lucho con todas sus fuerzas contra la perversidad de los invasores españoles, pero al final fue atrapado y quemado vivo en la hoguera. Antes de morir sus verdugos le insinuaron que arropase la fe de cristo pero el valiente Taino les pregunto:
“¿Y los españoles también van al cielo?”
Si, le contestaron los criminales conquistadores.
“No quiero yo ir allá, sino al infierno, por no estar donde estén y por no ver tan cruel gente”.
Por desgracia para los pueblos indígenas americanos, los herederos del poder en el reino de España hoy en día siguen celebrando el 12 de octubre como una fecha festiva que orgullosamente lo denominan como el día de la hispanidad.
12 de octubre, nada que celebrar.