Es un debate que en tiempos mejores para el foro surgía cada cierto tiempo. El problema es el siguiente:
- Autonomías pequeñas como Cantabria o La Rioja, funcionan por lo general mejor que el resto de Castilla y además se ven menos afectadas por casos de corrupción. Entiendo que para un cántabro no sea atractiva la idea de la integración en un ente más amplio.
- Las dos grandes, Castilla-La Mancha y Castilla y León arrastran graves problemas. Algunos tales como el envejecimiento y la despoblación comprometen la gestión del territorio y de los servicios, cada vez más onerosos en el medio rural a causa de su menguante peso demográfico y económico.
En cierto modo La Rioja y Cantabria ilustran los beneficios de esa comarcalización que es una demanda clásica del castellanismo: entes territorialmente reducidos con una gran capacidad de autogestión que los hace más eficientes.
Sin embargo en el marco autonómico actual ¿por qué habrían de renunciar ambas a ser autonomías para ser comarcas por muchas competencias que tuvieran? No veo fácil una unión castellana sobre la base del estado de las autonomías precisamente porque a algunos territorios que habrían de formar tal unión, esa posibilidad económicamente no les conviene.
El camino más sencillo en el actual marco territorial pasaría no tanto por una "megaautonomía" sino por llegar a la unidad a través de un camino diferente: fomentar los vínculos, lazos e instituciones supraterritoriales para crear espacios de decisión y acción comunes a las cinco autonomías, potenciar sus capacidades y estrechar sus vínculos económicos y sociales.
Una forma de unión que no requiere alterar el marco legal actual, no implica renuncias por parte de ninguna, minimiza los recelos regionalistas y localistas, impide la prevalencia de una autonomía sobre otras y permite compaginar acción conjunta con la más completa descentralización.
Además es factible y se puede avanzar en pequeños pasos, algunos de los cuales ya están dados: distritos universitarios compartidos, zonas de transporte interterritoriales, zonas hospitalarias interautonómicas, gestión conjunta de recursos limítrofes... despues se puede llegar a crear entes conjuntos, mancomunidades para la gestión de recursos y servicios (sanidad por ejemplo), equiparación y homologación de sistemas educativos... asuntos que con años de cooperación serían apreciados por la mayoría como pasos naturales y sensatos.
Pedir la unión de Castilla en el actual estado de conciencia nacional de los castellanos y de debilidad del castellanismo es como querer correr antes de saber andar. No hay que renunciar a ello pero sí adaptarse a las circunstancias con flexibilidad y entender que hay muchos caminos para llegar al mismo objetivo. Se hace el mismo camino con un paso grande que con tres pasos pequeños.