... late y trepida el aire,
fulge, vive;
hay en él como un arrobamiento hacia lo alto,
como un éxtasis profundo,
como una llama ardiente de levitación;
ay, ay si pudieran contemplar conmigo ustedes este halo de poética luz,
este atuendo de oro, esta estética, esta infinitud de alma;
... en qué hora, digo, en qué instante de amor se incendia y sube,
que todo lo da y lo imprime todo como rúbrica cierta de que es en vano el olvido;
mistérico vivir éste sin saber ni ver, cual si coraza, cual si adarga o sima oscura,
cual piedra-ley, cual rigor y fe, cual severo y dual, cual áspero y duro albergue u hospedaje;
... y sin embargo este esplendor, su arquitectura,
este sutil y etérico vuelo,
junto a una voz de fuego interior que irrumpe con poderosísima fuerza,
abrasando y cantando con un verbo enérgico y valiente, divino y redentor;
... no, ningún hombre, ninguna mujer será jamás, jamás, un loto muerto,
cómo si no esta sublimidad total,
esta ingente alegría,
esta florescencia,
este aire,
esta faz magnificente,
esta excelsa contemplación con textura inefable y pálpito inmortal.
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