? cuando ardiendo cruzo por lo agraz del ser,
entre un mundo en llamas, ruge el dios;
hay pedazos de instantes, horas, a?os y edades rodando, depur?ndose,
hay gritos de dolor y sombra huyendo, ruido y pena,
y fuerzas que vinieron desde la ra?z del tiempo para destruirme
y tapiarme el pecho y ser ruina total, y sed;
? mientras ello ocurre, me detengo y cobijo el cuerpo en un banco del parque
porque estoy perdiendo los pies y las manos, la cintura, el rostro, la pasi?n,
y el viento se los lleva;
pasan coches pero no son coches, ni los p?jaros son p?jaros,
ni son rosas las rosas del jard?n;
y no hay hostilidad ni ?rdenes blasfemas, s?lo cuerpo ca?do y derrotado,
huyendo de mi amado y viejo ser, aqu?l con que emprend? un viaje hondo, serio y largo
por el pa?s de la piedra y la resurrecci?n;
? cual Osiris, cuando cierre la noche, buscar? y recoger? sus tesoros mi alma
y tras haberlos escondido, se ir?;
?pero antes, y desmembrada la tarde - donde fulge, donde bru?e y a?n resiste el sol ?
se arremolinan los p?jaros y all? voy;
? y no, no habr? temor, la luz siempre libera.
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Antonio Justel
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