Lo que todo el mundo espera en Cantabria de este nuevo partido, La Unión, es que más o menos haga el trabajo sucio del PP. Como bien indica Montañés, su intención fundamental es captar el voto del PP, pero también pretende dirigirse a aquellos votantes de los partidos del sistema, PSOE y PRC, frustrados por la línea de Gobierno de Miguel Ángel Revilla. Básicamente, como dije anteriormente, sus bases provienen de la extrema derecha local (nótese que las personas encargadas de realizar la encuesta del 24 de diciembre pasado, son dos conocidos militantes falangistas de Santander, como denunció el periódico virtual Cantabria Confidencial), de castellanos residentes en Cantabria (más del 70% de los socios de AICC son castellanos) y miembros de la burguesía santanderina, como su propio Presidente Rafael Sebrango. Entiendo que en Castilla pueda chocar la calificación de dicha asociación como de extrema derecha, pero en sus más de 4 años de existencia sus miembros se han destacado en repetidas ocasiones por exponer el discurso político de la derecha más radical, destacándose notoriamente Gabriel Gallejones Prieto por sus alocuciones a favor de la suspensión de la autonomía de Euskadi o Julio Pelayo Cortazar sobre la recentralización del Estado en Madrid. Éste último es el padre de los dos subdirectores del Diario Montañés (principal periódico de Cantabria y vinculado al PP) gracias a lo cual la AICC consigue una relevancia mediática que no se corresponde con su representatividad social. Además de ello son continuas sus colaboraciones para el programa El Avispero de COPE Cantabria y la participación de varios miembros de dicha AICC en los actos de exaltación fascistas en Santander (18 de julio, 27 de agosto o 20 de noviembre).
No es extraño por lo tanto que La Unión sea recibida como el partido encargado de realizar el trabajo sucio que el PP no quiere realizar de cara a los próximos comicios. Básicamente se trata de desprestigiar la autonomía cántabra y sus limitadísimas instituciones, con el propósito de crear artificialmente una corriente de opinión favorable a la anexión por Castilla y León. El PP vaticina un considerable retroceso de sus apoyos electorales (nunca ha logrado la mayoría absoluta en Cantabria a pesar de haber estado muy cerca de lograrlo) gracias al discurso extremista y españolista que realiza el Pr. Revilla, de forma que ante el más que previsible largo invierno que le espera al PP en la oposición, han optado por rescatar su temporalmente arrinconado antiautonomismo. No se detectan brechas entre el PP y la AICC, sino múltiples lazos de unión. Gonzalo Piñeiro, alcalde de Santander y presidente del PP (en la sombra), recibió con alegría la aparición de la AICC y son conocidos sus comentarios tras las elecciones autonómicas de 1999, en las que aseguraba que si el Conceju "seguía adelante" optaría por fomentar el castellanismo en Cantabria. A este discurso se ha sumado el tan polémico ex-Presidente Hormaechea que se ha integrado a las filas de los que públicamente se declaran partidarios de la anexión.
Dando mi opinión personal y repasando los datos de las anteriores presentaciones de candidaturas castellanas en Cantabria, no le auguro un porcentaje superior al 0,4% de los votos, más o menos igualando lo obtenido por el CDS cuando con el mismo lema se presentó a las elecciones en 1999 con la candidatura de Rafael Sebrango. En los pasados comicios europeos la candidatura "fantasma" de TC, Cantabria Comunera, los castellanos consiguieron unos 80 votos. Nunca TC ha sobrepasado los 100 votos en Cantabria. El castellanismo residual que quedó tras la entrada en vigor del Estatuto de Autonomía para Cantabria en 1982, optó por integrarse en las filas de AP y después en el PP. Varios dirigentes del PP cántabro proceden efectivamente de dicha corriente ochentera.
Si alguien tiene más información, se lo agradecería. Espero que estos datos nos ayuden a reflexionar. Un saludo.