EUGENIO DE TAPIA
(1776-1860)
“No me hables de Londres
de Roma y de París,
que toros no lidian
los hombres allí.
¡Dichosos el que puede
gozar en Madrid
función tan gloriosa,
que empieza en Abril!”
Eugenio de Tapia.
LA VOZ DEL LICENCIADO MACHUCA
La lírica ilustrada integra gustos y tendencias diversas pero coexistentes y complementarias; direcciones específicas que se hacen más marcadas hacia finales del siglo XVIII y principios del XIX y que suelen convivir en los mismos autores. En ese sentido se ha abogado por la distinción entre neoclasicismo y prerromanticismo como dos grandes manifestaciones del ideal poético ilustrado que, dentro del mismo, suponen especializaciones temáticas y estilísticas bien diferenciadas a caballo de los dos siglos.
Dentro de la filiación ilustrada de Eugenio de Tapia, hay cierta especialización temática en la veta sentimental y humanitaria de la misma: el filosofismo, la trascendencia, el misterio del hombre y del universo, la soledad, la melancolía, los motivos fúnebres, la naturaleza ilimitada...
Eugenio de Tapia nació en Avila el 18 de julio de 1776. Estudió teología y jurisprudencia, decidiéndose finalmente por la magistratura. Muy joven todavía permaneció un año y medio en Londres. Vuelto a España y, al llegar la invasión francesa en 1808, colaboró con Quintana en el Semanario Patriótico, cuando se publicó en Madrid y, más tarde, en 1810, también en Cádiz, adonde llegó aquel año luego de residir algún tiempo en Valencia y Sevilla.
Eugenio de Tapia fue vocal de la Junta Suprema de Censura y sucedió a don Diego Clemencín en la dirección de la Gaceta de la Regencia, cuando en 1814 , se trasladó a Madrid; también entonces fue elegido miembro de la Real Academia Española.
Denunciado falsamente como conspirador, fue encarcelado en 1815, y permaneció nueve meses en los calabozos del Santo Oficio; al cabo se le declaró inocente y recobró su antiguo empleo.
Durante el periodo constitucional de 1820 es director de la Imprenta Nacional y diputado por Avila, así como individuo de la Comisión de Instrucción Pública. En 1820 publica la Historia de la civilización española, y un año más tarde, Poesías. Sus romances, odas y elegías poseen indudables aciertos. Debe citarse su Oda a Quintana, al que le había unido cordial amistad. También es autor de numerosas composiciones burlescas y satíricas, como La bruja, el duende y la Inquisición, Burla del romántico, El teatro, Los toros, etc.
Su activa intervención en la política española en el bando liberal, le valió persecuciones a la vuelta de Fernando VII. Sintiéndose poco seguro, en 1823 se traslada a Barcelona y pasa luego a Francia, hasta que en 1831 regresó a Madrid.
Elegido por segunda vez diputado por Avila, en 1836, fue individuo de la Dirección General de Estudios y, al suprimirse aquélla, vocal del Consejo de Instrucción Pública. En 1838 aparece su novela Los cortesanos y la revolución. Eugenio de Tapia, que firmó también con el seudónimo de el “Licenciado Machuca” , escribió para el teatro comedias originales (Un falso novio, El hijo predilecto) y traducciones (Agamenón , de Lemercier).
Desde 1843 a 1847 desempeñó la dirección de la Biblioteca Nacional. Le fue concedida la Gran Cruz de Isabel la Católica (1847), y falleció el 4 de agosto de 1860. Y como dijo nuestro poeta: “Dejadme, ya basta, / dejadme escapar”.
Francisco Arias Solis
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