ZP un intervencionista puro y duro y sus dejemanejes para robarle a los accionistas de Endesa, pasarse por alto a los consumidores, consegir poder de forma subterranea para sus catalanitos amigos y de paso pagarle a la Caixa con dinero de los españoles las deudas q el PSOE y el PSC tienen con la Caixa (unos 65 millones de € de ná). alguien deberia ir a la cárcel por ello. La castellana Endesa es la víctima. Castilla vuelve a perder.
Ataque político contra Endesa
Pablo Sebastián
No por esperada, la decisión de la Comisión Nacional de la Energía favorable a la OPA de Gas Natural sobre Endesa es un nuevo paso político en pos de una operación diseñada en el Gobierno que preside José Luis Rodríguez Zapatero en connivencia con el Gobierno tripartito de Pasqual Maragall, y por supuesto con la cúpula directiva de La Caixa y Gas Natural. Estamos ante un ataque político contra una empresa y sus accionistas para beneficiar a otro grupo financiero de clara obediencia y dependencia política, y todo ello, a la vista de los acontecimientos que inundan el debate político nacional, enm arcado en la operación del nuevo Estatuto de Cataluña, no sabemos si como parte del pago en especies al insaciable nacionalismo y su entorno financiero, o simplemente como estrategia de ocupación del poder político, mediático y empresarial siguiendo el modelo que, poco a poco, va imponiendo el presidente Zapatero y su entorno.
Al día siguiente del gran debate parlamentario en el que se rechazó en el Congreso de los Diputados la admisión a trámite del Plan Ibarretxe en las Cortes españolas, el jefe del Gobierno, hablando con un reducido grupo de periodistas en el bar del Congreso del fracasado intento de Sacyr de entrar en el accionariado y el Consejo del BBVA, y después de criticar privatización de empresas públicas llevado a cabo por el Gobierno de José María Aznar, Zapatero sentenció: “Manuel Pizarro es el jefe”.
A partir de ese momento supimos, quienes estábamos allí, que Endesa y Pizarro estaban en el punto de mira del presidente Zapatero y formaban parte de la caza política del poder económico y financiero que ha adornado en España todos los procesos de alternancia en el poder. Y en este caso, con talante o sin él, no iba a ser menos, como ya lo hemos comprobado.
Por eso todos los discursos, excusas y declaraciones de los dirigentes de La Caixa y empresas afines diciendo que no hay operación política son una pura falsedad. Que le pregunten a Vilarasau por qué está dónde está, que repasen lo que dice sobre las cajas de ahorro el nuevo Estatuto de Cataluña que La Caixa ha apoyado públicamente, a pesar de que el Sr. Fornesa ha reconocido posteriormente que “rompe con España”. Y que no nos digan que La Caixa no tiene la menor dependencia política de las instituciones catalanas, hoy bajo control nacionalista y con clara influencia independentista, porque no hace falta ser ni adivino ni matemático para entender cómo funciona el juego de los consejeros o cómo va a funcionar la sucesión de Fornesa en los próximos meses.
Lo de la Comisión Nacional de la Energía es una arbitrariedad, aunque encierra alguna advertencia a los opadores, que se suma a la actuación parcial del presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, Manuel Conthe, y no digamos al intervencionismo del ministro de Industria, José Montilla. El que además es a la vez el secretario general del PSC y el hombre que tiene bajo vigilancia a Pasqual Maragall, a quien no le deja cambiar su propio Gobierno. Montilla actúa como si fuera el cazador de Pizarro, el presidente de Gas Natural y primer accionista de La Caixa, entidad que dicho sea de paso no puede ser opada pero sí puede opar.
Visto todo esto como preámbulo de ubicación política del ataque a Endesa en toda regla, tenemos que subrayar que aquí no hay nada contra los catalanes ni contra la catalanidad por parte de quienes se oponen a la OPA, y eso a pesar de que otras experiencias anteriores han dejado un pésimo sabor de boca, como fue el traslado de la sede de Terra a Cataluña, empresa dirigida por catalanes (Agut y Faura) que no ha podido acabar peor de lo que ha acabado.
Pero hecho este inciso conviene señalar que la OPA de Gas Natural contra Endesa en medio del debate estatutario y de la batalla política sobre la unidad de España y de la nación catalana no sólo constituye una parte más de esta pelea o de esta afrenta a España, sino que además la empeora y la lleva por derroteros que están abonando en el ámbito de la economía, el comercio y el mundo financiero un enfrentamiento territorial, económico y político de consecuencias imprevisibles. Algo que los eufóricos responsables de La Caixa, subidos en el tren de los gobiernos de Madrid y Barcelona, no supieron ni quisieron estudiar y mucho menos prevenir.
Y en éstas estamos, una OPA que sigue adelante empujada por la política en medio de una batalla de sentimientos nacionales que no ha hecho nada más que comenzar y que no sabemos dónde puede acabar. Lo del cava o lo de la Seat, que también tiene que ver con todo esto, aunque la Volkswagen ponga otras excusas, son ejemplos de lo que puede ser una gran batalla política, económica y social entre Cataluña y el resto de España. Y no por causa de un sentimiento anticatalán o de catalanofobia, como dice el pintoresco Carod-Rovira. No, sino porque unos voraces financieros han visto la oportunidad de ocupar el sector energético español en pleno río revuelto del desembarco de Zapatero en el palacio de la Moncloa, mientras sus compañeros políticos de viaje han empezado a decir que España no es una nación sino una colección de naciones o una nación de naciones, como dice Maragall, mientras su socio en el Gobierno de Cataluña y en la gobernabilidad de Madrid, Carod-Rovira, afirma que lo del Estatuto es sólo un primer paso para la independencia de Cataluña, un objetivo maximalista que de figurar en un programa de gobierno debería contar con su propio sistema de autoabastecimiento energético nacional.
Con estos mimbres y la fractura flagrante del consenso constitucional que se ha perpetrado en el Congreso de los Diputados al admitir a trámite un proyecto de Estatuto que no es constitucional ¿cómo no se van a tensar las relaciones entre Cataluña y el resto de España? El propio señor Fornesa así lo confirmó cuando le pidió a Maragall que no rompiera con España.
Que no busquen, pues, en La Caixa, en Gas Natural ni en ese entorno ninguna causa ajena a su propia complicidad con el momento político y responsabilidades empresariales y a la de sus socios y aliados políticos a la hora de explicar la vigente tensión entre Cataluña y el resto de España y el debate político que inevitablemente rodea esta OPA. Y lo que deberían hacer los primeros dirigentes de La Caixa, si se pararan a pensar un poco sobre lo que ocurre y sobre lo que va a ocurrir en los próximos meses en España, es retirar la OPA y regresar a su propio ámbito financiero y empresarial energético, donde ya tienen suficiente territorio para administrar y gestionar.
De manera que harían bien los dirigentes de La Caixa, y en especial los de Gas Natural, en reflexionar sobre lo que está pasando y en la oportunidad de rectificar. Porque si les sale mal, van a quedar muy mal, y si les sale bien, esto puede ser el principio de una verdadera batalla campal en la que La Caixa pagará un alto precio como buque insignia de todo lo demás.
Sin perder de vista además el enorme daño que le pueden hacer con estas maniobras políticas y financiera a la compañía, así como a los accionistas españoles y extranjeros, que a su vez corren un elevado riesgo porque si se catalaniza o nacionaliza en Cataluña a Endesa pueden perder un sector importante de la clientela españolista. De la misma manera que tendrán que trocear la compañía y sufrir los embates de la política reguladora dañando de paso a la competencia y a los intereses generales de esta empresa (y de manera muy especial a su ubicación en otros territorios ajenos a Cataluña como Madrid y Andalucía), motivo por el cual sería necesaria la intervención de la Comisión de la Unión Europea para velar por los accionistas y los consumidores de Endesa.
La decisión de la Comisión Nacional del Mercado de Valores contra Endesa es un acto político y parcial que debería ser rechazado por los accionistas de la compañía, españoles y extranjeros, y que debería animar a inversores y empresarios españoles de verdad a posicionarse ante lo que sin lugar a dudas es un desafío del nacionalismo catalán. Naturalmente que puede haber otros puntos de vista, pero no hace falta ser un lince para comprobar que estamos ante una operación política que se ha convertido en emblemática y ejemplar. Ya nos lo dijo Zapatero, “Pizarro es el jefe”, pues a por él y a por Endesa van.