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Autor Tema: Castilla y el misterio imperial del Grial.  (Leído 8016 veces)
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El Ermitaño del Moncayo
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« : Octubre 17, 2006, 00:58:19 »


Saludos, os envío parte de un artículo que colgaré próximamente en un Blog mío. Trata de asuntos a mi juicio apasionantes, sobre las leyendas de nuestra tierra.


Castilla y el misterio imperial del Grial

Acabo de terminar un libro sobre Cuenca: “El misterio de la catedral de Cuenca. El Santo Grial, su sede y significado”. Cuenca, Konka, la ciudad del Grial, que lo lleva en su escudo. Su autor, Rodrigo de Luz, arquitecto, miembro de la Academia de Artes y Letras de Cuenca, técnico del ministerio de Obras Públicas, analiza desde la perspectiva de la Historia del Arte ciertas anomalías estilísticas halladas en la catedral. Relacionadas con la llegada de algunos elementos ornamentales de origen alemán, e incluso persa. Mantiene el autor que el origen de estos detalles “exóticos” se debe a la llegada a nuestra Castilla, y a la influencia cultural, de la reina Beatriz de Suabia, hija de Felipe Hohenstaufen, nieta del emperador Felipe I Barbarroja, todo ello por parte paterna... Y, por la materna, descendiente de la familia Ángel, nieta del emperador Isaac Ángel, e hija de Irene Angelina y el rey normando de Sicilia Roger de Apulia. En nuestra reina germánica confluyen pues, dos dinastías imperiales, orientales y occidentales. Y, desde un punto de vista más lírico, el apasionante siglo XIII castellano hace de ella una digna antecesora del gran mito romántico por excelencia, el de la Reina Cristina, de Noruega, enterrada en Covarrubias, junto al conde Fernán González.

Un lector de estas líneas podrá preguntarse qué tiene todo esto que ver con la famosa copa sagrada de las leyendas europeas. Un poco de paciencia, pues estamos asistiendo a una de las menos conocidas variantes de la historia del Grial.

En Beatriz, decíamos, se unen dos dinastías imperiales. Pero examinemos al que será su afamado marido, nuestro rey don Fernando III el Santo, bajo cuyo gobierno quedan definitivamente unidos los dos grandes territorios que conforman nuestra tierra. Valeroso guerrero cuya historia militar sólo puede compararse a la de Rodrigo Díaz, virtuoso, ideal de caballeros, Fernando era descendiente de Alfonso VII, el emperador, nieto a su vez de Alfonso VI, emperador. Dicho de otro modo, Fernando es el heredero de la extraña tradición imperial exclusivamente hispánica que montan, a su antojo y gana, los reinos peninsulares que se consideraban descendientes del reino visigodo de Toledo. Así, tras un primer “Imperator Hispaniae” como se denominará Sancho III de Navarra, la reconquista de Toledo hará de Alfonso VI el “emperador de las tres religiones”, y de su nieto Alfonso VII, un nuevo “Imperator Hispaniae” coronado en Santa María de León, aclamado por los reinos hispánicos y los señoríos del sur de Francia.

Por tanto, en el matrimonio formado por Fernando y Beatriz confluyen las tres dinastías imperiales establecidas en Europa tras la caída del Imperio Romano de occidente. Sabemos, por otra parte, que la historia del medievo europeo se caracteriza por la lucha por el poder político entre el principio papal y el imperial. Enfrentamiento que toma su forma más virulenta a partir del siglo XI, a raíz de la denominada “querella de las investiduras”, es decir, la posibilidad de que el emperador designase a las personas que debían ser futuros obispos, o que esta facultad quedase en manos del Papa. La cuestión no era baladí, ya que de triunfar las pretensiones imperiales, se reconocería la superioridad del imperio sobre el papado, quedando éste como un mero obispado más, así como la existencia de un poder espiritual en el emperador, capaz de ser transmitido a sus descendientes. Pero además, el triunfo de las tesis imperiales, favorecería el desarrollo de una espiritualidad cristiana ajena al dogmatismo romano, en la que el Papa no fuera el único intermediario entre los hombres y Dios. Y es de acuerdo a esta idea de la que surgirá la espiritualidad franciscana, la que adora a Dios en sus creaciones animales y vegetales, una espiritualidad que recuerda al paganismo precristiano, de una época en la que los emperadores romanos poseían la “virtus” imperial y eran “pontifex”, es decir, intermediarios entre lo humano y lo divino. ¿Es raro, por tanto, que la orden franciscana se inclinase por el emperador durante la querella?

Pero avancemos un paso más. Curiosamente, va a ser en medio de esta querella entre los dos grandes poderes, cuando saldrá a la luz una saga de novelas, jamás bien vista por la Iglesia Romana, que tratarán sobre temas decididamente imperiales. Me refiero a los libros de la saga del Grial, así como a otros mitos que aúnan en sí mismos el poder imperial y el espiritual, como es el de los reyes magos y el del preste (o sacerdote) Juan.
El mensaje del “Cuento del Graal”, del “Parzifal” o del “Perlesvaus”, entre otros, es siempre el mismo: el del joven caballero que después de una larga serie de extrañas aventuras, debe descubrir que él es heredero de una lejana y sagrada estirpe de reyes, con poderes espirituales, y cuyo autodescubrimiento y posesión de su sagrada herencia lograrán que la tierra “yerma” florezca de nuevo. De momento evitaremos relacionar esta historia con el tema tan manido actualmente de los descendientes sanguíneos de Jesús, si bien es claro que pueden derivarse inquietantes especulaciones.
La misteriosa pregunta que debe contestar Perceval en el Castillo del Grial, “¿A quién sirves?”, tiene la clara respuesta de “a él mismo”, a Perceval, una vez descubierta su verdadera naturaleza imperial. Este es uno de los aspectos más ocultos del mito griálico, es decir, la apología de una familia imperial destinada al gobierno. Que no nos extrañe, por tanto, que esta propaganda imperial saliera a la luz en pleno siglo del apogeo de la gran familia imperial germana Hohenstaufen, enemiga del papado.
Junto a este mito, otros mitos de la época que hacen referencia a la monarquía sagrada, de carácter político y espiritual, son los de los Reyes Magos guiados por el Cielo, a través de una estrella guía, o el del misterioso rey sacerdote Juan.

Una vez que hemos descifrado el mensaje secreto de los textos griálicos (o uno de ellos, pues como buen símbolo, sus lecturas son múltiples así como su genealogía e influencias), vamos a retomar la relación de la familia imperial (o griálica, según la propaganda) con la Castilla medieval y sus monarcas. Decíamos que las dinastías imperiales europeas se unían en el matrimonio de Beatriz de Suabia (dinastía del Sacro Imperio romano Germánico, e Imperial oriental) y Fernando III ( dinastía imperial Hispánica). Lógicamente, su hijo Alfonso X el Sabio, monarca de un enorme prestigio intelectual en occidente, se constituirá en heredero de todas las tradiciones imperiales europeas, nada más y nada menos... Y por ello, y como descendiente de la familia Hohenstaufen, se granjeará la enemistad del papado. Al quedar la silla imperial vacía, Alfonso será aclamado por los reinos hispánicos y por las ciudades italianas, requisito este indispensable para ser proclamado rey de Romanos, previo al título de Emperador. Persiguiendo un sueño, Alfonso, hombre de una reputación intelectual a nivel europeo fuera de toda duda, gastará inútilmente sus energías y recursos: la enemistad del Papa, decidido a terminar para siempre con la familia Hohenstaufen y sus pretensiones imperiales, impedirá la coronación de Alfonso.

Como podemos ver, Castilla y sus monarcas plenomedievales se hallan en el centro de la especulación griálica entendida ésta como mito imperial. Y, a pesar de todo, no está totalmente resuelto este asunto. Aclaro que lo que se expondrá a continuación es una simple especulación sin demasiado fundamento, pero que, no obstante, puede ofrecer perspectivas inquietantes.
Comentábamos más arriba el ahora tan de moda tema de los descendientes biológicos de Jesús de Nazaret. Si alguien ha leído los textos medievales sobre el Grial que aparecían más arriba, recordará que la familia del Grial tiene antepasados muy lejanos... Hasta el punto de descender de la dinastía real de David. Es decir, el mito político del Grial hace entroncar al imperio con la dinastía real sagrada por excelencia, pues no olvidemos que Jesúsu de Nazaret pertenecía a ese linaje...
Esto nos llevaría a pensar en una relación improbada entre la dinastía Hohenstaufen y la de David – Jesús. Dejemos esta especulación de momento. Pero retomemos otra con mayores visos de verosimilitud: según el historiador norteamericano D. Zuckermann (cuya obra, justo es decirlo, ha sido muy criticada), Carlomagno, en un intento de legitimar a sus descendientes, emparentó con una dinastía hebrea descendiente del linaje de David. En efecto, parece que Carlomagno hizo venir desde su retiro en Babilonia al príncipe (Mackhir) hebreo Teodoric y a su familia, ofreciéndoles el ducado de Septimania, con quienes emparentarían los príncipes francos, y cuyos descendientes, los futuros condes del País de Oc (Tolosa, etc), permitirían el desarrollo de la herejía cátara en sus territorios, y soportarían la cruzada decretada contra ellos. Según la teoría de Zuckermann, sería pues, factible, la existencia de una “sangre sagrada” en el linaje imperial europeo, primeramente franco, sin recurrir a la teoría de la descendencia biológica de Jesús. Y, posteriormente, princesas francas de “sangre sagrada” emparentarían con la realeza de las monarquías europeas, incluídas la del antiguo reino de Asturias y la germánica de los Hohenstaufen.
Y para continuar la especulación, sería muy conveniente conocer los más antiguos testimonios del uso del León, supuestamente derivado, según la versión más aceptada, de la estancia de la Legión VII Gémina Pía Félix en la vieja ciudad española, como emblema heráldico... Pues, emblema de la dinastía real de Judá, la de David, es el León.
No obstante, recordemos que esta última parte del mito griálico que aquí exponemos es una mera especulación o divertimento. Pero, reconozcamos que, de ser más o menos cierta, resultaría de lo más curioso que hayamos tenido en la historia de Castilla, un intelectualmente brillante pero política y personalmente desgraciado rey, en cuya carne y sangre confluyeran los mitos, herencias y misterios de todas las dinastías imperiales europeas, la germánica, la hispánica y la bizantina, además de la espiritualmente notable dinastía hebrea de David: Alfonso X el Sabio.

En otra ocasión nos ocuparemos del grial materia, piedra, copa o lo que sea, en Castilla.

Un saludo.
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ORETANO
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« Respuesta #1 : Octubre 17, 2006, 16:46:41 »


Muy bueno Ermitaño. Alegra verte por aquí :wink:
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De vez en cuando es bueno recordar la clase de persona que se quiso ser.

Arthur Miller
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« Respuesta #2 : Octubre 17, 2006, 20:49:38 »


Saludos Oretano, llevaba meses sin asomar por aquí. Últimamente el trabajo no me deja.
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pepinero
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« Respuesta #3 : Octubre 17, 2006, 22:48:27 »


Cita de: "El Ermitaño del Moncayo"
Saludos Oretano, llevaba meses sin asomar por aquí. Últimamente el trabajo no me deja.


espero que vuelvas porque eres de los foreros que  más me yena y que leo con más atención.

saludos.
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El Ermitaño del Moncayo
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« Respuesta #4 : Octubre 18, 2006, 03:02:08 »


El tiempo Pepinero, del que estoy escaso ahora. De todos modos, como a algunos os gustan estos temas entre lo histórico y lo legendario, pondré más adelante la dirección de un blog donde cuelgo estos artículos (de donde además me han copiado varios).
Y gracias por la atención. Que, sin duda, los estudios puramente históricos, los políticos y económicos son importantes, pero un pueblo sin leyendas es un pueblo muerto.
Un saludo.
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John Graham
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« Respuesta #5 : Octubre 18, 2006, 04:10:05 »


También para mí será un placer leerlo.
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Bezudo
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« Respuesta #6 : Octubre 24, 2006, 02:06:07 »


Hola Ermitaño, saludos para todos los colisteros.
Efectivamente Ermitaño, Rodrigo de Luz defiende la idea (o el deseo) de ubicar en la Catedral de Cuenca una de las puertas o lugares que se abrirán en el momento del fin del mundo.
También ubica el Santo Cáliz en este gran templo. Y la verdad es que después de haber leido el libro uno se queda dudando...
En fín, como conquense me agrada la idea   :)  
Hay un relato "Sanctus Grial Secretorum" que detalla la conquista (no reconquista) de Cuenca y su motivo principal: ubicar la Santa Copa en un lugar seguro de esta ciudad. Emocionante.
Salud y felicidad para todos.
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Si tu uales, ego ualeo"
riopadre
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« Respuesta #7 : Diciembre 07, 2006, 17:55:55 »


El entronque de los arios (godos=dioses o señores) con la estirpe de bíblicos personajes como David y Abraham es defendido por los estudiosos de la raza indoeuropea o aria. Afirman que los celtas estuvieron en el valle del indo, en la antigua Persia y en Oriente proximo en la antiguedad remota y en todos estos sitios dejaron su impronta ya que eran muy avanzados en ciencias. Existen restos arqueológicos en el valle del Indo, lo que hoy es Pakistan, en Herat ciudad de Afganistan tenian un centro de poder o ciudad. En Babilonia, donde la Biblia ubica el jardin del Eden y el génesis, estuvieron establecidos y esto parece estar en linea con lo que nos dice Ermitaño "Carlomagno hizo venir desde Babilonia al Principe Mackhir, Teodoric" (notese que Teodoric es nombre ario o godo) y le concedió un Ducado en europa. Otro dato interesante es que Alejandro el Magno, natural de Mecedonia-Illiria,ario, decide la conquista de Persia y de la India, no por mero afan de conquista sino porque estaba recuperando la tierra de sus antepasados.

Se cree que el propio Zoroastro o Zaratustra, creador del monoteismo, venia de estirpe aria, que los padres del Génesis y de la Biblia eran arios y que de ellos vienen las dinastias de David y de su madre santa Ana (en lengua celta Anne) de Maria madre de Jesus y de Maria Magdalena de quienes descenderian los reyes Merovingios europeos entroncados con la pureza de la sangre o el Grial. Según esta teoria los indoeuropeos arios serian los verdareros hijos de Israel y los judios se habrian apropiado de tal y del concepto de "pueblo elegido". Parece ser que la heregía cátara también hunde sus raices en la antigua estirpe aria de Persia o Babilonia.

Los nombres de Iran e Irak vienen de ARIANNE o tierra de arios que es el compuesto de Aria y Anne que por corruptela devino Irán.

(solo cito las fuentes, de momento decir que es lo que he leido en internet,también  de Dan Brawun, de Stephen O´Shea y de Ross Nichols)

 El tema dá para mucho más, pero seguro que Ermitaño del Moncayo nos seguirá ilustrando con más fuentes y más detalladamente que yó.
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Bezudo
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« Respuesta #8 : Diciembre 08, 2006, 01:33:19 »


Saludos para todos.
A vueltas con el grial conquense y dando mas verisimilitud a la teoría de Rodrigo de Luz, la revista Enigmas publicó este artículo:

EL GRIAL DE CUENCA
Según los expertos en la materia, la descendencia de Jesús y María Magdalena, entroncada con la sangre de los reyes merovingios, desembocada en diversas ramas genealógicas europeas a lo largo de la Edad Media. Una de las más importantes será la de los Plantagenet que, llevando el título de condes de Anjou, fundaría en 1154 esta dinastía en Inglaterra, con Enrique II como rey. Otra, igualmente notable, sería la de los Plantavelu, que a finales del siglo IX constituiría el ducado de Aquitania, y en el XII fructificaría en uno de los personajes más brillantes de su época: la duquesa Leonor de Aquitania. Estas ramas volverían a cruzar su sangre presuntamente claudica precisamente con el matrimonio de Enrique II Plantagenet, conde de Anjou y rey de Inglaterra, con la hermosa duquesa Leonor. De esta unión nacieron héroes cuyas hazañas forjaron la historia de los reinos europeos, protagonizando los versos de los trovadores y ocupando páginas de honor en los romances de la época. Entre los hijos de esta pareja figuran los famosísimos Ricardo Corazón de León y el llamado Juan sin Tierra, cuyas andanzas han sido llevadas al cine con más fantasía que realismo, vinculados a una tradición caballeresca al estilo de la del rey Arturo y sus griálicos caballeros. En la Edad Media, la nobleza era un club con muy poquitos socios y las familias estaban todas emparentadas, volviendo a casarse cada generación para establecer alianzas, mantener reinos y privilegios y conservar líneas genealógicas. Nada extraño en un sistema nobiliario basado en el derecho de sangre. Los enlaces entre primos de segundo grado y entre tíos y sobrino eran tan habituales que el motivo clásico para anular un matrimonio real era alegar ante la curia relación de parentesco entre cónyuges. Casi siempre la había. De manera que, a esas alturas, la antigua sangre del rey David corría, más o menos mezclada, por las venas de buena parte de la realeza europea, incluyendo, por supuesto, a los reyes castellanos y aragoneses.

Son muchas, y bien antiguas, las líneas de irrigación que llevan esa sangre al caudal de los monarcas peninsulares. Siguiendo una de ellas como ejemplo, tenemos al rey castellano Alfonso VI casado con Constanza de Borgoña, cuya abuela paterna no era otra que Constanza de Aquitania. De ese entronque aquitano saldrá, cuatro generaciones después, el rey de Castilla Alfonso VIII, conquistador de Cuenca y autor de las armas que campan en el escudo de la ciudad, ese cáliz y esa estrella de enigmático significado. De manera que, por las venas de este rey conquistador. corría sangre aquitana que venía de tan lejana fuente como la del rey David, pasando a través de Jesús y María Magdalena.

Y, repitiendo una vez más el cruce de parentescos, el rey Alfonso volvió a mezclar su sangre con esa dinastía sagrada de tan antiguos orígenes al casarse con una hija de Leonor de Aquitania y de Enrique II, rey de Inglaterra y conde de Anjou.

El linaje del Rey David

De manera que ya tenemos a nuestro rey Alfonso VIII dentro de la corriente de descendencia del rey David, casándose además con quien lleva la sangre de Anjou, que no es un linaje cualquiera en lo que afecta al Grial. Wolfram von Eschenbach, en su Parzival, incluye en este linaje a su protagonista, Parsifal, el caballero que encontrará el Grial, cuando dice que su padre es "un héroe extraordinario, un Anjou de esclarecida estirpe". Si tenemos en cuenta que en otros romance griálicos se insiste con tenacidad en que los caballeros vinculados con tan misterioso secreto son "del alto linaje del rey David", podemos ir atando cabos para suponer que ser Anjou y ser descendiente del rey David viene a ser lo mismo para los narradores de esta historia. Y si a todo esto le añadimos que sir Thomas Malory, en su obra La muerte de Arturo, dice expresamente que "Lanzarote viene solo del octavo grado de nuestro Señor Jesucristo, y Galahad del noveno", vemos cómo, en el contexto griálico, se da por sentado que Cristo tuvo descendencia y podemos concluir que ser Anjou significa que por sus venas corre no solo sangre davídica, sino también la de Jesús y de María Magdalena. Y eso es Leonor de Aquitania, hija del conde de Anjou: una descendiente del linaje sagrado, casada a su vez con Alfonso VIII, otro miembro del reducido grupo que podemos llamar Grial de sangre. Se unieron en un matrimonio real que ocultaba otra realeza mucho más profunda y antigua: la que nacía del sagrado trono del rey David.

Los reinos españoles y el grial

En las fechas de las que hablamos, las fronteras no eran las que conocemos hoy. El reino de Francia apenas cubría un pequeño territorio en torno a una isla del río Sena que no llegaba, por supuesto, a los Pirineos. Los terrenos al norte de la cordillera no pertenecían a la corona francesa. Eran propiedad de nobles caballeros independientes, vinculados por lazos de sangre y vasallaje a los reinos españoles de Navarra y Aragón. Eran las tierras de Languedoc, Gascuña, Rosellón, Aquitania, Provenza... Para hacernos una idea de cómo eran las cosas entonces, basta decir que la Aquitania era el doble de grande que el reino de Francia, y su duque Guillermo IX se jactaba de que nunca había prestado juramento de fidelidad al rey francés. Y estas son, precisamente, las tierras de¡ Grial, aquellas en las que su tradición se asienta, en las que surge el temprano culto a María Magdalena y la leyenda de¡ cáliz sagrado. Y son también las tierras por las que se extiende la herejía cátara con sus extrañas creencias sobre la Magdalena, y donde el Temple concentra el mayor número de propiedades.

Con todo esto, no es extraño que, en las narraciones medievales del Grial, aparezcan numerosas referencias a los reinos españoles. Los autores extranjeros, fundamentalmente franceses y anglosajones, ignoran este hecho, probablemente para seguir hablando de¡ Grial como cosa suya. Pero lo curioso es que los autores españoles tampoco se esfuerzan demasiado en resaltar la presencia, por derecho propio, de los reyes y reinos peninsulares en la leyenda del Grial, Siguiendo el texto más famoso, el Parzival de Eschenbach, nos encontramos ya con que el autor afirma basar su obra en un antiguo manuscrito encontrado precisamente en Toledo.

A partir de ahí, las referencias a España son constantes. Veamos unas cuantas. El padre de Parsifal, en uno de sus viajes, desembarca en Sevilla. "En aquel país ?dice el texto? conocía al rey. Era su primo Kaylet. Fue a visitarlo a Toledo". Por tanto, según el texto, llevaban la misma sangre y Parsifal seria sobrino de este rey peninsular. Quizá por eso el escudo que lleva Parsifal había sido "forjado en Toledo, en el país de Kaylet'.También hay abundantes alusiones al rey de Aragón, al que llama Schafillor. En una de ellas se narra cómo éste, en un torneo, "tiró al suelo, detrás del caballo, al viejo Utepandragun, rey de los britanos". Es decir, el rey aragonés vence al padre del mismísimo rey Arturo. Vinculado a la familia del Grial, aparece también un personaje llamado Kyot de Cataluña, que lleva el título de duque. Otro, de nombre Liddamus y rango de príncipe, dice tener "en Galicia,
muy diseminados, numerosos castillos, hasta Pontevedra". Los héroes de la búsqueda griálica montan caballos castellanos, y la montura del caballero Gawan luce una significativa señal: "En la grupa llevaba grabada a fuego una tórtola, el blasón del Grial".

El misterioso escudo de Cuenca

Cuando el rey Alfonso VIII de Castilla puso cerco a la ciudad de Cuenca en 1177, los musulmanes llevaban en ella cuatro siglos. No fue fácil la conquista. Amurallada en los altos riscos cercados por las aguas de los ríos Júcar y Huecar, la empresa no era precisamente sencilla, y el rey Alfonso necesitó la ayuda del monarca aragonés, Alfonso H. Pariente, por supuesto, además de tocayo, ya que descendía de Inés de Aquitania. También contó con el auxilio de los caballeros de la Orden del Temple, esa milicia de Cristo que, según los romances medievales, custodiaba el secreto del Grial. De manera que las fuerzas que plantaron cerco a la Cuenca musulmana eran "soldados del Grial", un ejército mandado por reyes que pertenecían a la estirpe sagrada. El asedio se inició el 6 de enero, día de la Epifanía, y duró nueve meses, hasta el 21 de septiembre, festividad de san Mateo.

Oficialmente, el escudo de Cuenca se confeccionó para conmemorar esta victoria y el rey Alfonso VIII concedió a la villa unas armas que recordaban los días de¡ comienzo y del fin de su conquista. La estrella, en representación de aquella que, en lejanos tiempos, guió a los Reyes Magos de Oriente en su largo viaje hasta el portal del Belén para adorar al Niño recién nacido, acontecimiento que la cristiandad celebra el 6 de enero. Y el cáliz, en representación de san Mateo, cuya festividad se celebra el 21 de septiembre. Esta es la interpretación oficial de las armas que componen el famoso escudo de Cuenca y, la verdad resulta bastante inverosímil. El asunto de la estrella puede pasar, aunque ya ve que oculta un significado más profundo de lo que parece. En cuanto a lo de san Mateo y el cáliz, es una versión que tiene poco asidero, ya que la iconografía religiosa nunca representó a este santo evangelista con una copa. Y si esta no es la interpretación correcta, ¿cuál es el significado que esconden los símbolos del escudo de Cuenca?

...y el Grial

De las intenciones que tenía el rey Alfonso queda todo lo que hemos dicho, sí, y también el escudo de Cuenca con las ¡armas que el rey le dio: una estrella ?ver cuadro? y un cáliz. Si sabía, como efectivamente sabía, que se casaba con un insigne miembro de esa dinastía sagrada, con una "Anjou de esclarecida estirpe" según el griálico texto de Wolfram von Eschenbach, y si quería hacer de Cuenca su Alfonsípolis, la sede de su corte y de su familia, parece que con las armas del escudo no queda reseñar el hecho de su victoriosa conquista, sino dejar constancia simbólica de la estirpe a la que él y su esposa pertenecían, para que su señal campeara sobre la ciudad elegida.

Así pues el cáliz sería una alusión directa al Grial, velada por la tradicional interpretación de que copa o caldero remiten sin más a esa forma orográfica de cuenco en el que la ciudad de Cuenca se levanta.

Pero todavía hay más. El escudo de Cuenca es una estrella suspendida sobre un cáliz, sobre un Grial. Una luminada que, según el Apocalipsis de Juan, es el planeta Venus, el lucero brillante de la mañana que distingue a los descendientes del rey David. Volvamos por un momento a las páginas finales del Párzival de Eschenbach. En ellas, una vez concluida la aventura de la búsqueda del Grial, el autor nos cuenta lo que ocurre con sus principales protagonistas. Parsifal se casa con la reina Condwiramurs y se convierte en el rey del Grial. Y tienen un hijo, Lohengrin, llamado el Caballero del Cisne". Se trata de un personaje al que los romances medievales convertirán en héroe mítico de la cultura sajona. Como vemos, Lohengrin es descendiente del rey David, al igual que el rey Alfonso VIII. Y también es un Anjou, como la reina Leonor. Pues bien, una narración del siglo XV, para señalar el origen de este Caballero del Cisne", dice que ha venido "del monte en el que Venus está dentro del Grial". De manera que aquí tenemos la referencia directa a este símbolo contenido en el escudo de Cuenca: la estrella ?Venus, el lucero del alba? suspendida sobre el Grial, señalando a otro ilustre miembro de la estirpe sagrada, según las legendarias crónicas sobre este secreto.

Tras todo lo visto, no resulta nada extraño que Alfonso Vi]¡, casado con esa Leonor de Inglaterra que llevaba la sangre de Anjou, escogiera tales símbolos para representarse a sí mismo en el escudo de la ciudad que llevada su nombre: Alfonsípolis.
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calabuey
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« Respuesta #9 : Diciembre 08, 2006, 08:08:15 »


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