Saludos, os envío parte de un artículo que colgaré próximamente en un Blog mío. Trata de asuntos a mi juicio apasionantes, sobre las leyendas de nuestra tierra.
Castilla y el misterio imperial del Grial
Acabo de terminar un libro sobre Cuenca: “El misterio de la catedral de Cuenca. El Santo Grial, su sede y significado”. Cuenca, Konka, la ciudad del Grial, que lo lleva en su escudo. Su autor, Rodrigo de Luz, arquitecto, miembro de la Academia de Artes y Letras de Cuenca, técnico del ministerio de Obras Públicas, analiza desde la perspectiva de la Historia del Arte ciertas anomalías estilísticas halladas en la catedral. Relacionadas con la llegada de algunos elementos ornamentales de origen alemán, e incluso persa. Mantiene el autor que el origen de estos detalles “exóticos” se debe a la llegada a nuestra Castilla, y a la influencia cultural, de la reina Beatriz de Suabia, hija de Felipe Hohenstaufen, nieta del emperador Felipe I Barbarroja, todo ello por parte paterna... Y, por la materna, descendiente de la familia Ángel, nieta del emperador Isaac Ángel, e hija de Irene Angelina y el rey normando de Sicilia Roger de Apulia. En nuestra reina germánica confluyen pues, dos dinastías imperiales, orientales y occidentales. Y, desde un punto de vista más lírico, el apasionante siglo XIII castellano hace de ella una digna antecesora del gran mito romántico por excelencia, el de la Reina Cristina, de Noruega, enterrada en Covarrubias, junto al conde Fernán González.
Un lector de estas líneas podrá preguntarse qué tiene todo esto que ver con la famosa copa sagrada de las leyendas europeas. Un poco de paciencia, pues estamos asistiendo a una de las menos conocidas variantes de la historia del Grial.
En Beatriz, decíamos, se unen dos dinastías imperiales. Pero examinemos al que será su afamado marido, nuestro rey don Fernando III el Santo, bajo cuyo gobierno quedan definitivamente unidos los dos grandes territorios que conforman nuestra tierra. Valeroso guerrero cuya historia militar sólo puede compararse a la de Rodrigo Díaz, virtuoso, ideal de caballeros, Fernando era descendiente de Alfonso VII, el emperador, nieto a su vez de Alfonso VI, emperador. Dicho de otro modo, Fernando es el heredero de la extraña tradición imperial exclusivamente hispánica que montan, a su antojo y gana, los reinos peninsulares que se consideraban descendientes del reino visigodo de Toledo. Así, tras un primer “Imperator Hispaniae” como se denominará Sancho III de Navarra, la reconquista de Toledo hará de Alfonso VI el “emperador de las tres religiones”, y de su nieto Alfonso VII, un nuevo “Imperator Hispaniae” coronado en Santa María de León, aclamado por los reinos hispánicos y los señoríos del sur de Francia.
Por tanto, en el matrimonio formado por Fernando y Beatriz confluyen las tres dinastías imperiales establecidas en Europa tras la caída del Imperio Romano de occidente. Sabemos, por otra parte, que la historia del medievo europeo se caracteriza por la lucha por el poder político entre el principio papal y el imperial. Enfrentamiento que toma su forma más virulenta a partir del siglo XI, a raíz de la denominada “querella de las investiduras”, es decir, la posibilidad de que el emperador designase a las personas que debían ser futuros obispos, o que esta facultad quedase en manos del Papa. La cuestión no era baladí, ya que de triunfar las pretensiones imperiales, se reconocería la superioridad del imperio sobre el papado, quedando éste como un mero obispado más, así como la existencia de un poder espiritual en el emperador, capaz de ser transmitido a sus descendientes. Pero además, el triunfo de las tesis imperiales, favorecería el desarrollo de una espiritualidad cristiana ajena al dogmatismo romano, en la que el Papa no fuera el único intermediario entre los hombres y Dios. Y es de acuerdo a esta idea de la que surgirá la espiritualidad franciscana, la que adora a Dios en sus creaciones animales y vegetales, una espiritualidad que recuerda al paganismo precristiano, de una época en la que los emperadores romanos poseían la “virtus” imperial y eran “pontifex”, es decir, intermediarios entre lo humano y lo divino. ¿Es raro, por tanto, que la orden franciscana se inclinase por el emperador durante la querella?
Pero avancemos un paso más. Curiosamente, va a ser en medio de esta querella entre los dos grandes poderes, cuando saldrá a la luz una saga de novelas, jamás bien vista por la Iglesia Romana, que tratarán sobre temas decididamente imperiales. Me refiero a los libros de la saga del Grial, así como a otros mitos que aúnan en sí mismos el poder imperial y el espiritual, como es el de los reyes magos y el del preste (o sacerdote) Juan.
El mensaje del “Cuento del Graal”, del “Parzifal” o del “Perlesvaus”, entre otros, es siempre el mismo: el del joven caballero que después de una larga serie de extrañas aventuras, debe descubrir que él es heredero de una lejana y sagrada estirpe de reyes, con poderes espirituales, y cuyo autodescubrimiento y posesión de su sagrada herencia lograrán que la tierra “yerma” florezca de nuevo. De momento evitaremos relacionar esta historia con el tema tan manido actualmente de los descendientes sanguíneos de Jesús, si bien es claro que pueden derivarse inquietantes especulaciones.
La misteriosa pregunta que debe contestar Perceval en el Castillo del Grial, “¿A quién sirves?”, tiene la clara respuesta de “a él mismo”, a Perceval, una vez descubierta su verdadera naturaleza imperial. Este es uno de los aspectos más ocultos del mito griálico, es decir, la apología de una familia imperial destinada al gobierno. Que no nos extrañe, por tanto, que esta propaganda imperial saliera a la luz en pleno siglo del apogeo de la gran familia imperial germana Hohenstaufen, enemiga del papado.
Junto a este mito, otros mitos de la época que hacen referencia a la monarquía sagrada, de carácter político y espiritual, son los de los Reyes Magos guiados por el Cielo, a través de una estrella guía, o el del misterioso rey sacerdote Juan.
Una vez que hemos descifrado el mensaje secreto de los textos griálicos (o uno de ellos, pues como buen símbolo, sus lecturas son múltiples así como su genealogía e influencias), vamos a retomar la relación de la familia imperial (o griálica, según la propaganda) con la Castilla medieval y sus monarcas. Decíamos que las dinastías imperiales europeas se unían en el matrimonio de Beatriz de Suabia (dinastía del Sacro Imperio romano Germánico, e Imperial oriental) y Fernando III ( dinastía imperial Hispánica). Lógicamente, su hijo Alfonso X el Sabio, monarca de un enorme prestigio intelectual en occidente, se constituirá en heredero de todas las tradiciones imperiales europeas, nada más y nada menos... Y por ello, y como descendiente de la familia Hohenstaufen, se granjeará la enemistad del papado. Al quedar la silla imperial vacía, Alfonso será aclamado por los reinos hispánicos y por las ciudades italianas, requisito este indispensable para ser proclamado rey de Romanos, previo al título de Emperador. Persiguiendo un sueño, Alfonso, hombre de una reputación intelectual a nivel europeo fuera de toda duda, gastará inútilmente sus energías y recursos: la enemistad del Papa, decidido a terminar para siempre con la familia Hohenstaufen y sus pretensiones imperiales, impedirá la coronación de Alfonso.
Como podemos ver, Castilla y sus monarcas plenomedievales se hallan en el centro de la especulación griálica entendida ésta como mito imperial. Y, a pesar de todo, no está totalmente resuelto este asunto. Aclaro que lo que se expondrá a continuación es una simple especulación sin demasiado fundamento, pero que, no obstante, puede ofrecer perspectivas inquietantes.
Comentábamos más arriba el ahora tan de moda tema de los descendientes biológicos de Jesús de Nazaret. Si alguien ha leído los textos medievales sobre el Grial que aparecían más arriba, recordará que la familia del Grial tiene antepasados muy lejanos... Hasta el punto de descender de la dinastía real de David. Es decir, el mito político del Grial hace entroncar al imperio con la dinastía real sagrada por excelencia, pues no olvidemos que Jesúsu de Nazaret pertenecía a ese linaje...
Esto nos llevaría a pensar en una relación improbada entre la dinastía Hohenstaufen y la de David – Jesús. Dejemos esta especulación de momento. Pero retomemos otra con mayores visos de verosimilitud: según el historiador norteamericano D. Zuckermann (cuya obra, justo es decirlo, ha sido muy criticada), Carlomagno, en un intento de legitimar a sus descendientes, emparentó con una dinastía hebrea descendiente del linaje de David. En efecto, parece que Carlomagno hizo venir desde su retiro en Babilonia al príncipe (Mackhir) hebreo Teodoric y a su familia, ofreciéndoles el ducado de Septimania, con quienes emparentarían los príncipes francos, y cuyos descendientes, los futuros condes del País de Oc (Tolosa, etc), permitirían el desarrollo de la herejía cátara en sus territorios, y soportarían la cruzada decretada contra ellos. Según la teoría de Zuckermann, sería pues, factible, la existencia de una “sangre sagrada” en el linaje imperial europeo, primeramente franco, sin recurrir a la teoría de la descendencia biológica de Jesús. Y, posteriormente, princesas francas de “sangre sagrada” emparentarían con la realeza de las monarquías europeas, incluídas la del antiguo reino de Asturias y la germánica de los Hohenstaufen.
Y para continuar la especulación, sería muy conveniente conocer los más antiguos testimonios del uso del León, supuestamente derivado, según la versión más aceptada, de la estancia de la Legión VII Gémina Pía Félix en la vieja ciudad española, como emblema heráldico... Pues, emblema de la dinastía real de Judá, la de David, es el León.
No obstante, recordemos que esta última parte del mito griálico que aquí exponemos es una mera especulación o divertimento. Pero, reconozcamos que, de ser más o menos cierta, resultaría de lo más curioso que hayamos tenido en la historia de Castilla, un intelectualmente brillante pero política y personalmente desgraciado rey, en cuya carne y sangre confluyeran los mitos, herencias y misterios de todas las dinastías imperiales europeas, la germánica, la hispánica y la bizantina, además de la espiritualmente notable dinastía hebrea de David: Alfonso X el Sabio.
En otra ocasión nos ocuparemos del grial materia, piedra, copa o lo que sea, en Castilla.
Un saludo.

