Preliminares
La expansión constante de los griegos por el Mediterráneo, tanto oriental como occidental, llevó a crear colonias en las costas de Asia Menor. Estas colonias estaban bajo poder del Imperio persa que siempre les concedió un elevado grado de autonomía[2], pero los colonos helenos siempre quisieron la absoluta libertad,
La primera batalla se libraría en un lugar llamado valle de las Termópilas, un angosto desfiladero de unos 12 metros de anchura (actualmente más de un kilómetro debido a la erosión [3]).
Fila tras fila los persas se estrellaron contra las lanzas y escudos espartanos sin que estos cedieran un centímetro. De esta forma, a pesar de la grave desventaja numérica, Leónidas y sus hombres se opusieron a las oleadas de soldados enemigos con un número mínimo de bajas, mientras que las pérdidas de Jerjes —aunque minúsculas en proporción a sus fuerzas— suponían un golpe para la moral de sus tropas. Durante las noches, Leónidas solía decirles a sus hombres: «Jerjes tiene muchos hombres, pero ningún soldado».
Frustrado e impaciente, Jerjes envió al frente a sus diez mil Inmortales, su fuerza de élite, llamados así porque cada vez que un Inmortal caía, otro corría a reemplazarlo, manteniéndose en la cantidad fija de diez mil hombres. Sin embargo, los resultados fueron los mismos. Los persas morían a cientos, la moral del ejército decaía y los griegos no mostraban signos de cansancio. La batalla continuó de esta forma durante tres días. Fue entonces cuando Jerjes, abatido, recibió la ayuda que necesitaba.