Hola majos:
El abismo que parece haber con los musulmanes y no con los inmigrantes de otras etnias lo achacan muchos al factor religioso, otros a que lo tienen peor con el idioma... la cuestión no es sencilla, porque los del Este suelen ser cristianos y... ¡tela con los amiguetes de la sierra de Madrid! Los americanos comparten la misma lengua y tampoco va la cosa tan suave como se ha dicho, me remito a los problemas de bandas en la periferia de Madrid hace unos meses. En realidad, y al margen de impresiones, las estadísticas sobre delincuencia que presenta la Comunidad de Madrid dice que los ciudadanos más problemáticos, después de los de nacionalidad española son:
1- Los del Este de Europa
2- Los americanos
3- Los de países musulmanes
4- Los del África subsahariana
Si las cifras son correctas, y siento no conservar el enlace de la página donde se publicó el año pasado, las impresiones no se corresponden del todo con la realidad. Independientemente de quién sea más chorizo o violento, la pregunta es si el enfoque de integración está siendo acertado, si es que hay algún enfoque acertado o menos errado.
En Francia optaron por la asimilación y no está funcionando muy bien, aunque no conozco el caso en directo, a ver si algún emigrado nos cuenta qué ve. En Alemania y el ámbito germánico optaron por el multiculturalismo, o sea la aceptación del inmigrante con el «paquete completo», y el descalabro es descomunal. Que el inmigrante siga viviendo como en su casa y se aísle del país receptor crea guetos y situaciones como la de algunos barrios de las grandes ciudades alemanas, donde las asociaciones musulmanas ya están pidiendo que en sus barrios se aplique la ley islámica...
Mi caso predilecto y el que mejor conozco --Suiza, tan ecléctica como siempre-- es el del mestizaje, a saber: la gente tiene que mezclarse, pero tan injusto es que pidas al que llega que proscriba su cultura de origen, como que el nacional tenga que renunciar a la suya en favor de... la sharia, por poner el ejemplo más urgente. El énfasis en este modelo es que todo el mundo tiene que algo que aportar a la vida del país, y todos aprendemos de todos, pero hay ciertos acuerdos de mínimos que quien quiere participar del proyecto común tiene que respetar, naturalmente la democracia, la igualdad ante la ley, la paz, los derechos de las mujeres, la libertad de elección en cuestiones religiosas, laborales, sexuales...
Tengo para mi que como en los países de origen de nuestros nuevos vecinos no todos estos temas están tan claros como en Europa, y en función de qué asuntos y en qué medida están asumidos, los problemas surgen con mayor o menor virulencia al trasplantarse a este lado, sea del Mediterráneo, sea del Atlántico.
Para mi ninguna persona es ilegal, pero les hacemos un flaco favor cuando nos empeñamos en respetar a toda costa y sin condiciones su cultura, porque de ese modo los estamos condenando a que jamás salgan de su atraso. Este es uno de los argumentos del libro, que os recomiendo, de Hirsi Ali (
http://es.wikipedia.org/wiki/Ayaan_Hirsi_Ali)
Yo acuso, donde esta somalí explica --y escribo de memoria-- que tenemos que ayudarles a tener su propio «Rousseau», y que respetar sin límites sólo sirve para condenar a las mujeres de su país (tanto las que viven en Somalia como las que han emigrado a Europa) a seguir viviendo bajo un yugo.

