Como soy un poco pirómano del bolígrafo
me apetece encender un poco mas el hilo. Ahí va la cerilla:
¿Contra qué se sublevó Franco?18 de Julio de 2007 - 17:18:47 - Pío Moa
Aunque recordarlo no guste a muchos, en especial de derechas, el 18 de julio de 1936 marca una de las fechas decisivas en la historia de España, un antes y un después. Entonces concluyó el ciclo histórico comenzado con la Restauración y proseguido por los episodios epigonales de la dictadura de Primo de Rivera y la república; y comenzó la dictadura que, paradójicamente, ha dado lugar a la única democracia real, prolongada y estable que ha tenido España hasta ahora. Democracia puesta hoy en grave peligro por quienes se sienten herederos del Frente Popular.
Una versión absolutamente disparatada, pero propagada por una universidad, unos políticos y unos historiadores ridículos intelectualmente, pero temibles por su poder, pretende que el golpe del 18 de julio y la guerra subsiguiente destruyeron la democracia republicana. Fue exactamente al revés: la destrucción de la democracia republicana ocasionó la guerra, y quienes la destruyeron fueron, precisamente, las izquierdas y los separatistas. Esto puede darse hoy por firme y documentalmente establecido.
En un bandazo poco meditado,
algunos autores niegan hoy legitimidad o carácter democrático a aquella república, pero es indudable que, aunque con serios defectos, fue legítima y democrática. Cierto que su legitimidad no provino de unas elecciones municipales que perdieron los republicanos, sino de la entrega del poder por parte de unos monárquicos plenamente abyectos. El mayor delito en aquel caso no corresponde a unos republicanos que explotaron una situación histórica favorable, sino a unas derechas dispuestas a menospreciar y traicionar a sus propios electores. Los monárquicos fueron los mayores delincuentes, porque se trató de un enorme delito –envuelto en pretensiones irrisoriamentre humanitarias– contra la libertad y la estabilidad de España.
Y si bien durante la república imperó casi siempre la censura y el estado de excepción, y la Constitución no era laica, sino anticatólica, se trató básicamente de una democracia. Como supo ver correctamente la CEDA, la Constitución permitía, pese a todo, las libertades y la alternancia pacífica en el poder, y sus graves defectos podían subsanarse mediante el ejercicio de la democracia. Claro que las izquierdas llegaban con una visión mesiánica de la política según la cual la república no era tal si no mandaban ellos, y las leyes podían vulnerarse y alterarse si ellas lo consideraban ventajoso. De ahí la insurrección de octubre de 1934.
Pero la derecha pudo ganar las elecciones de 1933 y derrotar en 1934 la insurrección izquierdista-separatista sin destruir, al contrario, defendiendo la legalidad republicana. Y la ruina final del sistema fue causada, no por las derrotadas izquierdas, sino por un presidente de derechas ansioso de pasar por progresista y congraciarse con los vencidos guerracivilistas, repitiendo en cierto modo la entrega del poder por los monárquicos en 1931: sin las maniobras de Alcalá-Zamora, las izquierdas no habrían vuelto al poder en 1936.
Conviene releer el comunicado de Franco justificando su rebelión: la Constitución era sistemáticamente pisoteada, no había ley y sí un proceso revolucionario abierto. Esto no era una justificación, sino la pura y evidente realidad. Él, que había admitido la democratización dentro del orden, y que había defendido la república en 1934, se sublevaba ahora con la idea, errónea pero comprensible, de que en España la democracia no funcionaba. Y no podía funcionar con tales "demócratas".
La democracia quedó así fuera de cuestión, tanto para las izquierdas totalitarias como para las derechas autoritarias. Franco fue el último en rebelarse contra la república, después de que lo hubieran hecho los anarquistas, Sanjurjo, Azaña, los socialistas, los nacionalistas catalanes, los comunistas y en alguna medida Gil-Robles. Fue también el único en triunfar, no sobre la democracia, ya inexistente, sino sobre un proceso revolucionario que no había ya demócratas capaces de parar. Él lo hizo.
Luego organizó una dictadura autoritaria –no totalitaria, afortunadamente–, pero esa es otra historia.