FRANCO Y LOS JUDIOS, TELA....

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FRANCO Y LOS JUDIOS:
MAS ALLA DEL FILO-SEFARDISMO


"Nunca fue devuelto a las autoridades alemanas ningún judío de los que conseguían entrar en España incluso clandes-tinamente"

Pedro Schwartz



"... Siempre me ha sorprendido la ayuda que Franco prestó a los judíos perseguidos por el nazismo. No se le caían de la boca las condenas de la conspiración judeo-masónica que, estaba convencido, hacía peligrar el ser de España. Sin embargo, ya durante la Guerra Civil, Franco y sus ministros dieron instrucciones a los representantes consulares de España para que protegieran de la discriminación y la expropiación a los sefardíes de los territorios que iban cayendo bajo el control de los alemanes. Tras la caída de Francia en 1940, el falangista Serrano Suñer concedió visados a numerosos judíos askenases, que así salvaron la vida; y a los que conseguían atravesar la frontera, les daba salvoconducto para que pudieran pasar a Portugal y América. Cuando Hitler, a partir de 1943, puso en marcha la solución final, la entrega de pasaportes españoles a los judíos de habla castellana en los consulados de la Europa ocupada se tornó sistemática. De resultas de esta política humanitaria salvaron la vida de 46.000 a 63.000 judíos o quizá más. ¿Quién decidió que los sefardíes eran españoles? ¿Cómo cuadraba la poca simpatía por los judíos en la España oficial de aquellos tiempos con una política tan discorde de la del amigo alemán?

Don Luis Suárez Fernández, en su obra sobre Franco y la Segunda Guerra Mundial, aclara el origen de la providencial disposición que hizo de todos los sefardíes súbditos españoles en potencia. Suprimido en 1923 el régimen especial que protegía a los cristianos y judíos en territorio turco, el general Primo de Rivera sometió a la firma del rey Alfonso XIII en 1924 un decreto ley que permitía a los sefardíes que lo quisieran inscribirse como españoles en cualquier consulado o embajada, sin más condiciones o limitaciones. Publicadas las leyes antiisraelíes de Nu-remberg por los nazis, los representantes españoles en Alemania, y luego en Austria, los Balcanes y Grecia ocupadas, hicieron gestiones para que los sefardíes que tuvieran pasaporte español se libraran de llevar visible la estrella y de pagar los impuestos confiscatorios asignados a los judíos por las autoridades alemanas.

La creciente dureza de la persecución hizo evidente que ya no bastaba con insistir en la posición legalista de que España no admitía que se conculcaran los derechos de sus súbditos. A partir de 1942, sobre todo tras el relevo de Serrano Suñer, comenzó una política sistemática de concesión de pasaportes y visados para permitir la huida de los perseguidos. Además, todos los comentaristas e historiadores subrayan que nunca fue devuelto a las autoridades alemanas ningún judío de los que conseguían entrar en España incluso clandestinamente.

Para que una actitud de mera defensa de la soberanía exterior de España se convirtiera en la política humanitaria aplicada por cónsules como mi padre en Viena o los residentes en Budapest o en París, era condición necesaria que el Gobierno de Madrid no quisiera poner en obra una decidida política antisemita. Ayuda a entender la posición española el discurso que la jefa de la Sección Femenina de la Falange, Pilar Primo de Rivera, pronunció en Viena en diciembre de 1942, con mi padre entre el público: Queremos dejar bien sentado -dijo la hermana de José Antonio- que nuestra oposición al judaísmo envolvería, en todo caso, un sentido estrictamente político, económico y social, y no una oposición por razones de raza o religión. Esta idea de que el problema judío podría significar dificultades políticas pero nunca raciales la expresó Franco en su mensaje de Fin de Año de 1939 cuando, refiriéndose a las medidas de expulsión de los Reyes Católicos, dijo que hace siglos que nos liberamos de tan pesada carga.

Relata Luis Suárez que, dos días después de la muerte de Franco y ante el arca de la Sinagoga de Nueva York, el rabino hizo ofrenda por el alma del general, porque ayudó a los judíos durante la Gran Guerra..."

Pedro Schwartz, La Vanguardia Digital (España), 4-5-1.999


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"... Pero es indiscutible que el filosefardismo de España no se manifestó sólo en el ámbito liberal. Fue precisamente bajo la dictadura de derechas de Primo de Rivera cuando la ola filosefardí alcanza su punto culminante, con un decreto de 1924 por el que se otorgaba la nacionalidad española a 'aquellas personas de origen español que se hallen bajo la protección de nuestros representantes en el extranjero como si fueran españoles'. Ni puede olvidarse que, mientras la democrática Europa permanecía trágicamente indiferente a la suerte de los masacrados judíos en los territorios ocupados por los nazis, el dictador Franco y sus cónsules en todo el continente salvaron a miles de judíos sefardíes de la matanza. Fue, asimismo, gracias a la intervención de Nicolás Franco, hermano del dictador, que se abrió la primera sinagoga en Barcelona en 1945; cuatro años después se inauguró otra en Madrid. El propio Franco fue directamente responsable de la creación en 1941 del Instituto Arias Montano de estudios judíos y sefardíes con su prestigiosa publicación 'Sefarad'. Este instituto se convirtió en núcleo de una intensa y seria labor académica bajo la dirección de especialistas tan destacados como Francisco Cantera Burgos, Millas Valicrosa y Pérez Castro. En 1958, España permitió la constitución de una sección de la Federación Mundial Sefardí; al año siguiente se inauguró en Madrid una exposición de cultura judeo-española. En 1964, Franco firmó el decreto de fundación de un museo sefardí en Toledo. En enero de 1965, los presidentes de las comunidades judías de Madrid y Barcelona fueron recibidos por el Caudillo, que un mes después tomó la histórica medida de legalizar su status..."

Extracto del libro "Israel entre la guerra y la paz" de Shlomo Ben Ami (ex ministro de Asuntos Exteriores de Israel)


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"... El antisemitismo de Franco tenía una base religiosa y no racial como el nazi y, precisamente esa circunstancia le permitió articular excepciones que beneficiaron a los judíos. Durante su época de la guerra de África, por ejemplo, consintió a poblaciones judías de Marruecos la posibilidad de llevar calzado o de coger agua directamente del río sin tener que adquirirla de sus dominadores marroquíes. En apariencia, no se trataba de mucho pero desde ese mismo instante las relaciones entre Franco y los judíos del norte de África resultaron fluidas y, en términos generales, muy cordiales.

Así, Franco aceptó, por ejemplo en julio de 1936, la ayuda de judíos contrarios al Frente popular, como el banquero Salama, al que condecoraría en su momento. De la misma manera, a partir de 1943 Franco permitió que un número nada despreciable de judíos cruzara España huyendo del Holocausto. El número de judíos salvados por ese medio quizá no pueda evaluarse nunca con exactitud, pero con certeza se trató de una cifra de cinco dígitos al menos. Naturalmente, se puede objetar que Franco limitó formalmente la protección diplomática española a los judíos de origen sefardí, pero lo cierto es que, en la práctica, el auxilio humanitario se hizo extensible a todo tipo de judíos. Así, nadie puso reparos a que diplomáticos como Ángel Sanz Briz con destino en Budapest ampliara la protección a los judíos askenazíes..."

Cesar Vidal (¿Fue Franco un Antisemita?)


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EL ORIGEN JUDIO DEL GENERALISIMO


Los investigadores de temas relacionados con Sefarad suelen hacer referencias de diverso signo respecto a la mayor o menor afinidad de Francisco Franco con los judíos. Por otro lado, después de dialogar con numerosos hebreos que vivieron la dictadura, tanto en España como en el antiguo Marruecos español, una de las conclusiones que se extrae es que cada uno cuenta la feria según le ha ido. (A. Torres) -A propósito, qué hay del posible origen judío de Francisco Franco?

(M. Mazin)* -Por los apellidos, sí. Franco y Bahamonde son apellidos judíos.

(A. Torres) -Hay alguna otra pista? Tengo entendido que el asunto se ha investigado bastante.

(M. Mazin) -Le puedo decir algo más. Testigos presenciales me han contado que el hermano de Franco, Ramón, aquel famoso aviador del Atlántico Sur, tenía una tertulia en la que siempre decía que ellos eran una familia judía. Conozco gente que ha oído a Ramón Franco decirlo muchas veces.

(A. Torres)-Estaba recordando el año 1968, cuando bajo su mandato fue construida la sinagoga de Madrid. En aquella época Ernesto Koplowitz ya era un empresario importante de Madrid. ¿Este empresario aportó dinero a la comunidad judía?

(M. Mazin) -Económicamente ayudamos Koplowitz, Kajón, yo y muchos otros, porque con algo había que construirla. Todos éramos miembros de la comunidad.

Max Mazin se refiere a César Kajón, un industrial judío originario de Trieste (Italia) que llegó a España en 1938 como representante de la Fiat, y se quedó a vivir definitivamente hasta su muerte, en 1999. "Persona encantadora y un caballero", como le define Mazin, Kajón dio muestras de una gran generosidad hacia la comunidad judía. Según cuenta José Antonio Lisbona, tal fue su alegría por la aprobación en 1965 de los estatutos de la Comunidad Hebrea, que remitió al gobierno de Franco un talón por valor de un millón de pesetas como muestra de su gratitud por el gesto del régimen. No le salió mal el regalo, porque el propio Franco le dio las gracias y cursó órdenes precisas para que ese dinero redundase en beneficio de los judíos, de modo que se empleó en la adquisición de piezas de arte con destino al recién inaugurado Museo Sefardí de Toledo.

* Max Mazin: Empresario y dirigente de la comunidad judia española. Alfonso Torres (El Lobby Judio en España)
 

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