Mas bazofia del intele"s"tual Mira, ese tipejo que ha ido a Franfurt a dar lecciones a los alemanes y al mundo después de darnoslas a los castellanos. He aquí otro fragmento de los amigachos de IzCa y algún ilustre de TC, esos tontos bobos castellanos que ponen el culito e invitan a unos vinos a monos como éste.
Así piensan, así nos ven, señores, Castilla según la periferia: Pero tranquilos, que seguro q esto es cosa de un españolazo...
Las vacaciones del racista
Los ciudadanos de las comunidades “históricas” son esforzados trabajadores que se dejan la piel para sacar el “país” adelante. Lo suyo es sacrificio y denodada abnegación. En cambio los de otras regiones, a esos se lo regalan todo. Tal vez ya no sean maleantes, pero vagos…
Es verdad que el nacionalismo se combate con una cierta eficacia viajando. Lo que no significa que al nacionalista siempre le siente bien el viaje. Con frecuencia la estrechez mental, la pobreza intelectual y la mentalidad aldeana, cateta, propia de los nacionalismos, impiden ver más allá de las propias narices.
Cuando recorren España, los viajeros nacionalistas esperan ver rústicos en todas partes, gentes atrasadas, cromañones a medio hacer, tipos cejijuntos, con la cachiporra al hombro y sin saber hablar. Ello les reconforta, ¿veis? ¡Nosotros somos mejor!
El fracaso ajeno nutre la autoestima del nacionalista, que construye su edificio interior con rencores y envidias, con frustradas historias que jamás existieron y desengaños imaginarios.
¿Ya estamos exagerando una vez más? ¿De nuevo se nos va la mano con los adjetivos? Qué más quisieran algunos. Nos quedamos cortos. Y si no, a los hechos. Este es un caballero culto, refinado, nacionalista. No sabe escribir a pesar de que se supone que vive de ello, pero es que es difícil encontrar un solo nacionalista que escriba de manera inteligible. Aprovechando el verano, se ha dado una vuelta por Castilla.
Nuestro racista se llama Joan Francesc Mira y no es un cualquiera en el universo xenófobo del nacionalismo. Mira presume de escritor, antropólogo, sociólogo y profesor universitario. Valenciano y entusiasta de la causa fantasiosa de los “países catalanes”, Mira ha escrito cosas como Crítica de la nació pura, ensayo para el que sin duda hay que tener valor, o Sobre la nació dels valencians, otra fantasía animada del mismo jaez intelectual. También ha recibido numerosos premios de literatura catalana (el de la Crítica dels Escriptors Valencians, el Premi Nacional de la Crítica de literatura catalana, el Joan Fuster, el Serra D’Or, etc.)
El racista Mira esperaba encontrar en su tournée castellana motivos que afianzaran sus alocadas reivindicaciones. Pero ha salido trasquilado. ¿Dónde están los pobres, los desarrapados castellanos? ¡Por Dios, pero si eran unos muertos de hambre! Y míralos ahora:
“Vuelvo a abrir Castilla adentro, la parte central de la trilogía ibérica de Gaziel, e intento imaginar qué era esta ciudad de Avila hace cincuenta años o más, cuando el escritor catalán visitaba Castilla. Y no encaja en absoluto, de ninguna forma: aquella pequeña ciudad enjuta y muerta, polvorienta y cerrada, sucia, acabada, medieval, clerical, donde sólo circulaba algún asno con el labrador al lomo, es ahora un lugar delicioso y moderno, vivo y activo, con avenidas anchas a la parte de fuera, con calles limpísimas y aseadas a la parte de dentro.”
¿Españoles y limpios? ¡Imposible!
“La gente del lugar tiene un aire perfectamente contemporáneo, como si fueran de Grenoble, de Turín o de Girona, y sobre todo, sobre todo, la ciudad entera parece toda restaurada, renovada, cepillada, lavada y repintada, la catedral bellísima y el resto de iglesias, los conventos y los palacios, todas las casas, la muralla y las torres."
Bueno, vale, están limpios. ¿Pero buen aspecto? Tú no has estado en Avila, hombre, que te has confundido. Tú has estado en Gerona. ¿De qué van a tener aspecto “contemporáneo” los de Avila? ¡Si todos son deformes! Los españoles, ya se sabe, como los de las Hurdes de la película de Buñuel. Deformes, Joan Francesc, lo que yo te diga, hombre, que te has confundido de ciudad.
El racista reflexiona antes de continuar su artículo. En el periódico se lo reclaman y no va a mandar cualquier cosa, que el Avui es el Avui. De modo que se toma su tiempo. ¿Era Avila? Claro, todavía conserva el resguardo de las facturas de los restaurantes. De modo que algo no cuadra. Demasiado moderna para ser Castilla.
¿Por qué de pronto España tiene tan buen aspecto? El escritor racista le da vueltas al asunto una y otra vez. ¿Habrán aprendido a trabajar los españoles? En Avila el alcalde no es nacionalista sino un facha redomado, como en Salamanca, la de los ladrones de las cartas de amor de nuestros abuelos. En cambio la ciudad está limpia.
Y por fin da con la clave. Respira tranquilo. Su mundo vuelve a cuadrar, vuelve a estar ordenado. Es verdad, Castilla tiene un aspecto estupendo. Pero el mérito no es de sus ciudadanos sino de Cataluña:
“Quién sabe cuánto dinero ha invertido quien podía hacerlo, es decir, el gobierno del Estado, los ministerios, España, y el dinero de la Unión Europea a través del gobierno de España. Esto que no se ve, ni en sueños, en ninguna ciudad valenciana, pongamos por caso, y me parece que tampoco más al norte: el dinero del Estado, el dinero europeo, esta lluvia de millones que cayó con prodigalidad sobre Castilla, cada año en una ciudad, con el invento de Las edades del hombre, o como se dijera aquella serie de exposiciones, restauraciones, renovaciones y modernización y embellecimiento de las ciudades.
“Hacemos mal en desconocer Castilla. Delante de cada ciudad, de cada palacio inmenso y de cada catedral enorme, delante de todo el arte de altares, naves, claustros y patios y salas, me he parado a pensar de donde salían los recursos por construir todo aquello y llenarlo de belleza. No sé de donde salían, pero el poder que muestran era inmenso. Contempláis la fachada de San Marcos de León. Delante de la pulcritud presente, de la pulcritud, la restauración, la instalación, me he preguntado la misma cosa, y la respuesta es más fácil: del Estado, del gobierno, de España, de Madrid. Es decir, del poder, como antes, como hace siglos. Y, además, tienen cigüeñas que vuelan majestuosamente sobre los tejados de las catedrales.” Joan F. Mira, Cigonyes, catedrals.
O sea que encima, ecologistas. ¡Lo que faltaba!
Lo nuestro sí que es esfuerzo. Lo nuestro es trabajo, laboriosidad. En cambio lo de otros… ¡regalo caído del cielo!