Hola.
Si es que Donsace, la prudencia, como decía Aristóteles, es la virtud del hombre cauto, es la más deseada de las virtudes en el político - en el que se dedica de palabra o de acto a la política -.
Si en un foro de política, comienzas diciendo que un contertulio es un “
filosofíllo”, sin conocerlo, muestras poca prudencia, pues la intención de tus palabras es algo que el otro no tiene por qué presuponer, - o creer, aunque luego digas por dónde van los tiros -, porque él de nada te conoce a ti y tus intenciones y puede presuponer lo que quiera, por mucho que tú le “indiques amablemente” cuales eran aquéllas - tus intenciones-, excepto en lo que se ciña al tema que os ocupa y a los argumentos que se aporten. Lo demás son “argumentos ad hominem” - ésta no deja de ser una denominación culta, para referirse a los insultos -. Es así que tu comentario, por imprudente, es el primer calificativo inapropiado de esta tertulia hacia mi persona - los de Rioduero ya no entro a calificarlos, se califican solos; y ya si entramos a analizar el “maltrato” al que somete al Español/Castellano cada vez que escribe…uuuffff… eso, mejor ni referirlo…-.
Es indiscutible que los primeros insultos o provocaciones han venido de vuestra/tú parte y que simplemente he respondido con las mismas armas con las que he sido atacado - error que reconozco por mi parte, porque no tenía que haber entrado a las provocaciones- .
En cuanto al tema que nos ha ocupado hasta el momento, creo que es clara la conclusión. La discusión con Panadero, resume muy bien el tema.
Dado que él sostuvo que el uso de los términos es convencional, y que tanto el uso de “Español” como “Castellano” está aceptado a nivel general, no había discusión posible, y que nada podía hacerle desistir de tener una preferencia personal por nombrar a nuestro idioma como “Castellano” por una cuestión puramente política. Pues muy bien, nada que objetar, salvo lo que en su día dije, que esto no deja de tener consecuencias prácticas, entre otras que se produzca el rechazo, o la desestimación por parte de la generalidad de los hispanohablantes de estas tesis y que puede derivar en una situación de aislamiento ideológico - a lo que me referí con la metáfora de “
los cuatro gatos en el salón de casa”-.
Ahora bien, tu tesis inicial, no es la misma que la de Panadero, de ahí que yo haya seguido insistiendo en la cuestión. Tu tesis es que el uso del término “Español”, “
no es correcto”- y cito textualmente tus palabras iniciales-, y no contento con eso, esgrimes un pseudo argumento que aparenta - y sólo aparenta - , ser racional - me refiero a la memorable comparación Inglés/castellano- para que no quepa duda de que lo que dices es una verdad racional - por tanto indiscutible, como toda verdad generada desde la racionalidad deductiva -, cuando de lo que se trata es de una zafia patraña.
Pero curiosamente, cuando el pseudo argumento se queda en lo que realmente es - en nada - ya no dices lo mismo que al principio, no, dices que – cito textualmente de tu penúltimo artículo – “
Nadie ha pretendido hacer pasar por incorrecto el término español", justo lo contrario de lo que decías al principio.
Supongo que a estas alturas entenderás por qué no he seguido discutiendo con Panadero. Al fin y al cabo su postura es voluntarista, por su propia definición de lo consesual de los designadores, pero es consecuente y lo que es más importante, clara y honesta, mientras que la tuya no existe, y de existir lo haría como modelo lógico de contradicción en los términos, o como filigrana de un embaucador poco hábil escondiendo su falta de ideas.
Es lo que tenemos los filósofos, que estamos en las nubes y "
apegados a la elevación de lo conceptual", pero nos molestan sobremanera los sofistas de discurso vacuo y voluntad de veracidad "flexible".
A seguir bien.
Proteo