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Autor Tema: La situación del vascuence.  (Leído 1037 veces)
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« : Mayo 07, 2008, 04:30:22 »


Adolfo Careaga | La situación del Vascuence
Publicado el 6 Mayo, 2008 Autor Adolfo Careaga |

Han coincidido en los días finales del pasado año tres acontecimientos importantes sobre el vascuence, la lengua originaria de la comunidad vascongada.
 
El primero, el venticinco aniversario de la que se llamó Ley del Euskera. El segundo, el informe  PISA 2006 que elabora la OCDE. El  tercero, el nuevo currículum escolar elaborado por el Gobierno Vasco.
 
Los veinticinco años de vigencia de la Ley del Euskera se han caracterizado por el esfuerzo denodado del PNV por imponer el euskera y rechazar el español como lengua normal del pueblo vasco. Son esfuerzos, decía don Miguel de Unamuno, que “no nacen del amor al vascuence, sino del odio al español”. Del principio que don Sabino Arana impuso: “Ya lo sabéis euskaldunes; para amar el euskera tenéis que odiar a España”.
 
El nacionalismo ha dado por supuesto que para su objetivo final de la creación de un Estado vasco separado de España, es imprescindible que los naturales de esta tierra tengan su propia lengua. Y aunque la realidad demuestre que hay naciones tan arraigadas en el corazón de Europa como Suiza, que no tiene una lengua propia sino tres, tan importantes como el alemán, el francés y el italiano; y por más que escritores vascongados tan ilustres como Baroja o Unamuno hayan tratado de demostrarles que están equivocados, los separatistas se han mantenido contumaces en su idea, en pos de la cual han adoptado medidas muy perjudiciales para la comunidad que gobiernan.
 
Medidas contra el castellano
 
Se prima en los concursos públicos de tal manera el conocimiento del vascuence que la capacidad profesional del opositor queda perfectamente relegada. Y un médico castellanoparlante  y con brillante expediente académico, no saca la plaza convocada frente a un mediocre galeno que hable vascuence, por más que no tenga oportunidad de usarlo en el ejercicio de su profesión porque la generalidad de los enfermos le hablarán en español. Se bloquean de esta manera los cargos de las instituciones vascongadas a favor de los que conozcan el euskera con discriminación absoluta para los que sólo hablen español, que es la lengua real de esta tierra.
 
Se coacciona a los establecimientos comerciales anunciando que se les va a obligar a poner sus rótulos en vascuence y a tener empleados vascoparlantes. Se adoptan disposiciones legales tan disparatadas como la Ordenanza del Euskera en el Ayuntamiento de Bilbao, cuya introducción señala: “El euskera, como lengua nacional del País Vasco es la lengua del municipio de Bilbao”. Cuando es obvio que en nuestra villa prácticate nadie se expresa en vascuence.
 
Los símbolos
 
En mi pueblo, Guecho, hubo un alcalde nacionalista que lanzó la pintoresca idea de crear un prendedor que habrían de llevar en sus solapas los vascoparlantes, para discriminar a los que no hablaran más que castellano. Es decir, como Hitler, sólo que al revés. Hitler colocaba la estrella de David a los judíos para denigrar a su raza despreciable; el alcalde Zarraoa el pin vasco a los euskeraparlantes como exaltación de la lengua propia de la más noble y antigua raza de Europa. Lo que ocurre es que esas insignias apenas se han visto en Guecho, o porque son muy pocos los que hablan vascuence o porque olímpicamente las han despreciado.
 
No es este, por supuesto, el único emblema nacionalista que se ha hecho desaparecer. Antes de la guerra se alardeaba del Lauburu como símbolo máximo de la raza vasca. Después se le dejó en el olvido, cuando la Europa nazi se pobló de la cruz esvástica de Hitler, el gran estandarte de la raza aria, que era prácticamente igual que el lauburu vasco.
 
Se siguen manteniendo, por otra parte, los tópicos de siempre: que la persecución de Franco es lo que más ha perjudicado al vascuence, como si en el año 36 hubiera muchos más euskoparlantes que los que se daban en 1976. Que  los maestros castellanos castigaban en nuestras escuelas, colocándole un anillo degradante al chiquito al que se oía hablar en euskera. Ahora se citan casos, por el contrario, en los que el “maisu” echa una mochila cargada de piedras sobre la espalda del muchacho que se descuida y, jugando en el recreo, habla en español.
 
Los datos históricos
 
No hay que olvidar, por otra parte, que ya en el siglo XVII las Juntas de Guernica exigían a sus miembros el conocimiento oral y escrito del castellano. Y en el XVIII la Real Sociedad Económica Vascongada de los Amigos del País –hoy tan en auge y que con tanto entusiasmo cultiva la lengua vernácula-, iniciaba el artículo primero de su “Reglamente para los alumnos” de la siguiente manera: “Para ser recibidos por alumnos es preciso estar diestros en leer y escribir, arreglados a la Ortografía de la Real Academia Española”.

Quizá a la vista de estos hechos, don Sabino Arana dejó escrito, con disparatado pesimismo: “El euskera se muere. Es verdad. No lo mata el extraño. Los mismos vascos le están dando la muerte. Ha mucho tiempo que empezaron a negarle el sustento y hasta el aire”.
 
Eran aquellos tiempos en los que, bajo la influencia de la Ilustración, la Enciclopedia y luego la Revolución francesa, las gentes eruditas trataban de superar las tenebrosidades medievales. Y si se cargaron los enjambres de fueros, privilegios, mayorazguías y franquicias, en busca del principio fundamental de la igualdad de los ciudadanos ante la ley, fueron abandonando también los retrógados dialectos y hablas de las distintas comarcas, a favor de las grandes lenguas nacionales. Así en Francia, con las doctrinas del abbé Grégoire se difuminaron las lenguas lemosinas, además del gascón, el bretón o el vasco. Pero de esta manera fue posible la gran literatura francesa del siglo XIX, esencia de la cultura de Europa.
 
Y tuvo ese movimiento importante repercusión para los pueblos hispánicos, porque en Bolívar y sus secuaces sudamericanos se dio el acierto cultural de no hacer su independencia sobre el quechua o las lenguas guaraníes o aztecas, sino fundamentándola en el viejo castellano, gracias a lo cual son hoy unos cientos de millones los seres humanos que lo cultivan, aunque, al parecer, los vascongados, que fueron en buena parte sus creadores, traten ahora de erradicarlo.
 
Resultados obtenidos
 
Las encuestas que sobre esta cuestión se hacen tienen, en general, escaso interés, porque  de tal manera se ha politizado el tema que si a un bizcaitarra se le pregunta si habla vascuence contestará indefectiblemente “bai”, aunque sea esta la única palabra que domine en el idioma vernáculo. La encuesta más expresiva es la de los periódicos y libros que los vascongados leemos. El 90 por ciento de lo que los diarios de esta tierra publican está editado en castellano sin duda porque los editores saben que en vascuence no encuentran salida. Y, según la patronal del sector, “de cada cien libros que se venden en Euskadi noventa y cuatro son en castellano.Estos sí que son datos demoledores y que concuerdan con la realidad sociológica de que es el español la lengua que se sigue hablando en las calles, en los comercios, en los bares o en los medios de comunicación de las ciudades vascongadas. Lo que no es óbice para admitir que en algunas aldeas rurales o marineras sea el vascuence el habla prioritaria.
Y es en estos momentos cuando se produce el famoso informe PISA 2006, sobre la evaluación de la enseñanza en la juventud de distintos países y regiones.
 
El resultado no ha sido ciertamente favorable para la enseñanza española, en general. Pero es significativo especialmente para el País Vasco. De las tres ramas en que el estudio se desarrolla –ciencias, matemáticas y lengua-, en las dos primeras por delante de nuestra comunidad autónoma se sitúan otras varias como la Rioja, Castilla, Navarra, Aragón y Cantabria. Pero lo dramático es lo que sucede con lengua, donde los exámenes se han desarrollado en español, por decisión del Gobierno Vasco, para que no se manifieste el fracaso rotundo que se daría si las pruebas hubieran tenido lugar en euskera. Es decir, que muchachos que están en su inmensa mayoría escolarizados en vascuence desde los tres años de edad, al llegar a los quince tienen que examinarse de lengua en español, porque si lo hicieran en vascuence el desastre sería total.
 
Para justificar el fracaso se alega que esos jóvenes tienen como lengua materna el castellano, con lo que estarían en inferioridad de condiciones si se les hace expresarse en euskera.

Ya en 1953, en un informe de la UNESCO, que cita José Antonio Villarroel, se decía rotundamente que “la lengua materna constituye el  mejor método para enseñar a un niño. Desde el punto de vista psicológico, la lengua materna es el sistema de signos que funciona de forma automática en su cerebro y que le permite expresarse y comprender. Desde el punto de vista educativo, el niño aprende más rápidamente empleando esta lengua que cualquier otra”.

Pues han hecho falta, por lo visto, veinticinco años para que los que dirigen la formación escolar vasca se enteren.
 
El gran despilfarro
 
Queda en pie la gran pregunta:¿ Cuánto ha costado al contribuyente toda esta despótica operación de intentar cambiar la lengua real de este pueblo?

La respuesta oficial es que el presupuesto anual del área lingüística del Gobierno Vasco para el desarrollo del vascuence, es de 40 millones de euros. Es decir, más de 6.000 millones de las antiguas pesetas. Si a ello se le añade la inversión de ayuntamientos, diputaciones y de entidades sometidas más o menos al chantaje nacionalista, como bancos, cajas de ahorro, empresas públicas y privadas, probablemente estará por lo menos en la cifra que en los años noventa se manejaba como cierta: 35.000 millones de las antiguas pesetas al año.
 
Un partido como el PNV, al que apoya el 20 ó 30 por ciento de los votos del electorado, ¿qué derecho tiene, por más que ejerza el poder político, a obligar a la ciudadanía de este país a cambiar su lengua de expresión habitual?. Y así lo hace no por un criterio pedagógico sino exclusivamente por un perjuicio político.
 
El currículum vasco
 
Queda el último y más contundente mazazo en la política típicamente totalitaria del Gobierno Vasco para la imposición del euskera: La creación del currículum de euskaldunización escolar,  cuya ley se debe de estar elaborando en estos momentos y que no tiene más fin que eliminar la enseñanza en castellano que se daba hasta ahora en al sección A de la enseñanza oficial. Quedará marginada la lengua de Cervantes y la línea principal de la escolarización será la del vascuence. Con lo cual perderán los padres derecho de elegir la lengua de enseñanza de sus hijos.
 
Acaso con ello consiga el nacionalismo vasco mayor éxito que el alcanzado hasta ahora. Porque, si cabe suponer que en estos años mucha gente habrá aprendido, con mayor o menor dificultad, a expresarse en euskera, lo que parece es que su lengua habitual sigue siendo el español.
 
Y es que, como dice el anterior Consejero de Cultura del Gobierno Vasco, don Joseba Arregui: “Sin libertad se conseguirá que se aprenda el euskera pero difícilmente que se use”.
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En el fondo del catalanismo, de lo que en mi País Vasco se llama bizcaitarrismo, y del regionalismo gallego, no hay sino anti-castellanismo, una profunda aversión al espíritu castellano y a sus manifestaciones (Unamuno)
Hablad de castellanos y portugueses, porque españoles somos todos (Luís Camões)
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