Sentirse y ser
TRIBUNA
Las recientes declaraciones del alcalde de Segovia aparecidas en EL ADELANTADO DE SEGOVIA de una parte y las réplicas y contrarreplicas de destacados dirigentes políticos de uno y otro signo, de la otra, me dan pie para, con todos los respetos, proponer a los lectores las siguientes reflexiones.
Dice nuestro alcalde que no se siente castellanoleonés y que se siente segoviano y español. Prosigue alegando que este sentimiento no lo ha vivido ni en su familia, ni en el colegio ni en la universidad o el ambiente social de esta ciudad. Más adelante se lamenta de que Valladolid (PP) nos quite más de lo que nos da y silencia las estimables inversiones que Madrid (PSOE) desvía para la zona occidental de Castilla-León, con lo que Segovia queda fuera de la magnanimidad de unos y otros. Pero a mi juicio, no es cuestión de magnanimidad. Podríamos vivir incluso con un nivel de vida superior al de Suiza y siempre llevaríamos desventaja con respecto a otras comunidades, españolas o no, de ignorar lo que somos y andar a la greña con los sentimientos.
¿Qué somos y qué nos sentimos? La confusión que pesa sobre Castilla, lejos de aclararse, es cada vez más grande. Cualquiera que se acerque a un tema relacionado con este país, deberá tener en cuenta la idea que de él tiene su autor en según qué circunstancias; idea, por lo general equivocada. Así, por ejemplo, veamos algunas concepciones de Castilla que tomo de un libro:
a) Suele llamarse Castilla la Vieja al conjunto de las provincias de Santander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia y Ávila.
b) En algunos mapas se añaden a la anterior demarcación las provincias leonesas de Valladolid y Palencia.
c) A veces se llama Castilla la Vieja al conjunto anteriormente citado más León, Zamora y Salamanca.
d) Se suele llamar Castilla la Nueva a Madrid, Toledo, Cuidad Real, Cuenca y Guadalajara.
e) Es frecuente oír la expresión ambas Castillas para designar las seis provincias de Castilla la Vieja y las cinco de Castilla la Nueva.
f) Con mayor latitud se incluye en ambas Castillas el conjunto de las dieciséis provincias castellanas (Salamanca, Ávila, Valladolid, Zamora, Toledo, Burgos, Madrid, Palencia, ...).
g) Tras los Reyes Católicos al conjunto de la Corona de Castilla: Galicia, Asturias, Extremadura, Castilla, El País Vasco, Toledo y la Mancha, Andalucía y Murcia e incluso las Canarias.
h) Algunos nacionalistas catalanes, vascos y gallegos han dado en llamar castellanos a todos los españoles de lengua castellana.
Esta Castilla a secas está fragmentada en la actualidad en, al menos, cinco partes: la provincia de Madrid convertida en comunidad del mismo nombre; Cantabria en lo que era Santander; La Rioja en lo que fue Logroño; Castilla y León con las provincias castellanas de Burgos, Soria, Segovia y Ávila más León, Zamora, Valladolid, Salamanca y Palencia; y finalmente Castilla-La Mancha con las provincias castellanas de Guadalajara y Cuenca más las manchegas de Toledo y Ciudad Real.
Tal embrollo que no se reduce a lo meramente descrito en estas líneas, es lógico que suscite sentimientos muy diversos y más o menos fundados o infundados. Propicia que cada ciudadano se sienta de una cosa, de otra o de nada. Nuestro alcalde salta, pues, del sentimiento segoviano al español porque el castellanoleonés es una entelequia y el castellano está notablemente disminuido. Pero ojo, una cosa es sentirse -me puedo sentir de la Casa de Alba aunque nunca heredaría- y otra muy distinta ser: se es lo que se es, de donde se ha nacido y eso sí es inamovible.
Y mientras en otras regiones sus habitantes adquieren una cada vez mayor conciencia regional o nacional que tanto monta porque es pura semántica, los castellanos andamos sumidos en la que Bosch Gimpera llamara una tremenda "ofuscación" que motiva el que nos perdamos en vanas disquisiciones de si somos o no somos o si nos sentimos o no galgos o podencos.