POR CASTILLARáfagas vigorosas de resurgimiento acarician estos días la tierra castellana.
Y como el viento hace ondular las mieses, y estremecerse las copas alargadas de los chopos y las copas rotundas de pinos y encinas, y cantar un recio y largo cántico a la áspera espesura de los montes, así esas ráfagas de impulso fuerte hacia un poderoso revivir han hecho estremecer las almas castellanas.
Los artistas han sido los primeros en volver los ojos hacia la tierra madre; y se han lanzado, generosos, a predicar por todas partes la buena nueva de la belleza, solemne y austera, de nuestros campos; de la belleza que una miopía espiritual causada por el ñoño culto de lo “pintoresco”, a impedido a las gentes conocer.
Los pensadores han comenzado a mostrar la olvidada grandeza del alma de Castilla; del alma castellana, fuerte y recia como la roca viva que es entraña de esta tierra grande y luminosa, como el cielo castellano que abarca el infinito. A mostrar a todos la fortaleza y la fecundidad de nuestra raza; de esta raza de hombres austeros, sobrios, sufridos, nobles, de cuerpo sarmentoso hecho a las inclemencias; un poco toscas por fuera, amorosas por dentro, como la tierra costrosa y áspera en el lomo de los surcos del barbecho, pero suave y blanda y jugosa en la entraña donde las cañas inhiestas del trigo y los troncos recios de encinas y pinos agarran sus raíces.
Los trabajadores, los buscadores de la prosperidad material, han seguido a esos otros buscadores de almas y predicadores de belleza. Y han ido enseñando que, como en el seno de las montañas duerme la riqueza en forma de fecundidad de la tierra y de las aguas, de jugo en el suelo, de fuerza en los ríos, de calor en el sol.
Y unos y otros, van haciendo revivir el amor de los castellanos para Castilla, amor que años y años ha estado distraído, acaso porque se derramó, como la savia por las ramas frondosas, por los pueblos innumerables de que la raza castellana es raíz de inagotable jugo.
La juventud en esta empresa grande y generosa, va delante de todos. La obra emprendida es y será obra de juventud.
Artículo anónimo publicado en "El Día de Palencia. Defensor de los intereses de Castilla", nº 5781, 1 de febrero de 1908.