Extraído de
http://juventudrebelde.org/index.php?mact=News,cntnt01,detail,0&cntnt01articleid=978&cntnt01returnid=56Todo proyecto político necesita una base ideológica que lo sustente. El Estado Español no es una excepción. Se trata del proyecto político de la clase dominante que le permite implantar e imponer sus intereses en el territorio bajo el que tiene jurisdicción. Es una herramienta de la que se sirve el sistema capitalista para poder perpetuarse gracias al conjunto de elementos que componen dicho Estado. Y por supuesto que esa clase dirigente y por extensión este Estado necesita legitimarse entre el conjunto de la población para seguir existiendo. Es aquí cuando entra el juego el españolismo. Se trata de la afirmación del hecho “nacional” español, que en la práctica es la legitimación conceptual necesaria para que exista el Estado Español y por tanto para la clase dirigente pueda seguir materializando sus intereses. Esta afirmación del hecho “nacional” español se hace en base a una desnaturalización de parte de los elementos culturales de algunos de los pueblos bajo jurisdicción del Estado Español y se presentan como algo característico y propio del conjunto. En el caso de Castilla, el ejemplo por excelencia sería cuando al idioma castellano se le cambia el nombre y se le llama español. Y esto contrasta, por ejemplo, con que muchas de las expresiones de la cultura tradicional castellana se ven desplazadas por la influencia del modelo cultural consumista de la globalización, posibilitado en gran medida en nuestra tierra por las políticas que desarrolla el Estado Español. La afirmación del hecho “nacional” español y por tanto la promoción del españolismo tiende a negar la identidad de las diferentes naciones bajo jurisdicción del Estado Español, entre ellas Castilla.
El españolismo es la ideología del sistema, que de forma totalitaria intenta imponerla en todos los ámbitos de la vida. Se pone de manifiesto en el Sistema Educativo en el que se promueve una visión de España en términos nacionales; Se ve en los documentos que definen al Estado Español, como por ejemplo la Constitución Española de 1978, en la que se hace referencia a la “indisoluble unidad de la nación española”, la cual está garantizada por el Ejército y es en sí mismo una negación de la plurinacionalidad que hay en el Estado Español; Se ve en los discursos de la clase política, que animan en cuanto pueden a exaltar de manera chovinista el sentimiento español y a colocar sus banderas españolas hasta en los lugares más insospechados mientras la problemática social que nos hacen vivir día a día se acentúa; O se ve en el ocio y muy especialmente en el deporte que se desnaturaliza y convierte en un negocio como por ejemplo el fútbol y muy en concreto con la selección española de fútbol en competiciones como los Mundiales o Eurocopas, que se ha convertido probablemente en el medio más fructífero del que se vale el poder para promover el españolismo.
Esta omnipresencia del españolismo la vemos hasta en el ámbito religioso. Es el caso del arzobispo de Toledo Antonio Cañizares, que hace unos años animaba a rezar por la unidad de España, o el caso de la creación de la figura de la Virgen de las Victorias en una iglesia en el madrileño barrio de Tetuán. La figura de esta Virgen porta una bandera rojigualda en conmemoración de las victorias del Ejército español en Marruecos. Estos no son ni más ni menos que muestras de sacralización del españolismo, son ejemplos de sacralización de una ideología al servicio del sistema.
El españolismo es además un pilar central del fascismo que sufrimos en nuestra tierra. El argumento de España como unidad de destino en lo universal ha sido una constante en dicho movimiento político. La defensa de la idea de España es a lo que recurre el fascismo para justificar su existencia, y es la bandera española la que llevan los fascistas. Y el sistema capitalista históricamente ha tenido en el fascismo una herramienta de represión contra el pueblo y contra los movimientos políticos disidentes. El sistema capitalista hoy recurre al españolismo para imponerse, para negar a los pueblos su existencia, sus derechos, destruir su identidad y desplazar su cultura. Recurre al españolismo para reprimir a l@s que luchan porque van contra el “bien de España y la paz social”, recurre al españolismo para arrebatar al pueblo su poder de autogobierno y que sea el Estado el que ostente el poder sin que nada pueda salirse de sus parámetros, como queda reflejado en la Constitución falsamente democrática. Y eso es exactamente en lo que consiste el fascismo, por eso afirmamos que españolismo es fascismo.
Desde Yesca pensamos que para luchar contra este sistema hay que romper con la ideología que lo sustenta, lo cual requiere romper con los argumentos que nos da el españolismo, implica pura oposición hacia éstos. Pero consideramos que no puede hacerse en abstracto, que hay que ir a nuestra realidad concreta, donde no caben ambigüedades ni medias tintas, porque sino no se dan soluciones eficaces. Y no ser parte de la solución es ser parte del problema. Por eso desde Yesca no sólo negamos y luchamos contra el reconocimiento del hecho “nacional” español, sino que a partir de nuestra propia realidad socio-cultural afirmamos y reivindicando la identidad de nuestra tierra, Castilla. Reivindicamos y luchamos por que el pueblo trabajador castellano se constituya en sujeto político soberano, legítimo y revolucionario para decidir sobre los problemas que le afectan, para ser dueño de su propio futuro y como hecho de gran potencial para el cambio social frente al sistema por ser en nuestra opinión la manera adecuada de atender las necesidades específicas para la lucha contra el sistema capitalista.
¡Españolismo es fascismo!
Castilla libre.
Yesca - Asamblea de Tetuán