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Autor Tema: Pensar Castilla políticamente  (Leído 1965 veces)
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« : Diciembre 16, 2019, 15:33:42 »


En este artículo se reflexiona acerca del papel de Madrid en Castilla.

https://www.elsaltodiario.com/nuda-vida/se-puede-pensar-politicamente-castilla

¿Se puede pensar políticamente Castilla?

Cualquier intento de transformación seria del Estado español, ya sea cultural, territorial, económica, social o política, pasa necesariamente por Castilla.

AITOR JIMÉNEZ

PUBLICADO
2019-12-11 23:42
El hecho de que a estas alturas de descomposición política en el Estado Español, de recomposición social en sus “periferias”, y de crisis estructural en Castilla nos hagamos preguntas como la anterior, nos ofrece ya una respuesta, que por anticipada no deja de ser insatisfactoria. No. A día de hoy resulta imposible pensar políticamente Castilla. Es decir, no existen ni sujeto histórico, ni realidad social, ni discurso político, que planteen un horizonte, un plan, una estrategia para Castilla.

Pero que a día de hoy sea imposible pensar políticamente Castilla no socava la importancia de este hecho. Cualquier intento de transformación seria del Estado Español, ya sea cultural, territorial, económica, social o política, pasa necesariamente por Castilla. En el imaginario colectivo, Castilla representa el epicentro del Imperio. El condado que dio origen a lo que hoy se conoce como España. Castilla ocupa en la memoria histórica (justificada o injustificadamente) el lugar protagonista en la dominación colonial ejercida sobre el resto de territorios peninsulares, América, África o Asia. Si Andalucía fue concebida por el tardofranquismo como la quintaesencia de lo folklórico español, Castilla sustenta su pasado y define sus valores políticos y morales. Su lengua es el idioma del Estado. De entre sus élites se seleccionan 89 diputados y 60 senadores. Cuatro de los seis presidentes en democracia han surgido de estas mismas élites. Sí. Castilla ocupa un lugar central en la forja y mantenimiento de lo Español. Sus élites sujetan a un Estado decadente. Sus circunscripciones rurales mantienen con vida al viejo partido conservador y alimentan a la extrema derecha emergente. Es indudable un nutrido grupo de la burguesía castellana se benefició tanto de los procesos imperiales, como de los franquistas y los postfranquistas. Hay una Castilla de los vencedores, aquellos que junto con otras burguesías levantaron lo español.

Aun así, existe un reverso a todo esto. Una cara no demasiado oculta, evidente sobre todo para aquellos que viven en Castilla. Tras, o mejor dicho, bajo la Castilla Española, está la Castilla de los perdedores. Una Castilla que sufre una grave crisis de identidad, política, económica y social. Una Castilla que lejos de beneficiarse de la estructura imperial-burgués-colonial española, está muriendo a causa de ella. No. La España vacía no es tal, se trata de Castilla. Castilla es el inmenso territorio vaciado que alimenta el “dinamismo económico” de las metrópolis españolas. Esta Castilla, impensable políticamente, es ante todo, necesaria. Lo es al menos por dos razones. Si Castilla no consigue pensarse políticamente desaparecerá, convertida en un páramo salpicado de geriátricos y residencias de verano. Un museo a cielo abierto. Su desaparición como territorio vivo será el último gesto del sometimiento territorial de los pueblos del interior a la gran metrópoli española, Madrid.

En segundo lugar, si Castilla no consigue pensarse políticamente, será difícil romper la hegemonía (o dominio) que las élites españolas mantiene sobre el conjunto de territorios del Estado. No se trata solo del poder centralista y capitalista de las élites españolas sobre los llamados territorios periféricos. Se trata también de la posibilidad de enunciar transformaciones de calado en el conjunto de las estructuras económicas y sociales, algo que afecta no solo a la península, sino también a Europa y el Norte de África.

Por eso es necesario comenzar a pensar políticamente Castilla. A pesar de que, como dije, Castilla carezca de sujeto histórico y de una realidad social favorable, podemos comenzar a bosquejar un relato político para el territorio. Para ello será preciso abordar al menos cinco retos fundamentales

1-EL PROBLEMA ESPAÑOL DE CASTILLA.
La mayor parte de los castellanos han perdido con el proceso Imperial-Colonial-Burgués-Español. Esto que es obvio a tenor de las cifras de migración y destrucción del tejido económico castellano está lejos de ser admitido por los que quedan en los pueblos y ciudades castellanos. Tal vez sea un gesto de orgullo. Tal vez la mentalidad del colonizado. Pero lo cierto es que el castellano -a pesar de ocupar un lugar cada vez más irrelevante en el mundo; de que los jóvenes tengan que migrar; de que pueblos y tradiciones desaparezcan; a pesar de que lo Castellano se está diluyendo en la gran periferia madrileña- se siente ganador de un proceso histórico. Es preciso estudiar, y combatir la propaganda española, que hace que los castellanos no solo se piensen ganadores, sino que voten a los mismos que están desmantelando sus pueblos. Para pensar políticamente Castilla hay que cuestionar algo tan castellano como el orgullo y la vergüenza de admitir que Castilla es pobre. Qué Castilla pierde. Qué en Castilla, hoy por hoy, no hay futuro.

2- TERRITORIO Y COMUNIDAD.
Castilla tiene tres grandes nudos territoriales que deshacer: Desmembración, campo/ciudad y Madrid. Vamos a ver ahora los dos primeros.


El primero nudo tiene que ver con su desmembración. Castilla está tan desdibujada culturalmente con lo Español como territorialmente repartida entre diversas administraciones políticas. Deshacer este nudo no significa delimitar fronteras de un Estado nación imaginario. Deshacer este nudo implica rehacer los vínculos rotos por la fragmentación territorial, el abandono del campo y el centralismo Español. Deshacer este nudo implica comenzar a pensar políticamente Castilla desde sus propios contextos y problemáticas estableciendo alianzas entre aquellas que padecen las mismas condiciones materiales. Para deshacer este nudo es preciso trabajar con el vecino, en el sentido más concejil y comunero del término.


El segundo nudo tiene que ver con la dualidad campo-ciudad. El franquismo concibió una España urbanizada, con un campo sometido a las ciudades triunfantes. España se articula desde entonces territorialmente en una serie de centros que extraen riqueza y población de sus periferias. Las periferias, fundamentalmente rurales, sobreviven o bien del precio de miseria que por su producción les ofrecen grandes corporaciones como Mercadona. O bien por las subvenciones concedidas en condición de chantaje por instituciones nacionales o Europeas. Pero más allá de la mítica distinción campo ciudad se esconden una plétora de realidades intermedias. El grueso de la población castellana no se distribuye en grandes metrópolis sino en poblaciones medianas donde los sectores primarios e industriales siguen siendo de vital relevancia. Para Castilla, la distinción rural y urbana, es artificial. Cualquier persona que viva en Castilla, incluso en sus capitales, tiene bien a su vista, o a una distancia que puede recorrerse andando, el llamado por los sociólogos como mundo rural. Lo rural y lo urbano no se han conformado en Castilla como opuestos, sino como elementos articulados y complementarios. Así nacieron las Comunidades de Villa y Tierra, solo así pueden entenderse realidades como las de Arévalo o Miranda. Deshacer el nudo rural/urbano es cuestionar la relación de dominación entre el campo y la ciudad. Deshacer ese nudo es comprender la forma que tiene Castilla de estructurarse territorialmente.

3-¿QUÉ HACEMOS CON MADRID?
Madrid significa a día de hoy tres cosas para Castilla. En primer lugar está la Comunidad de Madrid (sin la capital). Un amplio territorio que o bien guarda su identidad más cercana con los territorios serranos de la meseta norte. O los territorios de cultivo e industriales de la Mancha. En Segundo lugar está el Madrid Urbano. Un centro industrial y de servicios de enorme relevancia económica. Se compone tanto de la propia Madrid, como de las ciudades industriales y de servicios que la rodean. Entre otras Alcobendas, Móstoles, Leganés o Alcorcón. Estas dos primeras dimensiones de Madrid, pueden pensarse orgánicamente como Castilla. Es cierto que supondrá un reto integrarla una realidad basada básicamente en los servicios y en menor medida en la industria con el resto de territorios castellanos. Pero no menos cierto es que a nivel simbólico y cultural, espacios como Vallecas, Arganzuela, Moratalaz, o medianas urbes como Leganés y Alcorcón (por citar solo algunos), mantienen una extraña similaridad con otros espacios castellanos. El diálogo es posible gracias a un lenguaje y horizontes semejantes. Se trata del Madrid obrero, si pero también campesino y serrano. El Madrid migrante y trabajador. El Madrid quinqui y el de no pasarán. Es el Madrid que resiste. Es el Madrid comunidad, compuesto de muchos pueblos, medianas ciudades y una gran urbe castellana.


El principal problema estriba con la tercera dimensión: el Madrid metropolitano e imperial. El Madrid genuinamente Español. El Madrid metropolitano comparte espacio físico con el Madrid Urbe, lo parasita cultural y simbólicamente. El Madrid metropolitano está compuesto por las élites de las burguesías españolas. Es decir de reducido número, se concentra en espacios geográficos muy concretos como en la Moncloa, El Pardo, Plaza de Castilla o la zona de Cortes. Tiene vocación global. De marcado tono centralista considera todo lo que está a 300km a su alrededor como un campo subdesarrollado donde lo único que se puede hacer es construir adosados, comer cochinillo y extraer población. Más allá de esa franja están los territorios avanzados a los que se gestiona y de los que se extraen tributos. El Madrid metropolitano es todo lo que queda de la España imperial. Este Madrid no tiene cabida en Castilla. Pensar políticamente Castilla pasa por reivindicar el Madrid comunidad y el Madrid urbano a la par que se combate radicalmente el Madrid Español.

4- NO ES LA ESPAÑA VACÍA, ES LA CASTILLA VACIADA.
En los últimos años se ha puesto de moda la expresión de la España vacía. Más recientemente se le ha dado un giro, pasando a ser la España vaciada. Con ello se trata de poner en evidencia que lejos de tratarse de un fenómeno natural, la despoblación es un fenómeno político diseñado desde las metrópolis. A la luz de los mapas la España vaciada no es tal. Lo que se muestra, es ante todo, la brutal desaparición de la población Castellana absorbida por el Madrid metropolitano. Este proceso de vaciamiento actúa de manera similar a la industria minera. Las compañías extraen todos los recursos dejando devastado el territorio, dejando sin riqueza el territorio. La Madrid metropolitana desarrolla un extractivismo poblacional. Actuando como metrópolis colonial, acapara recursos económicos, que atraen-capturan población. Las zonas periféricas se ven privadas del intelecto y la fuerza de la juventud, viéndose debilitada su economía. Este debilitamiento desincentiva a la juventud a permanecer en el territorio. Se fomenta con ello un círculo vicioso de destrucción económica y perdida poblacional. Pensar políticamente Castilla pasa por llamar a las cosas por su nombre. La Castilla vaciada debe actuar ya contra el extractivismo poblacional. Debe desarrollar estrategias para interrumpir el círculo vicioso.

5-SUJETO HISTÓRICO
Quizás, el que tal vez sea uno de los problemas más relevantes a la hora de pensar políticamente Castilla (y derivado de los anteriores), sea la ausencia de un sujeto histórico evidente. La Castilla desdibujada culturalmente en lo Español. La Castilla fragmentada en diversos territorios. La Castilla dominada y saqueada poblacionalmente por Madrid no sabe quién es. No conoce su extensión, ni sabe quienes son aquellos a los que podría llamarse castellanas y castellanos. Castilla existe en los medios, en el imaginario colectivo, puede que exista incluso territorialmente. Pero, ¿Existe un pueblo Castellano? A este problema de identidad cultural se le suma una de naturaleza más estrictamente política.

Castilla no ha sido ajena a movimientos obreros y campesinos. A levantamientos estudiantes, manifestaciones artísticas radicales y lucha radical en todos los aspectos en lo que esta pueda ser concebida. Castilla no ha sido ajena a nada de eso, pero si ha sido incapaz de articular estos movimientos para configurar un sujeto histórico-político capaz de pensar y de articular un horizonte para el territorio. O dicho de otra forma, la constelación de movimientos que han salpicado históricamente Castilla prefirieron o fueron forzados a mirar para otras áreas, en lugar de reconocerse y establecer alianzas, configurando una política común.

La carencia de una identidad popular colectiva, unida a la ausencia de un sujeto histórico-político cultural, sindical, campesino u obrero deja, por el momento, a Castilla huérfana de pueblo. Existen los castellanos, y el orgullo por lo castellano-español. Pero no existe un sujeto histórico que piense políticamente Castilla. Y esto, como ya he dicho anteriormente, es una necesidad. No solo para Castilla, sino también para el resto de territorios que a día de hoy viven bajo el dominio de lo Español.
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Viva Padilla alguien grita
nadie su voz sofocara
que amapola comunera
en todo el trigal se ampara
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