[… porque, en cualquier ser, un determinado momento,
puede semejar los ritos de la muerte]
… mientras ruge la lluvia y azota y silba el viento sobre el zarzal del pecho y el don de la razón,
- y sobre la vida, y sobre la libertad -
dos víboras letales, cual síntesis del mundo, reptando sobre mis ojos, es la noche;
… puedo intuir y sentir la inquietud proyectar su furia contra tilos, contra álamos y sauces,
golpear televisiones y radios, móviles, whatsapps, ordenadores,
o arrojando un cúmulo de estrellas a la voracidad ingente de este agujero negro y turbio,
en que en este instante es y yace la esencia de mi ser;
… junto a ella, chirrían execrables las músicas cuánticas, gime, se tensa la superfuerza del dios mayor, su ley y argollas, sus linos,
mientras yo, y aquí, estremecido y atado al corazón en espectral silencio, escucho pasar sus carros de hierro
sobre este yo indolente y mío, parásito y mortal, sin canto ni virtud;
¡… quién encenderá de nuevo los fuegos del jardín, las rosas,
y quién, quién cederá, de su dolor o usura, una parte de lucha y de piedad para resistir el daño
y, aun así, poder luchar, luchar y luchar hasta lograr vencer !
… esta noche, desmedida y aterradora, toda, cabe en mí.
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