Es que las posibilidades de atención personalizada que brinda el medio rural son inalcanzables en entornos urbanos. Para empezar hablamos de grupos muy reducidos, pero además la relación entre padres y profesores es menos impersonal, el profesor no es una figura anónima sino alguien en contacto cotidiano con la gente de su entorno que a diferencia de la ciudad, en el pueblo es la misma que converge en la escuela, ya sea como alumnos, padres, proveedores, empleados...
La integración del profesor en la vida social del pueblo implica una relación más estrecha fuera del entorno educativo que permite establecer interacciones de forma espontánea y natural. En pueblos pequeños el profesor puede ser también la persona que organiza talleres de lectura o imparte clases complementarias y de refuerzo como parte de la oferta cultural municipal. Es también cliente de la carnicería, de la tienda, del bar... que regentan los padres de sus alumnos en los que confluye todo el pueblo, es por tanto una figura cotidiana y conocida de la vida social y económica de su entorno lo que facilita la relación e interacción con padres y con alumnos.
La mayor proximidad al entorno de su alumnado le permite también concertar con los padres medidas correctoras o disciplinarias y en este sentido, la gran exposición a la opinión pública que tiene cada persona que vive en una comunidad pequeña potencia que los padres por lo general se interesen en que sus hijos no se signifiquen de forma negativa aunque solo sea "por no dar que hablar".
Es en definitiva una escuela que en estos aspectos, aunque por razones muy diferentes y en circunstancias no siempre asimilables recuerda, al menos en parte, al alabado modelo finés.