Estamos asistiendo a la mayor crisis del capitalismo de los últimos ochenta años, y de nuevo los gobiernos de la Unión Europea quieren que paguen sus consecuencias los trabajadores y los sectores populares. En toda Europa, los despidos, los expedientes de regulación de empleo y la no renovación de contratos se convierten diariamente en el drama de millones de personas condenadas al paro, el desahucio y la miseria.
Los gobiernos europeos expolian el erario público para rescatar a los banqueros y ayudar a las grandes empresas, mientras el desempleo crece sin cesar. Es la Europa de las privatizaciones, del Plan Bolonia para mercantilizar la enseñanza superior, de la Directiva Bolkenstein o de la Directiva del Retorno contra los trabajadores inmigrantes, que alienta la xenofobia y el racismo.
La crisis actual, como no podía ser de otra manera, además de sus consecuencias económicas y sociales, está dando lugar a importantes transformaciones políticas, que se verán intensificadas en un futuro próximo.
En el caso del Estado español, la crisis, la global y la propia, están contribuyendo a dejar definitivamente al descubierto las carencias del Gobierno de Rodríguez Zapatero y del régimen borbónico surgido del llamado proceso de ''transición'': corrupción generalizada, uso de la represión legal o ilegal como forma recurrente de afrontar los conflictos sociales y políticos con los sectores populares, precariedad de los servicios sociales, colapso de los sistemas educativos...
Muy especialmente, afloran las gravísimas carencias democráticas de un régimen cuyo Jefe de Estado, Juan Carlos I, fue impuesto por Franco, régimen que, en consonancia con esta situación aberrante, es incapaz de elaborar una ley de la memoria histórica que reconozca la realidad de la resistencia antifascista de nuestros pueblos.
Existe una corriente involucionista, neofascista, impulsada por sectores poderosos del capitalismo español y su entramado institucional y mediático, que tiene dos caras: la ''moderna'', cuya expresión más significativa es la UpyD, y la ''tradicional'', cuya punta de lanza es la Conferencia Episcopal Española. Dicha corriente involucionista, con sus diversas expresiones, es la que en este momento está orientando la estrategia de fondo del bloque dominante español, incluido el Gobierno del Estado. Una estrategia que se materializa, entre otras cosas, en la alianza PP-PSOE para conseguir el gobierno vascongado con un objetivo claro: la españolización de ese territorio.
Al otro lado estamos las fuerzas soberanistas e independentistas de izquierdas, las fuerzas políticas de la izquierda estatal respetuosas con los derechos nacionales de los diversos pueblos oprimidos por el Estado español, así como importantes movimientos sociales y sindicales, entre los que destacan el movimiento antifascista; el movimiento contra la privatización de la sanidad, la educación y los servicios públicos; las luchas obreras contra los EREs y despidos; la lucha de los estudiantes contra el Plan Bolonia; los movimientos de mujeres... A su vez, algunos de estos movimientos sociales tienen una importante articulación nacional-popular, especialmente en los pueblos en donde el proceso político soberanista está más avanzado.
Consideramos que existe la suficiente capacidad como para orientar en un sentido anticapitalista y democrático ese deseo cada vez mas extendido de cambio radical, aunque hoy por hoy dicha capacidad tenga un desarrollo desigual en nuestras respectivas naciones.
Partiendo de esta valoración, impulsamos este manifiesto, cuyos ejes básicos son:
- Justicia social. Que la crisis la paguen quienes la han provocado: los capitalistas. El capitalismo español tiene unos rasgos especialmente agresivos, como la tremenda precariedad laboral, causa de la mayor tasa de paro y de empleo eventual de la UE. Y ahora la pretensión del sistema es dar una vuelta de tuerca más en lo relativo a la explotación y a los recortes sociales.
Las gentes que apoyamos este manifiesto nos comprometemos a impulsar la movilización para frenar tales propósitos, exigiendo un plan de rescate de los trabajadores, sin temor a proponer para ello medidas anticapitalistas.
- Libertades democráticas plenas. Estamos comprobando cómo, paso a paso, se van recortado los ya de por sí limitados derechos civiles existentes, tales como el derecho a la no discriminación por razones ideológicas, de lengua y cultura, de edad o de género. El derecho a la libre expresión, el derecho a no ser represaliado, torturado o procesado por las propias ideas. El derecho a votar y ser votado.
El Estado español no respeta la soberanía de las diversas naciones bajo su jurisdicción ni del conjunto de los pueblos. Existe un entramado jurídico- político creado en la transición que ha convertido al Estado en una cárcel de pueblos y de gentes, así como en un pozo de corrupción.
-No a la discriminación de género. Pero no como un mero enunciado formal y vacío de contenido, sino como una exigencia normativa, jurídica y práctica que posibilite realmente el fin de la discriminación. Lo cual incluye, entre otras cosas, el derecho y la posibilidad real de control de las mujeres sobre su cuerpo, su sexualidad y su capacidad reproductiva.
- Derechos políticos. Reivindicamos los derechos negados por el régimen actual, entre los que hay que destacar el derecho de todos los pueblos a decidir de forma soberana su futuro, y no como un hecho aislado sino como un derecho permanente, es decir el derecho de autodeterminación. El derecho de cada pueblo a decidir su forma de gobierno y a la normalización de su lengua y su cultura nacionales.
- Contra la Europa del capital. Estamos en contra de la Europa del capital y a favor de la Europa de los pueblos. Estamos en contra de la OTAN como expresión militar del imperialismo y, por tanto, exigimos la retirada del Estado español de dicha alianza militar. Estamos en contra de la especulación y el deterioro del medio ambiente. Estamos por la defensa de la soberanía alimentaria y de lo colectivo frente a lo privado.
Apoyamos los procesos soberanistas que se dan a nivel europeo, y asimismo expresamos nuestra solidaridad con los procesos de articulación patrióticos, antiimperialistas y de justicia social que tienen lugar en Latinoámerica, así como con los frentes de resistencia en Oriente Medio, y muy especialmente con la heroica lucha del pueblo Palestino. Desde una ferviente vocación internacionalista, apoyamos las luchas de todos los pueblos del mundo por su libertad y su dignidad.
Comisión promotora de la candidatura a Parlamento Europeo ''Iniciativa Internacionalista''